domingo, 19 de abril de 2009

TAKAURR, EL ANCIANO




Así se iban dando las cosas por la Patagonia. Los animales estaban distribuidos en ella; los bosques rebosaban de vida; los Chónek gozaban del Guanaco, su inagotable fuente de alimento y vestimenta.

Elal se veía satisfecho por su creación y disposición de lo hecho.

Constantemente acompañaba a grupos de cazadores para enseñarles mayores detalles y trucos de cómo hacerse de Chulengos y Choiques.

A todo esto, el padre de Elal-Nóshtex-, a raíz del fracaso de su hermano Gosye ya convertido en Ballena, decidió ir personalmente a la Patagonia para terminar de una buena vez con la amenaza que representaba su hijo. Para eso, el gigante se transformó en un anciano curandero llamado Takaurr.

La mejor forma que tenía él de acercarse a su hijo sin ser descubierto era ganándose la confianza del cazador fiel al héroe mítico. Este se llamaba Wekne; era el símbolo de la lealtad y el valor entre el pueblo Chónek.

El legendario cazador, persiguiendo una vez a un Chulengo herido, se internó en el bosque, tras la presa que ya creía segura.

Allí se extravió y al salir, en el deslinde del bosque fue atacado por un feroz Puma que de un zarpazo le desgarró la garganta. Antes de caer, Wekne logró tender su arco y atravesar el cuello del Puma con una flecha que le dio muerte.

Herido, llamó a sus camaradas; tan sólo se le apareció un anciano desconocido que, después de alzarlo, se lo llevó a su cueva. Mientras marchaba cargando con el nativo al hombro, el viejo le habló en voz alta diciéndole que el Puma le temería, porque era fuerte y valiente como Elal. Profetizó que los Chónek gritarían el nombre de Wekne.

Ese día y esa noche, el cazador permaneció inconsciente en la cueva.

Al amanecer, despertó, somnoliento, completamente curado.

Asombrado, apenas si cambió palabras con el anciano curandero.

Cuando regresó con los suyos, contó la extraordinaria aventura que había vivido. Sin embargo, nadie le creyó -a pesar de su insistencia-, ni siquiera habiendo traído el cuero del Puma con la flecha clavada en su cuello, y la cicatriz que aquel le había causado con sus garras.

El brujo Takaurr apareció posteriormente en la toldería de los Chónek y ratificó las palabras de Wekne. El anciano les enseñó a los viejos el arte de curar las heridas y les entregó el talismán, atributo de los brujos.

Elal sospechaba del viejo curandero, pero nada podía hacer para desenmascarado ya que este era muy cuidadoso de cada paso que daba.

Como Takaurr no lograba ganar la confianza de su hijo, convocó a uno de los Malos Espíritus para que lo ayudase.

Vino Maip, quien aletargó y durmió con su aliento helado a Terr-Werr, la "abuela" del héroe.

Esta permaneció dormida mucho tiempo.

Cuando trascendió la fama de los milagros que realizaba el brujo Takaurr, Elal fue a su encuentro para pedirle que sanara al Tucotuco.

El anciano cumplió de inmediato con el mandato de Elal.

El roedor, apenas abrió los ojos, descubrió la verdadera identidad del brujo, pues advirtió que cuando este se asomó a la entrada de la caverna, todas las Nubes rápidamente se dispersaron por el firmamento, asustadas al darse cuenta de que en realidad Takaurr era el gigante Nóshtex, quien había dado muerte a la nube Teo.

El gigante se vio acorralado; temeroso de Elal, regresó por ayuda a la Isla Legendaria.


Fuentes: http://elal-patagonia.blogspot.com/2009/03/ciclo-heroico.html

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/02/elal-y-sus-inventos.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/04/shintaukel.html

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