sábado, 11 de abril de 2009

EL PUCHERO ROTO

PUSHKAR - INDIA


Vivía en cierto lugar un brahmán cuyo nombre era Savarakipana, que significa: nacido para ser pobre.

Aquel día recibió una gran cantidad de arroz y cuando hubo terminado de cenar, aún le quedó para el día siguiente. Para que no se estropease lo guardó en un puchero que colgó de un clavo en la pared, encima de su cama.

Al acostarse, el brahmán no podía apartar el pensamiento del puchero de arroz.

- Si ahora reinase el hambre en el país -se dijo,¬ de ese puchero de arroz sacaría lo menos cien rupias, con las cuales podría comprar una pareja de cabras, macho y hembra. Cada seis meses tendría cabritillas y, en unos años tendría un gran rebaño. Vendiendo las cabritillas, sacaría bastante dinero para comprar un buey y una vaca. Con el importe de los ternerillos que tuviesen, me compraría unos cebús. Con las crías de los cebús compraría una pareja de caballos, y con lo que me diesen por los potros sería pronto rico. En cuanto fuese rico me compraría una casa bien grande a la que iría a visitar el gobernador, quien, encantado de lo hermosa que sería, me concedería la mano de su hija, dotándola regiamente. Al poco tiempo de casados tendríamos un hijo que se llamaría Somasarman. Cuando fuese lo bastante grande para poderle columpiar sobre mis rodillas lo tomaría...

En aquel momento, el brahmán levantó una pierna y tiró el puchero, cuyo contenido cayó sobre él, quedando cubierto de arroz de pies a cabeza.

Así, a orillas del Sagrado Ganghes los sacerdotes dicen a sus fieles oyentes:

- Quien hace locos planes para el futuro, quedará cubierto de arroz como Savarakipana.

viernes, 10 de abril de 2009

LA CEIBA





En la civilización de mayas, la ceiba o yaxché tenía una gran importancia: era el árbol sagrado que conectaba los diversos niveles del Universo, desde el inframundo hasta el cielo.

Este árbol proviene de América, no existía en suelo africano antes de la división de los continentes, y se propagó a aquella parte del mundo en forma natural hace unos 10 ó 15 millones de años.

Por eso su área de distribución se reduce a la zona oeste de África, que es la más próxima a Sudamérica.

La ceiba, un árbol de dimensiones verdaderamente majestuosas, alcanza hasta 70 metros de altura, produce frutos en forma de cápsulas leñosas que al abrirse dejan salir 200 o más pequeñas semillas, de cuatro a ocho milímetros de largo, adheridas a finas fibras algodonosas blancas y muy suaves, como algodón, que popularmente se conoce como pochote —nombre que también se aplica en algunos lugares al propio árbol— o kapok y que se usaba como material de relleno para almohadas, colchones, salvavidas y otros objetos, y como material aislante en hieleras. Esas semillas pueden ser fácilmente llevadas por el viento hasta grandes distancias y son también lo bastante ligeras para flotar en el agua.

Pueden conservar su capacidad de germinación hasta seis meses si se les conserva almacenadas y protegidas, pero en un medio ambiente húmedo no resisten tanto tiempo. Por eso se consideraba poco probable que pudieran resistir el largo viaje hasta África llevadas por las corrientes marinas o por los vientos.

Es el árbol Símbolo Nacional de Guatemala y el árbol nacional de Puerto Rico.

En Guatemala existen ceibas importantes como la Ceiba de Palín Escuintla que cuenta con más de 400 años y la ceiba de San Francisco en El Petén que ya sobrepasa los dos siglos.


Imágen: http://portal.bibliotecasvirtuales.com/foros/la-ceiba?page=1

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/03/el-hechizo-de-la-lupuna.html

jueves, 9 de abril de 2009

HUEN CO

Mirtha Dávolos, de la ciudad de Trelew (Chubut)


AGUA DEL CIELO


Hoy los áridos y alucinantes termos de la Patagonia piden a gritos: ¡agua!

Lo dicen las ramas retorcidas e implorantes de las patas grises, la tierra cuarteada, la herida seca de lo que fueran cauces rumorosos, el viento arenoso y desbocado... El Sur parece maldito... porque en el misterio de los mitos del ayer de los tiempos sí hubo agua, mucha agua.

¿Que pasó entonces? El eslabón se ha cortado y tal vez nunca podamos descifrarlo...

Sin embargo en la historia aborigen de la creación, Kóoch lloró agua amarga y sagrada de sus ojos, y formó un mar inconmensurable...

Y fué Elal con su tiro certero el que secó las tierras más australes de América, y trajo animales amigos, y creó a los Chónek (hombres) para que las habitaran...

Sí, entonces había agua buena y abundante, y había vegetación y había animales de muchas clases, todos juntos sobre la nueva tierra.

Incluso había una ballena, la gigantesca Góos la que llamaba con un fantástico resuello y se tragaba enteritos a los bichos y a los indios con caballo y todo...

Hasta que Elal la mató y la tiró al agua... y desde entonces las ballenas viven en el mar y se acercan a las costas de Puerto Madryn para ver la tierra donde vivieron antiguamente...

Y Góos, la enorme ballena vencida por el padre de los tehuelches, es ahora la barca mítica que lleva las almas aborígenes por el Mar de la Muerte hacia las tierras del más allá.

Después de este percance Elal, que vio que había poca tierra y mucha agua para tantas criaturas, ordenó a los animales. Y así a los lobos marinos, ballenas y otros los mandó al mar, y al resto les dejó el dominio de la tierra y el aire...

Los que ven más que los demás aseguran que las aguas de la Patagonia guardan extraños secretos y criaturas fantásticas...

¿Acaso no lo prueba la legendaria Sirena, Petín, hija del Sol y la Luna y esposa del legendario héroe-dios de los tehuelches, que vive en el fondo del océano austral y levanta las mareas cuando ve en el cielo la luz fría de su madre Luna?...

¿No se agita en el seno marino del Atlántico el innombrable hijo de Elal?

Es más: ¿no dicen que en los lagos insondables que custodian los Andes habitan el Lafquen trilque (cuero del lago), el cuero maligno que, con su tranquila apariencia de cuero de novillo o de potro flotante al sol, atrae a inocentes víctimas para adherirse a ellas con las agudas uñas ocultas y llevarlas a los más hondo?

¡Claro que también puede aparecerse "el cuero uñudo" en ríos y arroyos!

Lo que no debe olvidarse es el modo de combatirlo: los muy viejos, que se han vuelto astutos por la experiencia, aconsejan arrojarle una rama espinosa, porque el monstruo al sentir el contacto cree que podrá devorarla… y así se arrolla en ella y muere por la sangre de sus múltiples heridas...

¿Y el Caleuche? Unos cuantos han visto el barco fantasma, el que anda abajo del agua del lago Mascardi, y que de pronto se aparece todo iluminado para disolverse en la oscuridad momentos después. El que lo ve es porque el Caleuche encantado quiere llevárselo... vaya a saber para qué, pero seguro es que le toma el espíritu y deshecha el cuerpo... porque este después flota abandonado a merced de la corriente...

¿De dónde brota tanta imaginería mítica sino de la importancia del agua? Desde los más remotos orígenes ella ha sido fuente y preservadora de la vida... Por eso las culturas aborígenes han trazado sus asentamientos y derroteros en torno al camino del agua... Sin pozos, sin arroyos, sin ríos, ¿como sobrevivirían en los desiertos barridos por Elëngasen?

Y los indios honran a los "dueños" de las aguas, los mágicos Nguen Co, como el enano silbador que oye el creyente en el río Aluminé, o el Arün Co, el intocable sagrado de las vertientes que cuida que no se sequen...

Si el mismo campo se esponja y cubre de flores cuando cae Maún (la lluvia) y le da de beber, ¿puede al mapuche dejar de ofrendar su agradecimiento y su ruego a Nguenemapún en los menu co u ojos de agua que calcan el cielo?

Una y otra vez huenu co bautiza y alimenta a las tierras del sur y sus criaturas, y convertida en vapor de las cascadas también cura: es el melicón lahuén del chamán, el agua bendita sanadora...

Claro que hubo un tiempo en que el agua fué castigo divino.

Las más remotas tradiciones del planeta hablan del diluvio... Sólo se salvaron los protegidos por el Gran Futachao... Cuentan los tehuelches que los refugiados en las cuevas de las cumbres, rodeados por la oscuridad y el agua de arriba y de abajo y marcados por el hambre y el frío, pidieron luz al Padre divino para buscar alimento y ramas para el fuego... Y entonces El ordenó a Kéenguenkon (la Luna) que subiera con su luz al cielo para alumbrar a los hombres... Pero en el largo trayecto su fuego sagrado se fué enfriando por la lluvia interminable... y desde entonces hay luz de luna en la noche, pero es luz fría, como Kéenguenkon quedó desde el diluvio...

Nunca las leyendas de los pueblos viejos de la Patagonia olvidan la preciosa y necesaria presencia del agua, por eso la historian mágicamente el origen de vertientes, arroyos, lagos, ríos... La memoria oral ha legado decenas de leyendas sobre el agua a la memoria del papel... pero otras se borrarán cuando se apaguen las voces temblorosas de sus narradores aborígenes... ¿Alcanzarán a rescatarlas los antropólogos y estudiosos de los mitos y tradiciones? Tal vez...

Pero entre tanto la lectura o la voz mantienen vivas las antiquísimas historias de Navé, la indiecita que se transformó en espuma de la Uñen Lafquen o la laguna de los pájaros allá en la Araucanía, o de cüyen (la Luna mapuche), que lloró incontables lágrimas de dolor cuando descubrió que Antü (el sol) ya no la amaba... y cuyo llanto formó el bello y nostálgico lago Aluminé en el Neuquén de los mapuches...

¿Pueden acaso las tribus pehuenches dejar morir la leyenda de Limay y Neuquén los jóvenes amigos que se volieron rivales anemigos por el amor de la bella Raihué y que, convertidos en ríos, uno al Norte y el otro al Sur, corrieron una peligrosa carrera hasta el mar... para obtener la caracola de los murmullos marinos que les aseguraría la mano de la amada? Cuentan que Rahué dió su vida para que ellos no murieran, y que el Limay y el Neuquén se abrazaron en su desconsuelo y juntos formaron el Río Negro, y así unidos llegaron al mar como homenaje de amor y de amistad...

Dicen que por el camino de los médanos se llega al agua dulce... ¿Acaso no fueron las fantásticas arenas del desierto las que guiaron a la tribu vencida de Tranahué, el gran cacique de la Araucanía, hacia la laguna del caldén solitario?

Y si por la senda de médanos y cortaderas se encuentra el agua, por las rutas de Pillán se llega al agua de fuego, al agua volcánica de virtud curativa... Quizás todo comenzó con Copahue, el cacique aguerrido que defendió con su vida el derecho al amor sin distingos. La tradición explica que al enterrarlo en el mismo lugar donde conoció a su amada brotó un chorro de agua caliente y generosa, tanto como el corazón de Copahue. Así se originaron las famosas termas que sanan.

Lo cierto es que el divino Pillán, tal vez conmovido por la historia del Copahue, repitió el agua humeante de probada bondad en el Domuyo, en Epu Lafquén, y en muchos otros sitios con arroyos termales, surgentes y fumarolas...

Y enseñó a los mapuches a no olvidar los "permisos": uno al dueño de los campos donde están las termas, y otro a Arün Co, el "espíritu dueño"de las surgentes curativas... El espíritu mágico es muy susceptible, de modo que hay que propiciarlo arrojando al "ojo"del que brota el agua termal alguna hilacha del poncho o de la matra.

Las voces de la experiencia anuncian que si se sumerge la ofrenda es que Arün Co está satisfecho y concederá la buscada curación... pero si flota, ¡es mejor no insistir! Y más todavía: debe respetarse el número de baños que será preferentemente una serie de nueve, Y si son necesarios más baños, sólo después de un intervalo de tres días podrá reiniciarse una nueva serie...

¿Qué secreta sabiduría alienta en la cifra sagrada por excelencia?

¿Por qué coinciden en ella Oriente y Occidente?

¿Es que la clave numérica representa un ritmo ignorado que organiza los ritmos orgánicos del hombre y los ritmos de la Naturaleza y del Cosmos?

Del agua primera de Kóoch al agua del diluvio, al agua del huenu co, al agua del melicón lahuén, al agua encantada del Domuyo, al agua de las termas... mucho camino andado y sin embargo ¡cuánto por descubrir todavía!

La Patagonia que fué toda agua en el principio y que ahora es una larga sed de arcilla y pedregal, aún espera que se develen su insoldable misterio.

A ella habrá que ir, y tal vez por el camino del agua...

Fuente: http://www.laangosturadigital.com.ar/v3/home/interna.php?id_not=54&ori=web
http://www.calafatetotal.com.ar/leyendas.html#agua
http://pinturasdelapatagonia.blogspot.com/

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/03/kooch-el-creador-de-la-patagonia.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/02/elal-y-sus-inventos.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/05/el-caleuche.html

miércoles, 8 de abril de 2009

EL VALLE DEL UNICORNIO


Procedente del valle de Araitz se cuenta una leyenda medieval en la que no son las lamias, ni los dragones, ni siquiera las brujas, los protagonistas, sino de modo extraño y poco corriente un unicornio que vivía en el valle.

Cuentan que estando el rey don Sancho enfermo de tristeza, como los médicos del reino no encontraran remedio, consultaron a un ermitaño, quien aseguró que aquel mal se curaba con una pócima bebida en cuerno de unicornio. Señaló también que en el encinar de Betelu vivía uno, pero que era muy peligroso intentar darle caza, pues sólo se rendía ante personas de alma pura y doncellas que nunca hubiesen tenido penas de amor.

Una de las hijas de don Sancho, Giomar, a pesar de que aún sufría por la partida y muerte de su amado, fue al bosque al encuentro del unicornio, el cual, al verla, la atravesó con su único cuerno, a la vez que los ballesteros del rey, apostados entre la espesura, lo atravesaban con sus flechas.

El rey bebió el brebaje en el cuerno y sanó, pero el dolor por la muerte de Giomar le partió el corazón…

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/06/el-unicornio.html

martes, 7 de abril de 2009

AJÍ QUITUCHO

Ají quitucho o kitucho
Capsicum microcarpum


Se trata de un ají silvestre que crece naturalmente en los cerros de la Pcia de Salta aunque su distribución es más amplia pudiéndoselo ubicar en otras provincias argentinas y países de Sudamérica.

Presenta frutos múltiples, muy pequeños, que dan nombre a la especie (Capsicum microcarpum).

Es un ají extremadamente picante razón por la cual en el centro de la Argentina se lo conoce como: "ají putaparió" o eufemísticamente: "ají de la mala palabra".

Se comercializa en pequeños frascos bajo aceite o vinagre. Puede comérselo natural o en salsas tanto crudas como cocidas.

Los pájaros suelen ingurgitar los frutos, quizás atraídos por el intenso color rojo de las bayas maduras y de esta manera propagan, a través de las deyecciones, la especie por los barrios linderos a los cerros tales como Tres Cerritos de la ciudad de Salta.

EXTRAÍDO DE LA RED
Eduardo Vicente Leo

(Vicente Leo en Infojardín)

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/03/la-sanlorencena.html


lunes, 6 de abril de 2009

IOBEC MAPIC



Nombre dado por los mocovíes a una planta de la familia de los helechos, y que significa árbol de la sal.

El cacique José Manito, de El Pastoril, contó su leyenda a Lázaro Flury:

"Cierta vez Cotáa (Dios) condolido por la triste vida de los hombres del Chaco, quiso darles un árbol, cuyo jugo serviría como alimento a los hambrientos y apagaría la sed de los sitibundos."

"Pero cuando la concluyó, Neepec (el diablo) le arrojó encima una urna llena de lágrimas. Y la planta en vez de dulce ambrosía, como quiso Cotáa, dio a quienes la buscaron un zumo áspero y salobre.

Cuando Cotaá volvió y vio la obra del maldito dijo:

"-Tu maldad será trocada en bonanza. Esta planta será buena. Servirá para salar los venados y guasunchos y con la sal de las lágrimas endulzará los alimentos. Y los hombres la usarán eternamente...”

Y desde entonces apareció en el Chaco el árbol de la sal."


http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/12/el-arbol-de-la-sal.html

LA TATUANA

Extraña mujer ¡La Tatuana!

¡Llegó al Reino de Goathemala en un barco que no arribó a ninguna de sus playas!

Paró en el Mesón de San Agustín, como era costumbre lo hicieran los forasteros en esos tiempos. Luego paseó su arrogancia y su belleza por las calles de la segunda ciudad colonial de América, en las cuales le formaban valla la admiración de empolvados marqueses y condes que la colmaron de piropos y galanterías. Y después, como una avara, la fue a encerrar tras las cuatro paredes de una casita del barrio de la Parroquia Vieja.

El vecindario la recibió con rayana indiferencia.

Indiferencia que se tornó en el más acendrado de los odios el día en que lo formaban, se dieron cuenta de que la misteriosa extranjera había convertido su mansión en templo de placer y vicio.

¡Y era cierto que la había convertido en tal! Los umbrales de su casa eran atravesados todos los días, a la hora en que el cielo principia a tachonar las lentejuelas su bello manto azul, por esbozados y misterioso caballeros, y por alegres mujerzuelas que no se retiraban de ella, sin hasta que las tímidas luces del alba caían sobre Santiago de los Caballeros, tras una noche entregada a la música, al vino y al amor…

Pero un día, en lugar de los esbozados caballeros y de las alegres mujerzuelas, llegaron a la casa del Barrio de la Parroquia Vieja dos corchetes. Cautelosamente golpearon con los nudillos las puertas que siempre franqueaban a la gente alegre. Esperaron un instante. Y al cabo de la espera salió a hacerlos pasar la extraña mujer que con sus escándalos y fiestas tenía alarmados a todo el vecindario.

La belleza enigmática de La Tatuana les hizo enmudecer. Y, sin cruzar con ella una sola palabra, pusieron en sus manos, blancas como los sagrados corporales, una orden que leyó sin inmutarse. Se le conminaba en ella a darse presa en virtud de que el Tribunal del Santo Oficio había acogido una acusación en su contra por gravísimo delito de hechicería. La Santa Inquisición daba por cierto el delito, fundándose en una sola prueba: ¡Que la Tatuana había Llegado al Reino de Goathemala en un barco que no arribó a ninguna de sus playas!

Por sus labios sensuales no pasó la menor voz de protesta.

Cuenta la leyenda que por todo comentario dijeron:

-¡Esto tenía que pasar! ¡Son los resultados de que esta mañana cuando volvía de Chinautla el piche me haya cantado por atrás!
¡Y se dejó sorprender!

Y la noche de ese día, y las noches de las siguientes, ya nos pasó rodeada de apuestos y libertinos caballeros, ni de música, ni de vino, ni de alegría; sino de la soledad, que junto con ella estaba encerrada en un lóbrego calabozo de la Casa de Recogidas.

Es 24 de diciembre de 16… hace ya mucho rato que los indígenas de Mixco y Chinautla han llegado al atrio de la Catedral Metropolitana, trayendo desde sus montañas, para que la cristiandad los ofrezca al Niño Dios, el rojo Pie de Gallo, las verdes hojas de Pacaya, las aromadas de ramas de pino, las amarillas sartas de manzanilla, las piñuelas provocativas como sensuales labios, y los chichines, pitos y tortugas…

¡Esta noche es Nochebuena…!

¡Nochebuena para todos los habitante del Reino.

Noche mala para La Tatuana, cuyo cuerpo blanco y bello ha ordenado el Tribunal del Santo Oficio ¡arda mañana en la hoguera!

Mientras el pueblo se desborda por las calles adyacentes a la Metropolitana, en demanda de una ofrenda, de las que han traído los indígenas, que brindar al Dios Niño, una larga y lata figura, envuelta en un manto negro, llaga a la Casa de Recogidas. Es el Comisario del Santo Oficio que va a poner la sentencia fatal en conocimiento de la infeliz mujer que morirá el mismo día en que el mundo celebra el nacimiento del que nos enseño a perdonar a los pecadores.

El de la alta figura se da conocer. E inmediatamente que son franqueadas las puertas de la cárcel, se hace conducir el calabozo que ha sido fiel guardián de la hechicera.
Ya en él, sin saludarla siquiera, su voz gangosa principia a leer, uno tras otro, los pliegos que contiene la larga sentencia, cuya lectura es escuchada por la desgraciada mujer sin que su rostro acuse la menor inquietud.

Terminaba aquélla, el clérigo, que velado por la penumbra de la celda, parece un fantasma, manifiesta a la reo que la justicia por su medio le manifiesta que está llana a concederle la última gracia.

-Muchas son las que me adornan, señor Inquisidor -fue la jactanciosa respuesta de la condenada a muerte-, según me lo decían mis numerosos admiradores. ¡Lamento que no hayáis reparado en ellas¡ pero como no es mi ánimo desairaros, os voy a pedir una cosa. Que ordene vuestra paternidad me sea traído un trozo de carbón. Es mi deseo pasar las últimas horas de mi vida entregada al arte del dibujo, que siempre ha sido muy de mi agrado. No os pido lienzo, pues en lugar de él emplearé las blancas paredes de mi celda. Quiero dejar en ellas un recuerdo de mi paso por la vida.

-Os será concedido -respondió el Comisario.

Y se marchó del calabozo, sin haber brindado a la Tatuana, que mañana sería pasto de la hoguera, ni una sola palabra de consuelo.

A las diez de la noche le llevaron el trozo de carbón.

El júbilo más grande la embargó cuando lo tuvo entre sus manos.

Jugueteó con la negra barrita unos momentos. La acarició con la misma finura con que sus manos acariciaban a sus amantes. Y pasados los primeros transportes de su infantil alegría, principió a dibujar.

Sus delicadas y finas manos, que para dibujar eran tan sabias como para prodigar caricias, dibujaron un tranquilo mar, sin tempestades que lo embravecieran, porque tenían suficientes en su alma. Y sobre el mar, navegando con proa hacia el norte, un barco diminuto y perfecto…



Pintura de Samuel L. Margolies (1897-1974) del Beagle.


Terminaba la obra, se puso a contemplarla con la misma unción con que un artista contempla la suya. Le dio uno, dos, tres y más retoques. Y cuando estuvo ya segura de que en ella no faltaba ni el más leve detalle, se embarcó en el velero que maravillosamente habían dibujado sus manos blancas como los sagrados corporales…

¡Y así se fue La Tatuana del Reino de Goathemala!

¡En el mismo barco en que llegó!

¡En el barco que no arribó a ninguna de sus playas…!

Fuente: Cuentos y Leyendas de Guatemala.

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/03/tatuana.html

domingo, 5 de abril de 2009

TLÁLOC


Estatua de Tláloc a las afueras del Museo Nacional de Antropología e Historia en la Ciudad de México.

DIOS AZTECA DE LA LLUVIA


Tlaloc era el dios de la lluvia y del relámpago entre los aztecas.

Se lo distingue por sus "ojos saltones" y por sus dientes de jaguar.

Su parte de jaguar deriva de la cultura Olmeca, cuyo dios de la lluvia era representado como un hombre-jaguar.

Algunos investigadores piensan que el mito fundamental de la creación entre los olmecas hablaba de la cópula entre una mujer y un jaguar, de cuya unión nacieron los olmecas, literalmente, "pueblo del jaguar".

Tlaloc era conocido como "El Proveedor" porque en su poder estaba la producción de lluvia que hacía crecer el maíz.

Era el señor de los fenómenos atmosféricos y de los espíritus de las montañas.



http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/08/el-yaguarete-aba-el-hombre-tigre.html