sábado, 12 de diciembre de 2009

VILLANCICOS


Durante la Edad Media comenzaron a incorporarse los villancicos en los festejos navideños.

Durante esta época, los banquetes eran el punto central de las celebraciones.

En 1552 los puritanos británicos prohibieron la Navidad.

Y aunque el festejo navideño volvió a Inglaterra en 1660 con Carlos II, los rituales desaparecieron hasta la época victoriana.

Los villancicos fueron recuperados y se compusieron muchos nuevos.


La costumbre de cantar villancicos, aunque de antiguos orígenes, procede fundamentalmente del siglo XIX. Al Norte de Argentina encontramos.


EL HUACHITORITO.



Corresponde a unos de los numerosos villancicos danzados que tienen lugar en las compañías de los Pastores de Navidad, que recorren el pueblo visitando y saludando los "Nacimientos", frente a los cuales realizan sus "mudanzas" al son de quenas, o guitarras, violines o acordeones, acompañado por bombo y caja.

HUACHITORITO. Este baile se realiza en el interior de las casas durante la Navidad, cuando los vecinos, al son de villancicos, pasacalles, etc., visitan los "nacimientos" hogareños (pesebres).

En el Huachitorito intervienen varias parejas. La coreografía del baile puede ser en filas de a dos, o bien formando un círculo que rodea a las parejas que se van alternando en el centro.

El hombre hace las veces de toro y la mujer Io torea con un pañuelo rojo que desata de su cintura.

Todas las figuras son dirigidas por un caporal o caporala, por medio del toque de una campanilla.

La presente versión musical fue recopilada por Calatambo Albarracín en el interior de Iquique.

El Huachitorito (Danza Navideña)

(Al) chalai miyuca ito

tan sumai y tan bonito

que siendo tan poderoso

se muestra tan pobrecito

Ay, si, ay no

al niño lo quiero yo

Ay, si, ay no

al niño lo quiero yo

Señora doña Maria

aqui le traigo estas peras

aunque no estan muy maduras

pero cocidas son buenas.

Ay, si, ay no

al niño lo quiero yo

Ay, si, ay no

al niño lo quiero yo

En el portal de Belén

había muchos ratones

y mi padre San José

le comieron los calzones.

Ay, si, ay no

al niño lo quiero yo

Ay, si, ay no

al niño lo quiero yo

Huachi, huachi

huachi torito

huachi torito niño Dios.

A la huachi huachi torito

niñito del portalito

A la huachi huachi torito

niñito del portalito

viernes, 11 de diciembre de 2009

LEYENDA DE LAS TRES DONCELLAS


Se cuenta que en la diócesis de Mira un vecino de San Nicolás se encontraba en tal pobreza que se decidió a exponer a sus tres hijas vírgenes a la prostitución para sacar de ese vil mercado el sustento para él y para ellas....


Sin dinero no podían pagar la dote de una, por lo que ninguna se podía casar.


Para evitar aquel inhumano lenocinio, San Nicolás tomó una bolsa con monedas de oro y, al amparo de la oscuridad de la noche, la arrojó por la chimenea de la casa de aquel hombre.


Con el dinero se casó la hija mayor.


San Nicolás hizo lo mismo para favorecer a las otras dos hermanas.


En la segunda ocasión, tras ser tirada la bolsa sobre la pared del patio de la casa del pobre, esta se enredó en la ropa que se tendía para secar...


El padre se puso al acecho en la ventana, descubrió a su bienhechor y le agradeció su caridad.

Se narra también que San Nicolás resucitó a tres niños que habían sido asesinados y desechados en un barril de sal.

Las antiguas leyendas de los niños y los regalos por la chimenea y las medias dieron lugar en Alemania, Suiza y los Países Bajos a la leyenda del "niño obispo" y sobre todo a la costumbre de que San Nicolás trae secretamente regalos para los niños el 6 de diciembre, día en que la Iglesia celebra su fiesta.

Dicha costumbre fue popularizada en los Estados Unidos por los protestantes holandeses de Nueva Amsterdam, que convirtieron al santo "papista" en un mago nórdico.

Su nombre fue abreviado, no solo a San Nic, sino también a Sint Klaes o Santa Claus.



jueves, 10 de diciembre de 2009

PAPÁ NOEL, una versión.


San Nicolás de Bari. 6 de diciembre de 345

La figura de Papá Noel -también llamado Santa Claus, Sinterklaas o Père Noel, según el país- está inspirada en la vida del obispo de Mira (la actual Turquía), conocido hoy como San Nicolás, quien fue muy popular por su bondad y por su generosidad con los pobres.


Se llamaba Nicolás de Bari y nació en el siglo IV. Su aspecto distaba bastante del que hoy se le atribuye. Se lo representaba como un hombre de complexión delgada y gran estatura que vestía como un sacerdote.


El hecho de que se lo represente con tres bolsas doradas se debe a que, según cuenta la leyenda, Nicolás de Bari supo en una ocasión que uno de sus vecinos se encontraba en bancarrota y que estaba desesperado por no tener la dote de su hija, comprometida para casarse en fecha próxima.


Al conocer las tribulaciones de su vecino, Nicolás dejó una bolsa con monedas de oro como un obsequio en la casa del mercader.


La boda se celebró sin contratiempos.


Desde entonces cobró fuerza la costumbre de intercambiar regalos en Navidad.


En el año 1087 los restos de San Nicolás fueron llevados a Bari (Italia), donde se construyó una iglesia en su nombre, pero curiosamente en Italia no es San Nicolás quien trae los regalos de Navidad sino una bruja buena.


En el siglo XII la tradición católica de San Nicolás se expandió por Europa, mezclándose con celebraciones similares.


Hacia el siglo XVII emigrantes holandeses llevaron la costumbre a Estados Unidos.


Aunque la leyenda de Papá Noel sea antigua y compleja, y proceda en parte de San Nicolás, la imagen familiar de Santa Claus, con el trineo, los renos y las bolsas con juguetes es una invención estadounidense de estos años.


Hasta que el escritor inglés Clement Moore lo imaginó en un trineo llevado por ocho renos, Papá Noel repartía sus regalos a pie o montado en un caballo.


Pero además, no siempre tuvo la imagen universal que se conoce hoy.


El nuevo aspecto de tan querido símbolo navideño, un hombre regordete de sonrosadas mejillas y larga barba blanca, se debió al arte del caricaturista norteamericano del siglo XIX Thomas Nast, quien representó así a Santa en una ilustración.


En 1931 una marca de gaseosas le encargó al diseñador Haddon Sundblom que dibujara un Papá Noel para su campaña navideña. Esa imagen quedó en el imaginario popular y luego ya nadie lo imaginó de otra forma.



miércoles, 9 de diciembre de 2009

EL PESEBRE


La escena que representa el nacimiento de Cristo se fue completando con el paso del tiempo.


A principios del siglo IV se representaba a Cristo en un pesebre y había solamente una vaca y un asno.


A fines del siglo IV se agregó una estrella.


La Virgen María, recién a partir del año 431, con el Concilio de Efeso, apareció en el centro de la imagen.


Fue San Francisco de Asís quien popularizó la costumbre de armar un pesebre. En su viaje a Belén, en el año 1220, quedó asombrado por la manera en que se celebraba allí la Navidad. Entonces, cuando regresó a Italia, le pidió autorización al Papa Honorio III para representar el nacimiento de Jesús con un pesebre viviente.


A partir de ese momento, la tradición se extendió por Europa y luego por el resto del mundo.








martes, 8 de diciembre de 2009

EL ÁRBOL DE NAVIDAD.



Buena parte de la tradición del árbol de Navidad se origina en una leyenda europea, esta es una de las varias que se cuentan.


Se dice que durante una fría noche de invierno, un niño buscaba refugio. Lo recibieron en su casa un leñador y su esposa y le dieron de comer.

Durante la noche, el niño se convirtió en un ángel vestido de oro: era el niño Dios. Para recompensar la bondad de los ancianos, tomó una rama de un pino y les dijo que la sembraran, prometiéndoles que cada año daría frutos. Y así fue: aquel árbol dio manzanas de oro y nueces de plata.


Por su parte, los germanos vestían sus árboles en invierno (cuando perdían hojas) para que los espíritus buenos que en ellos habitaban regresaran pronto. Los adornos más comunes eran manzanas o piedras pintadas. Se dice que éste fue el origen de los adornos.

Las bolas de cristal se incorporaron alrededor del año 1750 en Bohemia.

La costumbre del árbol se extendió por Europa y América durante el siglo XIX.

lunes, 7 de diciembre de 2009

EL FAMILIAR

El Familiar tiene rasgos propios que le dan plena ciudadanía en nuestra cultura, en la que su imagen más difundida es un perro negro (el color de la muerte y del pecado), de refulgente mirada (hay quien dice que echa fuego por la boca y los ojos) y largas uñas, capaces de desgarrar a la víctima en un santiamén. Aunque con menor frecuencia, toma asimismo la forma de otros animales, como cerdo, viborón, tigre, puma, oveja, burro, caballo y hasta de una mujer.


Su aspecto es siempre terrible, pero no se distancia mucho de la naturaleza, si exceptuamos el caso de una serpiente de dos cabezas que merodeaba el campo santiagueño.


Cualquiera sea la forma que asuma, el Familiar se alimenta con carne humana.


El patrón de estancia o dueño de ingenio (al parecer los únicos que prohijan a este animal) tendrá que suministrarle un peón al año, que es su ración mínima, aunque hay pactos que establecen una dieta más nutrida.


La leyenda está muy difundida en las provincias de Tucumán, Salta y Noroeste de Catamarca, con irradiaciones hacia Jujuy y Santiago del Estero.


Pero por el lugar que ocupa en la vida cotidiana de los campesinos, más que una leyenda parece una realidad.


Dichos perros se multiplicaron demasiado hacia fines del siglo XIX, con el auge de la industria azucarera. Los dueños de ingenios se enriquecieron de la noche a la mañana y la mentalidad popular encontró pronto la explicación.


Había ojos de fuego que se paseaban por la noche del cañaveral.


Espantosos ruidos de cadenas.


Feroces y fugitivas formas que dejaban al pasar un fuerte olor a azufre.


Y peones golondrinas que desaparecían de pronto, sin despedirse. Corría entonces el rumor de que en los sótanos o en la chimenea del ingenio había un perro negro.


A veces el patrón lo soltaba para que eligiera la víctima a su gusto, en correrías que enloquecían a los demás perros y que sólo el canto del gallo podía interrumpir.


En otros casos, el peón, llevado con engaños por el patrón, le era entregado.

Si el patrón no cumplía con el pacto, él mismo iba a parar a las fauces del diabólico animal.


Fue tal la difusión de esta leyenda, que el ingenio que no tuviera un Familiar podía considerarse de poca importancia.


Nada le hacen las balas ni el filo de los machetes, al Familiar.


Sólo retrocede ante la cruz del puñal. Es decir, cede al poder del signo y no del arma.



Hay quien dice que se opone al progreso, citando como ejemplo al ya famoso Familiar del ingenio Santa Ana, de Tucumán, que echó en las vías del ferrocarril que unía a este ingenio con Río Chico y la red nacional, el mismo día de su inauguración, impidiendo el paso del primer convoy.


Bibliografía.

Adolfo Colombres:

Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina.

Edic. Del Sol, Bs. As., 1999.



domingo, 6 de diciembre de 2009

CAÁ PORÁ


Adolfo Colombres, en "Seres Sobrenaturales De La Cultura Popular Argentina, dice que el Caá Porá es una criatura fantástica del monte de la región guaraní.

Es un gigantesco hombre, peludo y que fuma una extraña pipa hecha de un cráneo y una tibia humanos.


Se dice que captura a las personas y las devora chupándolas.

Se lo ha descrito de formas contradictorias: una bella mujer que desnuda que protege a los animales, causando locura en los hombres que se ingresan en la profundidad de la selva.

Pero otras veces, Caa-Porá puede aparecer bajo el aspecto de un hombre negro y malvado que golpea a los cazadores y a sus perros impidiéndoles trabajar. Y otras, aparece con la forma de un hombre cubierto de vellos y gigante que devora a los animales que los cazadores matan.

Según el mismo Colombres en Misiones y Corrientes, su zona de influencia, este ser aparece montado en un chancho del monte (pecarí) para traer desgracia a los cazadores despiadados.