jueves, 10 de septiembre de 2009

EL OREJANO



Yo sé que en el pago me tienen idea

Porque a los que mandan no les cabresteo

Porque dispreciando las huellas ajenas

Se abrirme camino pa" dir ande quiera

Por que no me han visto lamber las coyundas

Ni andar hocicando pa"cerme de un peso

Y saben de sobra que soy duro "e boca

Y no me asujeta ni un freno mulero

Porque que cuando tengo que cantar verdades

Las canto derecho nomás y a lo macho

Aunque esas verdades amuestren bicheras

Ande naides creiba que hubiera gusanos

Porque al copetudo de riñón cubierto

Pa"l que no usa leyes ningún comesario

Lo trato lo mesmo que al que solo tiene

Chiripá e" bolsa pa" taparse el rabo

Porque no me enyenan con cuatro mentiras

Los maracanases que vienen del pueblo

A elogiar divisas ya desmerecidas

Y hacernos promesas que nunca cumplieron

Porque cuando traje mi china pa"l rancho

Me he olvidao que hay jueces pa"cer casamientos

Y que de nada vale la mujer más güena

Si su hombre por ella no a pagao derecho

Porque a mis gurises los he criau infieles

Aunque el cura grite que irán al infierno

Digo ande cuadre que pa" nada sirven

Los que sólo pasan pirinchando el cielo

Porque aunque no tenga ni ande caerme muerto

Soy más rico que esos que agrandan sus campos

Pagando en sancocho de tumbas resecas

Al pobre peón que echa los bofes cinchando

Por eso en el pago me tienen idea

Porque entre los ceibos estorba un quebracho

Porque a tuitos ellos le han puesto la marca

Y tiene envidia de verme orejano

Y a mi que me importa, soy chúcaro y libre

No sigo a caudillo ni a leyes me atraco

Y voy por los rumbos clareao de mi antojo

Y a naides preciso pa"cerme baquiano


AUTOR: SERAFIN J. GARCIA (Uruguayo)


martes, 8 de septiembre de 2009

TUPAC AMARU Y LA EMANCIPACIÓN AMERICANA




Reparación histórica de Túpac Amaru.

Ya que los indios y mestizos constituían la mayoría absoluta de la población de los Virreinatos del Plata y del Perú, ellos constituían el sujeto social central de la Revolución. Debían ser liberados, y debía devolvérseles su soberanía y libertad.

Tal fue la proclama clara y nítida del fundador de la Revolución Americana, el Inca Túpac Amaru II en 1780. Él propuso especialmente la unidad a los criollos. Pero éstos no aceptaron. No querían perder la mano de obra esclava y la servidumbre india.

Y ése sería el conflicto central que se desarrollaría en la larga guerra civil que estallaría apenas producido el inicio de la Emancipación. Sería el choque entre las dos Revoluciones (para la chusma o para la gente decente) que habían madurado en América: la de Independencia y la que además propiciaba el cambio de régimen social.

Como señalara Boleslao Lewin (2), una revolución india y una revolución criolla, que maduran a veces en contacto, pero en general enfrentadas, a todo lo largo del siglo XVIII.

Pero en particular, luego de la Independencia de las colonias inglesas del Norte de América, que como no podía ser de otra forma, impactó fatalmente al sur del Río Mississippi –por entonces el límite entre la América española y la anglosajona- la Revolución norteamericana estalló en 1774, Y la francesa recién en 1789.

Pero la de Túpac Amaru II y la de Farfán de los Godos -es decir, una india y otra criolla- ocurren en 1780; es decir, apenas producido el estallido de libertad en América del Norte. Dos revoluciones en 1780. Una radical, india, y otra burguesa.

La primera, obligatoriamente destinada a borrar de raíz todas las formas de explotación, incluidas la Mita, la Encomienda, la Servidumbre, los Obrajes, los Repartos y la esclavitud, tal cual entendió y proclamó Túpac Amaru II, eliminando también por lo tanto el dominio colonial. Así lo entendieron y plantearon Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, Artigas, San Martín, O’Higgins, Güemes, Sucre y Dorrego, sus continuadores.

La revolución criolla, por su parte, sólo se proponía romper los lazos coloniales con España, y a lo sumo ser independientes o neocolonia asociada de Inglaterra, como expresarían el Deán Funes, Saavedra, Rivadavia, los directoriales, los unitarios, los liberales y algunos federales. Está demás decir que esta última es la línea que triunfó, acción británica de por medio.
La historia americana y universal, está en deuda con el Inca Túpac Amaru, de la misma manera que está en deuda con las naciones indias sojuzgadas y asesinadas por la invasión española.

Es necesario ubicar en su justo lugar al Inca, junto a los revolucionarios que en 1774 levantaron el estandarte de la libertad –para los blancos poseedores- en las colonias inglesas del Norte de América, y los que nueve años más tarde que él, recién en 1789, proclamaron los Derechos del Hombre –blanco y poseedor- y del Ciudadano Francés –es decir no para las colonias de Francia, ni sus esclavos y pobladores originarios- en París en 1789.

En medio de ambos hechos, sin duda cataclísmicos para Occidente, emerge la inmensa figura del Padre de nuestra Emancipación, quien se animó a enfrentar al más sanguinario y atroz poder del mundo de entonces: el Imperio español, absolutista, esclavista, saqueador e inquisitorial.

No sólo se atrevió, organizando el mayor ejército popular que poblara las tierras de la América española hasta hoy –baste recordar que San Martín invadió el Perú con 4990 hombres-, sino que proclamó además, por primera vez en las revoluciones de finales del s XVIII, la igualdad y la libertad real y efectiva para todos los hombres que poblaban la América española, suprimiendo toda forma de esclavitud y servidumbre. Cuestión que, ni Washington, ni Paine, ni Jefferson, ni Lafayette, ni Danton, ni Napoleón se atrevieron a plantear.

Túpac Amaru debe ser ubicado en su justo sitial, como impulsor primigenio de los Derechos del Hombre, la Igualdad, la Libertad y la Independencia de América.

Con mucha mayor razón, en esta nueva etapa americana donde los Andes han vuelto a sacudir sus cimientos, y de la mano de Hugo Chávez, de Evo Morales, del Subcomandante Marcos, de los manes del gran padre Pachacutik, se comienza a completar la obra inconclusa de José Gabriel Condorcanqui, el gran Túpac Amaru II.

¡El general Inca viva,
jurémosle por Rey!
Porque es muy justo y de ley
que lo que es suyo reciba.

Todo Indiano se aperciba
a defender su derecho,
porque Carlos con despecho
los aniquila y despluma.

Y viene a ser todo, en suma,
robo al revés y al derecho.
¡Tanto daño perpetrado!
Vengarse a gusto cumplido,
pues españoles han sido
autores del mal causado.
¡Morirán con el soldado,
alcaldes, corregidores,
ricos, pobres y oidores;
o no he de ser Túpac Amaru!

(Proclama pegada en Chuquisaca el 22 de marzo de 1782) (2)

Citas
1.- Pigna Felipe - Los Mitos de la Historia argentina- Tomo I. Norma. 2004.
2.- Lewin Boleslao - La rebelión de Túpac Amaru y los Orígenes de la Independencia Hispanoamericana - SELA. Buenos Aires. 2004.
3.- A. J. P. Amuchástegui - Crónica Histórica Argentina - Tomo II. Codex. 1968.

Por Alberto Lapolla
agrolapolla@yahoo.com.ar
Ingeniero Agrónomo Fitotecnista (UBA)
Experto en Genética Vegetal
Historiador
Docente de la Universidad de La Matanza
Ex – Docente de la UBA
Autor de artículos y trabajos sobre la Problemática Agropecuaria Ambienta

Imagen
taringa.net

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EL TATÚ Y SU CAPA DE FIESTA

EL TATU Y SU CAPA DE FIESTA. [1]

(Mito Aymará Bolivia)


Las gaviotas andinas se habían encargado de llevar la noticia hasta los últimos rincones del Altiplano. Volando de un punto a otro, incansables, habían comunicado a todos que cuando la luna estuviera brillante y redonda, los animales estarían cordialmente invitados a una gran fiesta a orillas del lago.


El Titicaca se alegraba cada vez que esto sucedía.


Cada cual se preparaba con esmero para esta oportunidad. Se acicalaban y limpiaban sus plumajes y sus pieles con los mejores aceites especiales, para que resplandecieran y todos los admiraran.


Todo esto lo sabía Tatú, él quirquincho, ya había asistido a algunas de estas fastuosas fiestas que su querido amigo Titicaca gustaba de organizar. En esta ocasión deseaba ir mejor que nunca, pues recientemente había sido nombrado integrante muy principal de la comunidad. Y comprendía bien lo que esto significaba... Él era responsable y digno. Esas debían haber sido las cualidades que se tuvieron en cuenta al darle este título honorífico que tanto lo honraba. Ahora deseaba íntimamente deslumbrarlos a todos y hacerlos sentir que no se habían equivocado en su elección.


Todavía faltaban muchos días, pero en cuanto recibió la invitación se puso a tejer un manto nuevo, elegantísimo, para que nadie quedara sin advertir su presencia espectacular. Era conocido como buen tejedor, y se concentró en hacer una trama fina, fina, a tal punto, que recordaba algunas maravillosas telarañas de esas que se suspenden en el aire, entre rama y rama de los arbustos, luciendo su tejido extraordinario. Ya llevaba bastante adelantado, aunque el trabajo, a veces, se le hacia lento y penoso, cuando acertó a pasar cerca de su casa el zorro, que gustaba de meter siempre su nariz en lo que no le importaba.


Al verlo, le preguntó con curiosidad que hacía y este le respondió que trabajaba en su capa para ponérsela el día de la fiesta en el lago, el zorro le respondió que como iba a alcanzar a terminarla si la fiesta era esa noche. El quirquincho pensó que había pasado el tiempo sin notarlo.


Siempre le sucedía lo mismo... Calculaba mal las horas... Al pobre Tatú se le fue el alma a los pies. Una gruesa lágrima rodó por sus mejillas. Tanto prepararse para la ceremonia... El encuentro con sus amigos lo había imaginado distinto de lo que sería ahora. ¿Tendría fuerzas y tiempo para terminar su manto tan hermosamente comenzado?


El zorro captó su desesperación, y sin decir más se alejó riendo entre dientes. Sin buscarlo había encontrado el modo de inquietar a alguien...y eso le producía un extraño placer. Tatú tendría que apurarse mucho si quería ir con vestido nuevo a la fiesta. Y así fue. Sus manitos continuaron el trabajo moviéndose con rapidez y destreza, pero debió recurrir a un truco para que le cundiera. Tomó hilos gruesos y toscos que le hicieron avanzar más rápido. Pero, la belleza y finura iniciales del tejido se fueron perdiendo a medida que avanzaba y quedaba al descubierto una urdimbre más suelta. Finalmente todo estuvo listo y Tatú se engalanó para asistir a su fiesta. Entonces respiró hondo, y con un suspiro de alivio miró al cielo estirando sus extremidades para sacudirse el cansancio de tanto trabajo.


En ese instante advirtió el engaño... ¡Si la luna todavía no estaba llena! Lo miraba curiosa desde sus tres cuartos de creciente...


Un primer pensamiento de cólera contra el viejo zorro le cruzó su cabecita. Pero al mirar su manto nuevamente bajo la luz brillante que caía también de las estrellas, se dio cuenta de que, si bien no había quedado como él lo imaginara, de todos modos el resultado era de auténtica belleza y esplendor. No tendría para qué deshacerlo. Quizás así estaba mejor, más suelto y aireado en su parte final, lo cual le otorgaba un toque exótico y atractivo. El zorro se asombraría cuando lo viera... Y, además, no le guardaría rencor, porque sido su propia culpa creerle a alguien que tenía fama de travieso y juguetón. Simplemente él no podía resistir la tentación de andar burlándose de todos... y siempre encontraba alguna víctima.


Pero esta vez todo salió bien: el zorro le había hecho un favor. Porque Tatú se lució efectivamente, y causó gran sensación con su manto nuevo cuando llegó, al fin, el momento de su aparición triunfal en la fiesta de su amigo Titicaca.


[1] Fuente: Cuentos y Leyendas Americanas.