sábado, 31 de enero de 2009

EL COYOTE


Una de las entidades espirituales más recurrentes en las leyendas es la de la imagen del Coyote, un animal con el que convivían en los amplios desiertos y llanuras de Norteamérica. Las tribus del oeste lo consideraban un importante colaborador con el creador del mundo y vital a la hora de que la vida y seres humanos se extendieran por éste.

Los Maudi comentaban que junto al dios creador, el coyote talló seres humanos en la madera, pero al no dar el resultado esperado, fueron convirtiendo a las figuras resultantes en animales.

Los intentos infructuosos del dios creador, Kodoyanpe, le llevaron a pensar que el causante del mal era el coyote y trató de destruirle.

Pero éste se había servido ya de una serie de criaturas malignas y monstruos que había creado. A pesar de contar con ayuda, Kodoyanpe fue derrotado por el astuto coyote, pero antes de morir, éste enterró una serie de figuras de madera que había creado y éste fue el nacimiento de la tribu india.

Dicha interpretación de la leyenda se ve reflejada hoy día aun en como el Sol, Kodoyanpe circula por el cielo y se refugia en el oeste ante la llegada del coyote, la noche. Otras tribus comentan que fue el coyote quien con Kodoyanpe creó la tierra y arena en donde antes solo había restos de agua.

Otras entidades Occidentales consideraban al coyote como una entidad benefactora, que tras EL DILUVIO (muy recurrente en las diferentes culturas y mitos indios) fue el coyote quien plantó diferentes plumas de aves que según el color formaron diferentes tribus de Norte América.

Sedit, uno de los nombres que se le cede al coyote por los indios Norteamericanos, tiene un carácter entrometido que en alguna ocasión perjudicó a la humanidad. El Gran Espíritu, o Padre Cielo, dispuso que para que los humanos pudieran gozar de la vida eterna, se formara una escalera para que éstos pasaran de la tierra al cielo y viceversa, y le encargó el trabajo a dos buitres. El coyote fue a investigar el proceso de construcción y al saber el motivo de la construcción de la escalera, a coyote le pareció una tontería ya que según él los seres humanos se aburrirían fácilmente de la vida inmortal si accedían a la dimensión del cielo, por lo que convenció a ambos buitres para que suspendieran la construcción de la escalera. Así lo hicieron ambos, pero uno de los buitres antes de irse sentenció que a también al coyote se le impidiera subir al cielo. Aun así trato de hallar el método para ser el único ser de la tierra capaz de viajar entre el cielo y la tierra. E incluso se llegó a fabricar unas alas con girasoles, pues observó que estas flores seguían el ciclo del sol por el cielo. Pero al marchitarse las flores, sus alas le hicieron caer.

Otra historia cuenta que cuando el mundo aun era joven y fresco, el odio y la avaricia aun no existían y todos los seres vivían en paz. El coyote se aburría pues no tenía a nadie con quien vivir o festejar.

Invitó a todos sus amigos a su casa y si lo pasaban bien, como él esperaba, los invitaría cada año a una celebración. El coyote puso unos rápidos en el río Shuswap y una catarata que caía en un gran caldero de piedra y construyó una trampa para los salmones que debían llegar para servir de alimento. Cuando supo que llegaban el coyote llamó a todos sus amigos animales y oyó el rugido y los demás sonidos de sus amigos. Juntos celebraron y lo pasaron bien durante la fiesta y ya acabada la fiesta, todos volvieron a sus cuevas.

Desde entonces cada primavera, el coyote llama a sus amigos y aun se escucha la contestación de éstos en el bosque que acuden a reunirse con él junto a la cascada y caldero de piedra que aun existen.

viernes, 30 de enero de 2009

FELICITAS GUERRERO DE ALZAGA


Corría el mes de enero 1872 y Buenos Aires amaneció sacudida por una espantosa noticia: habían asesinado a una de las mujeres más hermosas de la ciudad, Felicitas Guerrero de Alzaga. ¿Qué era lo que había sucedido?

Hacia la década de los ‘70 en el siglo pasado, Buenos Aires era una apacible ciudad con ritmo de “Gran Aldea”, si nos guiamos por la descripción que de ella nos hace Lucio V. Mansilla. Era la capital de un país que se estaba formando, y gracias una ley de la época de Mitre el gobierno nacional “alquilaba” el territorio de la ciudad de Buenos Aires para usarlo de sede. Desde 1868 el presidente era Sarmiento, que desarrollaba una firme acción de gobierno. Su lento avance urbano había sufrido los embates de la epidemia de fiebre amarilla que en 1871 azotó la ciudad, obligando a las familias ricas de comerciantes y hacendados, asentadas desde casi el inicio de nuestra historia en el barrio sur, lo que conocemos como San Telmo y Monserrat, a emigrar hacia el norte, más allá de las “Cinco esquinas” (hoy Quintana y Libertad). Esto era toda una aventura si tenemos en cuenta que la ciudad no se extendía al oeste más de la calle de las Dunas (hoy Callao). Al sur, se extendía una zona baja y anegadiza, separada del casco histórico de la ciudad por innumerables arroyos que se desbordaban con las lluvias, copiosas según cuentan los cronistas, y que eran la vía natural de desagüe de la pampa en su camino hacia el Río de la Plata y el Riachuelo. Esta zona era el lugar de las quintas que desde habían rodeado el núcleo urbano, tanto al sur como al norte y al oeste, sirviendo como lugares de abastecimiento para los pobladores ciudadanos, y de esparcimiento en los largos y calurosos veraneos.

Ese sur pantanoso, lleno de pajonales, inundable, que miraba al río y que tenía al Riachuelo como puerto de abrigo, fue el escenario de la tragedia que enlutó a Buenos Aires aquel enero de 1872.

Allí, en la intersección de las calles Montes de Oca y Pinzón se ubicaba la quinta de los Alzaga, donde en 1862 se habían radicado Martín de Alzaga, rico comerciante de edad avanzada, y su joven esposa, Felicitas Guerrero (nacida en 1846). La feliz pareja llevó una tranquila vida por un largo tiempo; tuvieron un hijo, Félix, y los tres disfrutaron de la familia que habían formado. Pero la desgracia rondaba a Felicitas. Ni toda su belleza, mencionada por los caballeros de la época, ni toda su fortuna, pudieron protegerla.

En 1869, muere Félix muy pequeño; poco después, en 1870, su esposo Martín. Felicitas queda viuda y con una enorme fortuna con tan sólo 26 años. Famosa por su dulzura y buen carácter, como por su inigualable belleza, comienza a ser pretendida por varios enamorados que la cortejan incesantemente. Ella, coqueta, no se decide abiertamente por ninguno, provocando los celos de más de uno de ellos.

Pasan los años, y en enero de 1872 Felicitas organiza en su estancia “La Postrera” a orillas del río Salado, una gran fiesta con motivo de la inauguración de un puente, fiesta que iba a contar con la presencia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Emilio Mitre.

Atareada con los preparativos, el 29 de enero se dirige a Buenos Aires para realizar algunas compras para la ocasión. Al regresar a su quinta de Barracas por la noche, se encuentra con que uno de sus enamorados, Enrique Ocampo la estaba esperando.

¿Qué era lo que buscaba? Cegado por los celos al enterarse que no era él el elegido por el corazón de Felicitas, fue a exigirle explicaciones. No sabemos cómo se desarrolló la discusión entre los dos jóvenes, pero si sabemos cómo finalizó.

El enamorado en un arrebato le disparó por la espalda a la hermosa Felicitas, y al darse cuenta de lo que había hecho, se suicidó muriendo en el acto. La joven gravemente herida, agonizó durante toda la noche, y en la mañana del día 30 murió en los brazos de sus padres.
Ante tamaña desgracia, don Carlos Guerrero y Felicitas Cueto decidieron que la mejor manera de recordar a su hija era donando sus bienes para erigir una suntuosa capilla.

Y con esa idea hicieron construir la iglesia de Santa Felicitas en lo que fuera la quinta de su tan amada hija, colocando una placa, en la que aún hoy puede leerse “Capilla de Santa Felicitas. Fundada el 30 de enero de 1879 por Carlos J. Guerrero y Felicitas C. de Guerrero en memoria de su hija Felicitas G. de Alzaga”.



Está ubicada en Isabel La Católica, entre Pinzón y Brandsen.

“Es una historia trágica de amor que dio lugar a muchos mitos”, cuenta Diego Ziggioto, a cargo de la empresa Horizontes que realiza circuitos turísticos no convencionales. Los vecinos dicen que cada 30 de enero, fecha de su muerte, aparece el fantasma de Felicitas, que vaga ensangrentado.

“Muchas mujeres cuelgan cintitas de la reja, porque si uno se agarra fuerte conseguirá el amor de su vida, y si ya lo tiene, lo conservará.

Es una de las historias preferidas por las chicas, que corren a agarrarse de las rejas apenas la escuchan”, dice el guía.

jueves, 29 de enero de 2009

EL NACIMIENTO DEL ARCO IRIS




Hace mucho, mucho tiempo, en la espesa selva verde esmeralda habitaban unos pequeños animalitos que provocaban la admiración de todos aquellos que tenían la suerte de poder verlos. Eran siete magníficas mariposas, todas diferentes, pero cada una con sus alas pintadas de un color brillante y único. Su belleza era tal, que las flores de la selva se sentían opacadas cada vez que las mariposas revoloteaban su alrededor.

Eran inseparables, y cuando recorrían la selva parecían una nube de colores, deslumbrante y movediza.

Pero un día, una de ellas se hirió con una aguda espina y ya no pudo volar con sus amigas. El resto de las mariposas la rodeo, y pronto comprendieron de la profunda herida era mortal. Volaron hasta el cielo para estar cerca de los dioses y, sin dudarlo, ofrecieron realizar cualquier sacrificio con tal de que la muerte de su amiga no las separara. Una voz grave y profunda quebró el silencio de los cielos y les preguntó si estaban dispuestas a dar sus propias vidas con tal de permanecer juntas, a lo que todas contestaron afirmativamente.

En ese mismo instante fuertes vientos cruzaron los cielos, las nubes se volvieron negras, y la lluvia y los rayos formaron una tormenta como nunca se había conocido. Un remolino envolvió a las siete mariposas y las elevó más allá de las nubes. Cuando todo se calmó y el sol se disponía a comenzar su trabajo para secar la tierra, una impotente curva luminosa cruzó el cielo, un arco que estaba pintado con los colores de las siete mariposas, y que brillaba gracias a las almas de esas siete amigas que no temieron a la muerte con tal de permanecer juntas.

miércoles, 28 de enero de 2009

EL CUERO



El Cuero es un ser que habita en ríos, lagos, lagunas y también en el mar, pero de preferencia se le encuentra en pequeñas y oscuras lagunas. Su apariencia es la de un cuero de vacuno extendido, de gran tamaño, por eso su nombre indígena (en Mapudungu) es "el Threquelhuecuvu", (de thrulque=cuero y huecuvu=genio maléfico).

En el borde de su cuerpo tiene una especie de filudas garras. Son pocos los que han logrado ver su cabeza, pero se dice que tiene como tentáculos en forma de tenazas, que terminan en un par de ojos rojizos y saltones. Otros dicen haber visto lo que podría ser su rostro, que es indescriptiblemente horrible. De lo que sí se está seguro es que, por debajo de su cuerpo, en el centro tiene una boca que se asemeja a una gran ventosa, con la cual succiona hasta la última gota de sangre de sus víctimas.

Suavemente se desplaza por el fondo de las aguas, buscando de qué alimentarse. Pobre de aquel que esté cerca de la orilla de las aguas donde habita, pues utilizando sus oscuros poderes, hace subir las aguas e hipnotiza al infortunado. Entonces, cuando el nivel de las aguas se lo permite, rápidamente envuelve a su víctima y la arrastra hasta el fondo del río o laguna, donde la devorará. Cuando la persona o animal está nadando en las aguas, su siniestra sed de sangre se torna mucho más fácil de satisfacer. Se sabe por ejemplo de personas que han estado muy cerca de la orilla de un río y que han sido capturadas por el Cuero.

Para librarse del acecho del peligroso Cuero, es necesario solicitar los servicios de un o una Machi (brujo/a o curandero/a mapuche) con experiencia. Esta persona atrae con su magia al implacable monstruo hasta la orilla. Una vez cerca, lo engaña y le lanza ramas de "calafate" (un arbusto de durísimas espinas que da unos frutos de dulce sabor y color azul). El Cuero, enceguecido por la magia del Machi, envuelve las ramas pensando que es una sabrosa presa. Pero al apretar con fuerza el arbusto, hace que las espinas se entierren en su cuerpo, desgarrándose así y desangrándose hasta morir.

Este monstruo acuático no sólo habita en Chiloé. También se sabe de su presencia en diversas lagunas del sur de Chile.

martes, 27 de enero de 2009

JUAN FELIPE IBARRA


Nació en Matará el 1 de mayo de 1787. Se educó en el Colegio de Monserrat en Córdoba.

En el año 1810 se incorporó al ejército patriota con rumbo al Alto Perú.

Por su actuación en las batallas de Salta y Tucumán alcanzó los rangos de Teniente y Capitán.

Manuel Belgrano lo designó para la defensa de las fronteras santiagueñas, como Comandante de Abipones.

Luego de la proclamación de la autonomía, fue designado gobernador, cargo que ejerció desde 1820 a 1851.

Juan Felipe Ibarra era federal, los habitantes argentinos estaban divididos en unitarios y federales.

Los unitarios deseaban que se gobernase a las provincias desde Buenos Aires.

Los federales sostenían que cada provincia debía tener su propio gobierno.

Por ello desconoció la Constitución Unitaria y a Bernardino Rivadavia como presidente de la nación.

Su preocupación por la enseñanza se hace evidente cuando en el año 1826 pide a la Legislatura la creación de escuelas.

Organizó el Municipio de la ciudad Capital.

Dictó el primer Reglamento de Policía.

Inauguró el templo de Nuestra Señora de La Merced, el 24 de Septiembre de 1833.

Murió en la provincia el 15 de Julio de 1851.

lunes, 26 de enero de 2009

LA LECHUZA Y EL CABURÉ




Conociendo las costumbres del tirano de la selva, un día la lechuza se atrevió a implorarle piedad para su hijo.

- En nombre del parentesco que nos une – le dijo -, vengo a rogarte que no mates a mi pichoncito. ¡Hay tantos pajaritos que viven en el monte! Además, ¡es lo único que tengo! Hasta el corazón más frío tiene su momento de bondad.

¿ y cómo sabré cuál es tu hijo? – pregunto el Caburé. La lechuza sintió que la esperanza renacía en su corazón.

-¡Muy fácil! – contestó casi sin pensarlo-. ¡Mi hijo es el más lindo de todos los pichoncitos de la selva! ¡No podrás confundirte!

-Bien... –concluyó el Rey de los Pajaritos-; te prometo que esta noche no lo tocaré.

Pero a la mañana siguiente, desolada, la lechuza descubrió que la víctima había sido ¡su propio hijo!.

- ¡Me has mentido! – le reprochó duramente al asesino-. Me aseguraste que no lo tocarías...¡ y sólo encontré el plumón de mi hijito!.

El Caburé quedó desconcertado. ¿Cómo podría haber sucedido ese trágico error?. Y tuvo que confesar, sinceramente:

- Me dijiste que tu hijo era el más lindo de todos los pichoncito de la selva. Para no equivocarme, esta noche elegí, justamente, al más feo.

domingo, 25 de enero de 2009

LA PINCOYA


Adolescente muy hermosa, de larga cabellera dorada, de encanto y dulzura incomparables. Sale desde las profundidades del mar, semi vestida con un traje de algas, a danzar a las playas.

Cuando realiza su delicado baile mirando hacia el mar, significa que en esas playas y mares abundarán los peces y mariscos; en cambio si lo hace con el rostro vuelto hacia la tierra, indica a los pobladores que para la temporada venidera, los mencionados productos escasearán y por tal motivo, será menester salir en su búsqueda a playas y mares lejanos.

No obstante, cuando la escasez, en ciertas regiones se prolonga por largo tiempo, por ausencia de la Pincoya, es posible hacerla volver, y con ella, la abundancia, por intermedio de una ceremonia especial.

La leyenda dice que... Al regresar la Huenchula, a casa de sus padres, en donde dejara bajo sus cuidados a su tierna hija, durmiendo en una lapa, comprobó que debido a la curiosidad de sus mayores, la niña se había transformado en agua cristalina.

Invadida por el llanto y la desesperación, cogió la vasija y corrió desesperada hacia la playa, a vaciar suavemente su contenido en las aguas del mar. Y avanzando hacia el interior, se perdió en las profundidades del océano, en busca de su esposo el Millalobo.

Entre sollozos y llantos, le relató lo acontecido.

Apenas hubo terminado de pronunciar la última frase de su historia, vio acercarse hacia ella, una delicada barca semejante a una lapa, llevando en su interior a su desaparecida hija, convertida ahora, en una hermosa joven, a quien dio el nombre de Pincoya.

Las múltiples variedades de peces y mariscos, que el Millalobo, ofrece generoso al pueblo chilote, las siembras, en mares y playas, por intermedio de las maravillosas y fecundas manos de su hija predilecta, la Pincoya.

Cuando los chilotes, eternos vagabundos del mar, naufragan, siempre encuentran junto a ellos a la candorosa Pincoya, que acude pronto a su auxilio.

Si por razones superiores, no logra su propósito de salvarlos, ayudada por sus hermanos la Sirena y el Pincoy, transporta con ternura los cuerpos de los chilotes muertos hasta el Caleuche, en donde ellos revivirán como tripulantes del barco fantasma y a una nueva existencia de eterna felicidad.

Seguramente, por esta razón, los chilotes jamás temen al mar embravecido, a pesar que la mayoría de ellos no sabe nadar.

El espíritu de la Pincoya, creado por su imaginación, al velar siempre por ellos, les infunde plena confianza, durante sus arriesgadas faenas por los océanos del mundo.


(Publicación del Dr. Bernardo Quintana Mansilla, “Chiloé Mitológico”).

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/05/el-caleuche.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/09/el-millalobo.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/01/la-pincoya.html