sábado, 30 de agosto de 2008

RENÜPULLI, SALAMANCA DEL LAGO LÁCAR

Panorámica Lago Lacar
Esteban Gryszczuk
22.04.2008


Mi abuelo siempre sabía buscar la famosa Renüpulli, la salamanca que hay a las orillas del Lago Lácar. La cueva de brujos de la que su padre, que se llamaba Cheukemilla, tantas veces le habló.

Por aquel entonces, el padre de mi abuelo no vivía en el lago, pero se fue a perder por ahí.

Siempre había querido descubrir la Salamanca, quería estudiar la brujería para ser brujo. Pero no conocía la palabra santa, nunca la supo hallar.

La noche estaba oscura y no encontró el camino. De aquí para allá andaba, en la orilla andaba, y no oía más que el sholpín de la diuka de noche, que se va a dormir después que despierta la diuka del día.

Pero él no sabía salir de la maraña de las rocas partidas, aunque había habido buen agüero, que a la mañana, cuando salió de su casa, un zorro se le cruzó de izquierda a derecha.

¿Dónde andaba la suerte ésa?

Sin querer dijo una palabra muy mala, que a veces había escuchado, que no sabía qué quería decir.

¡Ay, ay, ay, ay! Entonces, de repente, oyó voces, cantos, música, risa de chicos. Había caballos que relinchaban, gatos maullaban, ladraban perros, mugían vacas, de toda clase de animales se oían, que parecía que salía de abajo de tierra.

Fue detrás de los ruidos, tanteando y golpeando las rocas, hasta que vio una abertura que no había visto, que quedaba a la izquierda del lago, si se mira de Pukaullu.

Estaba ahora parado en una cueva y una muchacha había, una linda muchacha que lo llamaba, que le hacía entender que hiciera la señal de la cruz y avanzara no más.

La cueva era de más o menos una cuadra de largo, igual de ancho y muy alta, que llenaría una montaña. Dentro salían caminos, pasillos que debían ir a otras cuevas.

Clarito, pero clarito, se oía bramar el lago. Y todavía más claro se sentían las voces que había oído.

¡Ay, ay! Se persignó de la sorpresa, anduvo hacia la luz y, de repente, lo dieron vuelta muchas veces y era oscuro de nuevo.

Asustado, seguía tanteando hasta que vio un poco de luz y tropezó sobre un cadáver ensangrentado, que solamente se pudo librar diciendo la palabra.

Apenas anduvo un rato, un sapo enorme se le tiró encima, le ensuciaba la manta de piel y lo escupía.

De nuevo dijo la palabra santa y lo soltó el sapo.

Pero en otro pasillo vino a salirle un chivo con cuernos afilados, que lo tiró al suelo.

En su aprieto volvió a santiguarse, y se escapó el chivo.

Y entonces una víbora, gorda como un brazo, llena de escamas y peluda, se le largó sobre el pecho como para ahogarlo. Pero él no supo mostrar miedo, ni cuando el bicho se le enroscó en el cuello y silbaba y le ponía la lengua cerca de la boca. Y tampoco perdió su fuerza esta vez.

La palabra santa espantó a la víbora y él pudo seguir andando hasta la pieza principal, que representaba una escuela.

Había allí muchos conocidos y parientes, sobre todo estaban los mellizos de la región, pero nadie se ocupaba de él, nadie le hacía caso al otro. Nadie saludaba: como desconocidos se trataban.

¡Ay, ay, ay, ay! Y hablaban todos en el Chilidugu, en la lengua de las brujas.

Y como había muchas cosas buenas que das, y mucha alegría, él no hizo caso y agarraba lo que le daban: ¡Lo mejor de lo mejor había ahí! Se bailaba, se bebía, gritaban, cantaban. Juguetones estaban, alegres estaban todos los que ahí había, que no tomaban clase en el momento. Porque él vio que ésa era la famosa escuela de Salamanca, la escuela de los brujos, que entran los verdaderos mapuche nada más, los verdaderos araucanos.

A esta cueva venían los brujos más grandes del mundo para aprender y enseñar. La más grande escuela era. Y, si aún hoy en día hay brujos, por esta escuela es, que aún hoy está y que siempre sigue enseñando, la renüpülli en el Lago Lácar.

Cuando había comido y bebido bastante, miró alrededor y pudo ver la enseñanza. Ahí estaban los mellizos, por ejemplo, que, según dicen, tienen mucha habilidad para ser brujos. Los trataban con mucho cuidado, tenían una enseñanza especial.

Algunos alumnos querían aprender la curandería, para sanar a los hombres.

Otros querían tener poder sobre animales sanos y enfermos, los querían tratar.

Otros querían saber dañar.

Otros aprendían la lengua de los animales para mandarlos que dañen a los hombres.

No se puede contar todo. Muchas cosas hay que pueden saber pocos hombres no más, los elegidos no más.

Ahí había uno que quería aprender a dañar a un enemigo, pero de lejos. La machi mayor agarró un sapo gordo, viejo. Lo ató fuerte y lo colgó. Así le iba a pasar al enemigo. Se iba a sentir apresado. El tiento mojado se le iba a ajustar cada vez más. Aplastado se iba a sentir. Hasta morirse de dolor y de hambre y sed.

Había una que preguntó cómo podía enamorar y tenerlo enamorado al hombre.

Entonces, la machi mayor agarró una rana grande -posiblemente era un sapo también- y mostró cómo hay que pasar la panza blanca por la cara del hombre diciendo palabras para tenerlo enamorado siempre.

Otros querían aprender a hacer llover. Un sapo vivo y otro muerto ponían, panza arriba, sobre el suelo, y decían la palabra, y en seguida, pues, caía la lluvia.

Lo principal siempre era la palabra. En otra pieza se enseñaba a los veterinarios.

Justo practicaban el ampiñ, colocar plantas secas molidas y otras cosas que no se pueden llamar buenas. Ahí aprendían cómo se trata heridas abiertas, cómo se libra de gusanos a los animales; contarlos, medirlos, mandar que debieran abandonar el animal.

Aquí había unos mellizos que él conocía bien, pero que no le hacían caso, y que aprendían el arte de curar. Porque nacen para brujos ésos.

Ahí llegaba un zainu, un caballo oscuro, que en la paleta derecha tenía una herida llena de gusanos.

La bruja mostró cómo se podían contar y medirlos. Primero rezó un rezo que él no pudo recordar y los alumnos lo repetían. Luego agarró una varita fina y rompió un pedacito, de modo que tenía el largo de los gusanos.

"En nombre de la virgen digo yo: este zaino tiene veinticinco lombrices de este tamaño. Ya viene uno, quedan veinticuatro si lo mato." En eso cayó de la herida un gusano y ella lo echó al fuego. Después vino a caer otro. Ella decía: "quedan veintitrés si yo lo mato". Y siempre lo mismo, hasta que la herida estaba limpia de bichos. Con cada gusano tiraba un pedacito de madera al fuego, hasta que había terminado con el último gusano. El zaino estaba curado.

Muchas de estas cosas vio el padre del abuelo.

También que a los gusanos que están en las heridas de los árboles, en nombre de Jesús, María y José, se les pone tres días de tiempo para dejar el sitio, irse a otro lado, a otros campos o animales. También obedecían en seguida.

Ahí vio cómo los dueños de rebaños se procuraban anchimallén, porque necesitaban ovejeros sin entrañas, que no comían carne, que toman sangre no más, así no les robaban animales.

Traían chicos robados, les quebraban el espinazo, les sacaban la tripa gorda y los dejaban achicados cosiéndolos.

Así se convertían en fantasmas, en duendes, en enanos que ya no crecen y usan el chiripá no más o que tienen un pedazo de cuero sobre el pecho, con la cola colgando sobre el pecho, que brilla.

De noche, el anchimallén anda por las montañas y las rocas y se le ve brillar la luz mala, que siempre anda con él.

Fuerte ladran los perros cuando ven la luz, y tiemblan y se esconden.

Lo mismo hacen los hombres. Porque sabe que ésos son sirvientes de los brujos, y que conocen la palabra y que matan, no más, con la palabra.

En esta cueva, pues, se hacían los anchimallén, los "hombres sin tripas".

Y también enseñaban el granizo, la fuerza para sostener una avalancha de nieve o para hacerla caer sobre un enemigo, hasta en el verano.

Enseñaban a soplar enfermedades y otros males, manejar la piedra hueca.

Y todo eso y mucho más se sabía aprender ahí.

El chilidugu sabía. Secretos eran esos que no había que descubrir fuera de la cueva. Todo poder perdían los que contaban algo. Ya no se pueden volver animales o ser invisibles. Fieles tenían que ser en guardar el secreto, la palabra santa. Así les insistía la machi mayor.

En la escuela no más se los dejaba pronunciar la palabra santa; si no, los iban a perseguir y matar.

El camino tenían que ocultarlo a los padres, a las otras personas. Con relbún les escribían los signos que los podían ayudar, que para los que no saben son garabatos no más, que no permiten hallar la entrada.

Brujos tiene que haber siempre, hacen falta los brujos, hacen falta espíritus, las almas de los finados esperan que las llamen.

Mientras que la machi mayor decía estas cosas y otras más, Cheukemilla se dio cuenta que la camisa de la víbora le envolvía el pecho y la espalda. Se había sacado la camisa la víbora cuando se le enroscó al pescuezo.

Con rabia y con asco, a tirones la sacó y la tiró al fuego.

Entonces, de repente, se hizo oscuro alrededor.

Cuando se recobró, estaba echado sobre las rocas de luko, que entran bastante en el lago, a la otra orilla del Lácar, a la derecha, mientras que él había entrado en la cueva por la izquierda.

Tenía el cuerpo herido, machucados los huesos y nunca más volvió a sanarse del todo.

Lo peor del caso, es que probó muchas veces y no supo hallar más la entrada de la cueva; nunca más supo hallar la escuela de los brujos, la Salamanca ésa.

A pesar que más tarde se fue con la tribu donde creía que estaba la cueva, a la orilla izquierda del Lácar. Tampoco supo acordarse del chilidugu, de la lengua de los brujos.

Ni de la palabra santa se sabía acordar.


Recopilado por Bertha Koessler, 1962.
Narrado por el cacique Abel Kurüuinka.
Fuente: http://ar.geocities.com/argentinamisteriosa/


http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/03/la-leyenda-de-la-cueva-de-la-salamanca.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/01/la-salamanca.html

viernes, 29 de agosto de 2008

LUPUNA

El gigante de la Selva Amazónica


El poderoso árbol de Lupuna (Ceiba Pentandra) ocupa una posición muy importante en el ecosistema de la selva Amazónica.

Provee albergue y alimentación a muchas variedades de fauna Amazónica: insectos, anfibios, aves (tucán, por ejemplo), monos, etc., así como a ejemplares menores de flora Amazónica que dependen de luz solar para su sobrevivencia.

Ejemplar de la capa emergente que se alza por encima de la canopla de la selva tropical, logrando crecer hasta cuatro metros (trece pies) por año.

Es el gigante de la selva Amazónica, pudiendo alcanzar hasta 70 metros (200 pies) de altura y un diámetro de mas de 1 metro.

Conocido también como Ceiba o Kapok tree (en Inglés), el árbol de Lupuna posee madera apta para la construcción de balsas y canoas.

En efecto, su largo y recto tronco ha sido tradicionalmente utilizado por las tribus Amazónicas para cavar sus canoas - proceso que envuelve hasta doce hombres y demora varios meses para concluir.

Los nativos poseen múltiples usos para el árbol de Lupuna, incluidas razones medicinales.
Sus semillas, hojas, corteza y resina son usadas para tratar fiebre, asma, disentería y problemas renales.
Más aún, su fibra - similar al algodón - es usada para disparar los dardos embebidos en curare para la caza con cerbatana.

Es considerado sacro, incluso en la cultura Maya de America Central.

Su copa tiene forma de paraguas y el tronco varía en colores que abarcan del rosado-blanco al marrón.

El árbol de Lupuna provee entre 500 y 4000 frutos -rodeados de una fibra tipo algodón - y cada uno de ellos contiene hasta 200 semillas.

Su fibra, ocho veces más liviana que el algodón, posee capacidad de flotación varias veces superior al corcho, gran poder de insulación termal, además de ser inodora, no-tóxica y no-alérgica.

Su uso industrial incluye el proveer relleno para almohadas, colchones e incluso chalecos salvavidas.

http://www.unique-southamerica-travel-experience.com/arbol-de-lupuna.html

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/03/el-hechizo-de-la-lupuna.html

jueves, 28 de agosto de 2008

POZO DE LAS ÁNIMAS

Formación cárstica conocida como Pozo de las Ánimas, Malargüe.
Foto Rodolfo Rogelio Rocha

Como era común entre los pueblos que habitaban de uno y otro lado de la Cordillera de los Andes, se había producido una diferencia en las relaciones y un grupo del lado chileno, gente de costumbres aguerridas, estaban persiguiendo a un reducido número de pobladores de la zona de los Molles.

La noche fue extendiendo su manto y ya en plena oscuridad los perseguidos advirtieron que no se oían mas los gritos de sus enemigos, luego de tomar recaudos, por si se trataba de una treta de sus rivales, retornaron hasta sus moradas, dando algunos rodeos.

Al día siguiente, con las primeras luces, volvieron al lugar hasta donde había finalizado la persecución y retomaron sobre sus pasos del día anterior, a poco de andar comenzaron a oír algunos sonidos de lamentos que les llamó la atención.

Con cautela continuaron avanzando y con gran sorpresa se encontraron con dos enormes pozos que se habían hundido bajo los pies de sus perseguidores, en el fondo se encontraba los cuerpos comenzaron a oír algunos sonidos de lamentos que les llamó la atención.

Con cautela continuaron avanzando y con gran sorpresa se encontraron con dos enormes pozos que se habían hundido bajo los pies de sus perseguidores, en el fondo se encontraba los cuerpos moribundos de sus enemigos y los gemidos que surgían de las profundidades asustaron a los observadores, quienes desde ese momento veneraron la formación que los había salvado dándole el nombre de "lugar en que lloran las ánimas"

miércoles, 27 de agosto de 2008

LA TUMBA DEL INDIO



Esta leyenda difundida en la Pcia de Mendoza, Argentina, ha tenido su origen en el extraño aspecto que presenta el cerro "La Tumba del Indio", en el Valle de los Molles, y que asemeja el cuerpo yacente con la cabeza mirando hacia el este.


Cuentan los lugareños que hace muchisimos años vivía en la región un indio cuya bondad y nobleza le hicieron famoso en toda la comarca.

Poco a poco fue regalando hasta a los mismos cristianos que acudían a solicitar su ayuda toda hacienda, quedando de esta manera con unas pocas ovejas.

Como cada vez se sentía mas envejecido, abandonó el llano y con ellas fue a vivir a un cerro, desde el que podía distinguir su antigua morada.

Un día, los habitantes del valle, sorprendidos vieron que en lo alto del cerro como un centinela erguido, aparecía la figura del indio en piedra.

"Dicen los viejos que el dios de los Indios Buenos, cuando vio que las energías de su elegido habían decaído, apago su vida en una noche de luna, y llevo su alma ejemplar a un lugar que solo El conoce, pero dejó en el cerro su cuerpo convertido en piedra para que perdurara a través de los siglos y sirviera de enseñanza fecunda para los que quisieran seguir el ejemplo de su vida"

martes, 26 de agosto de 2008

LA NIÑA ENCANTADA



La leyenda de la "Niña Encantada" nos llega desde la época en que las llanuras junto a la cordillera eran habitadas por pueblos pacíficos, que en la veranada recorrían estas montañas cuando la nieve se retiraba, en busca de comida, materiales, pieles y además para relacionarse con gente de los pueblos que vivían del otro lado del macizo andino.

También llegaban hasta aquí algunos grupos de pobladores de la zona de los pehuenes, pueblos que eran sumamente aguerridos siempre trataban de imponer sus condiciones, cosa que preocupaba a los tranquilos habitantes de la zona.

Con el fin de terminar con los problemas, que ocurrían cada verano, se encomendó a la Machi que utilizara sus poderes, para mejorar las relaciones entre los pueblos.

Luego de varios parlamentos y viajes se convino un pacto, que consistía en unir en casamiento a Elcha, la bella hija del cacique de estas tierras, con el hijo del jefe de los pehuenches, de este modo estrechaban lazos familiares entre las dos comunidades y se aseguraba la paz.

Todo parecía encaminarse hacia un buen final, se habían realizado algunas reuniones, convenido los detalles previos, fijado fecha para tan importante acontecimiento, todos habían recibido con beneplácito los acuerdos.

Todos menos Elcha y su secreto prometido, que mientras en el pueblo se realizaban los preparativos para la celebración, los dos organizaban el modo de escapar a tan injusta situación.

Cuando ya todo estaba listo y los visitantes estaban llegando para el gran acontecimiento, la pareja tenía preparado el plan, escapar esa noche.

Sabían muy bien al peligro que se enfrentaban, pero no iban a abandonar lo planeado.

En la medida en que llegaban los invitados, comenzaban los agasajos y las presentaciones, momento que fue aprovechado por los enamorados para emprender la fuga, recién al día siguiente fue notada la ausencia de la pareja, tras una corta deliberación se formó un grupo que partió tras los fugitivos, debían alcanzarlos y regresarlos para hacerles pagar la grave afrenta cometida.

¡Lo pagarían con sus vidas!.

Eso lo sabían también Elcha y su enamorado.

Varios días duró la persecución, cada vez estaban mas cerca de la pareja, los jóvenes que tantas veces habían recorrido estas montañas, año tras año cada verano, veían que ya las fuerzas los abandonaban, cuando se aproximaban a la laguna por la parte mas alta y viendo que no podrían escapar de sus perseguidores, se confundieron en un abrazo y se arrojaron a las heladas aguas entregando sus vidas antes de ser atrapados.

Justo en el momento que sus cuerpos se hundían, se asomaban por por la ladera de la montaña los perseguidores con la Machi al frente, en ese preciso instante se produce un rayo que alcanza a la bruja y la convierte en roca, imagen que perdura hasta nuestros días en lo alto de la montaña en el mismo sitio donde fue alcanzada.

Cuentan que en las noches de luna aparece reflejada en las límpidas aguas la imagen de Elcha, que sale a reencontrarse con su amado, haciendo prevalecer el amor por sobre todas las imposiciones caprichosas de las sociedades.

lunes, 25 de agosto de 2008

EL ÑANDÚ


LA LEYENDA DEL ÑANDÚ

Hace muchos, muchísimos años, habitaba en tierras mendocinas una gran tribu muy buenos, hospitalarios y trabajadores.

Ellos vivían en paz, pero un buen día se enteraron que del otro lado de la cordillera y desde el norte de la región se acercaban aborígenes feroces, guerreros, muy malos.

Pronto, los invasores rodearon la tribu de los indios buenos, quienes decidieron pedir ayuda a un pueblo amigo que vivía en el este.

Pero para llevar la noticia era necesario pasara través del cerco de los invasores, y ninguno se animaba a hacerlo.

Por fin, un muchacho como de veinte años, fuerte y ágil, que se había casado con una joven de su tribu no hacía más de un mes, se presentó ante su jefe.

Resuelto a todo, se ofreció a intentar la aventura, y después de recibir una cariñosa despedida de toda la tribu, muy de madrugada, partió en compañía de su esposa.

Marchando con el incansable trotecito indígena, marido y mujer no encontraron sino hasta el segundo día las avanzadas enemigas..

Sin separarse ni por un momento y confiados en sus ágiles piernas, corrían, saltaban, evitaban los lazos y boleadoras que los invasores les lanzaban.

Perseguidos cada vez de más cerca por los feroces guerreros, siguieron corriendo siempre, aunque muy cansados, hacia el naciente.

Y cuando parecía que ya iban a ser atrapados, comenzaron a sentirse más livianos; de pronto se transformaban.

Las piernas se hacían más delgadas, los brazos se convertían en alas, el cuerpo se les cubría de plumas.

Los rasgos humanos de los dos jóvenes desaparecieron, para dar lugar a las esbeltas formas de dos aves de gran tamaño quedaron convertidos en lo que, con el tiempo, se llamó ñandú.

A toda velocidad, dejando muy atrás a sus perseguidores, llegaron a la tribu de sus amigos.

Éstos, alertados, tomaron sus armas y se pusieron en marcha rápidamente.

Sorprendieron a los invasores por delante y por detrás, y los derrotaron, obligándolos a regresar a sus tierras.

Y así cuenta la leyenda que apareció el ñandú sobre la Tierra


domingo, 24 de agosto de 2008

CH´UTILLOS


FIESTA DE CH´UTILLOS O SAN BARTOLOME

La fiesta se celebra el 24 de Agosto, día de San Bartolomé y se extiende dos días mas con las entradas los días sábado y Domingo siguientes, popularmente tienen tres nombres, correspondientes a tres días de celebración.

El Primer día - Fiesta del Ch'utillo.

El Segundo día - Fiesta del Majtillo

El Tercer día - Fiesta del Thapuquillo.

Ch’utillo, para algunas personas, es de nombre tradicional del minero montado en mula, el ser Ch’utillo no es prerrogativa del varón, también las mujeres pueden serlo.

Se exige que sean solteros.

El concepto Ch'utillo también infiere jugar, jugar unos con otros.

Majtillo, se le da este nombre al segundo día de la fiesta, es voz quechua que viene de “majti o maytu” que significa "Joven, Jovenzuelo o Adolescente". En la fiesta del Majtillo, tiene preponderancia las burlas entre jóvenes.

Antiguamente se decía “hoy pueden Ch´utillarse los jóvenes”.

Thapuquillo, nombre popular que recibe el tercer día de la fiesta. Para el pueblo es la fiesta del preguntón o curioso. La palabra Thapuquillo, quiere decir “el que pregunta mucho”.

Todo comienza el 12 de Agosto con el traslado de las imágenes de San Bartolomé y San Ignacio de Loyola, desde la parroquia de la localidad de la Puerta. En la oportunidad, la primera autoridad comunal, es la encargada de realizar el traslado junto a otras autoridades del departamento, los que, luego de arribar a la ciudad, encabezan la procesión seguido de fieles devotos del señor recorriendo las principales calles coloniales con que cuenta esta noble ciudad.

Al paso de la procesión se pueden observar la fe y devoción con que es recibido el Señor de San Bartolomé, junto a San Ignacio de Loyola por sus feligreses, los que se acercan agarrando un pequeño bracero, a carbón, encendido, haciendo humear el ritual incienso y dando de ésta manera la bienvenida al santo.

El recorrido de la procesión es prolongada por más de una hora desde su traslado de la Puerta, hasta que llegue al Hall de la Honorable Alcaldía Municipal, donde a partir de ese día, se realiza un solemne velada, asistiendo a este recinto todo el pueblo a depositar sus ceras “velas” que son encendidas al pie del altar. Todo esto se suscita hasta el 24 de Agosto, fecha en la que la festividad se realiza en la misma localidad de la Puerta, donde se dan cita gran cantidad de devotos.