sábado, 6 de noviembre de 2010

ABYA YALA (4 de noviembre de 2010, AIPIN).

Foto: Blanca Cruz
Imagen: Perteneciente a Comunicación Indígena



Tejiendo la palabra libre:

Pueblos Indígenas se preparan para Cumbre de Comunicación



Desde todos los rincones del continente ancestralmente llamado Abya Yala, temporalmente llamado América, los pueblos, a través de sus comunicadores, autoridades y organizaciones, se alistan para participar en presencia y en espíritu en la Cumbre Continental de Comunicación Indígena del Abya Yala, que se realizará del 8 al 12 de Noviembre en el territorio ancestral Misak, del Resguardo Indígena La María Piendamó, declarado desde junio de 1999, “Territorio de Convivencia, Diálogo y Negociación de la Sociedad Civil por los Pueblos Indígenas del Cauca. Se encuentran inscritos más de 100 pueblos y nacionalidades originarias provenientes de más de 23 países. Delegaciones integradas por mujeres, autoridades, dirigentes y comunicadores, arribarán al Cauca para llevar a cabo a este importantísimo encuentro de la palabra digna de los pueblos originarios del Abya Yala.



En mayo 2009, los pueblos indígenas, reunidos en Puno Perú, acordaron realizar esta cumbre como un asunto urgente y prioritario al observar el preocupante panorama que enfrentan los pueblos en los diferentes países del continente, coincidiendo que todas las agresiones a los territorios y a la vida de las comunidades ocurren teniendo como aliado central a los medios de comunicación masivos y convencionales, ante lo cual se vuelve necesario seguir construyendo la comunicación propia, que es propuesta de vida y de paz frente a la violencia sistemática de guerra, despojo, agresión y racismo.



Para ello, las organizaciones, pueblos y sus respectivos procesos de comunicación propia, expresan, se articularán en una sola fuerza continental que les permita hacer el contrapeso necesario a los sistemas de comunicación occidentales que han mercantilizado el uso de los medios y hacen de la comunicación un negocio rentable antes que velar por el derecho que tiene toda la humanidad a ser informado de manera oportuna, verdadera, respetando y haciendo partícipes todos los marcos culturales existentes.



Para el Consejo Regional Indígena del Cauca CRIC, Autoridad Indígena Tradicional del Cauca y organización anfitriona, “la cumbre ·es un evento trascendental en la historia del movimiento indígena caucano y colombiano, ya que por primera vez a través de un tema tan importantísimo como lo es la comunicación nos encontraremos muchos pueblos hermanos que a través de la historia hemos resistido desde la comunicación que logramos con nuestra Madre Tierra; y las propuestas de este evento deben trascender a otros sectores y organismos internacionales que comprendan que este proceso historico de lucha indígena y planteamiento de una nueva comunicación hace parte de la resistencia que hemos seguido y seguiremos los pueblo indígenas del continente”, señala Elides Pechene Ipía, Consejero Mayor del CRIC.



En vísperas del evento, Adolfo Conejo, del Programa de Comunicaciones del CRIC, coordinador logístico de este magno evento agrega: “La Cumbre Continental de Comunicación Indígena del Abya Yala, es el momento propicio para juntar nuestras luchas de resistencia, y ser uno sólo, en espiritu y dignidad, para la defensa y fortalecimiento de nuestros territorios y planes de vida, en busca del equilibrio armónico con nuestra Madre Tierra. Por ello, a todas y todos nos acude una gran responsabilidad de unir estos esfuerzos y globalizar nuestras luchas, con mecanismos estrategicos a través de la comunicación propia de nuestros pueblos”.



Desde diversos puntos del continente llegan los mensajes que reflejan el hermanamiento de los pensamientos en torno a esta cumbre, misma que se ratifica momento a momento como un encuentro que permitirá a los pueblos indígenas cumplir con este aspecto tan relevante de su agenda política: encontrarse para revisar cómo la comunicación propia ha ayudado a resistir y permitir que los pueblos y la vida pervivan, y reafirmar la unidad de su diversidad proponiéndose estrategias continentales para seguir liberando la palabra.



Noticia de OTRO URUGUAY ES POSIBLE

http://www.cccia-2010.com/index.php?q=content/tejiendo-la-palabra-libre-pueblos-ind%C3%ADgenas-se-preparan-para-cumbre-de-comunicaci%C3%B3n

Ver Video: http://pelusaradical.blogspot.com/2010/11/tejiendo-la-palabra-libre-pueblos.html

Leer más:

http://www.cccia-2010.com/index.php?q=content/tejiendo-la-palabra-libre-pueblos-ind%C3%ADgenas-se-preparan-para-cumbre-de-comunicaci%C3%B3n

viernes, 5 de noviembre de 2010

Opera en Alto Palermo (versión completa)

Alineación al centroEl viernes 5 de noviembre de 2010, ocho cantantes de ópera irrumpieron en el Shopping Alto Palermo en una intervención artística jamás realizada en nuestro país.

La conocida mezzosoprano francesa Vera Cirkovic, acompañada por cantantes líricos, interpretando temas del repertorio operístico tradicional. La Habanera de Carmen (Bizet), O Sole Mío (canción napolitana) y Libiamo, el célebre brindis de La ... more

Shopping Alto Palermo

Es uno de los mas importantes y populares shoppings ( centros comerciales ) de Buenos Aires. Está ubicado en el barrio de Palermo, emplazado sobre dos transitadas avenidas, la Av Santa Fé y Av Coronal Diaz. Ha sido uno de los primeros shoppings de Buenos Aires ( 1990 ) y es sin duda el favorito de los vecinos de Palermo y alrededores.

Se trata de un shopping urbano, ya que no se ubica en un área suburbana al estilo de los malls norteamericanos, adonde el medio de transporte indispensable para acceder es el automóvil, a través de una autopista. El Alto Palermo se encuentra en uno de los barrios más poblados de Buenos Aires, y a poco más de un kilómetro del microcentro de la ciudad. Está rodeado por un barrio residencial de alta densidad y alto nivel adquisitivo, y un eje comercial tradicional como lo es la Avenida Santa Fe.

El shopping se extiende a lo largo de dos manzanas, debiendo por ello abrirse un paso aéreo y subterráneo para la comunicación de ambas zonas del shopping. La calle Arenales cruza su estructura para tránsito de automotores y peatones.

Por su facil acceso y ubicación, es también de los preferidos por el turismo, casi todos los medios de transporte acceden a él, desde taxis, líneas de colectivos (bus) y el práctico subte (Estación Bulnes, Linea D) que lo deja apenas 30 metros de su puerta principal. El Shopping se encuentra a sólo 15 minutos del obelisco (en subte).


Ubicación: Av. Santa Fé 3253. Plermo. Buenos Aires.

Barrio: Palermo, Buenos Aires

Fuentes: http://www.rentsantelmo.com.ar




"En realidad vivir como hombre significa elegir un blanco -honor, gloria, riqueza, cultura- y apuntar hacia él con toda la conducta, pues no ordenar la vida a un fin es señal de gran necedad".

Aristóteles

LOS TRES HERMANOS

Reserva Provincial "Castillos de Pincheira"
(Malargüe, Mendoza, Argentina).


LA SERPIENTE DE SIETE CABEZAS Y LOS TRES HERMANOS


Eran dos ancianos que tenían tres hijos varones. Ya se llegó el tiempo que ellos quisieron salir a andar, ¿vio? Entonce, ante se usaba que iban a solicitarle permiso al padre y a la madre para salir a rodar tierra. Los padres les dieron la bendición y los autorizaron a irse.

Entonces salieron a rodar tierra. Les dieron el sí los padres y se fueron. Entonce salió el mayor, que era Juan. Salió un día ante. Pedro lo seguía; se fue el día despué. Manuelito era el más chiquito, ése era muy chico. Le decían Manuelito no más porque era el menor.

Entonce le decían:

-Mirá, Manuelito, vos no nos vas a seguir. Vos tenís que acompañar a papá, aquí, al padre, hasta que vos seás grande porque vos no tenís la edá de salir.

-Yo también me voy -dice.

-No, Manuelito.

-No, no, yo me voy con ustedes.

-Usté se queda con el padre, no más.

Bueno... se jue Juan. Al mucho andar lu alcanzó Pedro. Ya se juntaron.

Manuelito tenía una mulita que le habían regalado a él los padres. Dice:

-Yo me voy en la mulita.

Les pidió permiso a los padres y ellos le dicen:

-No, hijo, ¡cómo te vas a ir!

-No, yo me voy no más -les dice.

Di un momento para otro agarró la mulita y se jue.

Muy lejo, ya, divisaron, di ande 'taban los otros acampados. Uno dice:

-Mirá, ¿qué no es Manuel aquél?

-No, qué va a ser Manuel -dice el otro.

-Pero es él. La mula es la d'él. 'Tamos aquí y lu esperamos. ¡Ah, este muchacho! ¿Qué hacimos, le pegamos o li hacimos otra cosa?

Bueno...

-No -dice Pedro-, llevemoló.

Pedro era más consciente.

-No -dice Juan-, no lo llevemos nada. Éste tiene que volverse a acompañar al padre y a la madre.

Bueno... Le pegaron una paliza y lo mandaron de vuelta.

Él volvió un poco no más. Los dejó que se alejaran y los siguió.

Al otro día los volvió a alcanzar.

-Che, ¿pero no te dijimo que te volvieras? -le dijieron.

-No, yo me voy con ustedes.

-¡Volvete!

-Bueno... ¿qué hacimos con éste?

Dice Juan:

-¿Querís que lo matemos?

-¡No! -le dice Pedro-, ¿cómo se te ocurre?

-Bueno... lo vamos a matar. Le atamos la mula y a él lo tiramos al río.

Iba un río muy fragoso, muy montañoso, fragoso, así, ¿no? Le ataron la mula bien, en un palo, en un árbol, y a él lo tiraron al río. A poco andar, él pegó unos manotones. Había un árbol caído y se agarró él del árbol. Y Manuelito se salió para ajuera del agua, del río. Salió y se jue y buscó el animal. Y estaba la mula bien arrimadita. Entonce la desató como pudo, y subió otra vez y los siguió otra vez de nuevo. A la mula no le hicieron nada, sinó que la amarraron para que se secara ahí.

Se jue a siga de ellos otra vez. A mucho andar, lo ven.

-Pero, ¿que no es Manuel aquél, hombre, otra vez? Pero, ¡qué muchacho!

-Ahora -le dice Pedro- mirá, ¿llevemoló?

Juan no quería llevarlo:

-No, pero mirá, imaginate vos, es muy chico, nosotros somos unos hombres.

-Llevemoló, total, llevemoló.

-¿No te querís volver? -le dicen a Manuelito.

-No, yo no me vuelvo.

-Bueno, te vas con nosotros, pero vas a ser mozo.

-Bueno.

Entonces Pedro le dice:

-Mirá, te llevamo de mozo, pero hagamos otra cosa. Hagamos de un día de mozo uno, y otro día el otro.

Porque ya llegaban a un campo donde había peñascos, ¡era horrible! Tenían que hacer un camino muy largo para buscar los reinatos. Bueno... Ya llegaron y dijo Pedro:

-En primer lugar le va a tocar a Juan, el mayor, hacer de sereno toda la noche. El compromiso de él va ser amanecerse cuidando los otros dos que se acuestan a dormir, nada más, y él va atender los animales que llevamos, y a la mañana, cuando esté el desayuno listo, nos aula, y nosotros desayunamos y salimos.

Así era el acuerdo que iban a hacer todos. Bueno, muy bien...

Esa noche vino una fiera, una serpiente.

-Bueno ¿cómo hago? -dice Juan.

Y habrá que salvarlos. Porque no había que despertarlos a los demás, nada. El hombre se las tenía que arreglar como la suerte lo ayudara. Salió y la corrió. La pelió y la lastimó y se fue la serpiente. El tipo, después, no dijo nada. No le tenía que conversar ningún secreto a los otros, nada, nada.

A la otra noche ya le tocó a Pedro. La otra estapa le tocó a Pedro. Le ocurrió el mismo caso. También pelió con la fiera, la serpiente, y la lastimó y la corrió. Pero él no llevó ninguna muestra de que había peliado con la fiera, nada.

A la tercer noche ya le tocaba a Manuelito. Bué... qué iba hacer, ¡tan chiquito!, pues. Bueno... Lo más dispuesto él agarró y hizo todo lo que había que hacer a la noche. A eso de... sería la una de la mañana, sintió un gruñido. Era una fiera que venía muy cerca. Se azotaba cuando venía. Y era una fiera que tenía siete cabezas. Era una serpiente de siete cabezas. Salió él, antes que viniera. Ya venía cerca. Él salió a encontrarla. Ya la pelió y la pelió con un faconcito que tenía. La pelió hasta que la mató. Entonce agarró las cabezas, les sacó las siete lenguas y las ató en un pañuelo. Bué... A la madrugada sacó las ramas que había roto en la pelea, con el cuchillo, y borró todos los rayones del suelo, que no hubiera rastros, que no vieran los hermanos, ¿vio? En la lucha, en la pelea que tuvieron, la serpiente le apagó el fuego. No tenía fuego él y no tenía con qué encender y no podía despertarlos a ellos.

Entonce Manuelito dice:

-Bueno... En su mulita salió... O volvía con juego o se quedaba por ahí.

Salió... Al subir una montaña muy lejos divisó una luz que se apagaba y se encendía, que se encendía y se apagaba; al rato pobre, y al rato se levantaba. Entonces se jue Manuelito para allá. Y bueno... Ya llegó cerca y miró por entre los montes. Había gente por la orilla del juego. Ya vio que había gente y había un asado, todo eso. Eran saltiadores que había en un campamento. Ya dijo:

-Buenas noches, señores.

-Buenas noches. ¿Qué gente?

-De la carda.

Bueno. Dice:

-¡Pie a tierra!

Se bajó Manuelito.

-Sírvase compañero -le dice el hombre a Manuelito, señalandolé el asado.

Manuelito sacó el cuchillo y cortó un pedazo di arriba hasta abajo del costillar que estaban asando. ¡Gaucho, el Manuelito!

Dijo uno:

-¡Cambiau que andaba el perro! -lo que vio que Manuelito hacía todo como hombre.

Comió la carne, Manuelito, y pidió juego. Agarró un palo prendido, un tizón, y se jue. Cuando va cruzando, así, ve unas luces, así. Un reinato, ¿ve? Entonce dejó la mulita por allá y jue a curiosiar. Había ahí el custodio que estaba durmiendo ahí. Él pasó no más. Pero el hombre 'taba durmiendo, no lo vio. Porque los reyes manejaban esos custodios. Él entró para allá. Una puerta, una galería. Entró a una pieza. Una chica durmiendo. Una chica muy hermosa. Entonces jue y le sacó un anillo. Un anillo di oro que tenía. Entró más allá a otra pieza. Otra niña durmiendo. Le sacó otra prenda, un diamante. Entró más adentro. Otra chica más linda que las dos primeras. No había nada que robarle, le dio un beso, y se jue. Iba contento porque llevaba fuego. Llegó al campamento. Ya venía el día, ya. Hizo fuego. Ya preparó todo, el desayuno y los caballos ensillaus. Bueno, los despertó. Se levantaron, desayunaron los hermanos y se fueron.

Bueno, justamente llegaron a la parte de ese reinato ande había estado él, ¿vio? Estaban ya adentro. Claro, los reyes eran curiosos. Los mayordomos que tenían, ésos, llegaba algún forastero, y le avisaban áhi no más, inmediatamente al Rey. Les daban la posada y le avisaban al Rey. Entonces a la segunda noche, ellos los llamaban, les hacían reunión para comprobar qué personas eran, porque ellos tenían que saber quién dentraba ahí. Bueno... Fue el mayordomo, el capataz, y le dijo al Rey que habían llegado estos tres desconocidos, estos muchachos buscando trabajo, y áhi 'taban.

-Esta noche me los traen a esos muchachos -le dice el Rey.

Ya se había perdido el anillo de la chica, ya se había perdido el diamante de la otra, en fin. No se sabía qué pasaba y entonce el Rey dice:

-Por áhi han de 'tar.

Bueno, ya vinieron, los presentaron, los pusieron ahí, los hicieron sentar. Todos los del reinato vinieron ahí, pues. Que tenían que venir todos para saber lo que había. Entonces ya los sentaron ahí, los tres a un lado.

Entonce el Rey preguntó:

-¿Cuál es el mayor?

-Yo soy -dice Juan.

-¿Cuál es el que le sigue?

-Yo soy el del medio -dice Pedro.

-¿Cuál es el menor?

-Yo soy el menor -dice Manuelito.

-Cada uno de ustedes me va contar la historia de su vida, lo que le ocurrió a ustedes en su gira, en su viaje que han hecho. Cada uno va a decir.

Entonces dice Juan que era más deshermanado, dice:

-Pero no, este niño qué va a contar él, qué sabe.

-No -dice el Rey-, tiene que contar también.

Bueno, contaron. Áhi salió. Ya conversó Juan. Ya salió que había peliado con una fiera cuando 'taba cuidando los hermanos, en fin.

-¿Y qué constancia trae? -le dice el Rey.
No traía nada. Bueno... Pedro lo mismo. Conversó que era una cruzada muy fea, que le ocurrió eso, que pelió con esa fiera. Y dijo todo.

-¿Y qué constancia trae? -le dice el Rey.

Bueno, no tenía nada tampoco.

Bueno, ahora Manuelito.

-¿Qué tenés que contar Manuelito? -le dice el Rey.

-No, mi Rey -le dicen ellos-, qué va contar éste, tan chiquito.

-No, no, dejelón que cuente.

-Sí, mi Rey -dice él-, yo tengo que contar.

-Bueno, a ver, cuente.
-A mí me ocurrió un caso como los de mis hermanos. Yo pelié con la serpiente para salvarle la vida a ellos. Y justamente tuve la suerte que la maté.

-Y qué costancia trae -le dice el Rey.

-Aquí 'tá la costancia.

Sacó el pañuelito y sacó las siete lenguas.

-¡Ah, ése es hombre que tiene historia! -dijo el Rey-. Ése ha hecho muy bien.

Qué, los otros se querían morir. Claro, porque ellos no tenían costancia de la historia de la vida. Entonce dijo el Rey:

-¿Y qué más le ocurrió?

-Después, mi Rey, al verme que se apagó el fuego por el combate, la lucha que tuve con esta fiera, yo no sabía cómo iba hacer fuego a la madrugada. Salí a andar el mundo, porque iba perdido, a ver si encontraba fuego con qué hacer la comida o no. Así que me encontré, muy lejos, y divisé un fuego que ardía y se apagaba, así. Y jui hasta que llegué ande 'taba él. Lleguí y había unos saltiadores, y dijo todo él.

-Y me dijo esto, esto, en fin. Y al volver, me encontré con un reinato.

El Rey se reía.

-¿Y qué hizo ahí? -le dice el Rey.

-Y entré para adentro, y en primer lugar encontré una señorita que estaba durmiendo. Así, le llevé un anillo, acá está.

-Ése es mi anillo -dice la Princesa- y corrió y agarró el anillito.

-¿Y?...

-Y seguí, y había otra pieza y otra niña dormida y le saqué un diamante y acá está también.

-Bueno, a ver qué más le ocurrió -dijo el Rey.

-Y entré en la última pieza y había una chica que era muy hermosa y como no tenía qué llevarle, le di un beso -dice.

-Ése es mi beso -le dijo ella y jue y lo agarró y lo besó para sacarle el beso de ella.

Y a la final de todo, el Rey lu hizo casar a Manuelito con la hija menor. Y hicieron una gran fiesta.

Y se termina el cuento.




Manuel Antonio Jofré, 55 años. Malargüe. Mendoza, 1974. Lugareño rústico. Muy buen narrador. El cuento es una variante del cuento fundamental y contiene el motivo del cuento de “el chiquillo o los tres hermanos”.

Fuente: Cuentos y leyendas populares de la Argentina. Tomo 4

Berta Elena Vidal de Battini

http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12818308826726051109435/p0000002.htm

Sitio web de la imagen flickriver.com

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/04/los-trillizos.html

jueves, 4 de noviembre de 2010

MEDIO PAN Y UN LIBRO...

Nacimiento de las Bibliotecas Populares.

Discurso de Federico García Lorca cuando lo invitaron a inaugurar la biblioteca de su pueblo.


Medio pan y un libro.

Locución de Federico García Lorca al Pueblo de Fuente de Vaqueros (Granada). Septiembre 1931.

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

CAPAC HUCHA

EL RITUAL DE LA CAPAC HUCHA

Escrito por Catherine Lara

El hallazgo en 1999 de la “Doncella de Llullaillaco”, enterrada hace 500 años en el volcán homónimo ubicado al norte de Argentina, conmovió al mundo entero. De hecho, la ciencia la declaró momia mejor conservada hasta ahora conocida, y las investigaciones de su contexto funerario sacaron a relucir que la adolescente y sus dos acompañantes habían sido víctimas del ritual de sacrificio humano incaico de la Capac hucha.

Más allá del cariz funesto de una práctica generalmente percibida como cruel, la Capac hucha da cuenta de una compleja lógica de articulación entre factores políticos y religiosos precisos relacionados con la ideología imperial inca, tal como lo revelaron los estudios arqueológicos y etnohistóricos sobre el tema.

¿En qué consistía el ritual y cuál era su significado?

Desde un punto de vista etimológico, hucha significa deber, deuda, obligación, cuyo incumplimiento cobra el sentido de “falta”. De esta manera, en palabras de Gerald Taylor (1987), “el Capac hucha corresponde a la realización de una obligación ritual de máxima importancia y esplendor (Capac)”.

Efectivamente, este ritual era antes que nada una asamblea de oráculos venidos de todo el Tahuantinsuyo, y llevada a cabo con ocasión del Inti Raymi, de la coronación del Inca o de algún suceso catastrófico atravesado por el Imperio.

En la ideología religiosa del Tahuantinsuyo, los oráculos y las élites sacerdotales que los controlaban eran asimismo de suma importancia. Por consiguiente, el Inca consultaba regularmente los oráculos de las huacas imperiales, las cuales se hallaban representadas en el Cusco durante el ritual de la Capac hucha. Cada huaca tributaba al Inca con niños destinados a ser sacrificados. Éstos viajaban hacia el Cusco con sus caciques y representaciones de sus dioses locales. Una vez en la plaza del Cusco, los “peregrinos” rendían homenaje al Inca y a las divinidades principales del Imperio: el sol, la luna, y las momias reales. Luego, el Hijo del Sol consultaba con los dioses de sus provincias sobre asuntos militares o administrativos. El Inca recompensaba a las deidades de cada huaca, de acuerdo a las respuestas dadas por sus respectivos oráculos. Esta recompensa consistía en los niños tributados por cada huaca al Inca, cuya gran mayoría era sacrificada en su lugar de origen, a su regreso del Cusco (Gose 1996, Cieza de León).

Las víctimas debían ser niños saludables y físicamente perfectos.

El análisis de ADN de las momias de Lullaillaco reveló que las criaturas habían sido “engordadas” antes de su muerte. Al parecer, durante la mayor parte de su vida, éstas habían tenido una dieta principalmente basada en papas pero, durante el periodo aproximado de un año antes del sacrificio, su alimentación consistió esencialmente en maíz y carne seca de llama, un tipo de comida de carácter sagrado. El cronista Cobo (1964) subraya el buen trato otorgado a los niños antes del sacrificio. En el caso de Llullaillaco, se calcula que tres o cuatro meses antes de su muerte, éstos peregrinaron por las montañas hacia su última morada, seguramente en proveniencia del Cusco. En sus últimos instantes de vida, se les dio chicha y hojas de coca, contra el mal de altura o a manera de anestésicos. A raíz de estudios previos en otras momias halladas en la misma región, se descubrió que las víctimas habían sido asfixiadas, aunque Cobo señala que se las enterraba vivas, en necrópolis asociadas a las divinidades, acompañadas de un rico ajuar funerario, y veneradas por un grupo de sacerdotes encargados de su culto.

Existen diversas interpretaciones acerca del significado de la Capac hucha. Desde una perspectiva religiosa, las crónicas subrayan que era un honor ser elegido para este ritual, ya que se consideraba que, al morir, los niños se unían a sus antepasados y velaban por sus localidades (Silverblatt, 1988). Aquí prevalece también el significado simbólico y étnico del contexto en que eran enterradas las criaturas, montañas muchas veces. Dentro de la cosmovisión andina, éstas eran efectivamente asociadas a deidades (tales como Pariacaca), a centros cosmogónicos (pakarinas o pakarishkas) o a la fertilidad (Reinhard, 1985).

A nivel político en cambio, se ha planteado que dentro de un sistema imperialista, este tipo de ritual permitía infundir el terror entre las poblaciones conquistadas, facilitando así su control. En base a un análisis más profundo del ritual y su contexto, Gose señala que la consulta de los oráculos era ante todo un acto político que permitía consolidar el sometimiento y la dependencia de los cacicazgos locales hacia la autoridad inca. De hecho, era el Inca quien decidía acerca de la relevancia de cada oráculo, y lo recompensaba en consecuencia, creando así una jerarquía entre las huacas, en la cual el dios sol ocupaba desde luego el primer puesto. Por otra parte, el hecho de reunir a los dioses locales en el centro del Imperio era prácticamente una forma de apropiárselos. Para las localidades en cambio, la práctica de la Capac hucha consistía en una manera de redefinir sus cultos tradicionales dentro de las nuevas lógicas del Imperio, y de ser así reconocidas por éste (Silverblatt, 1988).

A modo de conclusión, cabe resaltar que si bien este tipo de prácticas causa muchas veces rechazo y repugnancia, los estudios arqueológicos y etnohistóricos han permitido superar su aspecto espectacular, sanguinario y quizá fascinante. Antropológicamente hablando, el ritual de la Capac hucha es un ejemplo enriquecedor de la forma en que una manifestación cultural aparentemente aislada se relaciona en realidad con un conjunto de factores, no solamente religiosos en este caso, sino también políticos e históricos.

martes, 2 de noviembre de 2010

LOS CUATRO DRAGONES




Hace mucho tiempo, cuando no había ríos ni lagos en la Tierra sino solamente el mar del Este, habitaban en él cuatro dragones: el Gran Dragón, el Dragón Amarillo, el Dragón Negro y el Dragón Perlado.

Un día, los cuatro dragones volaron desde el mar hacia el cielo, en donde comenzaron a jugar con las nubes.

De pronto uno de los dragones dijo a los demás “¡Vengan rápido a ver esto, por favor!”

"¿Qué sucede?” preguntaron al unísono los otros tres, mirando hacia donde apuntaba el Dragón Perlado.

Abajo, en la Tierra, se veía una multitud ofrendando panes y frutas y quemando incienso. Entre el gentío se destacaba una anciana de cabellos blancos, arrodillada en el suelo con un niño pequeño atado a su espalda. Ella rezaba: “Dios de los Cielos, por favor, envíanos pronto la lluvia para que tengamos arroz para nuestros niños”.

Y es que no había llovido por largo tiempo. Los cultivos se secaban, la hierba estaba amarilla y la tierra se resquebrajaba bajo el sol ardiente.

"¡Cuán pobre es esta gente!” dijo el Dragón Amarillo, “y morirán si no llueve pronto”.

El Gran Dragón asintió.

Entonces propuso "Vayamos a rogarle al Emperador de Jade para que haga llover”.

Dicho lo cual dio un salto y desapareció entre las nubes. Los demás lo siguieron de cerca y todos volaron hacia el Palacio del Cielo.

El Emperador de Jade era muy poderoso, pues estaba a cargo de los asuntos del cielo y de la tierra. Al emperador no le agradó ver a los dragones llegar a toda velocidad.

"¿Qué hacen aquí? ¿Por qué no se comportan como es debido y se quedan en el mar?

El Gran Dragón se adelantó y dijo: “Los cultivos de la Tierra se secan y mueren, su majestad. Le ruego que envíe pronto la lluvia”.

“Muy bien. Primero vuelvan al mar y mañana enviaré la lluvia”, dijo el emperador.

Los cuatro dragones le agradecieron y regresaron muy alegres.

Pero pasaron diez días y ni una sola gota de agua cayó del cielo.

La gente sufría más, algunos comían raíces, algunos comían arcilla, cuando ya no hubo más raíces. Viendo esto, los dragones se pusieron muy tristes, pues sabían que el Emperador de Jade sólo se preocupaba por su propio placer y nunca se tomaba a la gente en serio. Sólo ellos cuatro podían ayudar a la gente, pero ¿cómo hacerlo? Mirando hacia el vasto océano, el Gran Dragón dijo tener la solución.

"¿De qué se trata? ¡Habla ya!” dijeron los otros tres.

"Miren. ¿No hay muchísima agua en el mar en donde vivimos?

Podríamos tomarla y arrojarla hacia el cielo, entonces caería como si fuera lluvia y se salvarían la gente y sus cultivos” dijo el Gran Dragón. “¡Buena idea!” dijeron los demás aplaudiendo.

“Pero”, advirtió el Gran Dragón, “si el emperador se entera nos castigará”.

"Haría cualquier cosa con tal de ayudar a la gente” dijo el Dragón Amarillo.

"Entonces comencemos. De seguro no nos arrepentiremos” dijo el Gran Dragón.

El Dragón Negro y el Perlado no se quedaron atrás y volaron hacia el mar para llenar sus bocas de agua, que luego soltaron sobre la Tierra. Los cuatro dragones iban y venían y el cielo se oscureció de tanta actividad. No pasó mucho rato hasta que el agua del mar estaba derramándose en forma de lluvia sobre toda la Tierra.

"¡Llueve, llueve! ¡Los cultivos se salvarán!” toda la gente saltaba y gritaba de alegría. Las espigas de trigo y el sorgo se enderezaron. El Dios del Mar descubrió lo que estaba sucediendo e informó al emperador.

"¿Cómo se atreven los cuatro dragones a dar lluvia sin mi permiso?”

El Emperador de Jade estaba furioso y ordenó a las tropas del cielo que apresaran a los dragones. Los dragones, en evidente inferioridad numérica, no pudieron defenderse y pronto fueron arrestados y llevados al Palacio del Cielo.

"Ve y pon cuatro montañas sobre los cuatro dragones, para que nunca más puedan escapar” ordenó el emperador al Dios de las Montañas. Este uso su magia para que cuatro grandes montañas aparecieran volando y cayeran sobre los cuatro dragones. Aún así, los dragones nunca se arrepintieron de sus actos. Decididos a ayudar a la gente por toda la eternidad, se convirtieron en cuatro ríos, que corrieron atravesando las montañas y los valles, cruzando el territorio de oeste a este para llegar finalmente a su hogar, el mar.

Y así se formaron los cuatro grandes ríos de China: el Heilongjian (Dragón Negro) en el norte, el Huanghe (Río Amarillo) en el centro, el Changjiang (Yangtze, o Gran Río) en el sur y el Zhujiang (Perlado) mucho más al sur.

Traducción de Marcelo Viggiano.

lunes, 1 de noviembre de 2010

MI CAMA ES UN JARDÍN

Telera de Huilla Catina, Dpto. Loreto
Santiago del Estero

"MI CAMA ES UN JARDÍN"
[1937]



Era una región más árida que muchas otras de la Provincia. De una aridez desoladora. De una árida desolación. Había un perro flaco que no ladraba, unas ovejitas cabizbajas que no balaban, sin duda porque nada podía recoger allí su voz. Junto al ranchito terroso, apenas distinto por su pequeña masa tumular, en la perspectiva de árida inmensidad en que conjugaban aquella media tarde tierra y cielo, alzábase un algarrobito de talle exiguo y follaje esquemático, que daba la impresión de que hubiera detenido voluntariamente su desarrollo y la expansión de su fronda en aquel punto, porque ¿para qué? …

Yo mismo, confieso, me sentí distendido y anulado. Y sólo mi automatismo de ser traslaticio y ambulatorio pudo llevarme a dar una vuelta al ranchito. Y fue contoneando una esquina que tropecé de manos a boca con aquello. Digo tropecé, pero en realidad lo que aconteció fue que aquello se me vino encima, me cortó el paso agresivamente. Era una colcha santiagueña desplegada al sol entre dos estacas. Estaba armada de rojos, amarillos y verdes, en haces, y cuchillas, y zigzagueantes y masas que resplandecían, y coruscaban y crepitaban, en esgrimas, disparos, proyecciones y flameos, como dirigiéndose numerosamente al bulto. Aquello era algo así como el malón del color a plena luz. Diré, en una palabra, que allí mi inermia descubría el infinito número, el múltiple alarido, la ofensiva, la carga del color descolgado. Diré que allí, en aquella desolada aridez, el color concentraba la voz, la voluntad y la forma que faltaba a las cosas. Diré que allí la nulidad unánime del cielo y la tierra, conjugando en la misma inmensidad indistinta, en la misma indiferencia, confesaba una herida sangrante, una vena alcanzada de abajo. Diré…

Busqué en mi desazón a alguien en quien fiarla, y descubrí junto a uno de los horcones del ranchito a una mujer de negro, un manto negro encuadrándole el rostro caoba. Las manos cruzadas sobre el vientre. Parecía de pronto volver el silencio estéril, la derrota muda del paisaje, con ella. Pero nada podía detener ahora mi confusa ansiedad, y me desahogué señalándole la colcha con la mano y estas palabras:

-¡Qué lindo!

Un resplandor potente rebasó sus ojos y la cara caoba se rajó en una sonrisa que dejó en descubierto un carozo blanco, y se animó el desmañado cruce de sus manos sobre el vientre. Entonces de su boca escaparon estas palabras:

-… Y si viera mi cama. Mi cama es un jardín…

Pues que lo había dicho, no necesitaba ya ver su cama. En la espesa penumbra del rancho ocluso estaría reverberando de alguna sobrecama palpitante, de colores tan vivos que parecen entrar en movimiento, animarse a la existencia biológica.

He pensado después muchas veces en aquella frase espontánea. Si nos es menester una teoría sobre el sentido plástico y la concepción estética ingenua que se enuncia en esas colchas, ahí está toda entera en esa frase. Acaso ella alcanza a darnos una clave del enigma vital del arte. Pensad en que la tejedora campesina fabrica las colchas para introducir en el orden de la vida espiritual del hombre eso que aquella mujercita llamaba casi esotéricamente “jardín”. Por contraste con la parda y árida comarca donde la escuché, brotó como con fuerza de exorcismo, de conjuro mágico, de fiat. ¿Qué sabía ella de jardines si no era su angustia, si opresión del paisaje mezquino y anulante, su esencial necesidad de color y de forma? Puesto que Dios le negaba paisaje, el alma se lo hacía tan fastuoso que compensaba con exceso la falta.

Hay que considerar, pues, que esas colchas constituyen expresiones artísticas auténticas. Pueden alguna vez no interesar al gusto a la moda, al gusto burgués siempre tan indeciso y mudable. Pero la medida de su valor estético no puede ser el gusto contingente de quien sólo encuentra las colchas como producto de mercado, sino el gusto o sentimiento de quien las hace para su vida, desde su vida.
Fauna nunca vista, fantástica flora, triángulos, signos escalonados, reptiles misteriosos, soles y lunas y estrellas de cielos ignorados.

Verdaderamente, la mano que conjura entre los cuatro palos del telar “el jardín” del alma, sabe de la magia de la creación divina.


Bernardo Canal Feijóo
“Ensayo sobre la expresión popular artística en Santiago del Estero”, Compañía Impresora Argentina, Buenos Aires, 1937

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/06/bernardo-canal-feijoo.html

domingo, 31 de octubre de 2010

FUEGO DE LEÑA DE CALAFATE



Atesora la leyenda que, la Zorrina, el Gato del Pajonal y el Piche, cacique de ambos, mantenían el fuego. Los tres lo cuidaban gracias a un yuyo que llamaban oukha-ínash. Ellos ponían una piedra cerca del yuyo, la chocaban con otra y ahí saltaba la chispa que prendía la hierba. El fuego más grande era para el Piche; cuando los otros se acercaban para calentarse, este hacía chiquito el fuego y no les dejaba quemar leña en su fogón.

Cierta vez, calentita por el fuego, la joven Zorrina se acercó a otros animales, quienes le pidieron fuego para calentarse y cocinar. La Zorrina no escuchó las súplicas y se pavoneó entre los ateridos.

La vieja Cisne se enfrentó a la recién llegada acusándola de egoísta.

Por más que la Zorrina negaba la posesión del fuego, el olor a humo en su piel contradecía sus palabras.

Asustada, la Zorrina corrió a avisarle a su cacique que escondiera el fuego para que los demás animales no pudieran tenerlo.

Presuroso, el Piche tapó la hoguera y se echó encima para que nadie la encontrara.

La gente de la toldería le pidió a Elal que interviniera, a fin de que todos pudiesen disfrutar de las bondades del fuego.

El héroe tehuelche salió a caminar por el campo y encontró al Piche haciendo fuego tapadito.

La visita a la toldería del Piche parecía casual, aunque este suponía que Elal venía por fuego y no por cortesía.

La Zorrina y el Gato del Pajonal no salieron de su toldo, por temor a las reacciones de Elal.

Como el Piche poco pudo hacer para esconder el humo que se escapaba del fuego tapado, Elal aprovechó la oportunidad y de buen modo le pidió un poco de carbón quemado.

Este le respondió que nada tenía para darle, mientras nerviosamente soplaba la columna gris, tratando de desvanecerla en el aire.

El héroe de la Patagonia intentó por última vez razonar con el Piche solicitándole un tizón para hacer fuego, para que la gente pudiera calentarse y cocinar. El Piche se negó.

Elal, enojado por la actitud del bicho, lo empujó muy lejos.

Y ahí estaba el fuego; carbón quemado de leña de Calafate. Elal se lo llevó a los paisanos, que así pudieron calentarse y comer carne asada.

Cuando Elal le sacó el fuego al Piche, le cruzó el lomo en tiras, por no habérselo querido dar. Por eso tiene ahora esas rayas en el caparazón.

Desde entonces, el Piche se fue al campo y no volvió más junto a los paisanos.

El Gato del Pajonal y su amiga la Zorrina huyeron con él.

Hasta hoy, el Piche come hutas y la Zorrina cucarachas.


Fuentes: http://elal-patagonia.blogspot.com/2009/03/ciclo-heroico.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/02/elal-y-sus-inventos.html