Cuando los Elfos llegaron a la Tierra desde sus inexpugnables moradas, acostumbraron a habitar en medio de los bosques vírgenes.
Trataron por todos los medios de mantener alejada a la Gente Grande de allí, y para ello utilizaron a Vigilantes, seres humanos sometidos a los Elfos por poderosos encantamientos.
Cuando un ser humano entraba en sus posesiones, los Vigilantes daban aviso a los Elfos y estos, la mayor parte de las veces, los sometían a tormentos despiadados hasta que morían.
Sólo los poetas y los soñadores podían tener alguna posibilidad de salvarse de las maldiciones élficas, aunque poco les duraba la suerte si caían en manos de los Vigilantes, celosos de su fortuna y condenados a no poder huir de los Elfos.
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