sábado, 14 de junio de 2008

BERNARDO CANAL FEIJOO





Nació en Santiago el 23 de julio de 1897.

Obtuvo el título de Abogado y Dr. en jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires en 1922.

Allí se vinculó al grupo "Martín Fierro", renovador del verso y la composición.

De regreso, trajo esos fermentos a su tierra y convocó a escritores, músicos e intelectuales del medio a nuclearse en una entidad cultural.

Así nació "La Brasa" a fin de 1925, contemporánea con Penúltimo Poema del Fútbol, el primero de sus libros de versos.

Entre 1932 y 1934 se volcó al ensayo histórico, social y psicológico, para desentrañar el arte y la existencia del santiagueño que culminó con su mayor obra: “Ensayo sobre la expresión popular artística en Santiago del Estero”, Primer premio de la Comisión Nacional de Cultura en 1938.

Más tarde obtuvo el premio municipal de Buenos Aires en 1944 con “Pasión y Muerte de Silverio Leguizamón” y su obra póstuma sin representar “Asesinato en el Palacio”.

Su indagación del país se concreta en "Teoría de la Ciudad Argentina", "Alberdi: Constitución y Revolución" y muchas obras de singular jerarquía.

Antes de trasladarse a Buenos Aires fundó PINOA en un intento de planificación regional.

En Capital Federal fue Director del Departamento de Relaciones Culturales de la Universidad Porteña, Decano interventor en la Facultad de Humanidades de La Plata, Gran Premio de Honor de la SADE, Sociedad Argentina de Escritores, y miembro de la Academia Argentina de Letras cuya Presidencia ejercía al momento de su muerte.

Canal Feijoo contribuyó a esclarecer la psicología y el destino de los argentinos profundizando en nuestra historia social y constitucional.

Por su colaboración y traducción de la obra de los hermanos Wagner sobre la Civilización Chaco-Santiagueña, el gobierno de Francia le otorgó la Legión de Honor en 1934 que contribuyó a realzar, por su intermedio, la cultura de Santiago del Estero.

El 10 de octubre de 1982 falleció este hombre ejemplar.

Como homenaje a su obra se instituyó el Día de la Cultura Provincial.



viernes, 13 de junio de 2008

LA MADREMONTE




Toda vestida de hojas y de líquenes, vive en la profundidad de los bosques. La cabellera, víctima de soles y lunas, le oculta el rostro. Ese es su enigma: podemos escuchar el grito de fiera entre los árboles, ver la silueta que se pierde en la espesura, pero nadie ha visto nunca su rostro cubierto de musgo y sombra.

La Madremonte ama las grandes piedras de los ríos, construye sus aposentos en los nacimientos de las quebradas, se distrae con el silbido de las mirlas y los azulejos. Algunos han creído escucharla cuando imita el canto de los grillos en las tardes de verano y cuando persigue las luciérnagas en las noches sin luna.

Como vigilante de las selvas, la Madremonte cuida que no desaparezca la lluvia y el viento, orienta los periodos de celo de los animales del monte, grita de dolor cuando cae alguna criatura de su dominio. Por eso, odia a los leñadores y persigue a los cazadores: a todos aquellos que violan los recintos secretos de las montañas.

Cuando la Madremonte está poseída de furia, se transforma: los ojos despiden candela y con las manos de puro hueso, se agita de rabia entre los matorrales. Se desencadenan entonces, los vientos y las tormentas. Los ríos y las quebradas traen inundaciones, arrasan las cosechas y el ganado.

Todo parece como si se anunciara el estremecimiento de la tierra y los astros.

jueves, 12 de junio de 2008

LA PATASOLA




Enemiga de los hombres, acosada por una culpa antigua, poseída del horror de su propia apariencia, jamás se detiene en su vértigo de odio y espanto. Allí va con los ojos tortuosos y lejanos y el cabello enredado de lianas. Dando saltos con la pata de oso desaparece de la espesura.

Compañera de los tigres y las arañas, trasnochada por la pena de un amor desorbitado, la Patasola odia el agua, los cielos azules y la salida del sol. Su reino pertenece a los crepúsculos y a las noches tenebrosas de los montes. Aunque algunas veces, cuando olvida el dolor, canta o espera la aparición de la luna sobre el copo de los árboles.

Tiene el poder de la metamorfosis: cambia de mujer horrible, de dientes felinos y ojos abultados a muchacha bella, insinuante como un espejismo entre los árboles. Así atrae a los hombres y a los caminantes desprevenidos. Así los devora totalmente en la selva.

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/07/la-patasola.html

miércoles, 11 de junio de 2008

KULTRUN




El Kultrun es el microcosmos simbólico de la Machi y de la Cultura Mapuche, en el cual se plasma su particular concepción espiritualista del universo.

Es un tambor ceremonial que usa la machi en rogativas y rituales.

Su membrana dibujada representa la superestructura cósmica y sus diversos componentes inmateriales, ella representa por tanto, a las cuatro divisiones de la plataforma cuadrada terrestre orientada según los cuatro puntos cardinales a partir del Este, a la tierra de los Cuatro Lugares, o Meli Witran Mapu.

Por otra parte, la vasija de madera del kultrún, junto a los objetos simbólicos introducidos en ella, representa a la infraestructura cósmica y terrestre con sus diversos componentes materiales.

Según la creencia mapuche, desde ese momento permanecerá para siempre la voz y la energía de su dueña dentro del kultrún, produciéndose así una identificación de la machi con su instrumento, el cual simbolizará su propia voz y su propio poder chamánico.

Una vez concluida la introducción de la voz de la Machi el instrumento se cierra fuertemente amarrando el bordón.

Fuente: Ser Indígena

martes, 10 de junio de 2008

El MOHAN O MUAN




Es mucho lo que la imaginación popular ha urdido sobre un personaje monstruoso que para diversas culturas se presenta de tantas formas como espectadores dicen haberlo visto.

Se le describe como un ser androide, muy corpulento, con una abundante y descuidada cabellera que utiliza para cubrir gran parte de su cuerpo.

Su cara es tosca y de miedoso aspecto, sus frecuentes griterías y risotadas han sido el terror de los hombres que trabajan en el agua, como pescadores, bogas y las lavanderas de ríos.

Los pescadores lo describen como un ser travieso, andariego, buscador de aventuras, maligno, enredador y busca pleito con ellos, pues les desaparece sus pertenencias y les juega malas pasadas.
A las mujeres se les presenta como un Sátiro engañador, enamorado y sucio.

Este mito no es exclusivo de Antioquia, pues en otros departamentos se le conoce con otras variantes como: Mohán de yarumal, El Tigre Mono o Mohán del Tolima.

Es uno de los mitos más tradicionales de Antioquia, y por eso no es gratis que se emplee esta comparación para definir a aquellas personas grotescas y mal vestidas con esta figura mitológica.

Los antioqueños no le decimos mohan sino el Muan de los infiernos.

Se cree que son hombres que viven en las cavernas a orillas de los ríos donde fumaban tabaco y se robaban a las mujeres que más les gustaban cuando éstas iban a lavar la ropa a la quebrada razón por la cual las debía de acompañar un hombre.

Las mujeres le tienen pánico, porque el decir de la gente sobre este personaje es que, es un violador, un sátiro incorregible, persigue a las jovencitas que apenas están saliendo de la pubertad, se las lleva para sus cavernas para acariciarlas y decirles cosas horribles, maliciosas y obscenas. Algunos cuentan que en sus cavernas posee tesoros y guacas de oro pero que es imposible llegar a ellas.

Algunos cuentan que realmente no es mueco, que por el contrario, tiene una dentadura en puro oro, que cuando abre la boca se ilumina la montaña.

Que su sed de niños es insaciable y que en su costal, caben todos los que él quiera llevar.

lunes, 9 de junio de 2008

LAS PIEDRAS DE TUNJA




Estas piedras están ubicadas a las orillas de un lago muy extenso que cubría la Sabana de Bogotá. Las leyendas o versiones históricas al respecto abundan. He aquí algunas. Se sabe que este parque arqueológico era el sitio de reunión de los jefes chibchas o zipas. Allí, con sus mujeres y demás súbditos de la corte se celebraban ceremonias religiosas.

En 1538, Gonzalo Jiménez de Quesada, al mando de sus soldados españoles, hirió gravemente a Tísquesusa, último jefe de los chibchas. Este fue llevado por sus súbditos indígenas hasta las piedras de Tunja, donde falleció. Más tarde, la tumba de Tisquesusa fue abierta por el conquistador Quesada, quien creyó que ella encerraba un valioso tesoro, pero únicamente halló una copa de oro.

La leyenda cuenta que los sacerdotes de la comunidad Franciscana en Quito estaban levantando una iglesia. La construcción avanzaba pero las piedras disminuían en las canteras vecinas hasta el punto de paralizar la obra.

Uno de los sacerdotes, después de pensarlo una y otra vez, tomo la fatal decisión de vender su alma al diablo a cambio de grandes piedras para poder continuar la construcción del templo.

El diablo, lleno de alegría por el negocio celebrado, se puso a buscar las piedras más enormes que pudiera encontrar; y efectivamente las halló cerca de la población de Tunja.

Organizó dos escuadrones de diablos, escogiendo a los fuertes y ágiles. Las enormes piedras serían llevadas por los aires en las noches de luna para no ser vistas en el día.

El primer trayecto lo hicieron hasta la población de Facatativa. Allí descansaron de su gran esfuerzo.

Estando el diablo en Facatativá, un mensajero le llevó la noticia de que el sacerdote franciscano había tenido un sueño relacionado con su iglesia y que, después de meditarlo varias veces, había resuelto deshacer el pacto celebrado con el diablo.

El sacerdote se había retirado de la comunidad franciscana para ser admitido en la comunidad de los cartujos.

El diablo, furioso y humillado, maldijo a gritos; luego ordenó a su ejército de diablos que abandonaran las piedras.

Dicen que los gritos y llantos del diablo eran tan fuertes, que hasta hoy se escucha el eco en las noches de tormenta.

Muchas personas piensan que las Piedras de Tunja se encuentran en la ciudad de Tunja, pero no es así. Esas enormes piedras están, desde hace miles de años, en la población de Facatativá, a unos 40 kilómetros de Bogotá.

domingo, 8 de junio de 2008

BACHUÉ LA MADRE DEL GÉNERO HUMANO




Uno de los mitos chibchas de la creación de los hombres es el de Bachué, la madre del género humano. Las narraciones mitológicas muiscas indican que en las regiones cercanas a Tunja existía la Laguna de Iguaque, de cuyas aguas emergió Bachué, nimbada de una luz que hizo resplandecer la tierra.

La diosa femenina sacó consigo de la mano a un niño de tres años con quien bajó la serranía y en el llano, en donde posteriormente surgió el pueblo de Iguaque, construyó una choza, la cual se convirtió en la primera vivienda de los muiscas en Boyacá.

Cuando el niño creció en su desarrollo natural, Bachué se casó con él, realizándose así el primer matrimonio chibcha. Esta unión fue tan importante y la mujer tan prolífica y fecunda, que en cada parto tenía entre cuatro y seis hijos, con lo cual muy pronto se llenó de gente la tierra. Este es el origen chibcha del género humano.

Bachué y su hijo y esposo viajaban por todas partes, dejando hijos en todas ellas. Cuando ya estaban viejos llamaron a sus descendientes y fueron acompañados hasta la laguna de Iguaque, su lugar de origen. Allí Bachué les hizo una plática final, exhortándolos a la paz, después de la cual se despidieron y se convirtieron en dos grandes serpientes que se sumergieron en la laguna, que desde entonces se convirtió en santuario chibcha.

Los muiscas hacían peregrinaciones a los "Bohíos sagrados" dedicados a la diosa Bachué y a su esposo, que en algunos cronistas aparece como Iguaque o Labaque. Estos dos bohíos de adoración se comunicaban uno con otro. En uno de ellos se adoraba la figura de un niño de tres años, puesto en pie y de oro macizo, y una piedra de moler maíz, también de oro macizo.

En los bohíos, los españoles encontraron numerosas ofrendas: mantas de algodón finas y bien hechas, oro fino en pedazos de barras, tejas y centillos, figuras antropomorfas y zoomorfas llevadas como ofrendas.

A la isla Santuario de la Laguna de Fúquene, los chibchas hacían una peregrinación para adorar a varios dioses, entre ellos a Bachué.

El culto a los dioses chibchas era servido por cien sacerdotes, quienes atendían a los peregrinos que llegaban frecuentemente de todas partes. Allí se localizaba uno de los Cucas, o seminarios para la formación de los jeques chibchas.

El mito chibcha de Bachué representa el dualismo entre la madre agua y la madre tierra; es el mito femenino más importante entre los indígenas colombianos, el cual permanece en la estructura mental de los pueblos del altiplano cundiboyacense con algunas supervivencias míticas en sus tradiciones y creencias.

Este mito proyectó la supravaloración de la mujer entre los chibchas, dejando en el transfondo de la mentalidad social los caracteres de un pueblo con algunas tendencias hacia el matriarcado.
En la organización social chibcha, los clanes estaban ligados por línea materna, por lo cual los hombres y las mujeres pertenecían al clan por línea femenina.

Precisamente para la sucesión de los caciques chibchas existía la línea matrilineal: Al zipa de Bacatá lo heredaba su sobrino del Cacicato de Chía; al Zaque de Tunja lo heredaba su sobrino de Ramiriquí, y el cacique Tundama lo heredaba su sobrino, hijo de su hermana.

El mito de Bachué también está en relación con la fertilidad de los campos, las cosechas y la influencia de la mujer. Tenemos en cuenta que el matriarcado tiene raíces profundas en la organización social primitiva, en la cual las mujeres dispusieron de la autoridad doméstica y política. Las mujeres chibchas alternaban las faenas agrícolas con los trabajos de alfarería, tejidos, hilados y la dirección del hogar.

Texto tomado de Javier Ocampo López