sábado, 10 de julio de 2010

EL PEZ Y LA TORTUGA


Amanecía. Los primeros rayos del sol se reflejaban en las aguas azules del mar de Arabia.

Una tortuga salía de su sueño profundo y se desperezaba en la playa.

Abrió los ojillos y, de repente, vio un pez que sacaba la cabeza del agua.

Cuando el pez se percató de la presencia de la tortuga, le preguntó:

-Amiga tortuga, presiento que hay sabiduría en tu corazón y quiero hacerte una pregunta: ¿qué es el agua?

La tortuga no repuso al instante.

No podía creer lo que le estaba preguntando aquel pez que estaba cerca de ella.

Cuando se dio cuenta de que no estaba durmiendo y el suceso no era parte de un sueño, repuso:

-Amigo pez, has nacido en el agua, en el agua estás viviendo y en el agua hallarás la muerte. Alrededor de tu cuerpo hay agua y agua hay dentro de tu cuerpo. Te alimentas de lo que en el agua encuentras y en el agua te reproduces. ¡Y tú, pez necio, me preguntas qué es el agua!

viernes, 9 de julio de 2010

CUPIDO Y PSIQUE

Cupido y Psique, Lionel Noel Royer.


En la antigua Grecia Cupido era conocido como Eros, el hijo joven de Afrodita la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Para los romanos cupido es el dios del amor hijo de Venus y de Marte, dios de la guerra.

Cupido era ayudante de su madre Venus, dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. Era pícaro y carismático, pero a veces cruel con sus víctimas, ya que no tenía escrúpulos.

A la espalda llevaba dos clases de flechas: unas doradas con plumas de paloma que provocaban un amor instantáneo, y otras de plomo con plumas de búho que provocaban la indiferencia.

Consciente del poder que tenia, a veces rechazaba las peticiones de su madre y los demás dioses de interferir en el curso de la vida de algunos mortales y así que provocaba frecuentes problemas a los dioses.

Un día se enfadó con Apolo cuando éste bromeo sobre sus habilidades como arquero, por lo que Cupido hizo que Apolo se enamorara de la ninfa Dafne y a ella le disparó una flecha con punta de plomo. Dafne rezó al dios río Peneo pidiendo ayuda y fue transformada en un árbol de laurel, que se consagró a Apolo.

De este modo, entre rebeldía y travesuras, Cupido cumplía con su cometido, al paso del tiempo Venus comenzó a preocuparse porque su hijo no crecía, en busca de una respuesta se dirigió al Oráculo de Temis, quien le dijo: “El amor no puede crecer sin pasión”.Venus no comprendió la respuesta hasta que nació su hijo Anteros, dios de la pasión. Cuando estaba junto a él, Cupido crecía y se transformaba en un hermoso joven, pero cuando se separaban, volvía a ser un niño.

Por otro lado en la Tierra de los mortales vivía una princesa llamada Psique (Alma), que a pesar de ser tan bella no lograba encontrar marido pues los hombres que la idolatraban no se sentían dignos de ella.

Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psique, pero éste predijo que ella encontraría el amor en un precipicio. El marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y poderosa, llegaría hasta ella y la haría su esposa.

Venus celosa por la gran belleza de Psique le pidió a Cupido que la hiciera enamorarse locamente del hombre más feo, vil y despreciable del mundo. Enterada de que se encontraba en el borde del abismo, envió a su hijo a dispararle sus flechas pero este al verla, se enamoró profundamente de ella y creció hasta convertirse en un apuesto joven.

Contra los deseos de Venus, Cupido llevó a Psique por arte de magia a un castillo aislado y se casó con ella, teniendo la condición de que como simple mortal, tenía prohibido mirarlo.

La princesa al sentirlo cerca y escuchar su dulce voz no sintió temor, estaba segura que no era un monstruo, sino el amante esposo que tanto tiempo había deseado. Él la visitaba todas las noches rogándole siempre que no viera su rostro.

Eran muy felices hasta que convencida por sus envidiosas hermanas, Psique rompió la prohibición impuesta por los dioses y miró a su marido.

Eso le valió el castigo de ser abandonada por Cupido, quien con tristeza se despidió diciéndole: “El Amor no puede vivir sin confianza”. Expulsada del castillo, la arrepentida princesa recorrió el mundo en busca de su amado, superando una serie de desafíos cada vez más difíciles y peligrosos impuestos por Venus.

Como última instrucción le dio una pequeña caja indicándole que la llevara al inframundo. Tenía que llevar un poco de belleza a Proserpina la esposa de Plutón. Se le advirtió también que por ningún motivo debía abrir la caja.

Psique se alistó para el viaje y durante el se enfrentó a varios peligros que fueron superados gracias a los consejos dados, sin embargo la curiosidad por abrir la caja la venció y entonces lo hizo, y al momento cayó en un profundo sueño que parecía la muerte.

Cupido al encontrarla, le retiró el sueño mortal de su cuerpo y lo puso de nuevo en la caja. Finalmente la perdonó al igual que Venus.

Fue tanto lo que ella luchó que finalmente los dioses conmovidos por el amor de Psique hacia Cupido, la convirtieron en una diosa para que pudiera reunirse con su amado.

Felizmente Cupido y Psique: El Amor y el Alma, se unieron tras duras pruebas. De esta unión nació una hija llamada Voluptas cuyo nombre significa “Placer”, de donde derivan palabras como voluptuosidad.

A partir de la historia de estos dos personajes el amor ha sido simbolizado por dos corazones atravesados por una flecha: la flecha de Cupido.

jueves, 8 de julio de 2010

JAUJA



El nombre Jauja ha conocido las siguientes alternativas idiomáticas: Xaxay, Sausa, Xexeg, Jauja.

Al pasar de Indias y de España a Francia e Italia, Jauja, pronunciado a la italiana, se convirtió en Cáuca, y, a la francesa, en Cocá, de donde provinieron las locuciones de «pays de Coccagne» y «paese di Cuccagna», a tiempo que tomaba consistencia en ambos países la leyenda de un Jauja «cuyos ríos fueron de leche, de miel y de vino, y de las ramas de cuyos árboles colgaban en forma de floración pantagruélica lechones asados...».

Con ello, la mente europea, harta de las austeridades exageradas de la Edad Media, pareció querer hacer revivir en nuestro continente virgen la nunca olvidada Edad de Oro de los tiempos mitológicos.

Pero es el caso que debajo de las apariencias de aquella fábula, adaptada al medio incaico, hubo un fondo de verdad que al crítico le corresponde dilucidar.

Saxay, razón de ser filológica de Xauxa y de jauja, es verbo de la lengua quechua que expresa hartarse, saciar el hambre y la sed, locupretarse.

Participan de la radical sacs los siguientes nombres geográficos de la sección del continente de Sudamérica que estuvo sometido a influencia quechua: Xauxa, Cauca (en Colombia), Caricato (en la provincia de Chincha, en el Perú), Xaixahuaman (en el Cuzco), Saxama (en Tacna), Sejsej (en Arequipa) y veinte otros.

Y es que en las diferentes provincias del Perú incaico hubo verdaderamente saciaderos, o sea asientos de extraordinaria abundancia en los renglones del comer, el beber y el vestir.

En ellos se repartía, con nunca vista liberalidad a vecinos y forasteros, los mantenimientos y ropas que hubo almacenados en los Tambos Reales, a medida que los nuevos aportes de las comunidades sometidas a tributación llenaban el vacío producido por aquellas reparticiones.

Sabido es que bajo el gobierno de los Incas, cuanto produjo el país por el trabajo de sus individuos se repartió en tres partes iguales: la una para el Inca, la otra para el Sacerdocio y la restante para el común de súbditos; y que la parte destinada al Inca se almacenó en los Tambos Reales que hubo en las diferentes provincias, y sirvió para el mantenimiento de los ejércitos en marcha y de los individuos incapacitados para el trabajo.

Mas como fue menor la cantidad de mantenimientos y ropa que se sacaba de aquel acervo y mayor la que se metía en él, resultó un sobrante que fue del caso repartir con suma liberalidad entre los que lo solicitaban por épocas determinadas del año incaico.

Cuando en España se inventó la expresión «rico como un Perú», se quiso recordar, no tanto el rendimiento de sus ricas minas, cuyo rendimiento, al fin, demandaba trabajo personal, cuanto la bienandanza de que fueron teatro los antiguos «saciaderos incaicos»: las antiguas Jaujas.

Fuente: Las leyendas geográficas del Perú de los Incas autor Rómulo Cúneo-Vidal (del Instituto Histórico del Perú y Correspondiente de la Real Academia de la Historia), edición digital a partir de Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 87 (1925), pp. 309-316.

miércoles, 7 de julio de 2010

SAN FERMÍN


Fermín, obispo (¿† s. II?)

Pampilón para los romanos, Iruña para los vascos -sus pobladores de siempre- y Pamplona en la actualidad. A orillas del Arga, pequeña meseta entre montañas y punto de confluencia en los trazados de las vías romanas por la situación estratégica que unía las ubérrimas tierras de Aquitania -más allá de los montes- con los feraces campos ribereños del Ebro.

Es san Fermín su patrón y cada año, en los primeros días del estío, la celebración de su fiesta revoluciona la ciudad que se convierte por un breve tiempo en un continuo ir y venir, correr y saltar ruidoso, explosivo, alegre, cantante y bullanguero de sus gentes; muchos con pañoleta roja anudada al cuello; otros vestidos de camisa, pantalón blanco y calzados con zapatilla ligera; los más sin señal externa en la indumentaria, pero con retozos en el alma por la fiesta del patrón. ¡Que algo queda de la fe que plantó!

No hay mucho que pueda señalarse acerca de su vida. Nació en un ambiente marcado por el paganismo. Tan pagano era el politeísmo de la mitología romana que pretende dominar tierras y hombres, como paganismo era el uso de los adoradores de dioses ancestrales que daban culto a fuentes, ríos, árboles y hacían ofrendas en las encrucijadas de los caminos del bosque.

No hay seguridad histórica sobre los datos de su nacimiento, y pocos son los apoyos firmes acerca del momento exacto en que vivió; de hecho, hasta hoy los entendidos discuten entre ellos intentando la mayor aproximación posible.

Se da por probado que sus padres eran romanos: Firmo, alto funcionario de la administración en el lugar y su esposa Eugenia, matrona ilustre por su ascendencia noble.

Conocieron al presbítero Honorato que con sencillez y gravedad les enseñó los rudimentos de la fe cristiana; para eso había sido enviado desde las Galias por el obispo Saturnino que apostolizaba la región del Languedoc. Luego será el mismo obispo Saturnino quien venga a Pamplona -llamada también por las Actas Pompanyópolis- para bautizar a los primeros cristianos navarros. Y poco después, recién bautizado, Fermín vivirá tras los Pirineos; llegará más adelante a ordenarse sacerdote y luego será consagrado obispo de Pamplona -el primero- donde organizará a su rebaño creciente, ordenará sacerdotes y dispondrá lo necesario para extender la salvación.

Da testimonio de Cristo con valentía y audacia desconocida hasta el momento por más tierras que las navarras.

Se le vio evangelizando en Agen, Auvernia, Angers, Anjou y Normandía.

En Beauvais dicen que estuvo preso. La Picardía y los Países Bajos conocieron al santo y en Amiens -que también lo tiene por patrón, aunque celebra su fiesta en distinta fecha- fue decapitado.

Dicen que un neoconverso por nombre Faustiniano recogió su cadáver y le dio sepultura en su misma propiedad hasta que más tarde trasladaron sus restos a la iglesia que el mismo Fermín construyó. Más adelante, se repartieron sus reliquias entre Amiens y Pamplona.

Extraído de: http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/santoral/santoral.htm

martes, 6 de julio de 2010

MILAGRO EN EL RIO SALADO

Juan Manuel Reyes Cruz 6 de julio de 2010.



LO QUE PASO EN ANAHUAC (INUNDACION).wmv
2010


1967-2010


El río llenó su cauce aquel verano de 1967. El huracán "Beulah" llegó a morir por estas tierras y en sus estertores de agonía, arrasó con represas y ranchos al desbordar arroyos y secciones del Salado, arrastrando al paso de sus aguas todos los bienes de los rancheros establecidos por las orillas.

En Ciudad Anáhuac, la gente veía pasar con una mezcla de fascinación y miedo el espectacular oleaje que lamía ya el puente ferroviario y amenazaba a cada instante con derrumbarlo y desaparecerlo en su largo cuerpo de rugientes aguas que parecían querer rebelarse al camino que el tiempo les marcó.

Por la superficie, en dantesco desfile, pasaban flotando toda clase de animales domésticos y montaraces, con los ojos desorbitados de terror por aquel forzado viaje hacia fatal destino o ya muertos; ahogados por la furiosa corriente de turbias aguas y profundos remolinos. Junto a ellos, iba también ropa, muebles y toda clase de enseres arrebatados a las casas derrumbadas.

Los más osados habitantes de Anáhuac y Rodríguez, se apostaron por las orillas y sobre el tambaleante puente, para ganar muebles o lazar animales. A los pocos minutos, familias enteras se pusieron a trabajar en equipo para ir pasando de mano en mano todos los bienes y animales rescatados de la corriente. Los animales salían temblando de espanto y frío; pero algunos lugareños rescataban hasta los cuerpos de cerdos muertos que por recién perecer, su carne aún estaba en buen estado y pronto serían convertidos en chicharrón o estofado; al fin que “a río revuelto...”

Ismael de la Cruz atrapaba a mano todo lo que pasaba cerca de él y, conocedor de las orillas, se aventuraba metiendo hasta medio cuerpo en las lodosas aguas. De pronto, descubrió un tanque de doscientos litros que pasaría un poco más retirado de sus posibilidades. Era un tambo nuevo, recién pintado; bien valía la pena arriesgarle un poco, e Ismael decidió arriesgar la vida. Confiado en la fuerza y pericia de su juventud, se adentró y logró atraparlo; pero una turbulencia repentina lo hizo perder el control, el tanque dio un salto y lo golpeó pesadamente en la cabeza haciéndolo perder el sentido. El cuerpo inanimado se hundió inmediatamente y fue arrastrado fuera de la vista de los presentes. Ismael había arriesgado la vida, y la perdió en el albur.

Sus familiares y amigos quedaron pasmados ante la súbita tragedia. Algunos reaccionaron corriendo paralelamente al cauce en búsqueda desesperada; otros fueron a dar parte a las autoridades; pero el cuerpo de aquel hombre ya no volvió a emerger. El cadáver fue devorado por la serpiente de aguas enfurecidas y ni autoridades ni amigos pudieron hacer nada; había que esperar a que bajara el nivel para empezar a explorar en su búsqueda. Lágrimas y lluvia corrían juntas por las mejillas de deudos y allegados que permanecieron de pie ante el río cruel hasta la llegada de la noche; incrédulos aún y confundidos ante lo volátil de la existencia; embargados por sentimientos de impotencia y dolor ante la muerte.

Al día siguiente, con las aguas todavía a medio nivel, empezaron a explorar desde las orillas; pero tras una larga e infructuosa jornada, el día terminó. Las aguas aún tardarían en bajar hasta su nivel normal y conjeturaban si tal vez al siguiente día toda exploración sería inútil, como así fue…

Desesperados ante la impotencia de las autoridades, aquella noche la familia del ahogado acudió a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe en busca de ayuda. Tal vez Dios se compadecería de su pena y escucharía sus plegarias.

El Sacerdote los recibió y escuchó atento, pensativo. No cabía duda que eran las suyas expectativas inauditas. Era delicado e insólito el planteamiento de aquella gente; pues lo que pedían era una señal del Cielo, algo así como un rayo de luz que venido desde lo Alto, guiara a los rescatistas hasta el lugar preciso donde se encontraba el cadáver de Ismael; así de "sencillo…"

El padre José de Jesús Aviña era un joven sacerdote de gran estatura y corpulencia que con su pelo ensortijado y piel morena, nos recordaba más a un púgil de peso completo que a un hombre de Dios; sin embargo, la población se le entregó por su gran carisma y vida ejemplar. Fue el primer vicario que organizó el Viacrucis popular en Semana Santa y se atrevió a penetrar la Zona de Tolerancia para llevar la Palabra a las mujeres públicas con éxito tal, que también se les vio participar en procesiones y misas dominicales.

Eran los jóvenes sus más fieles seguidores y aunque los tenía organizados en equipos deportivos, grupos de oración y retiros espirituales, la muchachada, siempre antisolemne, a sus espaldas le apodaban con cariño y admiración el padre "Clay", en recuerdo del famoso boxeador de color campeón del mundo; pero el Párroco disimulaba paciente y comprensivo y continuaba con su vida mística, disciplinada en retiros de meditación profunda y jornadas de ayuno y oración que lo tenían en constante Gracia; y con todo su dinamismo, no podía ocultar los destellos de santidad en su mirada.

- "Vengan mañana y después de la primera misa iremos juntos al río. Tal vez no busquemos mucho; Él, nos señalará el lugar donde quedó el cuerpo de Ismael…" - dijo con la vista fija en el Crucificado.

A la mañana siguiente salió a una cita con la fe del pueblo, acompañado de aquella buena gente que en su inocencia pedía "nada más" una señal de Dios que les indicara el sitio exacto donde el cuerpo esperaba para ser llevado a la tierra santa del panteón; esto incrementaría la confianza en el Altísimo y los lazos permanentes que tiene con su pueblo.

Al llegar al punto de la tragedia, el padre sacó de la gran bolsa que llevaba, una cruz de maderas nuevas, elaborada de pino y plegarias al Supremo, y en sus cuatro extremos acomodó cabos de velas benditas pegándolos con la misma cera fundida; luego levantó mirada y cruz al cielo con inaudible oración entre los labios. En seguida, la puso a flotar al filo del agua y encendiendo las cuatro velas, explicó parcamente a los espectadores:

- ¡Esta cruz bendita será nuestra guía…!

La cruz pronto fue arrebatada al centro del cauce y empezó un agitado viaje sobre las aguas turbulentas mientras los vientos parecían respetar aquellos cuatro cabos que mantenían los pabilos encendidos.

Comenzó la marcha en seguimiento de aquel insólito guía y sobre el avance a veces presuroso, a veces lento; la veían detenerse y girar en algún remolino para luego continuar su navegación que parecía impulsada por la fe colectiva y las silentes oraciones del padre José de Jesús, que cabizbajo y con las manos entrelazadas en una súplica constante, caminaba al frente de todos.

Súbitamente, la cruz se detuvo y se fue desplazando lentamente hasta un lugar cercano a la orilla. Momentáneamente dio algunas vueltas en el mismo lugar y luego quedó quieta ante los ojos de la procesión que vio el repentino y simultáneo apagarse de las cuatro velas, como si algún invisible emisario de lo Incógnito hubiera soplado sobre ellas dando por terminada una misión.

- ¡En ese lugar se encuentra el cuerpo de Ismael! - exclamó el padre Aviña con una amplia e iluminada sonrisa.

Tres hombres se metieron al agua y, reverentes, tomaron la cruz para entregarla al sacerdote. Regresaron al punto señalado y se sumergieron para empezar una ciega búsqueda por entre las lodosas aguas. Ahí, a dos metros de profundidad, sujeto entre unas ramas, encontraron un cuerpo.

Al aviso de un rescatista, la expectación creció entre los presentes, y se acercaron más a la orilla entre esperanzados y curiosos. De pronto, los familiares estallaron en llanto al ver emerger el cuerpo abotagado y duro del que fuera un ser querido. Sus irreconocibles rasgos tenían una expresión serena y sus ojos muy abiertos y saltados parecían asomar sorprendidos a la Eternidad.

El cadáver fue sepultado de inmediato por el avanzado estado de descomposición en que se encontró y por tanto, aquella tarde la Misa no pudo ser de cuerpo presente; pero la gente acudió solemne y conmovida por la manifestación divina que pronto corrió de boca en boca.

Han pasado casi treinta años desde aquellos hechos y muchos de los protagonistas y testigos de esta historia han partido ya de nuestro mundo hacia la vida que tras la muerte nos espera; incluso, el padre José de Jesús Aviña, también se recogió ya a la casa del Señor al que tanto sirvió con fidelidad y empeño. Murió lejos de Anáhuac; y los jóvenes de entonces, hoy gente vieja o madura, lo recuerdan con cariño y al paso de los años, han ido recreando aquel acontecimiento contando a sus hijos y a sus nietos sobre aquel…

Milagro en el Río Salado…
rafael olivares b's blog

Nota del autor: "Con un agradecimiento para aquellos que se solidarizaron con el pueblo en desgracia, hoy dedico a Anáhuac, Nuevo León, esta leyenda como un regalo que les sirva para entender que aún de la tragedia, a veces, nos quedan también bellos recuerdos."

Fuente
http://www.norestense.com/inundacion-en-anahuac-nuevo-leon-leyendas-de-norestense
Imagen
noticiasdenuevolaredo.blogspot.com


http://www.youtube.com/watch?v=qUvIIC_gT1Q

EL ALICANTO


Es un pájaro fabuloso que vive entre los cerros de minerales y se alimenta de oro o de plata, según sea el metal del cerro donde mora.

Sus ojos despiden extraños fulgores. De sus alas se desprenden reflejos que lo envuelven en un halo luminoso, cuando camina por los peñascales. Si tiene su buche lleno, no puede volar debido al peso de los metales con que se alimenta, pero no le es difícil huir si alguien se atreve a perseguirlo, pues en cualquier recodo o grieta se oculta, sin dejar huella de su paso.

Si la persecución es mantenida, el Alicanto se perderá y aparecerá; caminará con un paso más rápido y a veces lento, hasta que por fin arrojará una luz fortísima que traspasará y encandilará al perseguidor dejándolo enceguecido en medio de un camino o al borde de un precipicio.

(Versión de Oreste Plath)

Cuando está en ayuno come con ligereza y, cuando está harto, lentamente.

Si se siente perseguido oscurece sus alas. Habita en pequeñas cuevas. Pone dos huevos, de oro o de plata. A veces lleva a sus perseguidores a la muerte y los arrastra a los bordes de los precipicios.

Los mineros que tienen por guía a un Alicanto se enriquecen, ya que éste los conduce a puntos donde existen ricos yacimientos o a los sitios donde hay algún tesoro enterrado.

Es un pájaro de plata y oro que orienta a los mineros hasta el filón del mineral que ellos buscan.

Aparece solamente de noche y su cuerpo no proyecta sombra alguna sobre la tierra.

Si el minero que lo sigue va poseído de una ambición desmedida, el Alicanto lo arrastra a un precipicio, donde perece.

Chile, región de Antofagasta.

lunes, 5 de julio de 2010

EL ATAQUE CHANCA AL CUSCO



Los chancas eran un grupo étnico establecido en la región de Ayacucho. Se dividían en las dos mitades de Hanan (arriba) y Hurin (abajo) y decían tener su origen o pacarina en las dos lagunas de Choclococha y Urcococha. Formaban un pueblo rudo, habían conquistado Andahuaylillas y su nueva meta era el Cusco.

Durante el gobierno de Viracocha, los chancas partieron de Paucaray -a tres leguas de Parcos- y se dividieron en tres ejércitos. Tan seguros estaban de la fácil conquista del Cusco que dos de los ejércitos se dirigieron al Cuntisuyu y el tercero tomó la ruta al Cusco. Por su parte, el inca, viejo y cansado, abandonó el Cusco a su suerte y se refugió junto a su hijo Urco en la fortaleza de Chita.
En esas circunstancias, surgió la figura del joven príncipe Cusi Yupanqui quien decidió defender el Cusco.

Cusi Yupanqui, el futuro Pachacutec, nació en el linaje de Iñaca Panaca, un ayllu real.

El cronista Betanzos narra épicamente el encuentro de Cusi Yupanqui con los chancas. Cusi contaba con escasos efectivos, con lo cual el triunfo cobra aun mayor realce. En torno al Cusco, el ejército de Cusi cavó grandes hoyos recubiertos de ramas para que los chancas cayeran en ellos. Además, el sacerdote del Sol confeccionó unos bultos de piedra revestidos de ropas para simular un ejército apostado esperando entrar a la lucha. Cusi Yupanqui trató de formar alianzas con sus vecinos pero ellos prefirieron esperar al desarrollo de los acontecimientos para plegarse al vencedor.

Inca Urco, hijo de Viracocha, partió junto con su padre. él había sido nombrado co- regente y en aquel entonces había recibido la borla, insignia del poder, y ese mismo día se casó con quien sería la mujer principal, todo aquello según costumbre inca. Sin embargo, el joven se mostró poco guerrero y no luchó por el Cusco.

Las sucesiones incas eran tumultuosas por no existir la primogenitura: el poder recaía sobre el "más hábil y eficiente" de los posibles candidatos. De ahí que todas las sucesiones incas dieran lugar a intrigas, luchas intestinas y asesinatos. En este marco, la contienda de Huascar y Atahualpa no fue un caso insólito sino más bien usual pero debido a la gran expansión del Estado Inca tomó un carácter continental.

Los espías anunciaron la cercanía chanca y los vieron llegar en desorden por la bajada del cerro de Carmenca emitiendo gritos y alzando sus armas. Llevaban el pelo en pequeñas trenzas y la cara pintada de rojo. En su euforia, no notaron los hoyos y cayeron en ellos. Un curaca llamado Chañian Curi Coca de los ayllus de Choco- Cachona aguardaba la proximidad del enemigo para atacar y peleó tan valientemente que triunfó en su zona. Hasta las piedras puestas por el sacerdote entraron en la contienda. Ellos eran los pururaucas, misteriosos aliados de los incas que sembraron el terror entre las tropas enemigas. Para decidir la batalla, Cusi Yupanqui se dirigió hacia el jefe chanca Uscovilca, lo mató, cogió el ídolo que guardaba consigo y lo mostró a los chancas que se desmoralizaron e iniciaron la huida.

Más adelante, los chancas se rehicieron pero nuevamente triunfó Cusi, ayudado esta vez por sus vecinos. Los incas los persiguieron y se apropiaron del botín que facilitaría en el futuro la expansión cusqueña.
Vencidos los chancas, Cusi Yupanqui juntó el botín y los prisioneros y se dirigió hacia la fortaleza donde estaban Viracocha y Urco.
Según costumbre inca, el soberano debía pisar los despojos y a los jefes capturados en acto de toma de posesión de los vencidos y de sus tierras. Viracocha se negó a hacerlo y señaló a Urco como su regente y el indicado para asumir el poder.
Cusi no admitió la propuesta y después de reiterar su pedido decidió regresar al Cusco.
Por el camino fue asaltado por soldados de Viracocha pero conocía las intenciones del viejo inca y estaba preparado para el ataque. Así pudo regresar al Cusco sin mayores percances.

No tardó Cusi en ceñir la borla y con ello, según costumbre antigua, cambió de nombre tomando el de Pachacutec Inca Yupanqui, personaje con el que se inicia el auge cusqueño. La expansión inca se puede ubicar en los principios del siglo XV y forma parte de la historia moderna del mundo andino.

Gracias a la elección de los gobernantes, se sucedieron personajes destacados y si bien Pachacutec fue el iniciador, su hijo Túpac Yupanqui fue el gran conquistador y Huayna Cápac, el estadista. Los incas más cercanos a la invasión española nos permiten formular una historia menos legendaria por el número de noticias que tenemos de la época y la tradición oral conservada gracias a cantares que se ejecutaban en la gran plaza de Aucaypata durante las grandes fiestas y en presencia de las momias de los anteriores incas.

domingo, 4 de julio de 2010

EL PADRE SIN CABEZA


Es un personaje cuyo surgimiento se remonta al periodo colonial, centro americano, se cree que el protagonista de esta leyenda fue un fraile quien defendió a los indígenas siguiendo los principios de Fray Bartolomé de las Casas, el era Fray Antonio de Valdivieso y lo asesinaron el 6 de Febrero de 1550 por el soldado Juan Bermejo, cómplice de los hermanos Contreras.


Su asesinato fue horrible, lo decapitaron según datos recabados, la cabeza de fraile rodó desde la iglesia hasta la Costa del Lago en cuyas aguas desapareció de ahí la popularización "El agua se la tragó".

Después de esto se originó en las mismas aguas un vientos muy fuerte que dio origen a una oleada que devastó al pueblo, luego de un tiempo los sobrevivientes comenzaron a construir sus humildes ranchitos, hasta lograr construir el pueblo, el cual fue el escenario de las apariciones del fraile, quien apareció como lo asesinaron de ahí su nombre "El padre sin cabeza", el padre andaba penando la iglesia y se pasaba las noches recorriendo el pueblo, el Sábado de Gloria paseaba por los túneles que comunicaban a los sótanos de la Catedral de León.