viernes, 31 de diciembre de 2010

NIU-KUA

En algunas interpretaciones de la leyenda, Niu-kua aparece al mismo tiempo como la hermana y la esposa de Fu-hi, el legendario gobernante que enseñó al ser humano a domesticar a los animales y el que le mostró el matrimonio. Niu-kua y Fu-hi fueron pintados como con colas de serpiente entrelazadas y con un niño entre ellos, en un mural de la Dinastía Han del Este (25-220 d. C.) en el templo de Wu-liang en el pueblo de Jiaxiang (provincia de Shadong).



En la mitología china Niu-kua (a veces Nv-Kua) es una de las divinidades femeninas más antiguas. Niu-kua es definida en el más antiguo diccionario chino por el filólogo Xu Shen como “la encargada de la reproducción de todos los seres vivos”, por lo cual, muy posiblemente su origen está asociado con la fertilidad. Hay varios relatos que nos hablan de esta diosa y según cuenta una leyenda ella es quien creó al ser humano

Según se relata la tierra era muy bonita, en ella crecían las flores, los árboles y estaba llena de animales, pájaros, peces y muchas otras criaturas. Pero, a pesar de ello Niu-kua sentía soledad. Ella descendió y cogió un pedazo de tierra, la mezcló con agua y la moldeó hasta formar una figura a su semejanza. A medida que la iba amasando, la figura cobraba vida, hasta que se convirtió en el primer ser humano. Niu-kua estaba tan complacida con su creación que continuó elaborando más figuras, tanto de hombres, como de mujeres. Ellos danzaron alrededor de Niu-kua llenos de gozo y agradecimiento y dejó de sentir soledad.




Bibliografía
MIRCEA ELIADE
Historia de las creencias y de las ideas religiosas/ Mircea Eliade.-1978.- Madrid, Ediciones Cristiandad. (4 vol.)
http://www.cervantesvirtual.com/historia/th/cosmogonia_china.shtml
Cosmogonía China

Sitio de la imagen
bromero161162.blogspot.com

jueves, 30 de diciembre de 2010

TRASLACION DE SANTIAGO APOSTOL

Codex Calixtinus Libro III, La traslación de Santiago

De hecho, por los breves apostólicos de dos papas, Gregorio XIII y Sixto V, se celebra en Santiago y en España la fiesta de la Traslación.

El rey Herodes mandó decapitar a Santiago Apóstol. Fue el protomártir de los Apóstoles; luego le seguirían todos los demás y sucedió en la ciudad Santa de Jerusalén. Este es el dato histórico y punto de partida de una leyenda que parece ser un inverosímil juego imaginativo pero, como tantas veces sucede, la fantasía mejor intencionada cubre los espacios en blanco que la historia no puede rellenar con datos comprobables.

Y la leyenda se expone así resumiendo:

Una vez muerto Santiago, los siete discípulos que había llevado consigo cuando estuvo en España robaron por la noche el cuerpo que Herodes prohibió enterrar y dejó expuesto a las aves, perros y alimañas.

Ocultamente lo llevaron hasta el puerto de Jaffa donde milagrosamente encontraron una nave sin remeros ni piloto, pero con todo lo necesario para una larga travesía. Ayudados por un viento favorable y sin escollos ni tempestad arriban a Iria Flavia —hoy Padrón— cerca de Finisterre. Con esto cumplen el deseo que les había encargado el propio Santiago previendo el acontecimiento de su muerte.

Tierra adentro encuentran una gruta. Les parece sitio apto para depositar los restos mortales. Manos a la obra, destruyen un ídolo de piedra de los paganos del país y excavan en la piedra un sepulcro donde depositan el cuerpo con su cabeza que habían transportado. Luego levantan una casa que será capilla. Teodoro y Atanasio se quedarán custodiando la reliquia, mientras que los otros cinco compañeros saldrán por los campos y poblados a predicar el Evangelio. Cuando mueren los dos custodios reciben sepultura junto a los restos de Santiago.

Las invasiones y guerras que se suceden en el lugar son factores determinantes para que, junto con el mismo paso de los años, se relegue al olvido transitoriamente tanto el lugar ya tapado por los matorrales como el tesoro que contiene.

Cuando reina Alfonso el Casto se descubren los antiguos sepulcros y el rey manda edificar un templo. Y otros monarcas le siguen. Es Compostela.

Los papas conceden privilegios, Urbano II desliga el obispado de la jurisdicción de Braga y con Calixto II comienza a ser arzobispado.

Los milagros y las maravillas se producen en el tiempo para españoles y extranjeros. Se señala de modo muy especial la protección en la larga lucha de reconquista llegando a aplicársele el alias de "Matamoros" por haberlo visto con todas las armas precediendo al ejército cristiano.

Las rutas del peregrinaje de Europa comienzan a tener otro camino para culminar el perdón de los pecados con arrepentimiento.

Fuente: archimadrid.es
Santopedia

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liberediciones.com

Codex Calixtinus Libro III, La traslación de Santiago




Se trata del libro más breve de todos los que componen el Codex.

Pese a su brevedad, está integrado por dos textos de suma importancia en la tradición jacobea. Uno del siglo XII, en el que combina la tradición compostelana recogida en la Epístola del papa León con la leyenda de los siglos VII y VIII relativa a los Siete Varones Apostólicos, cómo éstos trasladan el cuerpo martirizado del Apóstol desde las playas palestinas hasta el “puerto de Iria, que está en Galicia”.

El otro texto es una narración en forma de epístola, atribuida a un papa León y dirigida a los reyes de Francos, Romanos, Godos y Vándalos, en un intento de expresar los países de los cuatro puntos cardinales. En él se narra el traslado del Apóstol desde Jafa hasta el puerto de Iria, en una barca de vela, guiada “por un ángel del Señor”.

Además de estas dos narraciones, el libro contiene una descripción de las tres solemnidades en honor a Santiago en la basílica compostelana.

Nota a la edición a cargo del Dr. Isidro García Tato, Secretario de Publicaciones del Instituto de Estudios Gallegos “Padre Sarmiento” del CSIC de Santiago de Compostela.

El libro termina con un breve capítulo dedicado a cantar las virtudes de las caracolas marinas, que suelen llevar consigo de recuerdo los peregrinos en su viaje de regreso, y cuya melodía aumenta la devoción de la fe, es un antídoto contra las asechanzas del enemigo y protege de las granizadas, borrascas, tempestades y vientos.

martes, 28 de diciembre de 2010

EL SACRIFICIO QUE APAGO EL LANIN

El Lanín es un Estratovolcán. De una altura de 3.776 metros sobre el nivel del mar, no registra actividad desde el siglo XVIII, no obstante este Estratovolcán se encuentra incluido en el cinturón de fuego del Pacífico.
Se encuentra en el límite entre Argentina y Chile.
Vista desde el Lago Huechulafquen (Argentina).



Dicen los mapuches que cada montaña tiene su dueño, su Pillan, un espíritu que guarda sus tesoros y la protege de los grandes abusos.

El Pillan vive en la cumbre desierta hasta donde nadie se aventura, pero baja para recorrer sus caminos, cuidar los animales del bosque y asomarse a la orilla de los lagos o a la puerta de los valles, donde termina su reino. Cuando el Pillan se enoja, un viento amenazante comienza a agitar las copas de los arboles, expulsando el silencio y reuniendo las nubes. Cuando castiga, provoca tormentas, derrumbes, erupciones... Y, calmar la ira de un Pillan a veces exige sacrificios inolvidables.

La tribu del cacique Huanquimil vivía hace mucho tiempo en el valle de Mamuil Malal, contra la ladera norte del Lanin, donde los pehuelches se levantan enhiestos y oscuros como centinelas, donde crecen los amankays como una sorpresa repetida y corren las maras entre la espesura.

Una vez, un grupo de muchachos recorría el bosque buscando caza, siguiendo las huellas de un huemul. Decididos, con el carcaj y el cuchillo bajo el manto de lana y seguidos por los perros, iban subiendo la ladera.

- Seguro que se fue para el torrente – dijo uno – allí lo atraparemos–
Y sin mas palabras marcharon, optimistas, siempre hacia arriba, siguiendo la rastrillada que circunda la montaña.

Sus pasos se hicieron sigilosos al acercarse a la cascada. Era un arroyito, apenas un hilo de agua que bajaba desde la cumbre, donde piedras o ramas caídas formaban aquí y allá pequeños estanques, donde el bosque perdía toda rudeza, tapizado de musgo y adornado de flores.

Ocultos y en silencio, esperaron al huemul. Después de un rato que pareció muy largo, el animal llego al claro y se puso a beber delicadamente el agua transparente. Los muchachos apuntaron sus flechas, pero los perros, inquietos se les adelantaron y espantaron al ciervo, que se escapo rápidamente ladera arriba, buscando el refugio de los arboles.

Y comenzó la persecución. Los perros olfateaban la huella y corrían, erizados, mientras los cazadores se separaban, subiendo por distintas sendas, para acorralar a la presa. A veces el huemul se detenía y luego, asustado, volvía a escaparse, siempre trepando montaña arriba, su única vía libre.

Ya estaban muy alto cuando lo atraparon, cuando arrinconaron contra las grandes peñas al animal ya sin resuello. Así pudieron clavarle sus cuchillos, temblando ellos también, sin aliento para gritar el triunfo, con el corazón batiendo como el parche de un Kultrun y las pantorrillas dolorosas.

Una vez recuperados, miraron a su alrededor antes de comenzar el descenso. No conocían ese sitio, nunca habían subido tan alto por las laderas del Lanin, y el paisaje había perdido su aspecto familiar. Ya no había árboles, con hongos sembrados a sus pies; ya no se veían mas pájaros ni flores; aquí y allá se encontraban los huesos blancos de algún animal muerto; el suelo rocoso no se escondía bajo la alfombra de hojas, de frutos, de ramitas... se desnudaba, barrido por un viento helado que no tenia ya donde enredarse. La montaña entera parecía depurarse en silencio y blancura.

Cierto desasosiego los hizo interrumpir el descanso y desear estar de vuelta en su ruca, con el fuego encendido y el olor del asado deshaciéndose en humo... Entonces se levantaron y comenzaron el descenso, arrastrando el cadáver montaña abajo.

Antes de que el cuerpo del huemul fuera desollado y su carne deshuesada y salada, el volcán empezó a humear, amenazante. Y esa misma noche, acostados, todos sintieron en sus cuerpos el temblor de la montaña y escucharon el retumbar se sus entrañas.

Así comenzaron días de angustia para la gente de Huanquimil.

El humo nubló el cielo y no se vio mas la luz del sol, la tierra caliente temblaba bajo los pies de los mapuches, una lluvia de cenizas caía sobre los sembrados. De nada sirvieron las rogativas, las ofrendas...

¿Como podría aplacarse la furia del Pillan?

La machi recurrió a las cortezas de Coihue, pero las escrituras resultaron ambiguas. Entonces se recluyo dos días para meditar, aislada en una grieta, envuelta en su grueso manto y alimentándose solo de tallos de niolkin.

Volvió de su retiro ensombrecida por la revelación: solo una ofrenda calmaría al Pillan, y pedía el mayor tesoro de Huanquimil, su hija Huilefún.

- Debe llevarla arriba el más joven y valiente de los Koná - agrego la machi.

¡Cómo lloraron los huanquimiles! Pobre Huilefún, ¡tan hermosa, que no terminaría de crecer!

- ¡No puede ser, no puede ser!! – gritaba su madre, desesperada.

Pero el feroz sacrificio debía cumplirse.

Hermanas y primas vistieron y arreglaron a Huilefún, que, callada, las dejaba hacer.

Ellas le trenzaron el pelo, la arroparon en un manto nuevo y se lo sujetaron con un broche de Llanka. Así se presento ante todos los que se habían reunido para despedirla, mirando con ojos tristes a los muchachos, pensando si seria este o aquel el encargado de acompañarla arriba.

Se adelanto Quechuán y dijo:

- Yo te llevo, Huilefún. Y llego el momento de la despedida.

El sonar de los Kultrunes ahogo el sollozo de Huanquimil; su mujer, con el cabello cortado, corrió hasta Huilefún para darle el último abrazo y prenderle en el pecho su mechón de duelo.

Después Quechuán le dio la mano a la muchacha y se los vio desaparecer y aparecer alternativamente, camino arriba, hasta que sus siluetas se perdieron en la montaña encapotada de humo y de cenizas.

Quechuán y Huilefún subieron sin hablar la cuesta del Lanin. Les faltaba el aliento por el esfuerzo y de a ratos se sentaban a descansar sobre las rocas. A medida que subían el calor se hacia insoportable, y tenían que taparse la cara con el manto para no respirar el aire cargado de ceniza.

Cuando Huilefún no pudo más, Quechuán la sentó sobre sus hombros. Así llegaron hasta el borde del cráter.

- Ya podes volverte, Quechuán – dijo muy bajito Huilefún.

Quechuán bajo a la muchacha pero no la soltó. La rodeo con sus brazos y le dijo:

- Yo me quedo con vos – y beso los labios calientes de Huilefún.

Se sentaron juntos, abrazados debajo de sus mantos, que habían unido. Hasta que algo los cubrió de improviso, una sombra en medio de las sombras. Eran las alas de un cóndor, que, poderoso, se abalanzo sobre la pareja y arranco a Huilefún de los brazos de Quechuán. Aprisionándola con sus garras la levanto en el aire, sobrevoló la cima y la dejo caer en la boca humeante del cráter.

Mientras Quechuán corría cuesta abajo, un aire húmedo y frío invadió la montaña, al tiempo que caían los primeros copos. Fue la nevada más grande de que se tenga memoria, duro tantos días que ya nadie recuerda cuantos. Constante, blanca, mansamente, la nieve cayó sobre el cráter sepultando para siempre su fuego milenario, enfrío la montaña para salvarla del incendio y cubrió la tierra mapuche con su blanco mantel protector.

Cubierto de nubes o reluciendo al sol, el viejo Lanin es la montaña más importante de Neuquén. Su cúpula asimétrica, siempre brillante de nieve, atrae de inmediato la mirada y nadie la deja atrás sin darse vuelta para verlo por última vez. Sereno, inconmovible, se yergue por sobre el esplendor de bosques de suelo ceniciento y lagos de playas oscuras, vagos recuerdos de antiguos incendios.

Imagen
mundonahuilen.blogspot.com

Fuente:
http://es.wikipedia.org/wiki/Volc%C3%A1n_Lan%C3%ADn

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/mutisia.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/12/calcura.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/el-pehuen-errante.html

lunes, 27 de diciembre de 2010

LA CAMPANA DE RERE


Rere localidad ubicada en Yumbel - Bio Bío, Octava Región de Chile.


Quien no conozca la campana de oro de Rere, no conoce el tesoro más preciado de este histórico pueblo de la región del Biobío. Por allí dicen que no vale la pena visitar el pintoresco poblado, a 70 kilómetros al sur de Concepción, si no se contempla la majestuosidad y hermosura de la forma y tañido de dicha reliquia.

En ella está resumido el orgullo de los rerinos que no olvidan la antigua grandeza que le dio origen cuando en esas tierras se encontraba la próspera Estancia del Rey y se producía oro en abundancia.

La campana data de comienzos del siglo XVIII, concretamente del año 1721. Fue construida por iniciativa de los jesuitas con el propósito de anunciar con mayor belleza el llamado a las múltiples ceremonias religiosas que se celebraban en la misión de Buena Esperanza de Rere.

No se tiene certeza acerca del lugar en donde fue construida pero, según la leyenda, tal obra fue posible gracias al generoso donativo de joyas de oro, plata y otros nobles metales que los vecinos entregaron a los misioneros.

Cuentan también que ante tanta belleza y tan extraordinarias cualidades, las autoridades eclesiásticas de Concepción quisieron llevarse la campana. Sin embargo, con más de 40 yuntas de bueyes fue imposible sacarla siquiera fuera de la villa. Pero, para devolverla a su legítimo lugar bastó sólo una.

Hoy, la legendaria campana está ubicada en lo alto de un bello campanario construido en 1921. Desde allí, cada domingo, lanza sus melodías a rodar por los suaves lomajes de la comarca.


Por Luis Espinoza F.
http://yumbelbiobio.blogspot.com/

http://www.icarito.cl/enciclopedia/articulo/primer-ciclo-basico/lenguaje-y-comunicacion/lectura/2009/12/53-7055-9-3-mitos-y-leyendas-chilenas.shtml

Imagen
radiobiobio.cl

domingo, 26 de diciembre de 2010

SAN ESTEBAN



(?-junto a Jeusalén, entre 32 y 37) Diácono y protomártir. Fue uno de los primeros siete diáconos de la Iglesia. Acusado de blasfemar contra Moisés, fue llevado ante el sanedrín de Jerusalén y fue lapidado. Tras su muerte, consentida por Saulo, se desencadenó la primera persecución contra los cristianos de Jerusalén (Hechos 8). Fiesta el 26 de diciembre.



San Esteban



Celebración anual en Sumamao y Maco, Santiago del Estero

Desde temprano los santiagueños fueron llegando a Sumamao para venerar a San Esteban.

San Esteban se fue poblando en medio del calor y el polvo.

Los participantes festejaron la llegada de los indios y los vivas de los alféreces. El gobernador Zamora también asistió al festejo que ya había asistido varias veces. Agregó “siempre tratamos de estar” y agregó que esto es “una manifestación de fe”. Y asintió cuando le preguntaron si era devoto del santo.

¿En que consiste la fiesta?

Esta expresión cristiano-pagana, es característica de los Deptos. Capital y Silípica, y se lleva a cabo por Maco y Sumamao (Santiago del Estero). Su devoción fue entronizada en esas tierras por familias españolas allá por el siglo XVIII y los documentos señalan el hogar de Doña Mercedes Chapa de Zurita, como una de las primeras devotas.

La fiesta se celebra regularmente el 26 de diciembre según el santoral católico.El santo es venerado en una rústica capilla de la campaña, en Maco, propiedad de la familia de don Francisco Juárez, síndico desaparecido hace algunos años, descendiente de doña Mercedes. Una semana antes del día indicado se efectúan preparativos par el culto y traslado del Santo en peregrinación a Sumamao, localidad distante a unos 40 kms al sur de Maco y cercana al río.

En víspera de cumplir con este paso ceremonial, se observan reuniones animadas con bailes, música, libaciones y rogativas; de ahí que se dice que San Esteban es un "Santo farristo".

Durante la peregrinación, los promesantes, vívamente vestidos, cantan, gritan, "chupan" y hacen sonar bombos, erkes, cornetas o cohetes. El santo llega el 25 de diciembre y es recibido por el Síndico en una casa preparada para el evento (notemos que a pesar de existir capilla la imagen no llega allí).

Las personas brindan su veneración besando la imagen, era una imagen difícil de observar pues a la multitud se la mantenía alejada y solo en fila se permitía "tomar gracia".

En algunas ocasiones, a la "toma de gracia" se la cumplía haciéndose pisar por el Santo, que permanece bajo techo, cubierto por flores naturales y artificiales y custodiado por el Síndico y sus familiares que organizan la veneración del Santo.

El 26, alrededor del mediodía, culmina la celebración de Sumamao con disparos de bombas y las carreras de los indios y los vivas de los alféreces. Los "vivas de los alféreces" se cumplirán junto a la casa, en una avenida de árboles o "arcos" como le llaman. Estos son grandes ramajes plantados allí previamente por los promesantes que han nombrado al Santo "encargado" de sus hijos. Los arcos (ichas) sostienen roscas y golosinas y a la seña del Síndico, la gente se arrojará para disputarse las ristras de roscas; la confusión y el desorden son mayúsculos y los árboles en su mayoría son derribados en medio de una gran polvareda.

A continuación, prosiguen las "carreras de los indios". Allí los corredores se preparan con plumas, camisetas rojas y poca ropa y salen, seguido por público a caballo, durante el recorrido los indios simulan golpearse las piernas con ramas o varejones de albahaca, jarillas o tuscas. La carrera culmina en la imagen de San Esteban. Al llegar los indios se arrojan a los pies de la imagen y luego son "sajados", es decir, el Síndico procede a hacer un corte con la navaja en las venas de las piernas para que sangre el corredor y no sufra, se dice, de empalizamiento o de calambres. Este es uno de tantos motivos por el cual la Iglesia Católica no avala esta celebración. La fiesta termina, pero la gente continúa en su frenesí y "toma", grita, canta, baila, etc.

Fuente: folkloredelnorte.com.ar

Diario Panorama: Edición 2008
http://www.diariopanorama.com/diario/edicionant/2008/12/27/a-32261.html

VILLANCICO NORTEÑO



Villancico tradicional chileno


sábado, 25 de diciembre de 2010

CAMPANAS DE BELÉN






Campana Sobre Campana | Campanas De Bélen - Villancicos - Musica Navideña

Villancicos navideños de siempre.
Los niños cantores de la navidad.


Villancico: Campanas de Belén


Campana sobre campana,
y sobre campana una,
asomate a la ventana,
veras al niño en la cuna.

Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nuevas nos traéis?

Recogido tu rebaño
¿adónde vas, pastorcillo?
Voy a llevar al Portal
requesón, manteca y vino.
Belén, campanas de Belén..

Campana sobre campana,
y sobre campana dos,
asómate a la ventana,
porque está naciendo Dios.

Belén, campanas de Belén...

Campana sobre campana,
y sobre campana tres,
en una cruz a esta hora
el Niño va a padecer.

Belén, campanas de Belén...

Caminando, a media noche,
dónde camina el pastor
le llevo al niño que nace
como a Dios mi corazón.

Belén, campanas de Belén...


Botticelli

La Virgen con el Niño y San Juan
o Madona del Rosal
Museo de Louvre
1472


El Niño Dios continúa bendiciendo nuestras vidas



¡¡FELIZ NAVIDAD!!


jueves, 23 de diciembre de 2010

LA ANUNCIACION



LA ANUNCIACIÓN

Ariel Ramirez

LA ANUNCIACION, primer tema de la "Navidad Nuestra" de Ariel Ramírez,en ritmo de chamamé,que ALTURAS interpreta con el coro francés ENSEMBLE VOCAL DE CASTANET-TOLOSAN (EVCT) en diversos escenarios de Francia, España y Perú ail igual que la MISA CRIOLLA y su nuevo programa conjunto TAKISUN.

Concierto realizado en la Sala Atlántida, en el marco del MERCAT DE VIC - Barcelona (España). 16.09.2001

En el video:

ALTURAS: LUCHO MEDINA PAJARES, EDGAR GARCIA COSSIO, MANUEL GARCIA REATEGUI, ALFONSO PIHUAYCHO. Actualnmente participa en el grupo SEBI BLANCO.

Acordeón: JEAN MARI RUEDA

CORO: ENSEMBLE VOCAL DE CASTANET-TOLOSAN (EVCT)

DIRECTOR: MICHEL TOUTON

Sitio Oficial del Grupo ALTURAS:
http://www.grupoalturas.com
Categoría: Música

miércoles, 22 de diciembre de 2010

EL PATO BLANCO


Un Príncipe muy rico y poderoso casó con una Princesa de sin igual hermosura y, sin tiempo para contemplarla, sin tiempo para hablarle, sin tiempo para escucharla, se vio obligado a separarse de ella dejándola bajo la custodia de personas extrañas.

Mucho lloró la Princesa y muchos fueron los consuelos que procuró darle el Príncipe. Le aconsejó que no abandonara sus habitaciones, que no tuviera tratos con gente mala, que no prestara oídos a malas lenguas y no hiciese caso de mujeres desconocidas.

La Princesa prometió hacerlo así y cuando el Príncipe se alejó de ella se encerró en sus habitaciones. Allí vivía y nunca salía.

Transcurrió un tiempo más o menos largo, cuando un día, que estaba sentada junto a la ventana, bañada en llanto, acertó a pasar por allí una mujer. Era una mujer de sencillo y bondadoso aspecto que se detuvo ante la ventana y, encorvada sobre su báculo y apoyando su barba en las manos, dijo a la Princesa con voz dulce y cariñosa:

- Querida Princesita, ¿por qué estás siempre triste y afligida? Sal de tus habitaciones a contemplar un poco el hermoso mundo de Dios, o baja a tu jardín, y entre los verdes follajes se disiparán tus penas.

Durante buen espacio de tiempo, la Princesa se negó a seguir aquel consejo y no quería escuchar las palabras de la mujer; pero al fin pensó: "¿Qué inconveniente ha de haber en ir al jardín? Otra cosa sería pasar el arroyo."

La Princesa ignoraba que aquella mujer era una hechicera y quería perderla porque la envidiaba, de modo que salió al jardín y estuvo escuchando sus palabras lisonjeras. Cruzaba el jardín un arroyo de aguas cristalinas y la mujer dijo a la Princesa:

- Hace un día abrasador y el sol quema como el fuego, pero este arroyo es fresco y delicioso. ¿Por qué no bañarnos en él?

- ¡Ah! ¡No! -exclamó la Princesa. Pero luego pensó: "¿Por qué no? ¿Qué inconveniente puede haber en tomar un baño?"

Se quitó el vestido y se metió en el agua, pero no bien se hubo mojado toda, la hechicera le tocó la espalda con el cayado diciendo:
- ¡Ahora nada como un pato blanco!

Y la hechicera se puso enseguida los vestidos de la Princesa, se ciñó a las sienes la diadema, se pintó y fue a las habitaciones de la Princesa a esperar al Príncipe. En cuanto oyó ladrar el perro y tocar la campanilla de la puerta, corrió a recibirlo, se le arrojó al cuello y lo besó en un abrazo. El Príncipe estaba tan radiante de gozo, que fue el primero en abrirle los brazos y ni un momento sospechó que no era a su mujer sino a una malvada bruja a quien abrazaba.

Y sucedió que el pato, que como es de suponer era hembra, puso tres huevos, de los que nacieron dos robustos polluelos y un canijo, porque se anticipó a romper la cáscara. Sus hijos empezaron a crecer
y ella los criaba con esmero. Los paseaba a lo largo del río, les enseñaba a pescar pececillos de colores, recogía pedacitos de ropa y les cosía botitas, y desde la orilla del arroyo les enseñaba los prados y les decía:

- ¡No vayáis allá, hijos míos! Allá vive la malvada bruja que me perdió a mí y os perdería a vosotros.

Pero los pequeños no hacían caso de su madre y un día jugaban por la hierba, y otros perseguían hormigas, y cada día se alejaban más hasta que llegaron al patio de la Princesa. La hechicera los conoció por instinto y rechinó los dientes de rabia; pero se transformó en una belleza y los llamó al palacio, y les dio exquisitos manjares y excelentes, bebidas. Después de haberlos mandado a dormir, ordenó a sus criados que encendieron fuego en el patio, pusieran a hervir una caldera y afilaran los cuchillos.

Los hermanos dormían, pero el nacido a destiempo y a quien por orden de la madre habían de llevar los otros en el seno para que no se enfriase, no dormía, sino que lo veía y lo escuchaba todo. Y aquella noche la hechicera fue al cuarto que ocupaban los hermanos y dijo:

- ¿Estáis durmiendo, pequeñitos?

Y el nacido a destiempo contestó por sus hermanos:

- No estamos durmiendo, pero pensamos en nuestros pensamientos que nos quieres hacer pedazos. Los montones de ramas de arce están ardiendo, las calderas están hirviendo, los cuchillos están afilados.

- No duermen -dijo la hechicera y se alejó de la puerta. Dio unas vueltas por el palacio y se acercó de nuevo a la puerta:

- ¿Estáis durmiendo, hijos míos?

Y el nacido a destiempo sacó la cabecita de debajo de la almohada y contestó:

- No soñamos durmiendo, pero pensamos en nuestros pensamientos que nos quieres hacer pedazos. Los montones de ramas de arce están ardiendo, las calderas están hirviendo, los cuchillos están afilados.

- ¿Cómo es que siempre me contesta la mismo voz? -pensó la hechicera.- Voy a ver.

Abrió la puerta poco a poco, miró y vio que dos de los hermanos estaban profundamente dormidos. Entonces los mató a los dos.

Al día siguiente, el pato blanco empezó a llamar a sus hijos, pero sus queridos hijos no contestaron a su llamamiento. Enseguida sospechó que algo malo había sucedido. Se estremeció de miedo y voló al patio de la Princesa, donde, tan blancos como pañuelitos blancos, tan fríos como pececitos escamados, yacían uno al lado de otro los tres hermanitos. Abatió su vuelo sobre ellos, agitó desesperadamente sus alas, daba vueltas en torno a sus queridos hijos y gritaba con voz maternal:

"¡Cuá, cuá, cuá, mis queridos hijitos!
¡Cuá, cuá, cuá, mis tiernos pichoncitos!
Yo bajo mis alas siempre os protegí,
y el pan de mi boca solícita os di.
Por veros felices yo nunca dormía,
pensando en vosotros de noche y de día."

El Príncipe oyó aquellos lamentos y llamó a la hechicera, a la que creía su esposa, a su presencia.

- ¿Mujer, has oído eso, eso tan inaudito?

- Debe de ser tu imaginación. ¡Eh, criados! ¡Arrojad ese pato del patio!

Los criados salieron a ahuyentar al pato, pero éste volaba dando vueltas sin parar de decir a sus hijos:

¡"Cuá, cuá, cuá, mis queridos hijitos!
¡Cuá, cuá, cuá, mis tiernos pichoncitos!
Causó vuestra ruina la vieja hechicera,
la astuta serpiente, la gran embustera.
Que bajo la hierba se arrastra cruel.
Ella a vuestro padre, mi marido fiel,
nos quitó y a un río nos ha condenado
y en blancos patitos nos ha transformado.
Vistiendo su crimen de falso oropel,
para que lo ignore mi marido fiel."

El Príncipe comprendió entonces que en todo aquello había algún misterio y gritó:

- ¡Traedme aquí ese pato blanco!

Todos se apresuraron a obedecer, pero el pato estaba girando en círculos y nadie podía cogerlo. Por fin salió el mismo Príncipe a la galería, y el ave voló a sus manos y cayó a sus pies. El Príncipe la cogió suavemente por las alas y dijo:

- ¡Blanco abedul ponte detrás, y hermosa dama ponte delante!

Al momento, el pato blanco volvió a tomar la forma de la bellísima Princesa, dio órdenes para que fueran a buscar un frasco de agua de la vida y del habla, al nido de una urraca, roció a sus hijos con el agua de vida y se movieron, luego los roció con agua del habla, y empezaron a hablar.

El Príncipe se vio rodeado de sus hijos, sanos y salvos y todos vivieron felices, practicando el bien y evitando el mal.

Pero a la bruja, por orden del Príncipe, la ataron a la cola de un caballo que la arrastró por la inmensa estepa. Las aves del aire le arrancaron la carne a picotazos y los vientos del cielo esparcieron sus huesos, y no quedó de ella ni vestigios ni memoria.


Alekandr Nikoalevich Afanasiev, folclorista ruso del siglo XIX.
Fuente: http://jk-cuentos-populares.blogspot.com/2010/05/verlioka-cuento-ruso.html

Imagen
laedadeoro.org

martes, 21 de diciembre de 2010

PASTORELAS, NACIMIENTOS Y PIÑATAS



Por José Félix Zavala

PASTORELAS

Origen.

Durante la Colonia, los misioneros españoles aprovecharon la fuerte tradición teatral de la cultura náhuatl para propagar de forma didáctica la evangelización. Los jesuitas, llegados a la Nueva España en 1572, ejercieron una amplia influencia en la educación del pueblo, fueron los principales impulsores de las pastorelas.
La primera representación que se recuerda se ubica en Zapotitlán Jalisco, donde se presencia la primera batalla entre San Miguel Arcángel y Lucifer, en lengua indígena. Eran entonces, las pastorelas, importantes elementos de comunicación y participación social. Pronto salieron de los atrios de las iglesias para escenificarse en las plazas y calles de los distintos pueblos, donde recogen las costumbres y prácticas de cada región. Así, para fines del siglo XVI, se encuentran referencias de una pastorela propiamente mexicana, con adaptaciones de esta cultura.
Definición. Las Pastorelas son recreaciones de las peripecias que enfrentan los pastores para llegar a adorar al Niño Jesús, que ha nacido en Belén. En el camino tienen que luchar con los demonios, que representando los siete pecados capitales, les imponen todo tipo de trampas, obstáculos y tentaciones para hacerlos desistir. El Arcángel San Miguel libra una intensa batalla con Lucifer y finalmente triunfa sobre él. Se trata de una confrontación entre el bien y el mal de la que se desprenden ciertas lecciones. Se caracterizan por su lenguaje rudo y esencial propio de pastores; están impregnadas de cierto humorismo involuntario y son ingenuas y picarescas.

Significado.

Hoy, las pastorelas conservan su contenido y estructura más o menos permanente, cuyo tema central sigue siendo el nacimiento y la adoración del Niño Jesús, e incorporando algunos personajes y situaciones nuevos. Son muy útiles para hacer reflexionar de manera amena a cerca de cuáles son los obstáculos que tiene el hombre para adorar a Jesús Niño, para aceptar su mensaje y vivir de acuerdo a su voluntad.

NACIMIENTO

Origen. Se atribuye a San Francisco de Asís, quien, en 1223 en vísperas de la Navidad, montó en el bosque de Greccio, el primer nacimiento de que se tenga noticia, con hombres y animales vivos. Su deseo era celebrar una hermosa Nochebuena de Navidad, para vivir el recuerdo del Niño Jesús que nació en Belén en un establo. Una vez montada la escena, reunidos los habitantes de la aldea, se celebró la Eucaristía con algunos cánticos de la Natividad del Señor. Los asistentes llevaban antorchas y velas a fin de “iluminar aquella noche que debería de alumbrar a los siglos como una estrella refulgente”. Al año siguiente repitió la representación con éxito y desde entonces la costumbre se extendió a todos los pueblos cercanos. Con el paso del tiempo la falta de espacio obligó a sustituir a las personas y animales por figuras de madera o de barro.
En México, los nacimientos hicieron su aparición en Acolman, en el siglo XVI, como producto de las representaciones que se hacían de la Navidad, hasta la fecha, en la mayoría de los hogares católicos mexicanos, hay un nacimiento durante el tiempo de Adviento y las fiestas de Navidad.
Significado.
Colocar un nacimiento en la casa es para recordar el escenario en el que Dios se hizo hombre en Belén. En los hogares en donde se acostumbra poner adornos navideños, éste debe ser el más importante, el que está al centro de todo, pues lo que celebramos en Navidad es precisamente el Nacimiento de Jesús. Es una forma muy atractiva para hablar a los niños de la Historia de la Salvación. Es un medio didáctico visual que difícilmente pasará desapercibido. En la celebración familiar de la Nochebuena, la reunión es en torno al Nacimiento de Jesús y si éste puede ser representado de algún modo, la celebración será más emotiva, disponiendo a los asistentes a recibir en su interior a Jesús que nos trae la Salvación.


ÁRBOL DE NAVIDAD

Origen.

La costumbre de adornar árboles o ramas en los últimos días de diciembre tuvo su origen en el norte de Europa, muchos siglos antes de Cristo. El follaje verde y las luces que los adornaban estaban asociados con el solsticio de invierno, cuando la naturaleza parece muerta. Se pedía entonces al dios-sol que volviera revistiendo de luz y color los campos. Los escandinavos consideraban al árbol como símbolo de duración y renovación de vida. Los egipcios usaban hojas de palma con 12 brotes como expresión sagrada de la terminación del año y del triunfo sobre la muerte. Los romanos celebraban sus fiestas decorando las casas con follaje verde, signo de fertilidad. Los judíos celebraban en invierno la Fiesta de las Luces, encendiendo durante 8 días velas que ardían constantemente.

El cristianismo conocía todas estas tradiciones, pues muchos cristianos eran paganos convertidos. Comprendieron que era imposible arrancar las tradiciones y prefirieron darles un sentido cristiano. Así el árbol y las luces se utilizaron para evocar a Jesús, Árbol de la Vida, Luz del Mundo. Se cree que las primeras veces que se utilizó el árbol adornado con luces para celebrar la Navidad fue al norte de Europa, quizá en Alemania. A cada elemento se le dio un significado cristiano que hasta la fecha conservamos.

Significado.

El árbol con sus ramas verdes, simboliza la vida eterna que trajo Cristo al mundo, la perpetua primavera de esperanza. Las velas encendidas –ahora focos de colores- y los objetos brillantes colgados, simbolizan el advenimiento de la luz y la gloria de Dios que se refleja a todas partes. La estrella que se pone en la cúspide, es recuerdo de la Estrella de Belén que atrajo a los hombres desde lejos. Los regalos que se colocan debajo de él, simbolizan la cantidad de dones que Dios nos trae con su Encarnación y que hemos de compartir unos con otros.


LA PIÑATA

Origen.

La piñata tiene su origen en China. A México llegó por medio de los españoles, que a su vez la conocieron por los italianos. Al principio en Europa la piñata se adoptó para las festividades de Cuaresma, ya en México, los misioneros agustinos la utilizaron para divertir, instruir y evangelizar a los indígenas y se proponía sobre todo para las fiestas de Navidad.

Significado.

La piñata vestida de oropeles, representa al mundo con sus engaños y vanidades. La venda con que se tapa lo ojos de quien le va a pegar, significa la fe; el palo, significa la fuerza de la virtud que rompe la falsedad del mundo; el romperse la piñata, significa que se rompe con el pecado y la seducción del mundo; los dulces o frutas que caen de ella, significan la verdad y los dones que se derraman sobre el hombre que rompe con el pecado, significan también el premio a la fe y a la perseverancia y la gracia de Dios derramada sobre el hombre.

Fuente:
El oficio de historiar

Posted: 20 Dec 2010 07:21 AM PST
http://eloficiodehistoriar.com.mx/2010/12/20/las-pastorelas-el-nacimiento-y-las-pinatas/
José Félix Zavala

Imagen
filmmania.ru

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/12/el-pesebre.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/12/el-arbol-de-navidad.html

lunes, 20 de diciembre de 2010

Las Piramides de Caral Parte 5



Perú: Las Pirámides de Caral modificaría visión sobre los orígenes de la civilización

Servindi, 20 de diciembre, 2010.-

Nos han enviado el enlace y compartimos el video documental “Las Pirámides de Caral” producido por la BBC de Londres, que explica el fascinante misterio en torno a la que sería la civilización más antigua de América.

El video incluye entrevistas a Ruth Shady, Jonathan Haas y otros especialistas, y plantea la interrogante: qué es lo que llevó a estos antiguos pueblos de 5,000 años de antigüedad a formar civilizaciones y cruzar la gran divisoria… de lo simple a lo civilizado.

El documental demuestra que la civilización de Caral fue producto del comercio y no de la guerra, lo que socava la teoría de que el orígen de la civilización era a causa de las guerras.

El descubrimiento en Perú de seis pirámides construídas en la misma época que las egipcias desconcierta a los arqueólogos y su antigüedad de 4600 años obliga a cambiar el calendario histórico del Nuevo Mundo.



Fuente:

http://www.servindi.org/actualidad/37511?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Servindi+%28Servicio+de+Informaci%C3%B3n+Indigena%29

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Las Piramides de Caral Parte 4




Servindi, 20 de diciembre, 2010.-

Nos han enviado el enlace y compartimos el video documental “Las Pirámides de Caral” producido por la BBC de Londres, que explica el fascinante misterio en torno a la que sería la civilización más antigua de América.

El video incluye entrevistas a Ruth Shady, Jonathan Haas y otros especialistas, y plantea la interrogante: qué es lo que llevó a estos antiguos pueblos de 5,000 años de antigüedad a formar civilizaciones y cruzar la gran divisoria… de lo simple a lo civilizado.

El documental demuestra que la civilización de Caral fue producto del comercio y no de la guerra, lo que socava la teoría de que el orígen de la civilización era a causa de las guerras.

El descubrimiento en Perú de seis pirámides construídas en la misma época que las egipcias desconcierta a los arqueólogos y su antigüedad de 4600 años obliga a cambiar el calendario histórico del Nuevo Mundo.


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Las Piramides De Caral Parte 3




Perú: Las Pirámides de Caral modificaría visión sobre los orígenes de la civilización

Servindi, 20 de diciembre, 2010.-

Nos han enviado el enlace y compartimos el video documental “Las Pirámides de Caral” producido por la BBC de Londres, que explica el fascinante misterio en torno a la que sería la civilización más antigua de América.

El video incluye entrevistas a Ruth Shady, Jonathan Haas y otros especialistas, y plantea la interrogante: qué es lo que llevó a estos antiguos pueblos de 5,000 años de antigüedad a formar civilizaciones y cruzar la gran divisoria… de lo simple a lo civilizado.

El documental demuestra que la civilización de Caral fue producto del comercio y no de la guerra, lo que socava la teoría de que el orígen de la civilización era a causa de las guerras.

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Las Piramides de Caral Parte 2




Perú: Las Pirámides de Caral modificaría visión sobre los orígenes de la civilización

Servindi, 20 de diciembre, 2010.-

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Las Piramides de Caral Parte 1




Perú: Las Pirámides de Caral modificaría visión sobre los orígenes de la civilización

Servindi, 20 de diciembre, 2010.-

Nos han enviado el enlace y compartimos el video documental “Las Pirámides de Caral” producido por la BBC de Londres, que explica el fascinante misterio en torno a la que sería la civilización más antigua de América.

El video incluye entrevistas a Ruth Shady, Jonathan Haas y otros especialistas, y plantea la interrogante: qué es lo que llevó a estos antiguos pueblos de 5,000 años de antigüedad a formar civilizaciones y cruzar la gran divisoria… de lo simple a lo civilizado.

El documental demuestra que la civilización de Caral fue producto del comercio y no de la guerra, lo que socava la teoría de que el orígen de la civilización era a causa de las guerras.

El descubrimiento en Perú de seis pirámides construídas en la misma época que las egipcias desconcierta a los arqueólogos y su antigüedad de 4600 años obliga a cambiar el calendario histórico del Nuevo Mundo.


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LA TABLA DE PIEDRA





Un modelo de modestia y humildad

Su Wang y Shen Yuanyong eran unos hombres cultos de la dinastía Song (960-1279). Un día, al hacer un viaje oficial al norte de China, se quedaron en el monasterio budista Minzhong en el monte Yan.

Cayeron sobre una tabla de piedra con inscripciones que databan de la dinastía Tang. El lenguaje era elegante y hermoso. Había alrededor de 3.000 caracteres chinos. Shen Yuanyong tenía muy buena memoria. Después de memorizar la inscripción, la recitó una y otra vez mientras caminaba. Su Wang escuchaba mientras seguía caminando, al parecer sin poner atención.

Cuando regresaron al monasterio, Shen Yuanyong quería alardear de su excelente memoria, por lo que escribió de memoria el contenido de la inscripción. Dejó de lado las palabras que no podía recordar. Se le olvidaron un total de 14 caracteres chinos. Su Wang echó una ojeada a lo que había escrito Shen, luego tomó el pincel y añadió los 14 caracteres que faltaban. Luego, corrigió otros cinco que Shen no había recordado correctamente. Después de corregir, dejó el pincel y se fue a entretener con otras personas. No se veía ni orgulloso ni arrogante. Shen Yuanyong se sorprendió y comenzó a admirar a Su Wang.

Hay un proverbio chino: “No me jacto de ser mejor que otros porque los otros son mejores que yo en muchos aspectos.” Lo cual es muy cierto.


UN BUEN HOMBRE

Chen Jiting fue un erudito de una escuela dedicada al estudio racional de los clásicos. Él dijo un día: “Un buen hombre debe conocer al menos dos tipos de vergüenza. Una es la de presumir o mostrar sus puntos fuertes. La otra, disimular sus errores o debilidades. Un verdadero hombre de bien debe ser humilde en cuanto a sus fortalezas y estudiar diligentemente para vencer sus debilidades.”

También dijo: “Hay dos tipos de deficiencias que un hombre de bien debe evitar. Una, es envidiar los talentos de los demás. La otra, es hacer un gran revuelo de las incapacidades de los demás. Cuando alguien hace algo, un buen hombre debe alegrarse como si lo hubiera realizado él mismo. Cuando alguien no hace algo, un buen hombre debe considerarlo como una lección que le enseña a hacerlo bien.

Un buen hombre tiene que eliminar la vanidad, la arrogancia, que se caracterice por lo siguiente: “Yo soy el único que puede hacerlo bien y nadie lo logrará tan bien como yo.”

Confucio dijo:

“Un buen hombre se inspira en las fortalezas de los demás y evita cometer los mismos errores de otras personas para perfeccionarse.”

Fuente:
http://deorienteaoccidente.wordpress.com/
Imagen
arelarte.blogspot.com

domingo, 19 de diciembre de 2010

EL QAPAQ INTI RAYMI




Por Mario Alberto Tabra Guerrero


Las cosmovisiones o concepciones del mundo son diversas cada una según el lugar donde les ha tocado vivir, así en el hemisferio sur se acerca más el sol y se asocia con la vida. Mientras que desde el hemisferio norte, veían que en diciembre el sol se les alejaba más y lo asociaban con la muerte.

17 de diciembre, 2010.- El 21 de diciembre se inicia el solsticio de verano para el hemisferio sur, tiempo en el cual el Sol se aproxima más a nosotros, tornándose vecino a la Chakana (Cruz del Sur). Con esto empieza nuestra estación de verano, por la cual los rayos solares llegan perpendicularmente al trópico de Capricornio llegando con mayor intensidad, evaporando las aguas y superficies húmedas que al llegar a cierta altitud se condensan para precipitarse y complementar la faena agrícola.

Nuestros pueblos andino amazónicos festejaban ancestralmente a este fenómeno como el Qapaq Inti Raymi o Gran Fiesta del Sol.

Según el cronista Waman Poma de Ayala en su “Nueva crónica y buen gobierno”: “…en este mes de diciembre Qapaq Inti Raymi -mes de fiesta del sol es el mes de sembrar papas, uqas, quinua, trigo. También quchqa sara (temporal), con lluvia. Si pasa este mes, se pierde la sementera porque llueve hasta marzo, no se anda en el reino. No andan los mercachifles de vino, coca, ají, sal, harina, maíz ni ropa. Aparecen las frutas: melones, lúcumas, paltas, durazno en el reino…” a la que había que agregar la floración de las orquídeas y la aparición de las moras.

Todas estas actividades se realizan acompañadas de ritos, cantos, danzas y a nivel social se celebraba el Warachiku que era la fiesta de iniciación de los jóvenes Incas. Otras actividades, como el corte de cabello, el cambio de vestimentas, la presentación de los jóvenes a las autoridades estatales, los ejercicios de resistencia física (carreras), las ofrendas a las Wakas, los cantos aleccionadores, etc., eran tan importantes como el Warachiku.


Todos los que buscamos armonizar la vida, empezamos a caminar por el reencuentro y armonía con nuestra Pachamama y a celebrar el Gran Qapaq Raymi el 21 de diciembre. Caminamos por un día completo, siempre acompañados por estrellas brillantes, la Mama Killa (madre luna) -que en este año ha tocado luna llena el mismo día-, el Wayra (viento), el Llullu tamya (lluvia tierna), el Inti Yaya (padre sol) y por runas (seres humanos) que moran de lo más simple y complejo y maravilloso suelo andino, a lo largo del camino, hasta las Wakas sagradas.

Al llegar el día 21, algunos contemplan desde sus lugares los primeros rayos del Yaya Inti (Padre Sol). Lo más importante de la fiesta es recibir al majestuoso Padre Sol con los ojos despiertos.

Todas estas celebraciones tienen que ver con la veneración y el respeto sagrado que los andinos mantienen hasta nuestros días, al sol, la Pachamama, la luna, las estrellas y todo lo que conforma el cosmos.

¡Feliz año nuevo andino!

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Servindi
Fuente e Imagen
http://www.servindi.org/actualidad/


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sábado, 18 de diciembre de 2010

DÍA INTERNACIONAL DEL INMIGRANTE




"CUENTO DE UN INMIGRANTE GRIEGO"

Por Miguel Juan Tomazo


En una fría mañana del mes de junio de 1929 un barco trasatlántico que había partido de Lisboa, capital de Portugal, llegó al puerto de Buenos Aires trayendo un centenar de inmigrantes griegos. La gran mayoría de ellos había comenzado su viaje en el puerto de Pireo, en Atenas y unos cuantos se habían embarcado en Marsella, Francia. Una docena de ellos provenían de Rodas, una de las islas del Egeo, famosa por sus higueras, sus viñedos y sus olivos.

Todos tenían algo en común: buscaban mejorar su situación social y económica, vilmente vapuleada por la guerra y la ocupación de sus tierras por el fascismo italiano. Habían experimentado hambre, dolor e impotencia ante la situación y decidieron emigrar, dejando en sus pueblos a sus padres, hermanos, novias, tíos, abuelos y muchos amigos. Habían oído hablar de Argentina y de sus riquezas, de sus trigales y sus vacunos y sobre todo de la gran cantidad de trabajo. Era la meta soñada y también lo fue para Sabbas, uno de los jóvenes que llegó en ese barco. Él había decidido irse no obstante los requerimientos en contrario de sus padres y en especial de su novia, Eugenia, una chica de su pueblo y la principal razón había sido que el señor Mijali, el padre de Sabbas, era un terrateniente de Soroní y se había opuesto al casamiento de su hijo, porque Eugenia provenía de una familia muy pobre y de acuerdo con las costumbres griegas no tenían propiedades para darle al novio en calidad de dote.

Sabbas y Eugenia se despidieron la noche anterior a la partida. Él recién terminaba de cumplir 24 años de edad y ella apenas tenía 17, pero en sus corazones latía ese amor puro que caracterizaba a los jóvenes de Soroní, un pequeño pueblo griego al sur oeste de la ciudad de Rodas. Sabían que quizá esa fuera la última noche que se veían, y apuraron los besos y las caricias, se intercambiaron cartas y promesas y con abundantes lágrimas en sus ojos se despidieron bajo un cielo estrellado. Eugenia, le prometió una y mil veces que no se casaría con nadie que no fuera él y que lo esperaría hasta que regresara o la llevara consigo. Sabbas le prometió que apenas se instalara en Argentina le haría la "llamada" para llevarla a Argentina y casarse.

Pero nada fue fácil para Sabbas, cuando llegó a Argentina se dio cuenta que no todo era tan lindo como se lo habían contado. Ciertamente las condiciones de vida eran mejores, pero para poder sobrevivir tuvo que buscar trabajo en el campo, tarea que nunca había realizado antes. El trabajo era duro, de sol a sol, con un descanso de una hora que apenas alcanzaba para saborear una sopa y un pedazo de pan... ¡y la paga era magra!

Sabbas y los otros peones vivían hacinados en un galpón de la chacra, dormían en catres de cuero y el frío, por las noches les calaba las carnes. Y así pasó un año y otro y otro... lo que ganaba no le alcanzaba para ahorrar y cada vez veía más lejos la posibilidad de traer y casarse con su novia.

Mientras tanto, allá en Rodas, la angustia de Eugenia aumentaba día a día, las cartas de Sabbas no le alcanzaban para calmar ese llanto que brotaba de su ojos pardos, tenía necesidad de verlo, sentirlo a su lado, acariciarlo, besarlo y expresarle todo el amor que por él sentía. Las tardes y las noches se le hacían interminables, el llanto inundaba sus mejillas de lágrimas y la luz de la luna que entraba en su cuarto a través de la ventana, la descubría abrazada con ternura a su almohada. No obstante su pena, nunca descartó la idea del casamiento con Sabbas y fue así que se dedicó con ahínco a preparar su ajuar de novia. Le gustaba coser y bordar y entonces con cada trozo de género hacía una pieza más para su casamiento. Manteles, carpetas, frazadas, blusas, sábanas, etc. ¡no le faltaba nada!

Y mientras tanto en Argentina, Sabbas había dejado de trabajar en el campo y con los pocos ahorros que pudo realizar se trasladó nuevamente a Buenos Aires, y junto con dos compatriotas griegos alquilaron una pieza, y con la esperanza en su pecho salió a buscar trabajo. No le fue fácil, apenas balbuceaba el idioma español y el único oficio que conocía era el de peluquero. Por fin un amigo lo llevó a trabajar de mozo a un restaurante y allí se quedó casi tres años y comenzó a vislumbrar la posibilidad de enviarle el pasaje a Eugenia.

Habían transcurrido ya seis años desde su partida, el recuerdo y las ganas de estar con su novia lo atormentaban día y noche, veía correr los años y quería casarse, tener hijos. Estaba cansado de esperar y fue así que decidió entonces trabajar también los fines de semana, es decir sábados y domingos, en un cinematógrafo, vendiendo golosinas. Esa labor le permitió, al cabo de cuatro meses, acelerar la compra del pasaje para traer a Eugenia.

Corría el año 1936. En una mañana del mes de septiembre, y cuando ya hacía siete años que Sabbas había partido rumbo a Argentina, llegó el cartero y le trajo a Eugenia la buena noticia, Sabbas le había enviado el pasaje para su viaje. Solamente su madre y su hermano Fotis se enteraron. Calladamente, para evitar que su futuro suegro se enterase preparó su equipaje y cuando todo estaba listo y como no podía seguir ocultando su decisión de partir, dijo que su hermana María, que vivía en Estados Unidos desde hacía mucho tiempo, le había enviado el pasaje para que fuera a vivir con ella.

Todo sucedió súbitamente, Eugenia entre lágrimas inevitables que vertieron su pobre madre y su hermano embarcó muy compungida, pero segura de que la felicidad la esperaba del otro lado del mar y fue allí cuando sucedió algo inédito, su propio suegro la fue a despedir y a desearle buena suerte en Estados Unidos y fue allí, cuando el barco ya partía del diminuto puerto de Rodas, que acercándose gritó:

- ¡Señor Mijali, señor Mijali, no voy a Norteamérica a visitar a mi hermana, voy a la Argentina a casarme con su hijo Sabbas!

Y dicen que fueron muy felices, Sabbas y Eugenia se casaron, tuvieron cuatro hijos que fueron criados y educados con mucho sacrificio, en el marco de una familia de clase pobre en la faz económica, pero rica en el mantenimiento de su idioma y sus costumbres, que supieron transmitir a sus hijos a través del tiempo. El precio de haber sido inmigrantes fue muy alto hasta alcanzar la propia felicidad. A ambos les fueron negadas las posibilidades de regresar a Grecia. Sabbas y Eugenia jamás pudieron volver, ni siquiera para visitar a sus familiares; en su ausencia sus padres y hermanos fallecieron y solamente les quedó el profundo y desgarrador recuerdo de ellos en alguna desteñida fotografía.

En la vida del inmigrante, la felicidad acompaña a veces, las nostalgias y las penas viven con ellos siempre.

Fuente
http://www.torontohispano.com/
Imagen
sonidosclandestinos.blogspot.com
DÍA INTERNACIONAL DEL INMIGRANTE
18 de diciembre

viernes, 17 de diciembre de 2010

UNA NAVIDAD EN EL BOSQUE



Érase una vez un bonito pueblo en medio de un frondoso y colorido bosque habitado por unos alegres animales. Cada año, con la caída de las primeras nieves y la llegada de las estrellas de luz, se reunían en torno al Gran Árbol para preparar la Navidad y conocer una de las noticias más esperadas de la temporada: el nombre del ganador del concurso de teatro, que se encargaría de dirigir la función de Nochebuena.

En aquella época, todas las actividades que realizaban tenían como objetivo la convivencia, el fomento de la amistad y la diversión. La exhibición de cocina, organizada por la Señora Ardilla, hacía las delicias de los más comilones, pues los platos presentados eran degustados al finalizar la competición. Los más pequeños participaban en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, la directora del coro que alegraba con sus villancicos todos los rincones del bosque. Y, por supuesto, estaba la mejor noche de todas: la Nochebuena, en la que se representaba la obra ganadora, que siempre tenía como tema central la amistad.

Cada año, el Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero ese año…

-Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad –dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más dilación demos un aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra Salvemos el bosque, que podremos ver en Nochebuena.

-Gracias, gracias, es un honor para mí –exclamaba Conejo entre vítores y aplausos.

-Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez darán comienzo las pruebas de selección de actores. Rogamos puntualidad a los interesados –concluyó el Sr. Búho.

Al día siguiente, a la hora convenida, había una considerable cola a la entrada del teatro. Al ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile, pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con cortar un árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino. En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque contaba con la inestimable ayuda de sus fieles amigas, un girasol y un lirio que ponían su astucia al servicio de la noble causa.

Tras varias horas, los papeles quedaron repartidos de la siguiente manera: el Sr. Oso haría de guardabosque, Castor sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol y la Sra. Lince, al lirio.

Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones, dejándose la piel en escena, hasta que hizo su aparición el peor y más temido de los fantasmas: la envidia.

-No sé Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de protagonismo. El papel del leñador está lleno de matices y podríamos crear unos espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto –dijo el Sr. Búho en uno de los ensayos.

-Sí Búho, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle más peso a Castor y proyectar toda la fuerza del personaje. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que aparezca y realzar su papel.

Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy ilusionado con la obra, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el protagonista absoluto y eso no le gustó nada. Es más, pensó que Búho y Castor lo estaban haciendo a propósito.

El ensayo del día siguiente fue un caos. En lugar de avanzar, daban pasos hacia atrás. Oso no colaboraba y Castor, que se había dado cuenta de lo que estaba pasando y de que Oso quería boicotear su actuación, estuvo muy arisco.

Por si fuera poco, el vestuario también había sido fuente de conflictos entre las chicas. La Sra. Pata consideraba que el vestido de la Sra. Lince era más llamativo y que debían haberlo echado a suertes.

-No entiendo por qué el traje del lirio tiene que ser más bonito que el del girasol. ¿Quién ha elegido el vestuario? No estoy de acuerdo –chillaba Pata.

La tensión en el escenario se podía cortar y desastre no se hizo esperar. Así, durante el ensayo de la escena final, que reunía a todos los actores en el escenario para interpretar el número final, comenzaron a empujarse unos a otros con tal brío que parte del decorado se rompió y el árbol se vino abajo.

-Orden, orden, pero bueno ¿qué pasa? –preguntó Conejo encolerizado. Habéis echado a perder el trabajo de varios días y de todos los que han colaborado en la puesta en escena. Quedan sólo dos días para Nochebuena, pero si tuviéramos más tiempo os echaría a todos de la obra. Se acabó el ensayo por hoy. Fuera todos de mi vista.

Conejo estaba rabioso, no entendía nada. Pero ¿cómo podían pelearse por una cosa así? Era Navidad, había que estar alegre y demostrar que eran amigos.

Al día siguiente los habitantes se despertaron siendo testigos de un acontecimiento terrible: la nieve había desaparecido y las estrellas de luz se habían apagado. ¿Cómo era posible? Asustados, los animales se congregaron alrededor del Gran Árbol, en busca del sabio consejo del Sr. Búho.

-Queridos habitantes del bosque, el espíritu de la Navidad se ha ido –sentenció Búho.

-¿Y cómo podemos hacer que vuelva? –preguntó asustada la Sra. Ardilla.

-Oh, no, nos vamos a quedar sin Navidad –sollozó un lobezno.

-Hoy es un día muy triste para nuestro bosque. La envidia ha desatado unas reacciones negativas en cadena. La nieve se ha derretido, las estrellas han dejado de lucir y la obra de teatro peligra –advirtió Búho.

Oso estaba escuchando tras un arbusto y tenía miedo a salir porque sabía que era el desencadenante de la situación, pero había que ser valiente y afrontar las consecuencias de los propios actos, así que se decidió a salir, aunque tímidamente.

-Eh, amigo, lo siento mucho. Estoy arrepentido de mi comportamiento. Si hay algún culpable, ése soy yo. Me cegó la envidia. ¿Qué puedo hacer para enmendar mi error?

-No, no tienes por qué cargar con las culpas tú sólo, yo también he contribuido con mi mala conducta. Si sirve de algo yo también lo siento. No quería que pasara esto –se lamentó Castor.

La Sra. Lince se acercó a la Sra. Pata, que estaba con sus patitos muy cerca de ella, y le dijo:

-Si te hace ilusión, te cambio el vestido, me importa más tu amistad que un trozo de tela. Somos amigas y nuestros pequeños juegan juntos –exclamó la Sra. Lince dándole un abrazo a la Sra. Pata.

-¡Mirad, está nevando! –gritó con entusiasmo una voz.

-Sí y parece que en el cielo brillan de nuevo las estrellas. El espíritu de la Navidad ha vuelto –se oyó.

Ese año, la Navidad se vivió con mucha más intensidad en el bosque, al fin y al cabo estuvieron a punto de perderla para siempre. Pero habían aprendido la lección y ahora sabían que la envidia cegaba y tenía unos efectos muy negativos que no se podían controlar.

Los animales habían ahuyentado la Navidad con su conducta, aunque en ellos mismos residía también el poder de resucitar su alma. Así que para que no se les olvidara nunca aquel susto y a partir de ahora prestaran atención a sus comportamientos con los demás, construyeron un gran cartel de madera que colgaron de una de las ramas del Gran Árbol, en el que se podía leer la siguiente inscripción:

«El tesoro más valioso que posees es la amistad, cuídalo todos los días y crecerá».


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mentesinkietas.wordpress.com

NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA

Un frontal pintado que se encuentra en el Museo Episcopal de Vich.

En él vemos a la Virgen expectante, sentada en un trono y rodeada de siete palomas que convergen hacia su seno, símbolos de los siete dones del Espíritu Santo. A su lado, y sentado también en un trono, aparece San Juan Evangelista, que con un grito de antífona de Adviento la identifica concretamente con la mujer de su visión apocalíptica.


En esta tercera semana de Adviento, es imposible preparar la Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto.

Eso es lo que se quiere expresar con "La Expectación del Parto", o "El día de Santa María" como se le llamó también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como popularmente también se le denomina hoy.

Fue en España, concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se celebró en el año 656, siendo San Eugenio III el obispo de aquella sede y que posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante en serio propagar.

La intuición del pueblo denominando a la expectante Doncella joven "Virgen de la O" está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la Virgen grávida.

El origen del título es no obstante más espiritual, más fino, más litúrgico y menos somático. Tiene su origen en que las antífonas marianas del rezo de vísperas comienzan con la O: O Sapientia, O Adonai, O Enmanuel... veni!

Las antífonas de Adviento, también conocidas como antífonas mayores, o antífonas O (por la letra con la que comienzan) son antífonas utilizadas en la oración diaria en las tardes de los últimos días del Adviento en varias tradiciones litúrgicas cristianas.

Cada antífona es uno de los nombres de Cristo, uno de sus atributos mencionados en las Escrituras.

Son:

* 17 de diciembre: O Sapientia (O Sabiduría)
* 18 de diciembre: O Adonai (O Adonai)
* 19 de diciembre: O Radix Jesse (O Raíz de Jesé)
* 20 de diciembre: O Clavis David (O Llave de David)
* 21 de diciembre: O Oriens (O Amanecer)
* 22 de diciembre: O Rex Gentium (O Rey de las naciones)
* 23 de diciembre: O Emmanuel (O Emmanuel)

En la tradición católica romana, las antífonas de Adviento se cantan o se recitan en las Vísperas desde el 17 de diciembre hasta el 23 de diciembre.


Fuentes:
http://www.santopedia.com
http://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%ADfonas_de_Adviento
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http://historiarte.net/iconografia/expectacion.html

jueves, 16 de diciembre de 2010

UNA HISTORIA DE NAVIDAD




Había una vez un precioso país, situado al Sur, muy al Sur, y al Oeste, muy al Oeste, de Europa; más bien parecía un cruce de caminos, un escalón hacia el Norte, hacia el Sur, hacia el Saliente y hacia Poniente.

Pues bien, en aquel país había un “Cole”, un colegio más, de tantos y tantos colegios repartidos por sus ciudades y pueblos.

Las clases venían impartiéndose en sus aulas desde los comienzos del siglo XX. Siempre con toda normalidad; tanta normalidad que a veces se caía en la monotonía. Pasaron los años, los meses, los días, las horas y llegó el siglo XXI.

A aquel país encrucijada de caminos, empezaron a llegar muchas familias de todos los puntos cardinales. Y con las familias niños y niñas con distintos idiomas, colores y costumbres. Y claro, las aulas de aquel hermoso y vetusto colegio se fueron llenando con aquellos niños y niñas que se unían a los que siempre habían vivido en aquel país.

Los profesores estaban preocupados. Su labor ahora, se iba haciendo más difícil ante aquella diversidad. ¿Sería un obstáculo en su tarea?

Corría el mes de diciembre y como siempre llegaba la Navidad. Los profesores se reunieron en claustro. Allí se plantearían sus temores, sus preocupaciones y sus ganas de hacer las cosas cada vez mejor con aquellos alumnos y alumnas recién llegados. Se leyó el acta del Claustro anterior. Se aprobó. Y cuando iba a comenzar el gran tema que les reunía apareció por la puerta el conserje. Llevaba una gran cesta, de aquellas de Navidad, adornada con un hermoso lazo de color rojo.

Dentro de la cesta, y colocadas de forma primorosa, un sin fin de frutas: piñas, naranjas, uvas, kakis, mangos, plátanos, lichis, manzanas, arándanos, frambuesas, kiwis, moras, peras, cerezas, papayas, dátiles...

Se acercó a la gran mesa y dijo: “Miren, aquí les dejo este obsequio que acaban de dejar tres señores muy distinguidos y que no han querido decir su nombre”.

Los profesores se quedaron gratamente sorprendidos.

Hubo un silencio y alguien dijo: “Fijaos, todas frutas y todas distintas y qué bonita diversidad de tamaños, formas y colores. No sabría con cuál quedarme. Aunque si, creo que me quedaría con todas.

Rieron todos de la ocurrencia de su compañero.

Se hizo de nuevo un breve silencio. Se miraron unos a otros, y un mismo pensamiento les unió y animó. Un pensamiento que pareció disiparles los temores, infundiéndoles ánimo y fuerza: “Eso eran sus alumnos y alumnas, un gran cesto de frutas preciosas y diversas que aumentaban su belleza y su valor estando juntas”.

No escatimarían esfuerzos para lograr su desarrollo como personas iguales, aunque ello entrañara un sin fin de dificultades.

La fuerza les vino por eso, porque era Navidad, y Navidad siempre ha significado comprensión, tolerancia y amor.


Autora: MARGARITA RIVERA

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heramoderna.com

EL NIÑO QUE LO QUERÍA TODO




Había una vez un niño que se llamaba Jorge, su madre María y el padre Juan.

En el día de los Reyes Magos se pidió más de veinte cosas. Su madre le dijo: Pero tú comprendes que… mira te voy a decir que los Reyes Magos tienen camellos, no camiones, segundo, no te caben en tu habitación, y, tercero, mira otros niños… tú piensa en los otros niños, y no te enfades porque tienes que pedir menos.

El niño se enfadó y se fue a su habitación. Y dice su padre a María: Ay, se quiere pedir casi una tienda entera, y su habitación está llena de juguetes.

María dijo que sí con la cabeza. El niño dijo con la voz baja: Es verdad lo que ha dicho mamá, debo de hacerles caso, soy muy malo.

Llegó la hora de ir al colegio y dijo la profesora: Vamos a ver, Jorge, dinos cuántas cosas has pedido.

Y dijo bajito: Veinticinco. La profesora se calló. Cuando terminó todos se fueron y la señorita le dijo a Jorge que no tenía que pedir tanto.

Cuando sus padres se tuvieron que ir, Jorge cambió inmediatamente la carta, aunque pidió quince cosas. Cuando llegaron sus padres les dijo que había quitado diez cosas de la lista. Los padres pensaron: Bueno, no está mal.

Y dijeron: ¿Y eso lo vas a compartir con tus amigos?

Jorge dijo: No, porque son míos y no los quiero compartir.

Se dieron cuenta de que no tenía ni Belén ni árbol de Navidad.

Y fueron a una tienda, pero se habían agotado. Fueron a todas partes, pero nada.

El niño mientras iba en el coche vio una estrella y rezó esto: Ya sé que no rezo mucho, perdón, pero quiero encontrar un Belén y un árbol de Navidad. De pronto, se les paró el coche, se bajaron, y se les apareció un ángel que dijo a Jorge: Has sido muy bueno en quitar cosas de la lista así que os daré el Belén y el árbol.

Pasaron tres minutos y continuó el ángel: Miren en el maletero y veréis. Mientras el ángel se fue. Juan dijo: ¡Eh, muchas gracias! Pero, ¿qué pasa con el coche?

Y dijo la madre: ¡Anda, si ya funciona! ¡Se ha encendido solo! Y el padre dio las gracias de nuevo.

Por fin llegó el día tan esperado, el día de los Reyes Magos. Cuando Jorge se levantó y fue a ver los regalos que le habían traído, se llevó una gran sorpresa. Le habían traído las veinticinco cosas de la lista.

Enseguida, despertó a sus padres y les dijo que quería repartir sus juguetes con los niños más pobres.

Pasó una semana y el niño trajo a casa a muchos niños pobres. La madre de Jorge hizo el chocolate y pasteles para todos.

Todos fueron muy felices. Y colorín, colorado, este cuento acabado.


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yodibujo.es

miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL CAMPESINO DEMYAN






En cierta aldea, ignoro si hace poco o mucho tiempo, vivía un campesino testarudo y violento, llamado Demyan. Era duro, bronco y colérico y siempre buscaba la ocasión de disgustarse con cualquiera. Imponía su voluntad a puñetazos cuando no bastaban las palabras. Invitaba a un vecino a su casa, y le obligaba a comer, y si el vecino rehusaba un bocado por vergüenza o cortesía, el campesino se disgustaba y le gritaba: "¡En casa ajena obedece al dueño!"

Y un día sucedió que un mocetón entró como convidado a casa de Demyan, y el campesino le puso una mesa llena de exquisitos manjares y de los mejores vinos. El joven comía a dos carrillos y despachaba plato tras plato. El campesino estaba admirado y cuando vio la mesa limpia y las botellas vacías, se quitó la levita y le dijo:

- ¡Quítate la blusa y ponte mi levita! -porque pensaba: "Rehusará y entonces sabrá para qué tengo los puños".

Pero el joven se puso la levita, se la ciñó bien y haciendo una reverencia, dijo:

- ¡Y bien, padrecito! Gracias por el regalo. No me niego a aceptarlo, porque en casa ajena hay que obedecer al dueño.

El campesino estaba furioso. Deseaba provocar una pendencia a toda costa y con tal objeto condujo al mozo al establo y le dijo:

- Nada es poco para ti. ¡Ea, monta en mi caballo y llévaselo como si fuera tuyo! -porque pensaba: "Rehusará y habrá llegado el momento de darle una lección".

Pero el joven volvió a decir:

- ¡En casa ajena hay que obedecer siempre al dueño!

Y cuando estuvo bien montado, se volvió al campesino Demyan y gritó:
- ¡Hasta la vista, amigo! ¡Nadie te ha obligado, pero has caído en tu misma trampa! -Y dicho esto, salió galopando.

El campesino se quedó moviendo la cabeza y dijo: "La guadaña ha dado contra una piedra", con lo que quería decir que había hallado por fin la horma de su zapato.

Alekandr Nikoalevich Afanasiev, folclorista ruso del siglo XIX.
Fuente: http://jk-cuentos-populares.blogspot.com/2010/05/verlioka-cuento-ruso.html

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martes, 14 de diciembre de 2010

EL CASTILLO DE IRÁS Y NO VOLVERÁS


Erase una vez un pobre pescador que vivía en una choza miserable acompañado de su mujer y tres hijos y sin más bienes materiales que una red remendada por cien sitios, una caña larga, su aparejo y su anzuelo.

Una mañana, muy temprano, salió el pescador camino de la playa con el estómago vacío, la cabeza baja, descorazonado, y cargado con los aparejos de pescar.

A medida que andaba, el cielo se iba ennegreciendo y cuando llegó al lugar donde acostumbraba a pescar observó que se había desencadenado una terrible tempestad. Pero el infeliz pescador no pensaba más que en sus hijos y en su esposa, que ya hacía dos días que no probaban bocado, por lo que, sin hacer caso de la lluvia que le empapaba, ni del viento que le azotaba, ni de los relámpagos que le cegaban, armó la red y la echó al mar. Y cuando fue a sacarla, la red pesaba como si estuviese cargada de plomo; por lo que el pescador tiró de ella con todas sus fuerzas, sudando a pesar del viento y de la lluvia, latiéndole el corazón de alegría al pensar que aquel día su familia no se acostaría sin cenar, como en tantas otras ocasiones.

Finalmente el pescador consiguió sacar la red del agua, viendo que en su interior no había más que un pez muy chiquito pero gordito, cuyas escamas eran de oro y plata. Asombrado al ver que le había costado tanto trabajo pescar aquel único pez, el pobre pescador se lo quedó mirando con la boca abierta. De repente el extraño pececillo rompió a hablar y dijo con voz muy dulce, extraordinariamente armoniosa y musical:

- ¡Échame otra vez al agua, oh pescador, que otro día estaré más gordo!

- ¿Qué dices, desventurado? – preguntó el interpelado, que apenas podía creer lo que oía.

- ¡Que me eches otra vez al agua, que otro día estaré más gordo!

- ¡Estás fresco! Llevan mis hijos y mi mujer dos días sin comer; yo llevo dos horas tirando de la red, aguantando el viento y la lluvia, ¿y quieres que te tire al agua?

- Pues si no me sueltas, oh pescador, no me comas. Te lo ruego…

- ¡También está bueno eso! ¿De qué me habría servido cogerte, si no te echara en la sartén?

- Pues si me comes – prosiguió diciendo el pececillo -, te suplico que guardes mis espinas y las entierres en la puerta de tu casa.

- Menos mal que me pides algo que puedo hacer… Te prometo cumplir fielmente tu solicitud. Y se marchó, contento de su suerte, camino del hogar.

A pesar de ser un pececillo tan chiquito, todos comieron de él y quedaron saciados. Luego, el pescador enterró, como había prometido, las espinas en la puerta de su choza.

Por la mañana, cuando Miguel, el hijo mayor del pescador, se levantó y salió al aire libre, encontró, en el lugar donde habían sido enterradas las espinas, un magnífico caballo alazán; encima del caballo había un perro; encima del perro un soberbio traje de terciopelo y sobre éste una bolsa llena de monedas de oro.

El muchacho, que anhelaba correr el mundo, pero que estaba dotado de excelente corazón, dejó la bolsa a sus padres, sin tocar un céntimo, y, seguido del perro, emprendió la marcha sin rumbo fijo.

Galopó durante tres días y tres noches, recorriendo los bosques, llegando finalmente a una encrucijada donde vio un león, una paloma y una pulga disputándose agriamente una liebre muerta.

- Párate o eres hombre muerto, – rugió el león. Y si eres, como dicen, el rey de la creación, sírvenos de juez en este litigio. La paloma y la pulga estaban disputándose la liebre… ¿Para qué quieren ellas un trozo de carne tan grande…? Yo, confieso que he llegado el último, pero para algo soy el rey de la selva… La liebre me corresponde por derecho propio… ¿No lo crees así?

La paloma habló entonces y dijo, arrullando:

- Ya habías pasado de largo, cuando yo descubrí desde lo alto a la liebre, que estaba mortalmente herida… Me corresponde a mí, por haberla visto morir.

La pulga, a su vez, exclamó:

- ¡Ninguno de vosotros tiene derecho a la liebre! No la habrían herido, si no le hubiese dado yo un picotazo debajo de la cola cuando iba corriendo, con lo que le obligué a detenerse y entonces, un cazador le metió una bala en las costillas… ¡La liebre es mía!

Y ya estaba la disputa a punto de degenerar en tragedia si Miguel no hubiese mediado.

- Amiga pulga – dijo – ¿Qué harías tú con un trozo de carne como ese, que asemeja una montaña a tu lado?

Y sacó el cuchillo de monte, cortó a la liebre muerta la puntita del rabo y lo entregó a la pulga, que quedó complacidísima. Del mismo modo, cortó las orejas y el resto del rabo, que ofreció a la paloma, la cual confesó que tenía bastante con aquel despojos. Lo que quedaba, o sea, la liebre entera, se la cedió al león, que quedó encantado de juez tan justiciero.

- Veo que eres realmente el rey de la creación – exclamó, con su más dulce rugido – pero yo, el rey de los animales, quiero recompensarte como mereces, como corresponde a mi indiscutible majestad.

Y arrancándose un pelo del rabo lo entregó a Miguel, diciéndole:

- Aquí tienes mi regalo; cuando digas: “¡Dios me valga, león!”, te convertirás en león, siempre que no pierdas este pelo. Para recobrar tu forma natural, no tendrás más que decir: “¡Dios me valga, hombre!” Se marchó el león, alta la frente, orgullosa la mirada, pero sin olvidar llevarse la liebre, y se internó en la selva.

La paloma, para no ser menos, se arrancó una pluma y dijo:
- Cuando quieras ser paloma y volar, no tienes más que decir: “¡Dios me valga, paloma!” Y agitando las alas, se remontó por el aire.

- Yo no tengo plumas ni pelos – dijo la pulga – pero puedo oírte dondequiera que digas: “¡Dios me valga, pulga!” y convertirte en un ente tan poco envidiable y molesto como yo.

Miguel volvió a montar a caballo y prosiguió su camino sin descansar, hasta que, al cabo de tres días y tres noches, vio brillar una lucecita a lo lejos. Preguntó a un pastor que encontró:

- ¿De dónde procede esa luz?

El pastor respondió:

- Ese es el “Castillo de Irás y No Volverás”.

Miguel se dijo:- Iré al “Castillo de Irás y No Volverás”.

Al cabo de tres días y tres noches, se encontró con otro pastor.

- ¿Podrías decirme, amigo, si está muy lejos de aquí el “Castillo de Irás y No Volverás”?

- Libre es el señor caballero de llegar a él – repuso el pastor, echando a correr como alma que lleva el diablo.

Pero el hijo del pescador era firme de voluntad y duro de mollera y se había propuesto ir al castillo, aunque fuese preciso dejarse la piel en el camino; así es que, sin pizca de temor, siguió cabalgando tres días con tres noches, al cabo de los cuales la lucecita parecía acercarse, ¡por fin!, ante sus ojos. Y he aquí que, después de muchas, muchísimas fatigas, llegó ante el suspirado “Castillo de Irás y No Volverás”.

De oro macizo eran sus muros y de plata las rejas de sus ventanas y las cadenas de sus puertas; en lo alto de sus almenas, deslumbraban, al ser heridas por el sol, las incrustaciones de jaspe y lapislázuli, el ónice, el marfil, el ágata e infinidad de piedras preciosas. Rodeaba al edificio un bosquecillo donde, posados en las ramas de sus árboles, cuyas hojas eran de oro o plata, según se reflejara en ellas, el sol o la luna, innumerables pajaritos de colores maravillosos saludaban al recién llegado; unos con burlonas carcajadas, otros con sus trinos más inspirados, otros con palabras de ánimo o de desesperanza.

- ¡Adelante el mancebo! ¡Adelante nuestro salvador! – decían unas voces.

- ¡Atrás! ¡Atrás! ¡Irás y no volverás! ¡Irás y no volverás! – repetían otras.

Pero el hijo del pescador, como si fuese sordo, continuaba su camino sin detenerse un instante a escuchar los maravillosos trinos, ni volver la cabeza para ver de dónde procedían, sin detenerse ante la fuente de cristal que cantaba: “¡Alto! ¡Alto!”, ni el árbol de mil hojas que, como manecitas verdes, se agarraban a su casaca para impedirle el paso. Así hasta las mismas puertas del castillo, donde ¡oh desilusión! tres perros, del tamaño de elefantes, le impedían la entrada.

¿Qué había de hacer? ¿Volverse, atrás? ¡De ninguna manera! ¡Todo antes que retroceder! Sacó el cuchillo con aire decidido, mas ¿qué podía hacer aquella arma minúscula contra esos formidables monstruos?

De repente recordó las dádivas de los animales litigantes y viendo en lo alto, junto a las almenas, una ventana abierta sacó de su bolsa la pluma y gritó:

- ¡Dios me valga, paloma! Una fracción de segundo más tarde, Miguel, convertido en paloma, volaba a través de la abierta ventana y se colaba en el castillo.

Cuando estuvo dentro se posó, en el suelo y gritó:

- ¡Dios me valga, hombre! Y recobró en el acto su forma natural. Se encontró en una sala inmensa, cuyas paredes eran de plata; pero no había en ellas muebles, adornos, ni utensilios de ninguna clase, así como tampoco el menor rastro de persona viviente. Pasó a otra estancia toda de oro y luego a otra de piedras preciosas, esmeraldas, rubíes y topacios que refulgían de tal modo que le cegaban. En todas halló la misma soledad. La contemplación de tales maravillas no impedía a nuestro héroe sentir un gran apetito, hasta el punto de que, impaciente por conocer de una vez la dicha o el peligro que le aguardaba, exclamó:

- ¡Diablo o ángel, genio o gigante, dueño de este maravilloso castillo; todo tu oro, toda tu plata, todas tus piedras preciosas, las trocaría de buena gana por un plato de humeante sopa!

Al punto aparecieron ante sus ojos una silla, una mesa con su blanco mantel, sus platos, cubierto y servilleta. Y Miguel, contentísimo, se sentó a la mesa. Servidos por mano invisible fueron llegando todos los platos de un opíparo festín, desde la humeante y sabrosa sopa de tortuga, hasta las riquísimas perdices, amén de frutas, dulces, y confituras. Terminado el banquete, desaparecieron platos, cubiertos, mesa, silla y manteles como por arte de magia, y Miguel empezó a vagar, desorientado, por los regios y desiertos salones.

- Siete días llevo sin dormir – recordó – si en vez de tanta pedrería hubiera por aquí aunque fuera un jergón de paja… Al punto apareció ante sus ojos asombrados una magnífica cama de plata cincelada con siete colchones de pluma. Miguel se acostó, dispuesto a dormir toda la noche de un tirón. Mas apenas habían transcurrido unas dos horas, le despertó un llanto ahogado, que salía de la habitación vecina.

- Será algún pequeño del hada – murmuró, dando media vuelta. Pero todavía no había conseguido reconciliar el sueño, cuando los sollozos se dejaron oír con más fuerza, acompañados de suspiros entrecortados y lamentos de una voz de mujer.

- Esto se pone feo – pensó, Miguel. Y levantándose de un salto, pasó al salón contiguo, que encontró tan desierto como antes. Pasó a otro y a otro y a otro, hasta recorrer más de cien salones, sin dar con alma viviente y oyendo siempre, cada vez más cercanos, los lamentos. Creyendo que se burlaban de él, dio con rabia una fuerte patada en el suelo, que éste se abrió. Y al abrirse, cayó Miguel por la abertura, a un aposento regiamente amueblado, con las paredes tapizadas de tisú de plata y damasco azul.

En medio de tanto esplendor, una princesita, de rubios cabellos y manecitas de lirio, lloraba amargamente.

- Apuesto doncel – dijo, al verle entrar: - aléjate cuanto antes de este maldito castillo. No seas uno más entre tantos jóvenes infortunados que aquí han dejado sus vidas, pretendiendo salvar las de otras princesas tan desgraciadas como yo. El gigante dueño de este castillo duerme veintidós días de cada mes, durante los cuales no toma alimento alguno. Cuando despierta, dedica siete días a preparar el banquete con que se obsequia el octavo, después del cual reanuda su sueño. El postre de este banquete consiste en una doncella, princesa si es posible. Mañana despertará el monstruo y la víctima elegida he sido yo. Sólo me quedan ocho días de vida; mas, como nada puedes hacer en favor mío, aléjate, te lo suplico.

- ¡No llores, preciosa niña! – exclamó Miguel. – En siete días puede volver a hacerse el mundo. Y no me tomes por tan poquita cosa. Para defenderte, tengo mi cuchillo de monte y si esto no bastara, puedo convertirme en león, en paloma o en pulga. Seca, pues, tus lágrimas y dime dónde está ese dormilón traga princesas, que ya me van entrando ganas de conocerlo.

- Nada podrás contra el gigante – contestó la princesita. – Ni tu cuchillo ni la garra del más fiero león. Sólo un huevo que se encuentra dentro de una serpiente que habita en el Monte Oscuro, en los Pirineos. El huevo ha de dispararse con tan certera puntería que hiera al monstruo entre ceja y ceja, matándolo. Entonces quedaría desencantado el castillo. Pero también la serpiente es un monstruo maligno y poderoso: devora a todo bicho viviente que se atreve a acercarse a cinco leguas de ella. Créeme, conviértete en paloma ya que tal poder tienes, y sal por esa ventana antes de que den las doce de la noche y despierte el gigante, porque entonces no podrías librarte de sus iras.

- Así lo haré – repuso Miguel – mas será para ir al encuentro de esa monstruosa serpiente y si quieres que salga vencedor en la empresa, – añadió – prométeme que te casarás conmigo dentro de siete días, cuando te saque de este castillo.

Lo prometió así la Princesa, y Miguel, convertido en paloma, voló, al bosquecillo a través de la ventana. Allí volvió a su estado de hombre, para recoger el caballo y el perro, que, alejados cuanto podían de los tres gigantescos guardianes, le esperaban. Montado en su alazán y seguido de su perro fiel, salió del bosque y del recinto del castillo, sin hacer caso de las voces de los pájaros, los árboles y la fuente de plata con que pretendían detenerle. Y anduvo, anduvo, durante tres días, siguiendo la dirección que le diera la princesita, hasta llegar al pueblo, cuyas señas retenía en la memoria, y que se hallaba enclavado ante un monte elevadísimo, cubierto de maravillosa vegetación. Dejó caballo y perro en las cercanías y entró en el pueblo humildemente. Llamó a la primera casa.

- ¿Qué deseas, hermoso doncel? – le preguntaron.

- Una plaza de pastor, sólo por la comida.

- Eres demasiado apuesto para eso – le contestaron. Y le dieron con la puerta en las narices.

Por fin halló en las afueras del pueblo una casa de labranza de blancas paredes, donde llamó y salió a abrirle una linda muchacha.

- Vengo a ver si necesitan ustedes un mozo para la casa – dijo tímidamente.

La muchacha, prendida de la donosura de Miguel, fue corriendo a avisar a su padre. Y éste dio a Miguel una plaza de pastor. Vistiendo la tosca pelliza y el cayado en la mano, salió Miguel al día siguiente, muy de mañana, tras los rebaños flacos y escuálidos.

- No te acerques a aquellas montañas cubiertas de verdor – le advirtió su amo al despedirle – Hay en ellas una serpiente de colosal tamaño, que devora a cuantos pastores y rebaños intentan acercarse siquiera a cinco leguas. Por eso nuestros animales están flacos y en este pueblo la mortandad entre ellos es tremenda, ya que sus únicos pastos son aquellas otras montañas, áridas, y estériles, adonde has de dirigirte.

Pero Miguel hizo todo lo contrario de lo que le habían aconsejado; es decir, se encaminó en derechura a la montaña de la serpiente.

Anduvo, anduvo y, desde muchas leguas de distancia, cuando apenas había hollado los pastos verdes y húmedos, oyó el silbido espantoso de la Serpiente que se hallaba en la cima de la montaña. Al poco, la Serpiente llegaba como una exhalación. Pero Miguel, al conjuro de “¡Dios me valga, león!” se había convertido ya en imponente fiera. Y león y serpiente lucharon con todo el brío posible. Todo era espuma y sangre, silbidos y rugidos de coraje y amenaza. Al cabo de un buen rato, rendidos y jadeantes, cesó el combate y se separaron.

La Serpiente dijo rabiosa:

- Si tuviese agua de la ría, ¡Qué pronto, león mío, te mataría!

Y el león contestó:

- Y si yo tuviese un trozo de pan, una botella de vino y el beso de una doncella ¡Qué pronto, serpiente mía, la muerte te diera!

Luego, añadiendo: “¡Dios me valga, pulga!”, desapareció, para recobrar la forma natural en la falda de la montaña, donde recogió su rebaño y regresó a la casa de labranza, donde no salían de su asombro al ver a los animales tan gordos y relucientes. A la mañana siguiente, cuando salió Miguel con los rebaños hacia el monte, dijo el labrador a su hija:

- Habría que espiar al nuevo pastor, pues no comprendo cómo en un solo día ha podido hacer cambiar de ese modo a los animales. Están gordísimos y lustrosos.

- Padre mío, si quieres, yo iré mañana a vigilarle – contestó ella.

Y a la mañana siguiente, le siguió de lejos y vio cómo se encaminaba a la montaña de la Serpiente y dejaba los rebaños en su falda paciendo a placer, dirigiéndose sin temor al encuentro del monstruo.

Luego le vio convertirse en león y luchar fieramente con la Serpiente.
Todo era espuma y sangre y rugidos de coraje y amenaza. Por fin, rendidos y jadeantes, se soltaron, y la Serpiente, enfurecida, silbó:

- Si tuviese agua de la ría, ¡Qué pronto, león mío, te mataría!

Y rugió el león:

- Y si yo tuviera un trozo de pan, una botella de vino y el beso de una doncella, ¡Qué pronto, serpiente mía, la muerte te diera!

Luego le oyó añadir:

- ¡Dios me valga, pulga! Y desapareció.

La hija del labrador echó a correr hacia su casa, mas se guardó muy bien de referir a nadie lo que había visto. Al día siguiente, cuando salió Miguel con los rebaños, cada vez más gordo y lustroso, echó a andar la moza, con un cestito en la mano, siguiéndole de lejos. Y otra vez vio la moza cómo Miguel convertido en león acometía a la Serpiente, cómo los ánimos de las dos fieras se encendían de ira, y ambos despedían chispas y todo el suelo se cubría de sangre y espuma, con nunca vista fiereza y demasía. Por fin, cansados, medio muertos, cesaron el fiero combate y se separaron.

Y la Serpiente, azul de cólera, silbó:

- Si tuviese agua de la ría, ¡Qué pronto, león mío, te mataría!

Y el león, no menos furioso, replicó:

- Si yo tuviera un trozo de pan, una botella de vino y el beso de una doncella, ¡Qué pronto, serpiente mía, la muerte te diera!

En aquel instante la hija del labrador salió de la espesura donde estaba escondida, sacó del cesto un pedazo de pan y una botella de vino y se lo dio al león, acompañado de un sonoro beso de sus labios frescos. El león comió el pan con presteza, se bebió el vino, y de nuevo embistió, con renovada energía a la Serpiente. Se repitió la lucha, y otra vez manó la sangre y corrió la espuma de los cuerpos maltrechos. Mas la serpiente no tardó en desfallecer y el león cada vez más pujante le atacaba; hasta que al fin la serpiente se desplomó. Miguel, recobrando la forma humana, después de haber dado las gracias a la hija del labrador, sacó su cuchillo de monte, abrió al monstruoso reptil en canal y extrajo de su vientre el huevo que había de servirle para libertar a la princesita de rubios cabellos y manecitas de lirio.

No hay que decir el júbilo y los agasajos con que fue recibido nuestro Miguel en el pueblo, cuando se supo que había dado muerte a la monstruosa serpiente. Todos se disputaban el honor de verlo y abrazarle y todos le regalaban sacos, llenos de oro y riquísimas joyas, y el labrador, loco de alegría, quería casarlo a toda costa con su hija. Pero Miguel ardía en deseos de correr a libertar a la princesita, a quien sólo quedaba un día de vida. Así lo notificó al labrador y al mismo tiempo le pidió, la mano de su hija para casarla a su regreso con su hermano, el hijo segundo del pescador.

Todo el pueblo acudió a despedirle, vitoreándole y llevándolo en hombros; pero él sólo pensaba en no llegar demasiado tarde a salvar a su bella princesa. Cuando, montado en su caballo alazán y seguido de su perro fiel, atravesó, el bosquecillo de los pájaros cantores, de los árboles parlantes y de la fuente de cristal, y se encontró a la puerta del castillo, vio que habían empezado los preparativos para el gran festín.

Inmediatamente dijo: - ¡Dios me valga, paloma!

Y en raudo vuelo llegó hasta el lugar donde el gigante esperaba a que sonara la hora para dar principio a la matanza. Se posó en el antepecho del ventanal y exclamó:

- ¡Dios me valga, hombre!

Y en hombre se convirtió. Y antes de que el monstruo tuviera tiempo de abrir la boca, sacó de su bolsa el huevo de la serpiente, apuntó con precisión y se lo tiró, hiriéndole entre ceja y ceja, matándole.

Se oyó un estrépito horroroso, como de millones de truenos que retumbaran al unísono y el “Castillo de Irás y No Volverás” se derrumbó.

De entre sus escombros surgió Miguel dando la mano a la Princesita de rubios cabellos y manecitas de lirio. Otras muchas princesas y otros muchos galanes, encantados desde hacía largos años por el Gigante, salieron también.

Los pájaros cantores se convirtieron en hermosos niños, las hojas de los árboles en apuestos mancebos y la fuente de cristal en una lindísima dama, que se casó con el hijo menor del pescador.

- Acabó mi encantamiento – exclamó la Princesita de rubios cabellos y manecitas de lirio.

- Yo soy la hija del rey de estas tierras. Vámonos inmediatamente a casa de mi padre. Y a palacio fueron.

El rey se volvió loco de júbilo; llamó al señor obispo y los mandó casar.

Miguel quiso que sus propios padres tuviesen un palacio en la ciudad.
La hija del labrador, que tan eficazmente le había socorrido, se casó con su otro hermano, el segundo hijo del pescador.

Y desde entonces vivieron todos felices y contentos.

Como podéis imaginar, a la llegada de la princesa y de Miguel, tanto el pueblo que la quería mucho como el rey, los recibieron tirándoles pétalos de flores, aplausos y banda de música.


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