En la civilización de mayas, la ceiba o yaxché tenía una gran importancia: era el árbol sagrado que conectaba los diversos niveles del Universo, desde el inframundo hasta el cielo.
Este árbol proviene de América, no existía en suelo africano antes de la división de los continentes, y se propagó a aquella parte del mundo en forma natural hace unos 10 ó 15 millones de años.
Por eso su área de distribución se reduce a la zona oeste de África, que es la más próxima a Sudamérica.
La ceiba, un árbol de dimensiones verdaderamente majestuosas, alcanza hasta 70 metros de altura, produce frutos en forma de cápsulas leñosas que al abrirse dejan salir 200 o más pequeñas semillas, de cuatro a ocho milímetros de largo, adheridas a finas fibras algodonosas blancas y muy suaves, como algodón, que popularmente se conoce como pochote —nombre que también se aplica en algunos lugares al propio árbol— o kapok y que se usaba como material de relleno para almohadas, colchones, salvavidas y otros objetos, y como material aislante en hieleras. Esas semillas pueden ser fácilmente llevadas por el viento hasta grandes distancias y son también lo bastante ligeras para flotar en el agua.
Pueden conservar su capacidad de germinación hasta seis meses si se les conserva almacenadas y protegidas, pero en un medio ambiente húmedo no resisten tanto tiempo. Por eso se consideraba poco probable que pudieran resistir el largo viaje hasta África llevadas por las corrientes marinas o por los vientos.
Es el árbol Símbolo Nacional de Guatemala y el árbol nacional de Puerto Rico.
En Guatemala existen ceibas importantes como la Ceiba de Palín Escuintla que cuenta con más de 400 años y la ceiba de San Francisco en El Petén que ya sobrepasa los dos siglos.
Imágen: http://portal.bibliotecasvirtuales.com/foros/la-ceiba?page=1
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/03/el-hechizo-de-la-lupuna.html
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