miércoles, 17 de marzo de 2010

TRINO EL BRUJO

La leyenda dice:

TRINO EL BRUJO

Ninguno de los interrogados, a pesar de que los escogimos entre los más longevos, supo decirnos la época en que Trino el Brujo fue adolescente. Unos recordaban haberle oído a sus abuelos que él, ya en edad madura, fue quien tocó en las fiestas de sus matrimonios; a otros, que había sido el inventor de los cantos de vaquería, con los que los ricos hacendados hacían llevar sus rebaños de uno a otro lugar para evitar que se extraviaran.

Trino hacía el trabajo de muchos peones, pues él solo, con su canto, conducía hasta mil novillos cimarrones hasta el puerto de Barrancas y a otras ciudades del litoral y del interior del país. Era asombroso el corto tiempo que empleaba en hacer el recorrido desde San Juan Nepomuceno, su tierra natal, hasta Barrancas.

Muchos de los interrogados manifestaron que viajaba montado en uno de los novillos, generalmente en el más cerrero y brioso; incitando a la manada, con sus cantos, a seguirlo obediente y sin tardanza hasta el destino final. Cuando en Barrancas, Trino el Brujo, se paseaba por las tiendas del puerto vio un instrumento musical que ni siquiera el tendero le conocía nombre, pues había llegado por error cuando se pidieron unas dulzainas.

Trino, dijo entonces: - véndame el acordeón-El tendero no le contradijo, ni siquiera le preguntó cómo había hecho para averiguar el nombre del instrumento; se lo regalo diciéndole que se sentía incapaz de cobrarle por algo que nadie sabía para qué servía, y que si acaso era un instrumento musical, no se sabía cómo se tocaba. Trino lo sacó del estuche y empezó a ejecutar unos sones nunca jamás escuchados en la región; tan armoniosos eran, que los concurrentes quedaron embelesados no sólo por la maestría en la ejecución sino por el contenido de los versos: síntesis del deseo y añoranza de cada uno de ellos. ¿Cómo se llama lo que tocas?, le preguntó un transeúnte.

-Porro, lo acabo de inventar, y esta pieza, “La Vaca Vieja”, será el himno de toda la comarca.

La noticia se regó por todo el Litoral Atlántico; algunas versiones se propagaron aumentadas y corregidas, llagándose, inclusive, a decir que Trino el Brujo era la encarnación del diablo; pero cuando él lo supo la refutó diciendo que hasta su nombre, símbolo de la Divina Trinidad, era una argumentación contra semejante disparate; que lo único cierto era que aprendía mientras soñaba, y como soñaba todas las noches se había vuelto un experto.

Fue tanta la admiración que produjo su maestría que los mejores músicos del Litoral vinieron a rendir pleitesía al viejo acordeonero en su tierra natal, tocándole fiestas interminables con la seguridad de que todo ritmo nuevo que escuchara inmediatamente lo aprendía y mejoraba. Era un hecho aceptado por todos que Tritio el Brujo era el mejor, por eso cuando en el pueblo se escucharon los sones que interpretaba alguien en la loma de La Peñata hubo un presentimiento general de que se iba a suceder una gran piqueria, porque el dejo de la música no era de sumisión sino de reto.

Cuando Trino oyó el canto dijo - Lo estaba esperando desde siempre. Es Francisco el Hombre, vencedor del mismo diablo, tocándole el Credo y el Padre Nuestro al revés.

Subió a la loma donde con el correr del tiempo se iría a construir la iglesia parroquial definitiva, pues la de ese entonces quedaba más abajo y se le llamaba la “camella” por la cóncava configuración de su techumbre. Trino desde el otero contestó las canciones de reto del trotamundos famoso. Se coligió por la reacción que el contrincante forastero dejó oír en el trasfondo de sus notas de repuesta que empataron en “puya”, en “merengue” y en “paseo”. Fue entonces cuando Trino el Brujo ejecutó el “porro” La Vaca Vieja “que tuvo como única respuesta el ulular del viento y una sensación de tropa que se aleja mientras dejaba una densa soledad que causaba fatiga en el espíritu.


MI TERRUÑO


El ambiente rural en el que vivo
me ha vuelto vegetal de tal manera,
que los huesos los tengo de madera
y mi pelo follaje de cativo.
Anhelo que la sombra de tu olivo
me preste su frescura cuando muera,
para vivir mi muerte sanjuanera,
que es la muerte mejor que yo concibo.
Cuando voy, por tus patios, peregrino
y me echo a descansar en el recodo
que de amores me presta tu camino,
te quiero inmensamente y de tal modo
que prefiero en tus calles mi destino
a estar lejos de ti, dueño de todo


Compartido por: Reinaldo Bustillo Cuevas
Miembro de la Asociación de Escritores del Caribe de Colombia

Muchas gracias Reinaldo por tan valioso aporte.
Georgina

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