martes, 10 de noviembre de 2009

EL CHIQUI


Foto de Andalgalá, Pcia de Catamarca



El Chiqui



El Chiqui era el dios al que adoraban los autóctonos; el historiador Montesinos, dice: “chi” es cosa parada, “qui” partícula que significa ambigüedad, luego chiqui es, cosa doble, llena de falsía. El origen del Chiqui lo encontramos en la mitología peruana y que luego fue adoptado en todo el Valle Calchaquí, "...para el logro feliz de cualquier empresa, el indio tenía que invocarle, sino las cosas salían al revés. Imposible era la vida de la tribu, en la aridez de la llanura, sin el sustento de la algarroba y el maíz y había que implorar al Chiqui para que la cosecha fuera buena..."


Todas las inclemencias del tiempo (sequía, huracanes, temblores, etc.) que azotara con furia sus cultivos y cosechas era obra del Chiqui, el demonio Calchaquí (la tradición conservaba no hasta hace mucho tiempo que cada vez que aparecía un remolino de viento, la forma de hacerlo desaparecer era hacer la señal de la cruz, ya que el diablo estaba presente en el remolino).


En su homenaje se ofrecían las cabezas de los animales cazados, estas cabezas sin duda alguna son la emulación de las cabezas de humanos que se sacrificaban para aplacar su furia. Sobre este tema debemos aclarar que las comunidades indígenas en el Período Temprano (250 - 500 d. C.) y luego en el Período Medio (700 - 1.000 d. C.) con la cultura Ciénaga y Aguada, más tardíamente, representaban en su cerámica una compleja simbología, que representa las cabezas cortadas de sus enemigos, en la trilogía: guerrero - cabeza trofeo - felino. Las bacanales del Chiqui también se celebraban cuando sobrevenían las grandes sequías o sea cuando se evaporaba la humedad de la tierra, porque el sol quemaba (Intirupas tian), era el grito de la tribu sedienta, por ello los indios levantaban en alto sus cántaros vacíos en demanda de enseñaban a los cielos, haciendo saltar las cabezas sacrificadas de los animales, rociando con agua el suelo seco y tirando maíz molido, almidón, signos de fertilidad y fecundidad, tan grave debió haber sido la embriagues de éstos pueblos de indios que el Rey, S.M.D. Carlos 2º, por Real Cédula de 1.679, habla de la borrachera de los indios londinenses que no permitían la asimilación de la doctrina (cristiana), manifestando entre otros motivos fundados de la traslación (expatriación del pueblo indio): "...los inconvenientes que resultaban de asistir en ella y particularmente el de continuar los indios la idolatria antigua y otros vicios de embriaguez que ejercitaban con brebaxes fuertes que hacían de la algarroba que había en abundancia...".


Lo concreto que los Londres (de 1679 a 1689) estaban rodeados de tupidos y frondosos algarrobales que los indios desde que oían el silbo melancólico de los coyuyos que anunciaban la madurez de las vainas, se embriagaban con la aloja, el licor fermentado que da el algarrobo.

La representación del Chiqui en Andalgalá

El Chiqui en Andalgalá y en todo el Noroeste Argentino está representado por el duende, el relato de nuestros mayores perdura hasta la actualidad y da vida a un mito que sobrevive de generación en generación, dicen que anda a la siesta por el monte, tiene una mano de hierro y otra de lana, con esta lleva regalos a las mujeres, con la de hierro castiga a los changos. Es chiquito y usa un sombrero grande de alas muy altas, tiene en la cara siempre una sonrisita de picardía, cuando te corre y si hay una acequia con agua, te resguarda de su maldad, porque el duende no puede tocar el agua, ya que es bendita.


Su procedencia es el Perú y anda por estas tierras, vigilando las siestas, que es la hora que descansa la gente y la tierra trabaja, madurando a la algarroba, también se abren las flores, etc. El Jueves y Viernes Santo aprovecha para salir todo el día, valiéndose que el Hijo de Dios agoniza y luego muere, por ello ésos días es muy peligroso salir a cualquier hora.


El Chiqui también era el dador de la lluvia, que era lo que con amor le pedían los indios...”.


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