miércoles, 1 de julio de 2009

ALWILDA

Alvilda
(a.k.a. Alwilda, Alfhild, AElfhild)


En el siglo V en Dinamarca, las mujeres gozaban de mucha más consideración en los países nórdicos que en el resto de Europa

Mientras que en otros países se limitaban a ejercer de consortes, madres y amas de casa en Europa del Norte podían ejercer de médicos o de astrólogos.

Frecuentemente acompañaban a sus esposos o parientes a la guerra para darles ánimos durante el combate. En los ejércitos había también batallones de “vírgenes con escudos” consagrados a Odín y sus integrantes no podían casarse porque su amor era funesto.

Alwilda, princesa por entonces, se rebela contra los deseos diplomáticos de su padre de que se case con el príncipe Alf, hijo de Sigaro, rey de Dinamarca.

Primero pensó en unirse al batallón de vírgenes, pero luego decidió algo mejor: aprovechando la libertad para desplazarse en las hazañas bélicas y sobornando a algunos cómplices, consiguió enrolar a una tripulación entera de mujeres y, vestidas de hombre, se apoderaron de un barco que Alwilda comandaba y se hicieron a la mar…

Al desembarcar en un lugar de la costa para abastecerse, se encuentran con la tripulación de un barco pirata que las confunden con gente de su mismo sexo y que se lamenta por la reciente muerte de su capitán.

Durante las deliberaciones para elegir al nuevo capitán se descubre que Alwilda es una mujer y su tripulación es femenina y lejos de rechazarlas y viendo la parte agradable y práctica de la historia, eligen como capitán a la misma Alwilda.

A partir de ese momento, las dos tripulaciones unidas empiezan a aumentar su poder en el mar y a infundir el terror en el Báltico, hasta el punto de que el mismo rey de Dinamarca encarga a su hijo Alf, ex prometido de Alwilda, que intente hacer frente y controlar a los piratas.

En un encarnizado combate frente al Golfo de Finlandia, Alf consigue, con parte de su tripulación, subir a bordo del barco de Alwilda y entablar una lucha feroz con el capitán del barco, hasta que en pleno duelo, quiebra la hoja de su oponente y a la capitana no le queda otro remedio que rendirse y quitarse el casco…

Al darse cuenta de que era su prometida a la que tanto había llorado tras su desaparición, le pide su mano… Alwilda accede a casarse y a compartir el trono de su prometido y llega a ser reina de Dinamarca.


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