Una vieja y su nieto habitaban el rancho. En los alrededores, vivía un chaneque que les robaba la comida cuando salían de la casa.
Un día, la abuela fue a cortar hierbas y, cuando regresó, ya no encontró a su nieto. Le preguntó al chaneque si lo había visto, y éste contestó:
—Por ahí vi que se fue.
La abuela buscó y buscó al niño y no lo encontró.
"¿Qué le pasaría?" —se preguntó— "¿Se lo comería el chaneque?"
Fue al pueblo a avisarle al papá del niño y juntos regresaron al rancho. Todavía andaba por allí el chaneque.
—Ayúdanos a recoger leña —le dijo—, y la pones cerca de la casa.
Así lo hicieron. Al anochecer, todos se fueron a dormir. El chaneque se estiró las orejas, y se le hicieron tan largas, que una la dobló para utilizarla como almohada, y con la otra se tapó.
Cuando la abuela vio que el chaneque dormía, encendió la leña y huyó con su hijo.
— ¡Me estoy quemando, quemando, quemando —gritó el chaneque—, me quemo arriba, me quemo abajo, me estoy quemando, quemando, quemando!
La abuela y su hijo se escondieron en la copa de un árbol.
Cuando los otros chaneques oyeron las quejas de su compañero, acudieron corriendo, recogieron las cenizas del chaneque quemado, se las comieron y así revivió el chaneque.
La abuela y su hijo se fueron al pueblo y nunca regresaron al rancho.
Adaptación de cuentos Chinantecos: Elisa Ramírez
Ilustración: Maximino Javier
Recopilación y traducción: Alfonso Martínez Merced
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/colibri/cuentos/oriflama/htm/sec_2.htm
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/04/los-chaneques.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/06/chaneques.html
Ilustración: Maximino Javier
Recopilación y traducción: Alfonso Martínez Merced
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