jueves, 11 de junio de 2009

LAS FORTINERAS


LAS FORTINERAS


Hembras bravas Parte I


Pasó más de un siglo, pero la campaña del "desierto" todavía despierta polémicas. Para algunos fue una epopeya que permitió consolidar el territorio nacional; para otros, una matanza motivada por la codicia. En el calor de la discusión, todos olvidan que casi la mitad de las fuerzas de frontera fueron mujeres que dejaron todo para vivir, pelear y morir junto a sus hombres.

Por Amanda Paltrinieri

No figuran en los libros de Historia. No se recuerdan sus nombres, salvo el de un par, aunque por sus méritos muchas llegaron a cobrar sueldo del Ejército y a tener grado militar.

"Se las llamó despectivamente chinas, milicas, cuarteleras, fortineras o chusma, en la parte más benévola del vocabulario . - En más de una ocasión fueron agredidas con epítetos francamente degradantes."

Eran esposas, novias, madres o prostitutas, mujeres de un solo hombre o de un regimiento.

No fueron pocas: si en la Conquista del Desierto hubo seis mil soldados, las fortineras llegaron a cuatro mil.

No se entiende por qué las condenaron al olvido, pues sin ellas la campaña del Sur -para bien o para mal- no habría sido posible. No sólo cuidaron de los hombres, los vistieron, alimentaron, curaron y -llegado el caso combatieron a la par de ellos, sino que con su presencia les dieron motivo para quedarse en un ejército al que la mayoría fue enganchada de prepo, como cuenta el Martín Fierro.

"Las mujeres -dijo Domingo Faustino Sarmiento de ellas-, lejos de ser un embarazo en las campañas, eran, por el contrarío, el auxilio más poderoso para el mantenimiento, la disciplina y el servicio (...) Su inteligencia, su sufrimiento y su adhesión sirvieron para mantener fiel al soldado que, pudiendo desertar, no lo hacía porque tenía en el campo todo lo que amaba."

Contra los godos.

Las fortineras del Sur, sin embargo, no fueron las primeras: las guerras de la Independencia también las tuvieron como protagonistas, en retaguardia y en el campo de combate: "Aunque sea con agua y algún aliento a los hombres, algo se hace para ayudar a la patriada -dijo alguna vez Manuela Godoy, una santiagueña que estuvo en la batalla de Tucumán-. Y si tengo que agarrar una bayoneta y ensartar godos, no soy lerda ni me voy a quedar atrás".

Los textos escolares recuerdan a las mujeres de Vilcapugio y Ayohuma, que atendían a los heridos, pero no recogen la historia de la puntana Pancha Hernández, quien combatió vestida de uniforme en la campaña al Alto Perú y usaba pistola y sable.

El Ejército de los Andes también tuvo sus mujeres pues San Martín las autorizó para que acompañaran a sus maridos.

Fuente:
Vera Pichel en Las cuarteleras (Planeta, 1994), referencia obligada sobre el tema

Imagen
elbarcoceltibero.mundoforo.com

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