viernes, 17 de julio de 2009

RICARDO ROJAS.




Promotor de la ciencia, la cultura, y educador.


Ricardo nació el 16-9-1882 en el seno de una de las familias más tradicionales de Tucumán.

Su padre, Absalón Rojas, había sido diputado, Senador y Gobernador de la Provincia de Santiago del Estero.

Fue precisamente en Santiago del Estero donde Ricardo comenzó sus estudios preparatorios.

Cuando su padre falleció, en 1893, la familia se trasladó a Buenos Aires.

Allí residiría Ricardo el resto de su vida. En esta ciudad, además, se casó en 1913 con Julieta Quinteros, la hija del Gobernador de Tucumán.

Desde muy joven R comenzó a demostrar una excepcional vocación por la literatura: a los 15 años empezó a publicar artículos y poemas en los diarios de Santiago, y recién llegado a Buenos Aires se expresó a través de la revista Ideas, fundada en 1903 por Manuel Gálvez, y se inició como periodista en el staff de El País, periódico que respondía a Carlos Pellegrini.

Más tarde, fue también un asiduo colaborador de Caras y Caretas, desde 1900, y de La Nación desde 04. Sus artículos y poemas fueron recogidos, en los más importantes diarios y antologías de España y Sur América.

Sus estudios se interrumpieron en Santiago del Estero, y nunca obtuvo ningún grado universitario, si bien comenzó a estudiar Leyes, que abandonó a favor de sus trabajos literarios.

Más tarde, su prestigio le brindaría 2 cargos universitarios y la membresía en varias sociedades científicas, incluso de la Academia Real de Letras de Madrid, de la Sociedad de Historia y Numismática de Buenos Aires, y del Consejo Académico de la Universidad de La Plata.

Su educación fue el resultado de sus propios esfuerzos: fue un autodidacta, disciplinado y constante con sus estudios particulares.

Así, con sólo 37 años ya era el autor de 20 obras y un referente en el panorama literario nacional.

Su primer libro fue una colección de versos titulado La victoria del hombre, que apareció en 1903, y fue prologado por Guido y Spano en Argentina y Miguel de Unamuno en España.

Mientras tanto, había cultivado con pasión sus estudios históricos y críticos, y había realizado numerosos viajes.

Producto de esta experiencia fueron El país de la selva, una colección de personajes, paisajes y leyendas típicas del interior de la Argentina que publicó en 1907, y El Ucumar, novela corta sobre la vida del país.

Entre 1907 y 1908 fue a estudiar a Europa, visitó España, Inglaterra, Italia y Francia.

En el Viejo Mundo publicó varias obras, como El alma española, de crítica literaria.

A su regreso, presentó sus memorias de viaje en diario La Nación de Buenos Aires con el título de Cartas de Europa. Entonces, también apareció su libro más controversial, La restauración nacionalista, en el que marcaba la necesidad de reforma de la educación argentina, de acuerdo con sus ideales de nacionalidad y de civilización.

En 1909, la Universidad de La Plata lo invitó a ocupar el cargo de Literatura Española y tres años después la UBA lo propuso como el primer profesor de Literatura Argentina.

Bajo estas influencias académicas escribió Bibliografía de Sarmiento, Poesías de Cervantes e Historia de la Literatura Argentina, una obra que repasa el pensamiento argentino hasta 1917.

Junto a Manuel Gálvez y otros importantes pensadores, Rojas integró la "generación del Centenario", un grupo de jóvenes intelectuales nacidos entre 1876-1886, que admiraban la obra de la generación que los había antecedido, pero eran críticos de las consecuencias que esa labor había traído al país.

Atacaban el materialismo dominante y la falta de ideales, el cosmopolitismo del ´900 y la pérdida de la identidad. Por eso, sus escritos se orientaron principalmente al estudio de los orígenes y la formación de la nacionalidad argentina.

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial el conflicto internacional lo incentivó a escribir artículos y pronunciar conferencias en las que promovía el más ferviente pacifismo.

El Gobierno de Francia le reconoció esta labor, en 1922, cuando le otorgó la Cruz de la Legión de Honor.

Ese año, Ricardo creó el Instituto de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, que con el tiempo se convertiría en el centro de investigaciones folklóricas y de musicología indígena más importante del país.

También fue el fundador del Instituto de Filología, del Gabinete de Historia de la Civilización, y de la Escuela de Archivistas, Bibliotecarios y Técnicos para el servicio de Museos.

Fue elegido Rector de la UBA en marzo de 1926, y permaneció al frente de esa casa de estudios hasta 1930.

En 1934, por su destacada militancia en el radicalismo, fue confinado en el penal de Ushuaia, junto a otros muchos dirigentes radicales.

En la política, como en los claustros, fue un orador elocuente, que sabía cautivar a la audiencia.

Pasó los últimos años de su vida rodeado por el reconocimiento más generalizado. En 1953, por ejemplo, el Centro de Derecho y Ciencias Sociales lo propuso como candidato al Premio Nobel de Letras, solicitud a la que adhirieron distintas universidades de América.

Rojas falleció en BA el 29 de Julio de 1957. En 1982, un decreto presidencial consagró ese día como el "Día de la Cultura Nacional".

jueves, 16 de julio de 2009

VIRGEN DEL CARMEN


Monte Carmelo


El Carmelo es una cadena montañosa de Israel que, partiendo de la región de Samaria, acaba por hundirse en el Mar Mediterráneo, cerca del puerto de Haifa.


Esta altura tiene un encanto peculiar. Es diferente del Monte Nebo, en Jordania, del macizo del Sinaí y del Monte de los Olivos en Jerusalén.


Todas las montañas palestinas tienen sus recuerdos teofánicos, es decir de las manifestaciones de Dios, que las convierten en cumbres sagradas y místicas.

Pero ninguna tan sugestiva como el Monte Carmelo.


¿Por qué San Juan de la Cruz lo tomó como el símbolo de la ascensión mística?


Seguramente se le sugirió el nombre de su propia Orden Carmelitana. Pero sin duda había alguna intención más profunda que la hacía simpatizar con el misterio de la sagrada montaña del profeta Elías.


Una tradición piadosa sostiene que, desde los días de los profetas Elías y Eliseo, hubo en aquella zona hombres de oración que vivían en soledad la búsqueda de Dios. En el período de los Cruzados surgió entre los cristianos el deseo de vivir sobre aquella montaña de vida de entrega al Señor.


Así surgió en el Carmelo la vida carmelita.


El convento del Monte Carmelo tiene un nombre evocador: "Stella Maris", Estrella del Mar. Es un hermoso edificio cuadrangular a 500 m de altura sobre el nivel del Mar Mediterráneo en la Cdad de Haifa. El centro del convento lo ocupa el santuario de la Virgen del Carmen. En el altar mayor de esta hermosa iglesia en cruz griega se venera la estatua de la Virgen del Carmen, obra de un escultor italiano en 1836. Debajo del altar se ve la gruta del profeta Elías. Según la tradición, éste era el lugar donde se refugiaba el profeta. Una estatua recuerda al celoso defensor de la religión de Yahwéh.


Cuentan los Padres Carmelitas que no ha sido fácil la permanencia católica sobre esta montaña. Bien es verdad que, en la época de los Cruzados, el patriarca latino de Jerusalén, San Alberto, pudo dar a los ermitaños del Monte Carmelo una regla religiosa el año 1212 y que el carmelita San Simón Stock pasó por aquí antes de su célebre visión del escapulario carmelita. También subió en peregrinación a esta santa montaña el rey San Luís de Francia en el año 1254 en acción de gracias por haberse salvado de un naufragio.


Con la caída de la Cdad de San Juan de Acre en 1291 vino la persecución árabe que causó el martirio de no pocos religiosos.


Después de una larga interrupción de la vida monacal en la montaña que dio ocasión para la expansión del ideal carmelitano por el Occidente, regresaron los religiosos del Carmen al Monte Carmelo por el s XVII.


La estrella del Mar: Los marineros antiguamente confiaban su rumbo a las estrellas. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.


Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar.


Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.

Los Carmelitas y la Virgen del Carmen se difunden por Europa.


La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir la que desde tiempos remotos allí se le venera.


Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo.


A los Carmelitas se le conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Llegaron incluso a llamárseles: "Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo". En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella a Cristo.



miércoles, 15 de julio de 2009

EL CONVIDADO


En una lujosa mansión, habitaba solo con sus criados un joven caballero apuesto y valeroso. Poseía una gran fortuna heredada de sus padres que el joven derrochaba continuamente en fiestas y devaneos amorosos. No tenía temor a Dios ni al diablo, siempre estaba envuelto en disputas y retos.


Un día paseaba por el campo deseoso de encontrar alguna aventura nueva.


De pronto, destacando sobre el verdor de la hierba, encontró una calavera humana. Sin respeto alguno, le dio un puntapié, la hizo rodar, jugó con ella y se burló de los restos; cuando ya se marchaba, se volvió y le dijo:

-Calavera, esta noche estás invitada a cenar conmigo.


Con voz de ultratumba, la calavera le respondió:

-No os voy a despreciar, estad seguro de que esta noche iré cenar con vos.


Muy impresionado quedó el caballero ante aquella respuesta sepulcral, marchando muy preocupado y triste, repasando sus muchos y grandes pecados que ahora le pesaban de una forma jamás sentida.


Tan angustiado se sentía que a la mitad del camino, dirigiéndose a un convento, pidió confesión. El sacerdote escuchó también cual había sido la causa de su conversión... aquella extraña calavera. El confesor le dio la absolución y le impuso varias reliquias, entre las cuales se encontraban un trozo de la cruz de Cristo. Más reconfortado, marchó el caballero a casa.


Esperó pacientemente que llegara la noche y la hora de la cena. Al anochecer se oyeron unos aldabonazos y envió al criado a abrir la puerta, pensando que podía ser algún amigo...


Desde la habitación en que se encontraba pudo oír como se abría la puerta y una voz cavernosa decía así:

-Dile a tu amo que he venido a cenar con él, que me invitó esta mañana.

Serenamente, el caballero dijo:

-Déjale entrar, será bien recibido.


Por la puerta apareció un esqueleto que infundía terror. Le seguía el criado, pálido y demacrado, casi a punto de desmayarse de miedo.


El caballero, aún también preso del pánico, tenía una gran serenidad y fortaleza, confiando en las reliquias que el sacerdote le había dado. Acercándose a la calavera, le invitó amablemente a sentarse en su mesa y a participar de su cena.


Más la calavera le dijo que no quería cenar, que había ido a llevárselo a la iglesia donde ella también lo iba a invitar. Sin atreverse a contrariarla, el caballero la siguió. El reloj daba las doce campanadas de medianoche... la iglesia estaba desierta y, en medio de ella, había una mesa preparada, alumbrada por la tenue luz de una vela. Junto a la mesa, una losa levantada mostraba una sepultura abierta.


La calavera le dijo al joven:

-Ven conmigo, cenaremos juntos, que yo te invito.


Pero el joven declinó acercarse, y le dijo:

-Todavía no tengo licencia de Dios y no quiero enterrarme vivo.


Furiosa, la calavera le respondió:

-Si no llevaras unas reliquias que representan a Cristo, quieras o no te haría quedar ahí dentro para siempre, donde ibas a sufrir eternos martirios. Yo en la tierra fui profano e incrédulo como tu, sin respetar nunca nada sagrado. Como castigo me veo penando por los siglos de los siglos. Cuando te encuentres un hueso humano, llévalo a enterrar en sagrado, piadosamente mientras rezas un padrenuestro por su alma. Que mi pena te sirva de escarmiento, esto es lo que debes hacer, si quieres que los demás lo hagan contigo, porque serás medido con la misma medida que midieres.


Cuando terminó de hablar, se metió en la sepultura, cayendo pesadamente sobre ella la losa levantada.


Después de este incidente, el caballero, totalmente arrepentido, tuvo una vida ejemplar hasta el resto de sus días.

martes, 14 de julio de 2009

LA TIRANA


La leyenda se origina alrededor de 1535, cuando Diego de Almagro salió del Cuzco para conquistar Chile. Lo acompañaron alrededor de 50 españoles y diez mil indios peruanos.

En esta comitiva iban dos personajes importantes: Paullo Tupac, príncipe de la familia de los incas y Huillac Huma, último sacerdote del extinguido culto al dios sol. Ambos eran tratados en forma deferente por los españoles que los consideraron por su elevada jerarquía. Estaban destinados a pagar con la vida si se producía una rebelión entre los indios de la expedición.

Secretamente vinieron algunos wilkas o capitanes experimentados de los antiguos ejércitos imperiales incas. También llegó un grupo de sacerdotes, quienes bajo su aparente humildad y sumisión esperaban sólo el momento oportuno para vengarse.

Acompañaba a Huillac Huma, su hija la Ñusta. En sus venas tenía sangre de los Incas soberanos del Tahuantinsuyo.

Huillac Huma escapó de los españoles hacia Calama. Sus planes eran fomentar una rebelión. La Ñusta con un grupo de incas los alcanzó más tarde en Pica, desde donde huyó seguida de un centenar de wilkas hacia la Pampa del Tamarugal.

Los incas llamaron a esta región Tarapacá, que significa escondite o boscaje impenetrable.

Durante cuatro años la Ñusta, rodeada de sus fieles y valientes wilcas, fue la reina y señora de esos lugares. Con inteligencia organizó sus huestes y convirtió esos bosques en un baluarte inexpugnable, regido por la férrea mano de la bella princesa, que pasó a llamarse "La Tirana del Tamarugal".

Las tribus vecinas y las muy remotas vieron en la bella princesa la capitana viviente de sus ideales. La apoyaron en su airada protesta contra la dominación extranjera y rechazaron con fuerza al cristianismo.

De todos los rincones del Tahuantinsuyo acudieron a rendirle pleitesía y a jurarle lealtad. Los indios valerosos hicieron una guerra sin cuartel que tenía una regla invariable: dar muerte a todo español o indio bautizado que cayese en su poder.

Un día las huestes de la Tirana atacaron en las inmediaciones de la selva a un grupo enemigo y capturaron algunos prisioneros. Así fue como llevaron a su presencia a un apuesto extranjero. Cuando lo interrogó, muy altivo dijo llamarse Vasco de Almeyda y pertenecer a un grupo de mineros portugueses establecidos en Huantajaya, añadiendo que se había internado en la comarca en busca de la "Mina del Sol", cuya existencia le había revelado un cacique amigo.

Mirarlo y enamorarse fue una sola cosa. El corazón de la Ñusta, tan implacable, comenzó a latir con prisa. Lamentablemente para la princesa, los wilkas y los ancianos de la tribu, acordaron la aplicación de la pena de muerte para el prisionero. El corazón de la princesa, que hasta ahora no había conocido vacilación, se estremeció de pena al escuchar la cruel sentencia. El estoico desdén ante la pena de muerte que demostró el noble y gallardo prisionero la indujo a amarlo con desesperación. Entonces comenzó a pensar en cómo librarlo de su ejecución.

Después de pensar la noche entera la princesa encontró una fórmula para salvar a su amado. En su carácter de sacerdotisa fingió consultar los astros del cielo e interrogar a los ídolos, tutelares de la tribu. Después de meditar, reunió a su tribu y dijo que la ejecución del prisionero debía retardarse hasta el término del cuarto plenilunio.

Los cuatro meses siguientes fueron de descenso para los guerreros del tamarugal. La princesa no repitió durante ese período las correrías asoladoras que eran el espanto de los colonos de Pica y Huantajaya. Ella ya tenía otro objetivo: quería vivir por su amor.

Los diálogos de la pareja se prolongaban de sol a sol. La Princesa le preguntó al portugués:
- Y de ser cristiana y morir como tal ¿renaceré en la vida del más allá y mi alma vivirá unida a la tuya por siempre jamás?

- Así es amada mía. Contestó Almeyda.

- Estás seguro de ello, ¿verdaderamente seguro?

- Me mandan creerlo mi Dios y mi religión, que son la fuente de toda verdad.

En un rapto impetuoso la Ñusta pronunció las palabras que serían su perdición.

- Entonces bautízame, quiero ser cristiana, quiero ser tuya en ésta y en la otra vida.

Almeyda cogió agua vertiéndola sobre la cabeza de la amada y pronunció las palabras sacramentales:

- Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espí…

No pudo terminar la frase, porque los wilkas que los vigilaban y que aceptaban esta pasión, no pudieron resistir esa traición y en una airada reacción dispararon una nube de flechas sobre ellos.

Ambos cayeron abatidos como tronchados por un huracán. La Ñusta, herida de muerte, sobreponiéndose a sus intolerables dolores llamó a sus alrededor a los wilkas, a los sacerdotes y al pueblo con voz entrecortada.

-Muero contenta, muero feliz, segura como estoy, como creyente en Jesucristo, en que mi alma inmortal ascenderá a la gloria y llegaré al trono de Dios, junto a quien estará mi amado, con quien viviré toda una eternidad. Sólo les pido que después de mi muerte coloquen una cruz en mi sepultura y al lado de la de mi amado.

Entre 1540 y 1550, fray Antonio Rondon, de la Real Orden Mercedaria, evangelizador de Tarapacá y Pica, llegó al Tamarugal para levantar en todas partes el estandarte de Cristo. Un día vio un arco iris y siguió su haz de luz hasta un bosque de tamarugo, donde encontró una cruz cristiana.

Fray Antonio vio en ello una especie de indicio del cielo, una llamada de recuerdo a la Princesa Tirana del Tamarugal. En el lugar edificó una ermita que con el correr del tiempo se convirtió en iglesia. La colocó bajo la advocación de Nuestra Señora del Carmen, pensando en el escapulario carmelita que llevaba Vasco de Almeyda.


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lunes, 13 de julio de 2009

SIN


Cilindro-sello sumerio que aparentemente representa constelaciones zodiacales: de izquierda a derecha, Urgula, Pabilsag, Anunitu, Shamash/Utu (con un cuchillo en la mano), Simmah (la Golondrina), Ea/Enki y su ministro, Isimud.


SIN (Nanna o Nannar): dios de la Luna.

Junto con Shamash e Ishtar, miembro de la "Tríada semita" de dioses con relaciones celestes que se incorporó al panteón mesopotámico desde el Periodo Acadio.

Tradicionalmente adorado en la antigua ciudad de Ur.

También aparece bajo el nombre de Zuen. Se le representaba mediante un creciente lunar y su número era el 30.



Imagen
astrosurf.com
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domingo, 12 de julio de 2009

EA

Enkei aka Da.
Príncipe Nudimmud de Eridu también conocido como Mazda, también conocido como Ea, alias Mazdoa, alias Samael. El Gran Pastor


EA (Enki): dios de la sabiduría, las artes y el "Abzu", región de aguas subterráneas que según los sumerios se encontraban debajo de la tierra firme y eran el origen de todas las cosas.

En general, también era el señor del agua y la fertilidad, de los mares profundos y de los barcos.

Junto con Anu y Enlil formaba la "Tríada Sumeria" de dioses principales.

Enki hijo de ANU, también llamado NIN.IGI.KU, Señor brillo Rojo.

Tradicionalmente considerado como protector de la humanidad, es él quien avisa a Atrahasis (el Utanapishtim sumerio que dio origen al mito del Noé bíblico) para que construya un barco y salve a su familia y a todos animales de la Tierra del inminente diluvio de Enlil.

Astronómicamente estaba asociado con las constelaciones de Acuario y Capricornio, así como con el "Sendero de Ea", región del cielo al sur del ecuador celeste, posteriormente identificada con el Trópico de Capricornio.

El centro de su culto estaba localizado en Eridu, hogar de ir desde lejos.

En la iconografía tradicional era representado por una cabra-pez o por una figura masculina portando o vertiendo agua.

Su número era el 40.

Imagen
freepages.religions.rootsweb.ancestry.com

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sábado, 11 de julio de 2009

ENLIL

Ekur de Enlil en Nippur

ENLIL: dios supremo del panteón sumerio-acadio, es el creador de la humanidad. Sus poderes y competencias específicos cambiaron mucho con el tiempo. Sustituyó a Anu, dios del cielo, como deidad suprema, al ser un dios más "cercano" para la gente. Pese a ser su creador, es él quien ordena un diluvio para acabar con la humanidad.

Astronómicamente era asociado con el "Camino de Enlil", región del cielo al norte del ecuador celeste, a veces coincidente con el Trópico de Cáncer. También se le relacionó con las Pléyades (Mul-mul, en sumerio) y con el planeta Júpiter. En algunos lugares era conocido como Ellil. Posteriormente sería asimilado por el dios de Babilonia, Marduk. Era representado mediante una corona sobre un altar o por siete estrellas (las Pléyades). Su número era el 50. Tradicionalmente, el centro de su culto era Nippur, donde estaba el E-kur, el principal templo a él dedicado.

Imagen
historiaantigua.es

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viernes, 10 de julio de 2009

EL FANTASMA DE LA ESQUINA DE LAS MONJAS

En aquella época colonial en la que, según opinión de un reconocido autor, el diablo andaba suelto y los fantasmas proliferaban por todas partes, generalmente había detrás de cada uno de ellos una historia o una leyenda como la que se suscitó en nuestra ciudad alrededor de la llamada "Esquina de las Monjas".

Tan pronto anochecía nadie se atrevía a pasar por la Esquina de las Monjas ubicada en ese entonces en la intersección de las calles Bernardo Valdivieso y 10 de Agosto, debido al terror que inspiraba una tétrica figura que allí se aparecía; y si la noche era obscura se destacaba más la figura de una masa informe que se movía en todas direcciones, mientras que si la noche era clara el fantasma brillaba a la luz de la luna como un bulto espectral al que nunca pudo vérsele la forma de su cara, ni sus brazos, ni sus pies…, nada que no fuere un enorme bulto blanco que inspiraba un indescriptible terror.

¿Qué misterio encerraba el fantasma de la Esquina de las Monjas?
Nadie se atrevía a encararlo. Todos huían despavoridos apenas escuchaban el rumor que escapaba del choque del viento con sus vestiduras y peor aún cuando su blanca figura se erguía imponente ante los desorbitados ojos del atrevido que osaba acercarse un poco más.

Así transcurrieron algunos meses y la ciudad estaba sobrecogida de temor. Pero un anoche en la que un grupo de jóvenes bebía y bromeaba alrededor de la mesa de una cantina, uno de ellos se levantó y dijo:

¡Vamos a pelear con el fantasma de la Esquina de las Monjas!

La mujer del cantinero se santiguó al escuchar semejante desacato, pero los otros jóvenes se pusieron de pie y llenos de euforia exclamaron:

¡Vamos!

No tardaron mucho tiempo en llegar al sitio elegido pues se encontraban cerca y para entonces la ciudad apenas tenía unas cuatro cuadras de ancho por el doble de largo. Mas cuando vieron de frente la blanca y espectral figura, retrocedieron amedrentados y pretendieron huir. Pero entonces escucharon la voz de su cabecilla que cerrando los ojos y tomando aliento gritó.

¡Alma de la otra vida!: ¿qué busacas en este mundo…?

Un silencio profundo fue la única respuesta cuando el viento empezó a agitar las vestiduras del fantasma, el joven abrió los ojos y se encontró con una sábana blanca que había sido estratégicamente colocada en lo alto de la Esquina de las Monjas para ahuyentar a los transeúntes. Al mismo tiempo un hombre salió furtivamente por una de las ojivas del campanario que quedaba justamente en dicha esquina y se dio a la fuga…

Una imprecación grosera salió entonces de los labios del valeroso joven que gritó a sus compañeros:

¡A él, amigos síganlo, que allí va el fantasma de la Esquina de las Monjas!

Y mientras ellos marchaban atrás del fugitivo, el joven cabecilla se introdujo al campanario por la misma ojiva por donde había visto salir al fantasma y allí se encontró con un bulto grácil y ligero que se apretujaba contra la pared como si quisiera desaparecer. Pensó proceder con el desprecio y la dureza de las circunstancias lo ameritaban, pero en ese instante una nube desgarrada dejó penetrar la luz de la luna por una de las ojivas del campanario e iluminó una faz pálida, hermosa y cubierta de lágrimas, lo cual lo hizo detenerse y su actitud hostil casi se troncó en reverencia.

Sin embargo, recordando al punto que esa mujer estuvo allí minutos antes con un hombre, volvió a sentir coraje y la obligó a descifrarle el enigma del fantasma.

Don Lucas Samaniego era entonces uno de los hombres más acaudalados de Loja. Heredó una gran fortuna y como en su hogar había un solo heredero, su hijo Santiago, no tuvo reparos en invertir gran parte de esa fortuna en educarlo de la mejor manera. Después de que terminó la educación primaria lo envió a la capital para que continuase los estudios secundarios y de allí paso nada menos que a París para seguir la carrera de medicina que había elegido.

Cuando regresó a Loja graduado de Médico todas las jovencitas suspiraban por él, pues a su profesión, a su fortuna y a su aire de elegancia que había adquirido en Francia, se sumaban sus cualidades morales y físicas que eran excelentes, todo lo cual hacía de él, definitivamente, el soltero más codiciado de la ciudad.

La familia de Santiago, por supuesto, ya le había elegido una novia entre las más distinguidas, bellas y acaudaladas damas de la alta sociedad lojana. Pero ello no impidió soñar con su amor a tantas lindas jovencitas que se hallaban en la flor de la edad, entre quienes se encontraba Amparito Espinosa, de familia decente pero pobre y que se enamoró perdidamente de Santiago desde el primer instante que lo conoció.

María Amparo no abrigaba ninguna esperanza de matrimonio con Santiago y simplemente lo amaba como se ama al amor, a la primavera, al sol y a la lluvia. Por eso se pasaba largas horas soñando con él ya sea en las noches que su amor le robaba el sueño o cuando se situaba en el balcón de su modesta casa sólo para verlo pasar. Al principio él ni siquiera se dignaba mirarla, pero cuando aquello ocurrió después de varios meses de constante espera se produjo el milagro de amor y comenzó un mudo idilio que jamás conoció de palabras bonitas, de promesas ni de nada… Sólo amor en la mirada de los dos que se atraían poderosamente en todos los sitios donde se encontraban y que más tarde el comenzó a buscar en sus ojos pasando repetidas veces frente al balconcito de su casa.

Al verla como se arreglaba y se ponía esplendorosa con el amor que el joven médico le inspiraba, su madre le repetía frecuentemente:

No te ilusiones, hija. Él nunca se casará contigo…

En medio de estas circunstancias un día tocó a la puerta uno de los jóvenes más apreciados de la ciudad y con todo respeto pidió hablar con los padres de María Amparo a quienes solicitó la mano de la joven. Nunca habían sido novios ni tampoco ella había sido consultada previamente, pero el joven creyó que su actuación era la más correcta para llegar a convertirse primero en el novio oficial y luego en el esposo serio y circunspecto que anhelaba ser.

Un violento rechazo fue el primer impulso que brotó del corazón de María profundamente enamorada de Santiago. Mas…, pensándolo bien, creyó que había llegado la oportunidad de saber si realmente era amada. Por eso no les dio una inmediata negativa a sus padres cuando fueron a comunicarle acerca de las buenas intenciones de ese improvisado pretendiente, sólo prometió pensarlo.
Largo se le hizo el tiempo que tuvo que esperar para tener la oportunidad de hablar con Santiago. Al fin se encontraron en una fiesta en casa de amigos comunes y cuando él la invitó a bailar, ingenuamente le contó que alguien había ido a pedirla en matrimonio.

Estaba segura que él habría de retenerla si es que verdaderamente la amaba.

Pero… cuán equivocada estuvo, él era un hombre maduro y de mucho mundo; ella una pobre muchacha sencilla e ingenua a quien él muy cortésmente dejó que se fuera.

Cuánto lloró y lamentó su error la enamorada joven, él también sintió esa despedida como un latigazo en su orgullo de dios herido. Pero no hubo vuelta. El formalizó su matrimonio con la elegante dama que sus padres le eligieron y a María Amparo no hubo quien la convenza de que acepte como esposo al que la pidió primero ni a ninguno de los que le propusieron después.

¡Me haré monja! dijo al fin un día la hermosa joven que apenas había cumplido los 18 años de edad y efectivamente entró en un convento de clausura que había en la ciudad.

Prematuras canas pintaban la cabeza del correcto cuando un día fue llamado de urgencia porque se moría una monja del convento de clausura. Tomó su maletín y acudió presuroso a la cabecera de la moribunda. Aquella aventura de su juventud y aquel platónico amor por una jovencita tonta e insignificante habían quedado tan hondamente sepultados en sus recuerdos que jamás pudo imaginarse que podrían revivir ante la presencia de esa religiosa que agonizaba y que, al mirarla con detenimiento, lo dejó paralizado por la sorpresa e involuntariamente pronunció su nombre:

¡María Amparo!

Y como ni siquiera él mismo se había dado cuenta de cuán fuerte fue ese sentimiento que una vez sintió en lo profundo de su alma, al volver a verla después de tantos años pudo reconocer que verdaderamente la había amado. En un instante pasaron por su mente todos esos imborrables momentos de amor purísimo y cristalino que vivió junto a la jovencita que amó con el más noble de los sentimientos humanos y sintió nostalgia por esa hermosa etapa de la juventud.

Pero todo eso no duró más que un instante e inmediatamente comenzó el médico a ejercer su noble profesión y aunque las manos le temblaban imperceptiblemente, examinó con cuidado a la religiosa y le prodigó las atenciones que fueron necesarias para salvarla del inminente peligro.

Antes de retirarse prometió volver cuantas veces fuesen necesarias y así lo hizo y continuó haciéndolo inclusive cuando la paciente había superado ampliamente el peligro de su enfermedad.

Por eso prudentemente un día la Madre Abadesa le agradeció sus servicios y el médico ya no pudo entrar en el convento.

Pero el recuerdo de María Amparo ahora convertida en una hermosa y dulce religiosa se clavó como una espina en el corazón de Santiago.

Ya no cabía duda de que el demonio andaba trabajando con habilidad en el alma de ambos, pues ella también no volvió a conocer la paz después de aquellas largas visitas del médico durante su penosa enfermedad. Y al fin él logró ingeniarse para citarla a las once de la noche en la torre del campanario de la iglesia, dónde siguieron viéndose por algún tiempo.

Y allí estaba ahora también, pero ya no en los brazos de su amante y protegida por el fantasma que él había inventado para ahuyentar a la gente, sino acosada por el enemigo que le exigía confesar la verdad, y la verdad fue dicha tal como acabamos de conocerla.

Esta es la historia del fantasma de la esquina de las monjas: una blanca sábana puesta allí por dos amantes para ocultar su prohibido amor.

Y cuenta la leyenda que el joven que logró descifrar el enigma, bajó del campanario asombrado de cuanto había escuchado, y cuando sus amigos le contaron que se había escapado el hombre al que persiguieron, no les reveló el nombre del respetable profesional que había andado enredado en esa aventura ni tampoco les dijo una palabra acerca de la enamorada religiosa que encontró en lo alto de la torre.

Esto se supo después de muchos años, cuando el médico se había convertido en un venerable anciano y la Religiosa murió como una santa dedicó el resto de su vida a expiar ese pecado de amor.

Fuente:
Loja de Ayer; Relatos, Cuentos y Tradiciones de Teresa Mora de Valdivieso
Loja, Ecuador
http://www.vivaloja.com/content/view/244/54/

jueves, 9 de julio de 2009

GILGAMESH


Gilgamesh o Gilgamés, también conocido como Istubar, es un personaje legendario de la mitología sumeria.

Según el documento llamado lista Real Sumeria, fue el quinto rey de Uruk hacia el año 2650 a. C. y protagonista del Poema de Gilgamesh, también llamada La Epopeya de Gilgamesh en la que se cuentan sus aventuras y búsqueda de la inmortalidad junto a su amigo Enkidu (Enkidu fue creado por Aruru por petición de Anu que oía las quejas de la gente sobre Gilgamesh y ésta le dijo a Aruru que creara un ser tan fuerte como Gilgamesh, hijo de la diosa Ninsun y un sacerdote llamado Lillah. Gilgamesh, al enterarse de la existencia de Enkidu, envió a una prostituta sagrada llamada Shamhat, que pasó seis días y siete noches haciendo el amor con Enkidu para convencerle de que era mejor una vida sabia y social que una vida de soledad y brutalidad en el bosque).

La mitología cuenta que Gilgamesh fue un rey déspota que reinó en Babilonia en la ciudad de Uruk (actual Warqa, en Irak).

En la Biblia se hace referencia a esta ciudad con el nombre de Erech. Fonéticamente, su evolución puede haber dado el nombre a Iraq.

Según la lista de reyes de sumeria, el padre de Gilgamesh y predecesor en el trono fue Lugalbanda.

La leyenda decía, además, que su madre era la diosa Ninsun.

A Gilgamesh le sucedió en el trono su hijo Ur-Nungal, que gobernó durante 30 años.

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clt.astate.edu

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miércoles, 8 de julio de 2009

MAORÍ

Maui taming the sun
The Marae
Te Papa Museum of N.Z.

MITOLOGIA MAORÍ (2ª parte)

Tane y sus hermanos componían el Ira Atua (el Principio Divino) buscaban el mundo natural para el Ira Tangata (el Principio Humano).

En una búsqueda incesante, Tane el creador ejerció sus poderes de procreación sobre varios elementos de la naturaleza, dando así origen a los árboles, los pájaros y los insectos. De estos resultados, los dioses concluyeron que el Ira Tangata no podía derivar a partir del Ira Atua, así que se necesitaba un diferente acto de creación para los humanos. Para conseguirlo, Tane creó a Hineahuone, la doncella formada de la tierra e influyó en ella la fuerza vital en su boca y sus fosas nasales. Entonces Tane se unió a Hineahuone y de la pareja nació Hinetiitama, la doncella del amanecer. Posteriormente el propio dios se unió a Hinetiitama en relación incestuosa para producir otros hijos.

Un dia, Hinetiitama le preguntó a Tane por su padre. El dios le dio toda clase de evasivas, lo que le condujo a la inevitable conclusión de que su padre era su propio marido. El descubrimiento afectó tanto a Hinetiitama que huyó en dirección al submundo de Rarohenga. Mientras atravesaba el portal al inframundo, se volvió hacia Tane, que la había seguido hasta allí y despidiéndose le dijo: “Tane, regresa con nuestra familia. He tenido una fuerte conexión con el mundo de la luz y ahora deseo yacer en el mundo de la noche”. Tras decir esas palabras, descendió hacia Rarohenga, donde se convirtió en Hinenuitepo, la diosa de la muerte.

En un mito de creación donde sólo hay una pareja, el incesto es inevitable para poder establecer descendencia. Pero ese hecho no absolvía al hecho del juicio moral, de hecho la evasiva respuesta de Tane a Hinetiitama y su reacción al descubrimiento de que su relación era incestuosa, sugiere que existía un natural rechazo hacia el tema. La historia servía para establecer y promulgar el tabú del incesto entre el pueblo Maorí.

Entre los descendientes de Tane y Hineahuone surgió Maui, el más importante héroe de la mitología Maorí.

La importancia de Maui deriva tanto de las circunstancias de su nacimiento como de sus muchos logros. El era el último de 5 hijos, lo que se conoce como un “potiki”. En una sociedad basada en los derechos de sucesión por orden de nacimiento, ser el menor de sus hermanos lo colocaba en un status jerárquico inferior. Pero también tuvo la desventaja de nacer prematuro, muy débil y prácticamente muerto, por lo que fue considerado como aborto.

Taranga, su madre, cortó el moño de su pelo, envolvió al recién nacido en él y lo abandonó en el mar. Afortunadamente para Maui, unas suaves brisas enviadas en su ayuda por los espíritus del mar lo condujeron de Nuevo hacia la costa, donde quedó varado en un macizo de algas que lo salvaron de ahogarse, siendo rescatado de allí por Tama-nui-ki-te-Rangi. De esta circunstancia tan poco afortunada en su nacimiento deriva su nombre Maui-tikitiki-a-Taranga (Maui el del moño de Taranga).

Los potiki en la sociedad maorí eran niños especiales y tendían a la precocidad. Así fue con Maui. Era rápido, inteligente, resistente, superdotado y carecía de temor. Como figura heroica representaba todos los ideales valorados en la sociedad maorí, y servía de modelo para los teina (niños). Todo aquel que fuese capaz de mostrar las cualidades y determinación asociadas a Maui lograría éxito en la vida.

Cuando Rangi lo rescató de las aguas, fue revivido mediante el humo y el fuego y cuidado por el propio dios hasta que alcanzó la adolescencia. Por esa razón se considera que Maui había estado en el reino celestial y regresado entre los vivos. Cuando creció buscó a su familia encontrando primero a sus cuatro hermanos, quienes dudaron de su identidad. Entonces Maui comenzó a realizar prodigios como fue el de convertirse en diferentes pájaros, maravillando a sus hermanos y reconociéndole estos como de la familia. Después se presentó ante su madre con el sobrenombre de “Maui, el del moño de Taranga”. Ella le reconoció ante la revelación del secreto de su nacimiento y le invitó a habitar en la casa de su ancestro Hinenuitepo.

Pero una noche Taranga desapareció, comenzando a partir de entonces Maui la legendaria búsqueda de sus padres. Este mito representa la importancia del linaje dentro de la sociedad maorí.

Maui descubrió la entrada al submundo donde habitaba su padre, allí encontró a Taranga, pero como ella estaba fuera de su mundo natural no pudo reconocerle. Debido a que las complicadas normas de conducta impedían que ella preguntase de forma directa, comenzó a hacerle una serie de preguntas para comprobar que era quien decía ser.

Taranga le preguntó a Maui si venía del norte, respondiendo éste que no. Sucesivamente le fue preguntando por los otros tres puntos cardinales obteniendo igualmente respuesta negativa. Ella entonces supo que Maui procedía de la dirección de donde sopla la brisa que acariciaba su piel, identificando su hogar y reconociendo a Maui, por lo que le acogió como su hijo y le presentó a su padre. Estas normas de comportamiento se reflejan en la sociedad maorí en lo que respecta al tratamiento con extraños, no es correcto interrogar directamente a una persona sobre quién es sino averiguar su procedencia mediante preguntas.

El padre de Maui, Makeatutara, realizó sobre él un ritual (tohi) de purificación con el fin de limpiarle del tapu impuro que tenía debido a las desdichadas circunstancias de su nacimiento, al tiempo que servía como ceremonia de legitimación sobre su hijo. Desafortunadamente cometió un error en el ritual, lo que trajo una terrible consecuencia:

Maui sería la primera persona en tener una vida mortal y con él la humanidad perdía su inmortalidad. Este mito representa tanto la comprensión del ciclo natural de la vida como una enseñanza de la importancia que tenía para los maoríes la correcta realización de sus ritos. Cualquier error durante la realización de un ritual era ofensiva para los dioses y podía acarrear desgracias y muerte.

Maui representa muchas cualidades vitales para los maoríes. Buscó permanentemente distintos encuentros con sus ancestros para obtener conocimientos, personalizando y definiendo las eternas relaciones de tensión e indulgencia, respeto y audacia, entre jóvenes y mayores.

Las kuia, sus ancestros femeninos descendientes de los dioses, representaban el conocimiento acumulado de toda existencia divina y humana y Maui quería obtener dicho conocimiento para él y para la humanidad, quien carecía del propio autoconocimiento de sí mismos.

Pero las kuia controlaban fuerzas primigenias que podían destruirle si él agotaba su paciencia o buscaba de forma indebida, así que Maui tuvo que recurrir a su ingenio, paciencia, persistencia y respeto para poder obtener el conocimiento que buscaba.

Una bonita leyenda que enseña a los jóvenes maoríes no sólo la importancia del aprendizaje sino la dificultad del camino.

Maui comenzó su larga misión venciendo a su antepasada ciega Murirangawhenua. Primero la provocó escondiendo su comida y cuando su ira amenazaba con devorarle, consiguió calmarla y convencerla de que se trataba de su descendiente. La mezcla de astucia y paciencia convenció a Murirangawhenua, quien le regaló a Maui su hueso de mandíbula encantado. Maui utilizó el hueso mágico para capturar al sol y hacerle prometer que ralentizaría su movimiento en el cielo y de esa forma dar a los humanos suficiente luz diurna como para poder emprender sus trabajos diarios, ya que hasta entonces los días eran demasiado cortos. Posteriormente fabricó un anzuelo con el hueso y con él sacó del fondo del mar la tierra conocida como Te Ika a Maui, la isla norte de la actual Nueva Zelanda.

En otro de sus encuentros con sus ancestros, Maui obtuvo el secreto del fuego de las uñas de Mahuika, a quien convenció para que se las diera. Usó el poder para encender fuego en algunos árboles del bosque, pero su presunción y exceso de confianza hizo que el fuego se descontrolara debido a la furia de Mahuika, costándole casi la vida.

Por fortuna Maui levantó rápidamente plegarias a Tawhirimatea, quien vino en su ayuda enviando una lluvia torrencial que aplacó el fuego.

Esta leyenda trae muchas enseñanzas importantes, principalmente el peligro que tiene la mala utilización de energía primigenias, capaces de destruir el mundo si no se utilizan como es debido y de forma respetuosa. Esta leyenda también muestra el origen del conocimiento secreto del fuego por los humanos, mediante la fricción de dos maderas de los tipos de árbol que Maui seleccionó para encender el primer fuego. Los nombres que dan los maoríes a estos tipos de árboles son: mahoe, taraire y kaikomako.

Maui también inventó lazos, cuerdas y sogas que utilizó para ralentizar el sol y pescar la tierra del fondo del mar.

Un día que sus hermanos salían de pesca, él solicitó ir con ellos pero le rechazaron, así que se escondió en el barco hasta que llegaron al lugar de pesca. Una vez allí les solicitó carnaza, pero ellos se la negaron, así que Maui se golpeó la nariz hasta que sangró y mojó con su sangre el anzuelo, pescando con él un pez tan inmenso que tuvo que lanzar un encantamiento para poder subirlo a la barca. Sus hermanos, devorados por la avaricia, comenzaron a discutir sobre el reparto y a despedazar el pez mientras Maui estaba concentrado en sus rituales de agradecer la pesca a los dioses.

Esta leyenda entronca con la firme creencia maorí de agradecer a la naturaleza sus regalos antes de disponer de ellos, ya que hacer lo contrario trae fatales consecuencias. El sacrilegio cometido por los hermanos de Maui, enfrentándose entre ellos y despedazando el pez antes de agradecer a los dioses la pesca, fue, según la tradición maorí, uno de los grandes pecados del ser humano y causa de que el mal entrase en el mundo.

Tras volver de otra expedición de pesca en compañía de su cuñado Irawaru, Maui estaba algo molesto porque su cuñado había pescado en cantidad mientras que él no había conseguido nada, echándole la culpa de haber saboteado sus redes enredándolas a propósito.

Cuando estaban arrastrando la barca hacia la orilla Maui persuadió a Irawaru de que se pusiese a cuatro patas estirando de la soga mientras él empujaba la canoa por detrás. Cuando Irawaru adoptó la posición, Maui lo convirtió en perro.

Este mito intenta explicar la especial relación que ha habido siempre entre perros y seres humanos, aunque algunos expertos creen ver también en este pasaje una advertencia sobre las difíciles y a menudo peligrosas relaciones entre cuñados. En fin, lo que sí es cierto es que los expertos son como los cuñados: hay de todo.

La última tarea que emprendió Maui fue intentar vencer a la diosa de la muerte, Hinenuitepo, con el fin de revertir el proceso de mortalidad para él y para la humanidad. Maui intentó entrar en Hinenuitepo a través de su vagina y alcanzar su corazón para arrancárselo y posteriormente salir del cuerpo por la boca de la diosa. La tarea era muy peligrosa pues la diosa contaba con peligrosos dientes de obsidiana en torno a su vagina. Cuando Maui había conseguido introducir la mitad de su cuerpo dentro de ella, uno de los pájaros que acompañaban a Maui hizo ruido involuntariamente, provocando que la diosa despertara y aplastara al héroe, perdiendo éste su vida,

Este fracaso en la última hazaña de Maui significó también la pérdida de la última posibilidad de alcanzar la ansiada inmortalidad perdida para la raza humana. Desde entonces el ser humano está destinado a enfrentarse a la muerte de forma inevitable.

Pero no todos los mitos maoríes acaban con la muerte de Maui, muy al contrario hay gran cantidad de pasajes y leyendas de otro héroes humanos en su relación con los dioses. Todas estas historias tienen una gran importancia en la sociedad maorí ya que explican tanto el origen de muchas de sus costumbres como la necesidad de orientar a los descendientes en cuanto a valores básicos y normas de comportamiento. Podemos decir que hasta el más mínimo aspecto, la ley más simple y la costumbre más cotidiana, tienen su reflejo en los mitos a través de una historia legendaria. Es una buena forma de educar y enseñar, eso es innegable.

De la concepción, el crecimiento
Del crecimiento, el pensamiento
Del pensamiento, el recuerdo
Del recuerdo, la conciencia
De la conciencia, el deseo.

(Canto maorí de la creación)

Fuente
http://www.pleiads.com/index.php?option=com_content&view=article&id=89:mitolmaori1&catid=52:oceania&Itemid=75
Imagen
newmiddle-earth.blogspot.com

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martes, 7 de julio de 2009

MAORÍ

RANGI y PAPA


MITOLOGIA (1ª parte)


Los orígenes mitológicos del pueblo Maorí se basan en tres ciclos principales.

Comienzan con la creación de Ranginui, el padre cielo y Papatunuku, la madre Tierra.

El segundo ciclo de mitos se basa en la vida del semi-diós Maui, que enriqueció la tierra y trajo grandes beneficios para la humanidad. El tercer ciclo se centra en la historia de Tawhaki, una figura heroica y aristocrática.

Estos mitos transcurren en el remoto pasado de una tierra mítica, Hawaiki, situada en algún lugar ignoto del Océano Pacífico. Los protagonistas de estas historias son los dioses, su progenie y sus descendientes humanos. Están narradas en prosa, transmitidas mediante tradición oral por el clásico método de la recitación ritual de las genealogías.

Los Maoríes dividían el mundo en tres estados de existencia:

- Te Kore (El Vacío) - Un estado potencial, contiene en su vastedad las semillas del Universo.

- Te Po (La Oscuridad) - Reino celestial y dominio de los dioses. Fuente del maná y el tapu.

- Te Aomarama (El Mundo de La Luz) - El mundo de la realidad, el lugar de nacimiento de los humanos.

El mito de la creación comienza con la relación de los diferentes nombres que definían el primer estado de existencia. En el principio sólo existía Te Kore, el gran vacío en el espacio. De allí surgieron diferentes sub-estados definidos en los que se iba transformando:

- Te Kore Whiwhia: El mundo en el que nada podía ser obtenido.
- Te Kore te Rawea: El vacío en donde nada podía sentirse.
- Te Kore i Ai: El vacío donde nada se unía.
- Te Kore te Wiwia: El espacio sin fronteras.

La cantidad de estos nombres descriptivos del estado original variaban de tribu a tribu. Cualquiera que sea el número y calificación de estos distintos sub-estados, implicaban eones de tiempo durante el cual la materia primigenia del universo se iba uniendo para formar el cielo y la tierra.

Te Po, el Segundo estado de existencia, también tenía diferentes niveles:
- Te Po Nui: La gran noche
- Te Po Roa: La larga noche
- Te Po te Kitea: La noche en la que nada podía verse
- Te Po Uriuri: La noche oscura
- Te Po Kerekere: La noche intensa
- Te Po Tangotango: La noche intensamente oscura

Los periodos siguieron tras estos primeros sub-estados, definiéndolos como la décima, la centésima y la milésima noche. Durante todos estos periodos, también transcurridos en eones, nació la Tierra.

Te Kore y Te Po indican también el vacío y la oscuridad de la mente.

Como no había luz, tampoco existía el conocimiento. La causa para esto fue la auto generación durante Te Kore de la primera pareja primigenia: Ranganui y Papatuanuku (Rangi y Papa).

Ellos significaron la primera causa que impidió que la luz entrase al mundo debido a su mutuo abrazo.

De la pareja surgieron sus primeros hijos: Tanemahuta, Tangaroa, Tawhirimatea, Tumatauenga, Haumiatiketike y Rongomatane. Los hijos vivían en un mundo de oscuridad situado entre los cuerpos fuertemente entrelazados de Rangi y Papa. Resolvieron que la única forma de aliviar ese mundo de oscuridad e ignorancia y dejar que la luz se esparciese por el mundo sería separando a sus padres.

Así, Ranginui se convertiría en el padre cielo sobre ellos y Papatuanuku permanecería con ellos como la madre Tierra.

La tarea de separarlos fue realizada por Tanemahuta, quien lo consiguió poniendo sus hombros en tierra y elevando sus piés al cielo. Desde ese momento recibió el nombre de Tane-te-toko-o-te-rangi (Tane el sustentador de los cielos).

La separación del cielo y la Tierra permitió la existencia del Te Aomarama, el Mundo de la Luz.

El tercer estado de existencia es el de los seres humanos. Pero este hecho de la separación supuso también el primer punto de confrontación del proceso de creación. Dejar que la luz entrase en el mundo trajo consigo el conocimiento del bien y del mal, toda una analogía con el mito bíblico del árbol del conocimiento y su fruta prohibida. La dualidad en oposición entre bien y mal es uno de los temas centrales subyacentes de la mitología Maorí. Los dioses mostraron sus desacuerdos con respecto a la separación de sus padres, y tuvo lugar una guerra entre ellos.

Tawhirimatea, el dios del viento que era uno de los opositores, devastó los bosques de Tane con grandes huracanes. Después envió grandes olas sobre los dominios de Tangaroa, forzando a los descendientes de esa deidad a buscar refugio. La huida de los hijos de Tangaroa para escapar de la ira de Tawhirimatea, trajo consigo la separación de las especies.

Ikatere huyó a las profundidades del océano y se convirtió en el progenitor de los peces, mientras que Tu-te-wehiwehi marchó tierra adentro para crear a los reptiles.

Tawhirimatea no pudo dirigir su ira hacia Rongomatene y Haumiatiketike ya que su madre Papatuanuku los escondió en su pecho.

Al no haberse curtido en la Guerra, estos dioses fueron asignados a tareas pasivas. Haumiatiketike se convirtió en la deidad asociada a las raíces comestibles y otras plantas salvajes. Rongomatane se convirtió en el custodio del kumara y el dios de la agricultura y las artes.

Entonces Tawhirimatea's dirigió su furia contra Tumatauenga, el cual se enfrentó en solitario a su furioso hermano ya que el resto de los dioses estaban huidos o escondidos. Aun así, Tumatauenga no pudo ser vencido, pero se enfadó mucho con sus hermanos por no haberle ayudado. Por esta razón es conocido por los nombres de Tu-ka-riri (Tu el del temperamento violento), Tu-ka-nguhu (Tu el de la ira desatada) y Tu-whakaheke-tangata-ki-te-po (Tu el que condena a los hombres al infierno). Tu, dios de la guerra y ancestro de los hombres fieros que adoptaron alguno de sus nombres, representa a las características agresivas de la naturaleza guerrera de los seres humanos.

Tumatauenga planificó venganza contra sus hermanos por haberle dejado solo contra Tawhirimatea. Primeramente atacó a los hijos de Tane y fabricó utensilios con ellos; de los árboles y arbustos fabricó lanzas y trampas para atrapar a los pájaros. También fabricó redes y canoas para pescar a los hijos de Tangaroa. Mediante sus acciones utilizando a los hijos de sus hermanos como utensilios y comida, Tumatauenga anuló su “tapu”, convirtiéndolos en “noa”. De esta forma surgió la dicotomía básica en las creencias Maoríes entre lo sagrado y lo profano. La reafirmación de poder sobre sus hermanos fue la motivación que condujo a los seres humanos a su superior posición en el orden natural.

La personificación de los fenómenos naturales en el panteón Maorí es fundamental en su visión holística del mundo. Papatuanuku fué adorada como madre, ya que la sustancia que brotó de su pecho nutrió y alimentó a sus hijos. Los humanos fueron concebidos como parte de la tierra; tangata whenua (gente de la tierra). Esto significaba que no se encontraban por encima de la naturaleza, sino que formaban parte integral de ella. El ser humano debía relacionarse con la naturaleza de forma significativa y respetuosa. Si por ejemplo se necesitaba cortar un árbol para obtener madera, debían realizarse antes rituales en honor a Tane solicitando su permiso. De forma similar, los pescadores debían regresar al mar al primer pez que pescaran en honor a Tangaroa y los primeros frutos recogidos en la cosecha debían ser ofrecidos a Rongo Se creía que estas ofrendas y ritos asegurarían la abundancia permanente de los regalos de la naturaleza.

En la mitología Maorí existe también el recuerdo de un gran diluvio. El proceso de inundación del mundo sigue un sistema similar a la personificación de otros fenómenos naturales, siéndoles asignados nombres como en las genealogías de Te Kore y Te Po.

Primero fué Ua-nui (la gran lluvia), seguida de Ua-roa (la larga lluvia), Ua-whatu (intensas tormentas de granizo) finalizando con Ua-Nganga (lluvia suave) y su numerosa progenie, como la niebla y el rocío. Estas formas de precipitaciones eran la manifestación del dolor de Ranginui por haber sido separado de Papatuanuku.

Por su parte, el más pequeño de los hermanos, Ruaumoko, el cual seguía siendo un niño, permaneció con su madre como diós de los volcanes para así calentarla y confortarla.

Fuente
http://www.pleiads.com/index.php?option=com_content&view=article&id=89:mitolmaori1&catid=52:oceania&Itemid=75

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lunes, 6 de julio de 2009

LA PALOMA TORCAZ



Había una vez un guerrero valiente y apuesto. Amaba la caza y así, con frecuencia, iba por los bosques persiguiendo animales. En una de sus cacerías llegó junto a un lago y, lleno de asombro, contempló a una mujer bellísima que bogaba en una canoa. El guerrero quedó tan enamorado que, muchas veces, volvió al lugar con el ánimo de verla; pero fue inútil, pues, ante sus ojos, sólo brillaron las aguas del lago. Entonces pidió consejo a una hechicera, la cual le dijo:

—No la verás nunca más, a menos que aceptes convertirte en palomo.

— ¡Sólo quiero verla otra vez!

—Si te vuelves palomo jamás recuperarás tu forma humana.
— ¡Sólo quiero volverla a ver!

—Si así lo deseas, hágase tu voluntad.

Y la hechicera le clavó en el cuello una espina y en el acto el joven se convirtió en palomo. Este levantó el vuelo y fue al lago y se posó en una rama y al poco rato vio a la mujer y, sin poderse contener, se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos. Entonces la mujer lo tomó entre sus manos y, al acariciarlo, le quitó la espina que tenía clavada en el cuello.

¡Nunca lo hubiera hecho, pues el palomo inclinó la cabeza y cayó muerto! Al ver esto, la mujer, desesperada, se hundió en el cuello la misma espina y se convirtió en paloma. Y desde aquel día llora la muerte de su palomo.

Fuente:
http://leyendasdeamerica.blogspot.com
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conciencia-animal.cl

domingo, 5 de julio de 2009

EL HUEVO CÓSMICO



MITO POLINESIO

Al principio, el Universo tenía la forma de un huevo que contenía solo dos elementos: Te Tumu, un macho, y Te Papa, una hembra.

Pero no seguiría así por siempre. Durante la primera aurora, el Universo estalló y produjo tres capas superpuestas. Te Tumu y Te Papa, quienes permanecieron en la capa más baja, crearon a todos los seres vivientes que hoy conocemos: los hombres, las plantas y los animales.

Pero Te Tumu y Te Papa no eran infalibles. Primero crearon a Matata, un hombre sin brazos que murió al poco tiempo de ser creado. Después idearon a Aitu, quien carecía de piernas; también murió. El tercer hombre era perfecto. Lo llamaron Hoatea que significa “espacio del cielo”.

Hoatea recibió de manos de sus creadores todo el Universo. No tardó en darse cuenta de que en esa inmensidad no existía otro ser como él. Entonces le enviaron a una mujer. Se llamaba Hoatu que significa “fructuosidad de la tierra”.

Hoatu se convirtió en la mujer de Hoatea y de ellos descendió la raza humana.

Cuando la capa más baja de la Tierra se llenó de creación, algunas personas hicieron una abertura en medio de la capa superior para poder subir. Allí se establecieron y llevaron con ellos las plantas y los animales.

La vida se multiplicaba vertiginosamente. Tampoco quedaba espacio en la segunda capa. Entonces levantaron la tercera capa de modo que formara un techo a la segunda y se establecieron allí también. Así los seres humanos pudieron disponer de tres superficies.

Por encima de la Tierra estaban los cielos, también superpuestos. Llegaban hasta abajo y estaban sostenidos por sus respectivos horizontes. Algunos de ellos se mezclaban con las capas de la Tierra, por lo que la vida de los hombres era confusa e incómoda. Por eso la gente siguió trabajando, expandiendo un cielo por encima del otro, hasta que todo estuvo en orden.


Cosmologías y paladines. Antología de mitos universales

Fuente:
http://sapiens.ya.com

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biblion-thekes.blogspot.com

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sábado, 4 de julio de 2009

ANIMALES SAGRADOS



ANIMALES SAGRADOS
PILLÁN MAMUL MO

Los mitos más antiguos de la humanidad cuentan que el Ser Supremo tomó la forma de Águila o gran ave solar, y descendió un día al Árbol del Mundo. Allí puso sus huevos chamánicos y los empolló o hizo empollar durante los muchos días que suman tres vueltas completas de la Tierra en torno del Sol. Y cumplido el tiempo de la incubación de los huevos se abrieron, y los grandes chamanes de los nidos más altos y los medianos de los nidos intermedios y los más pequeños de los nidos de las ramas mas bajas abrieron sus ojos nuevos ¡y supieron qué debían hacer!

Desde entonces son guías de los hombres y mantienen vivo el sagrado contacto entre las criaturas y el Padre Creador.

Y en memoria de la Gran Ave-Madre se adornan con elementos ornitomórficos, que magníficamente los devuelven a sus orígenes, y a su divina facultad de volar al Más Allá. Por eso usan garras y plumas de águila…, quizás del águila mora o calquín, la que habla con Dios. Y otras veces toman los atributos del cóndor, también sagrado, ave maligna a la que el mítico Elal de los tehuelches cazó con una flecha y en castigo ejemplar por llevarse niños le sacó todas las plumas de la cabeza…

Y así no podemos detener la pregunta: ¿por qué las aves ocupan un lugar tan vertebral en los mitos de la humanidad?...

Tal vez porque las aves han representado siempre para el hombre el vuelo y por ende el contacto con lo lejano, difícil o inaccesible. Si la flecha tiene plumas volará lejos hasta la presa… Si la cabeza o el cuerpo lucen plumas, el indio estará dotado de vista aguda o ligereza o invisibilidad, en todo semejantes a las cualidades del pájaro del que las tomó. Sí, posiblemente esto explique el por qué es tan rico y variado el repertorio mágico en torno a las aves en distintas culturas aborígenes.

Entre los mapuches y araucanos de la Patagonia es sagrado el ñamco de pecho blanco, al que se reverencia especialmente porque su ubicación durante el vuelo indica al viajero buenos o malos augurios: si va de espaldas o avanza por la izquierda, ¡lo mejor es volverse!… pero aún es si se posa en el vuelo, porque con eso dice que morirá el ganado que se arrea. Y hay quién afirma que el vómito cubierto de lana y pelos de animales es el más preciado amuleto, pero quién lo posea y honre verá multiplicarse su buena suerte.

También es mágico el arisco rerré: si uno lo lleva consigo en el cuerpo no hay bala que lo alcance… Y en el pequeño chucao cordillerano se reconoce la virtud de la suerte y las variaciones del tiempo según sea el canto: si canta dulcemente a la derecha del que viaja le anuncia felicidad, si lo hace por la izquierda, y con tono áspero, tendrá contratiempos y habrá lluvias.

Es ave de mal agüero el guairao ó guarivao, la garza nocturna que engaña con un grito igual al del zorro y de la que se dice es portadora del alma de algún brujo. Y son pájaros mágicos el pidel negro que predice la lluvia y cuya carne aumenta la leche de las madres cuando crían, y el nuco (buho) y la huala lastimera, y el tordo huérfano y unos cuantos más.

Entre todos, ¿cuál es el pájaro más temido por el indio?

A no dudarlos el chonchón o chuncho o quilquil o tué tué, especie de caburé fabuloso al que se considera rey cruel de los seres alados, porque los convoca para elegir el mejor, destruirlo y comerlo.

Los que saben entre los mapuches afirman que se trata de un brujo o bruja que se ha separado la cabeza del cuerpo, y ha hecho crecer desmesuradamente sus orejas como las alas para volar a las salamancas (cuevas de los brujos) y participar de las orgías y maleficios. La creencia popular cuenta que si este pájaro nocturno o cabeza voladora ríe: habrá muerte cercana, y si canta: se producirá un casamiento… Pero es tanto el temor que suscita el chonchon que se siempre se intenta ahuyentarlo con rezos, las extrañas doce palabras redobladas, o conjuros de todo tipo…

También la mitología aborigen de la Patagonia es fecunda en fantásticas criaturas zoomorfas como el ñivirilú, la serpiente-zorro de los grandes ríos y lagos cordilleranos que se enrolla en las patas de los caballos y los arrastra a las profundidades. O la Calchona, la bruja desgreñada que aparece de noche a los viajeros a veces como oveja de largas calchas o mechones… y otras como una perra negra lanuda. De ella dicen que fué una mujer que habiendo sido descubierta en su transformación, ya no pudo volver más a su estado natural, y desde entonces vagabundea por los campos sin consuelo. O el chivato portero de las salamancas, o el quiltro lanudo conductor de almas…

Otros Entes o seres interesantísimos resultan ser el toro y el caballo de la Leyenda del Domuyo: los lugareños creen en pié juntillas que el cerro se enoja cuando algún forastero intenta escalarlo, y por eso ruedan enormes piedras y se desatan tormentas para acabar con el atrevido curioso. Afirman algunos que en realidad lo que el Domuyo no quiere es que se conozca a la hermosa joven que peina allá en la cima sus cabellos rubios con peine de oro, siempre vigilada por un toro colorado y un potro lustroso y renegrido. Es el toro que despeña las grandes rocas, el caballo el con sus carreras y resoplidos logra despertar al trueno y originar el rayo castigador…

Los viejos más viejos entre los araucanos son los que saben de lo que pasó en los tiempos del Diluvio, cuando Trentren, la serpiente mitológica del agua, para impedir la extinción del género humano, y salió vencedora… Ellos son los que recitan decenas de leyendas del ciclo de Elal, donde el mítico héroe-dios, el creador de los tehuelches, se relaciona con los animales y organiza la creación poniéndola al servicio del Hombre. Allí aparecen, fantásticos pero ya con sus cualidades características, el zorro, el jaguar, el puma, la serpiente, el piche, el lobo marino, la ballena.

Sus enojos dejan huellas memorables: la locura y la muerte en el mejor de los casos… y en el peor: la eterna agonía del huitrán che cura o la transformación del hombre en piedra…

En la topografía del sur de América hay cientos de rocas con formas humanoides ante las que el indio tiembla o eleva su respetuoso homenaje. Son riscos huitrán che, y allí están sus hermanos de raza purgando la antigua culpa…

¿No son huitrán che cura las indiecitas del trompe en el volcán Epuïlche?

¿Y acaso el Collón Cura (espantajo de piedra) que también se vuelve invisible a su gusto?

¿O la piedra Pintada, idéntica a un cristiano de un metro de estatura?

¿O la sagrada piedra azul de Calfucurá, a la que venera anualmente la gran tribu Namuncurá?

Las piedras encierran misterios poderosos para el hombre, sea huinca o mapuche, no ha logrado descifrar. Porque, ¿cómo explicar el caso de la Piedra Saltona de cajón Chico, allá en la Cordillera del Viento, que en el blanco y largo invierno del '43 subió sus veinte toneladas unos cincuenta metros más arriba de su habitual emplazamiento de siglos, se encaramó sobre el lomo de la sierra y allí se detuvo, calzada por una insignificante piedrecita?

¿O el de la Piedra Pesada, que pese a su tamaño mediano era imposible levantar ni aún por varios hombres, y que hoy ha desaparecido misteriosamente… o se ha vuelto invisible, burlándose de todos…?

Y como puede ser que no caiga ladera abajo la gran piedra trapezoidal del cerro, pese a que la empujan con violencia vientos de doscientos kilómetros por hora?

Más aún: ¿qué fuerza operó para formar la gran cruz roja sobre la superficie granítica de la piedra del Quillén?...

¿O para mimetizar el paisaje alucinante la mítica Ciudad de los Césares?

Los mapuches distinguen entre piedras diabólicas y piedras santas.

No se acercan a la gran Pillán Cura también llamada Piedra del Diablo, ni a la Kalkufurá o piedra bruja, porque son asiento del Maligno; ni pasan entre los bloques de la Piedra Partida porque la hendidura es obra del Diablo y acarrea desgracias…

Sin embargo desde tierras muy lejanas acuden con fervor a pedir gracia ante la Piedra Milagrosa de Cochico, o la Piedra Santa del Arroyo Blanco del tromen, en la región del Pehuén.

Con sabiduría de siglos las culturas patagonienses saben que hay piedras que "caminan"… Sin importar su tamaño o peso, hoy pueden estar aquí y mañana a cinco o cincuenta metros… aunque ni ley natural ni humana puedan explicarlo. Y el indio de ojos viejos lo acepta sin cuestionamientos, porque ha aprendido que para el orden sagrado no caben razones de pequeños mortales. Eso sí, no pisará el rastro que dejó la piedra… porque puede secarse y volverse polvo, como han contado los que vivieron cerca, en sus familiares o amigos, el castigo de la huella prohibida, de la marca que se come la vida…

¿Quién se animará a discutir, ante un fervor tan puro y tan añejo, la virtud de algunas piedras mágicas?

¿Podrá el blanco negar propiedades curativas de ciertas piedras?

¿Las llancas sagradas del cultrún no inspiran a la machi en las rogativas?

¿Acaso con la catán cura chamánica no sopla el daño y adhiere sabiduría infinita, y usada en los instrumentos agrícolas no asegura con su poder sobrenatural buenas cosechas?

¿Las boleadoras hechas con fragmentos de cherufe (aerolito) no tiene la virtud de no fallar el tiro en la caza del guanaco y el avestruz?...

Las piedras que vienen del cielo son las más poderosas. Tal vez porque las descargó sobre la tierra el hacha del Pillán, el gran guerrero celeste…

Por eso es sagrado el meteorito de Kaper-Aike, y las esquiarlas y limaduras de las estrellas caídas son infalibles para la curación, el rito o la cacería.

Ya lo sabían y practicaban las culturas más viejas de América, y por el gran cordón cordillerano llegó al sur el conocimiento.

Ente los tehuelches y araucanos cada linaje ha tenido y tiene su piedra secreta de color distintivo. Con ella la machi prepara a cada uno el amuleto protector. También con piedras de uámek fabrica amuletos auspiciosos, zoomorfos, para asegurar la preservación y fecundación de los ganados representados en ellos… y amuletos contra el enojo, y de la piedra se sirve para las prácticas.

Una Vieja Leyenda

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