miércoles, 28 de abril de 2010

EL BARQUERO HUMILDE.


Se trataba de un joven erudito, arrogante y engreído.

Para cruzar un caudaloso río de una a otra orilla tomó una barca.

Silente y sumiso, el barquero comenzó a remar con diligencia.

De repente, una bandada de aves surcó el cielo y el joven preguntó al barquero:

-Buen hombre, ¿has estudiado la vida de las aves?

-No, señor -repuso el barquero.

-Entonces, amigo, has perdido la cuarta parte de tu vida.

Pasados unos minutos, la barca se deslizó junto a unas exóticas plantas que flotaban en las aguas del río.

El joven preguntó al barquero:

-Dime, barquero, ¿has estudiado botánica?

-No, señor, no sé nada de plantas.

-Pues debo decirte que has perdido la mitad de tu vida -comentó el petulante joven.

El barquero seguía remando pacientemente.

El sol del mediodía se reflejaba luminosamente sobre las aguas del río.

Entonces el joven preguntó:

-Sin duda, barquero, llevas muchos años deslizándote por las aguas. ¿Sabes, por cierto, algo de la naturaleza del agua?

-No, señor, nada sé al respecto. No sé nada de estas aguas ni de otras.

-¡Oh, amigo! -exclamó el joven-. De verdad que has perdido las tres cuartas partes de tu vida.

Súbitamente, la barca comenzó a hacer agua.

No había forma de achicar tanta agua y la barca comenzó a hundirse.

El barquero preguntó al joven: -Señor, ¿sabes nadar?

-No -repuso el joven.

-Pues me temo, señor, que has perdido toda tu vida.

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