Yerbales y mensues
Amanece en los horizontes sobre las aguas del Paraná se mece silenciosa la barca pequeña, buscando sin apuro su rumbo hacia el norte, en la cubierta, en fila como prisioneros.
Decenas de hombres duermen su borrachera, sin saber el final que le depara el destino, la noche anterior, bebían y reían junto a la guaina, en el boliche “el mita’í”, (cabaret muy conocido en la bajada vieja de posadas. Allí entre polcas y chamames. Mujeres de la vida entregan un poco de ilusión, a cambio de unas monedas, qué a duras penas le sacan, ha los menchos de la región. Que buscan paliar su dolor en esas noches serenas.
...Pero la plata es muy poca. Apenas alcanza para unas cañas. Y entre vahos de alcohol, aprovechan los capangas yerbateros, para darles un adelanto de plata a cambio de contratarlos por pocos días en las cosechas del monte.
En ese momento solo importa el dinero.
El alcohol no les permite analizar la situación, y darse cuenta que los capangas, cómo buitres están esperando que muera la presa, y así cuando el mencho esta inconsciente, lo trasladan hasta el barco que los llevara a los yerbatales.
Una vez llegados al destino, son despertados entre gritos y empujones, y al escuchar la sentencia del capanga mayor, se dan cuenta de la realidad, de la cruel y triste realidad, que esta estampada en el papel que firmaron. Y saben que nadie escapa del monte. Los que trataron fueron encontrados muertos a balazos.
Y así con resignación, cada uno recibe el machete que será desde es momento su herramienta de trabajo, con él cortaran el camino en la espesura de la selva. Concluyendo la misión cuando se encuentra los frondosos árboles del oro verde guaraní.
Después vendrá el desgajo, llevarla hasta un claro y pelar las ramas del “caá”. Las hojas juntadas se atan en el “raído” que será pesada en la dudosa balanza de la compañía, el pago de la misma se anota en la libreta, en ella el “mensu” tendrá también anotado el gasto de cada día, porque el único almacén de los alrededores, también les pertenece a “ellos”. Que con un hábil manejo de números, siempre será más lo que se deba que las ganancias.
Por tal motivo son muy pocos quienes escapan de ese martirio, los años pasan, la ley nunca llega, y “añamembuy”, suerte “yagua”, solo con la muerte se sale de este infierno.
Relato hablado del “indio guaraní” Caetano Geloso ex combatiente de la guerra del Paraguay contra Bolivia, para el programa radial “entre pesca y chamame” (del autor) Córdoba enero 1999.
El relato anterior parecería sacado de una novela imaginaria, pero fue la triste realidad vivida por varios guaraníes hasta cerca del año 1957, donde algunos cosecheros para acortar los tiempos realizaban un conjuro hacia la “caá yarií”. Obteniendo mayor cosechas en los “raídos”. Y así pagar sus deudas saliendo pronto del infierno.
Extraído de HISTORIA DEL MATE ARGENTINO, Historias y leyendas, atención del Sr.
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