miércoles, 23 de diciembre de 2009

TIAMAT




En la mitología babilónica, Tiamat es la diosa del Caos y la Creación; una diosa-monstruo primitivo de importante participación en el poema épico Enûma Elish que narra el origen del mundo.


Antes de que el cielo y la tierra tuviesen nombre (carecer de nombre equivalía a no existir), existía la diosa del agua salada, Tiamat, principio femenino, madre de todo los que existe; representada con el mar como las potencialidades del caos primigenio.


También se habla de su forma como dragón hembra, de por sí maléfico según las leyendas.


Tiamat se unió con Apsu, el principio masculino y el agua dulce, y dieron nacimiento a los dioses y los animales, pero los nuevos dioses perturbaban a su padre y decidió destruirlos. Aunque uno de ellos, Ea, el dios de la magia, se anticipó a los deseos de su padre haciendo un conjuro y derramando el sueño sobre él, para luego matarlo.


Apsu permaneció en un largo sopor (por eso es que el agua dulce está quieta) pero Ea no pudo contra la poderosa Tiamat. Esta, enfurecida por la muerte de su esposo, creó una legión de demonios y los puso bajo la orden de Kingu, su nuevo esposo y uno de sus hijos, para combatir a los dioses.


Ante la amenaza, Marduk fue nombrado por los dioses para enfrentar a Tiamat, pero accedió con la condición de ser nombrado “príncipe de los dioses o dios supremo”. Entonces los dioses le cedieron todos sus poderes a Marduk para poder vencer a Kingu, quien se quedó paralizado de miedo al verlo llegar, y luego a Tiamat, a la que hizo dejar la boca abierta con un vendaval y lanzó una flecha dentro del estómago.


Después de la batalla, la sangre de Kingu se esparció y de ella nacieron los humanos.


Mientras, el cuerpo de Tiamat acabó encadenado en los pozos del abismo y partido a la mitad por Marduk. De su mitad superior se creó el cielo y de su mitad inferior, la tierra firme, y a su vez, sus lágrimas se convirtieron en las nacientes del río Tigris y el Éufrates, dentro de los cuales florecieron las antiguas civilizaciones mesopotámicas hace siete mil años.


Esta leyenda de Enûma Elish está recogida de unas tablillas de caracteres cuneiformes datadas del año 1200 a. C.


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