La diosa sumeria Inanna
Museo Británico
Celeste reina de los Cielos, La Gran Madre y diosa del amor y de la guerra, de la fertilidad, esposa del dios de dioses del antiguo país de Sumeria, Damuzi Tammuz.
Inanna representa el arquetipo de la Diosa madre
Esta reina iracunda y soberbia que no estando contenta con su función de reina de los Cielos también la quiso ser de los infiernos, y por eso deseó arrebatarle a su hermana Ereskigal, su mortal enemiga el gobierno del reino de los muertos.
De esta manera bajo al reino del que nadie vuelve nunca jamás.
Cuando su hermana Ereskigal supo cual era el deseo de su hermana llamando a su portero Neti le instruyó que fuera abriendo cada una de las 7 puertas del infierno para que pasara su hermana, pero que en cada puerta la fueran despojando de cada una de sus vestiduras.
Cuando así lo hizo e Inanna preguntó:
-¿Porqué por favor hacéis esto?-
-Le contestaban, calla Inanna, las leyes del imperio de las sombras son perfectas.
Protestó mucho pero por fin cuando compareció, desnuda y arrodillada, ante la Soberana del Infierno, que se sentaba en el magnífico trono de su palacio y rodeada por 7 Anunnaki, los jueces del reino de los muertos.
En ese momento su hermana, dirigió su mirada hacia ella, la mirada de la muerte; pronunció la palabra mágica, el grito de condenación contra ella.
La mujer enferma se convirtió en cadáver.
Éste fue colgado de un clavo.
Cuando al cabo de 3 días y 3 noches que Inanna no regresaba, Ninsubur su fiel visir elevó su llanto por ella hizo resonar el tambor y comenzó su peregrinaje por la morada de los dioses proclamando en todas las ciudades su oración:
“¡Oh, padre ¡no permitas que tu hija perezca en el reino de los muertos!”
En su largo peregrinaje destrozó muchas sandalias y no prestaron oídos ni Enlil el dios del cielo ni tampoco Nanna el dios de Ur.
Pero cuando se presentó ante Enki el dios de Eridú, que era el suegro de Inanna le respondió al fiel visir así:
-“¿Qué habrá sucedido a mi hija?
Y el mismo se contestaba: Me apesadumbro -¿Qué habrá sucedido a la reina de todos los países? Y el mismo se contestaba Me apesadumbro
-¿Qué habrá sucedido a la sagrada doncella celestial?
Y el mismo se contestaba Me apesadumbro”
“Entonces Enki sacó la mugre de su uña y modeló a Kurgarru, luego sacó la mugre de su uña pintada de rojo y modeló a Kalaturru.
Al primero le infundió el manjar de la vida y al otro le infundió el agua de la vida”
Después despidió al visir y a sus ayudantes y así les dijo:
“¡Os ordeno que rechacéis el agua y el trigo que os ofrezcan los dioses del reino de los muertos!”
Todos contestaron -Así lo haremos, luego el dios les ordenó –Entrareis en el imperio de las sombras, os dirigiréis en busca de su reina y le demandaréis con energía: “danos el cadáver colgado en el clavo”
–Así lo haremos.
Luego Enki siguió: -Y cuando esté en vuestro poder le administrareis el manjar y el agua de vida.
Solo entonces Inanna resucitará.
Efectivamente así sucedió, pero cuando Inanna quiso alejarse inmediatamente de aquel sombrío y tétrico lugar, los 7 Anunnaki se lo impidieron diciéndole: -“Nadie puede salir indemne del imperio de las sombras, si Inanna quiere surgir del imperio de las sombras
¡Qué deje un representante!
Como la reina no podía decidirse la dejaron al cuidado de los demonios, que grandes y pequeños no se apartaban de ella.
Así la reina del Cielo tuvo que dejar el tétrico lugar acompañada de los demonios.
Cuando llegó a la Tierra dos de sus súbditos se arrodillaron ante ella viéndole acompañada de aquellos maléficos seres, esta escena se sucedió varias veces y siempre con el mismo resultado.
Hasta que llegó a la ciudad donde su esposo era el dios rey, así cuando Damuzi-Tamuz vio llegar a su esposa acompañada de tal comitiva, en vez de salirle al encuentro y postrarse ante ella, quiso demostrar su autoridad de esposo, se engalanó con un gran atavío y se sentó en el trono.
Pero cuando Inanna le vio así, y llena de ira dirigió una mirada hacia él, la mirada de la muerte; pronunció la palabra contra él, la palabra de la ira; profirió el grito contra él, el grito de la condenación:
¡Llevadle de aquí!
Damuzi-Tamuz al ver que la comitiva demoníaca se le acercaba para arrastrarlo al reino de las sombras, lloró amargamente y su rostro se volvió verde.
Tendió las manos hacia el dios del Sol, Utu su cuñado y le suplicó:
-Oh Utu tú eres el hermano de mi esposa, yo soy el esposo de tu hermana.
Yo soy el que lleva la nata a la casa de tu madre.
“¡Sálvame de los demonios no permitas que se apoderen de mí!”
Pero Damuzi-Tamuz fue conducido al Averno por “los seres que desconocen los alimentos, que desconocen el agua”
Inanna había cumplido las leyes del Orco, del imperio de las sombras, dejando un rehén para quedar ella definitivamente liberada para reinar sobre el reino de la claridad.
Pero cuando Damuzi-Tamuz hubo muerto, toda la vida en la Tierra se paralizó.
Las plantas dejaron de crecer, sus hojas se agostaron y sus raíces se secaron y fueron comidas por una invasión de topos y sabandijas, los animales del cielo, de la tierra y de los mares dejaron de multiplicarse y el hombre no podía juntarse con su mujer-
El universo se convirtió en un páramo desierto.
Todo era un reguero de hormigas muertas, de bosques de árboles lacios cubiertos con el pardo de la muerte, de árboles de madera carcomida que contenían en sus ramas vencidas numerosos cuerpecillos putrefactos cubiertos de plumas de pájaros mudos, de ríos de lechos cenagosos y cuarteados que atrapaban malolientes cadáveres de herbívoros, mamíferos, peces topacio secos, de ojos opacos de viejos recomidos moribundos sin ninguna descendencia…
Pero tendría que llegar el día de los soles, de la luz, de las promesas y de la prosperidad, y cuando llegó Inanna, quizá arrepentida por su acción o porque consideró que el reino que tendría que gobernar cada vez se parecía más al de las sombras, ayudada por la hermana de Damuzi-Tamuz, libero al pastor del reino de la muerte…
Y la vida y el amor volvieron a la Tierra.
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