Atesora la leyenda que, la Zorrina, el Gato del Pajonal y el Piche, cacique de ambos, mantenían el fuego. Los tres lo cuidaban gracias a un yuyo que llamaban oukha-ínash. Ellos ponían una piedra cerca del yuyo, la chocaban con otra y ahí saltaba la chispa que prendía la hierba. El fuego más grande era para el Piche; cuando los otros se acercaban para calentarse, este hacía chiquito el fuego y no les dejaba quemar leña en su fogón.
Cierta vez, calentita por el fuego, la joven Zorrina se acercó a otros animales, quienes le pidieron fuego para calentarse y cocinar. La Zorrina no escuchó las súplicas y se pavoneó entre los ateridos.
La vieja Cisne se enfrentó a la recién llegada acusándola de egoísta.
Por más que la Zorrina negaba la posesión del fuego, el olor a humo en su piel contradecía sus palabras.
Asustada, la Zorrina corrió a avisarle a su cacique que escondiera el fuego para que los demás animales no pudieran tenerlo.
Presuroso, el Piche tapó la hoguera y se echó encima para que nadie la encontrara.
La gente de la toldería le pidió a Elal que interviniera, a fin de que todos pudiesen disfrutar de las bondades del fuego.
El héroe tehuelche salió a caminar por el campo y encontró al Piche haciendo fuego tapadito.
La visita a la toldería del Piche parecía casual, aunque este suponía que Elal venía por fuego y no por cortesía.
La Zorrina y el Gato del Pajonal no salieron de su toldo, por temor a las reacciones de Elal.
Como el Piche poco pudo hacer para esconder el humo que se escapaba del fuego tapado, Elal aprovechó la oportunidad y de buen modo le pidió un poco de carbón quemado.
Este le respondió que nada tenía para darle, mientras nerviosamente soplaba la columna gris, tratando de desvanecerla en el aire.
El héroe de la Patagonia intentó por última vez razonar con el Piche solicitándole un tizón para hacer fuego, para que la gente pudiera calentarse y cocinar. El Piche se negó.
Elal, enojado por la actitud del bicho, lo empujó muy lejos.
Y ahí estaba el fuego; carbón quemado de leña de Calafate. Elal se lo llevó a los paisanos, que así pudieron calentarse y comer carne asada.
Cuando Elal le sacó el fuego al Piche, le cruzó el lomo en tiras, por no habérselo querido dar. Por eso tiene ahora esas rayas en el caparazón.
Desde entonces, el Piche se fue al campo y no volvió más junto a los paisanos.
El Gato del Pajonal y su amiga la Zorrina huyeron con él.
Hasta hoy, el Piche come hutas y la Zorrina cucarachas.
Fuentes: http://elal-patagonia.blogspot.com/2009/03/ciclo-heroico.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/02/elal-y-sus-inventos.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/02/elal-y-sus-inventos.html
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