Hel recibe en su reino a todos los que mueren en la vejez o a causa de enfermedad, aunque en varios mitos algunos dioses y héroes también han sido ilustres residentes del Tenebroso Imperio.
Visto desde el interior todo en Helheim parece realidad a los ojos del espíritu, pero la verdad es que no hay materia sólida que forme los muros y cavernas, sólo hay sombras, y con ellas la Reina del infierno modela la realidad de los pobres condenados.
Según dicen algunos ilustres mitólogos, la parte más horrenda del Helheim se encuentra en lo profundo de un abismo, antro designado a los hechiceros o adeptos a las artes oscuras. Es allí, en la residencia más temible donde el nigromante contempla con horror el destino de su alma. Hel lo observa, lívida, espantosamente pálida. Sus fríos labios pronuncian los versos de los cuales el infame solía burlarse en vida, pero que ahora le resultan carentes de toda gracia:
"...y vuestro palacio se llamará Angustia;
la mesa, Hambre;
los sirvientes, Lentitud y Retraso,
el umbral; Precipicio;
la cama, Preocupación..."
la mesa, Hambre;
los sirvientes, Lentitud y Retraso,
el umbral; Precipicio;
la cama, Preocupación..."
La palabra inglesa "Hell" proviene del nombre de ésta Reina infernal, Hel; cuya raíz deriva del anglosajón Hélan o Helan ("cubrir, esconder"); incluso la palabra "matar" en lengua norsa se dice At Slaa ihel (i-Hel).
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