lunes, 7 de junio de 2010

LA LECHUZA DE DOÑA PANCHA



Érase que era, y el mal que se vaya y el bien que no venga, que allá por los años primeros de mis abuelos, existía en el tranquilo pueblo de Pocito doña Pancha, quien tenia tantos años, que ya no se acordaba cuantos años eran.

Pero lo curioso de lo que voy a contar es la compañía que ella tenía: Nada menos que una lechuza a la que llamaba Chinita.

Tal era la fama que le habían atribuido al pequeño animal que, cuando pasaban por la casa de doña Pancha, los vecinos se hacían la señal de la cruz.

Como para no hacerlo, si cuando se murió don Jacinto, el día anterior la lechuza Chinita se había asentado en el palo de la ramada de su rancho, había batido las alas y efectuado su característico ¡chis, chis!

Pobrecito el hijo de la Ramona: jugando en el patio se le acerco la lechuza, enfermo gravemente y murió.

Cuando se cayó la casita de doña Camila, ahí estuvo ella muy temprano, chillando y aleteando.
El accidente de Anacleto y una serie de tristes acontecimientos que seguían a su presencia en el lugar que ocurrían.

No faltara quien diga: “Es casualidad”: pero ¡Vaya que casualidad! y si a eso se agrega que, con el andar del tiempo, su dueña murió de extraña y mala muerte.

¿Que lo que cuento de la lechuza Chinita es mas extraño que cierto?


¿Qué no pueden creerse esas antiguas historias de superstición y miedo?

Testigos fueron los antiguos habitantes de Pocito de las andanzas de Chinita la lechuza de doña Pancha.

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