Tabla de San Jorge del artista mallorquín: Pere Niçard en el Museo Diocesano de Palma de Mallorca
San Jorge es Patrón de las Letras y de diversas órdenes militares y caballerescas.
Lo que cuenta una de las tantas leyendas escritas sobre él.
Siendo Jorge un joven oficial en tierras de Libia, estuvo en la ciudad de Silca o Silene, y he ahí
que un dragón, estuvo atacando Silca durante un periodo de tiempo. El dragón era muy feroz y se llevaba niños, jóvenes y mujeres que acababan muertos.
Un buen día, el dragón exigió que le entreguen a la bella hija del Rey de Silene. El monarca horrorizado ofreció al dragón todas las bellas pertenencias que tenía a cambio de la vida de su hija.
El pueblo se indignó de aquellas palabras y exigió al rey que entregara a su hija ya que ellos habían perdido a sus hijos y seres queridos durante los ataques del dragón a la población. Pero el rey no quería aquella muerte horrible para su hija. Para apaciguar los deseos del pueblo, el monarca aceptó entregarle a la princesa.
La bendijo y la dejó a fuera de las murallas de su ciudad para que el dragón la recogiera.
San Jorge que en ese momento llegó a la ciudad se encontró con la bella joven a la que le preguntó que ocurría puesto que lloraba desconsolada. La doncella le respondió a sus preguntas como pudo. San Jorge le ofreció su ayuda y su protección. En ese momento, justamente, llegó el dragón enfurecido que salía del lago donde vivía.
Rápidamente San Jorge montó sobre su caballo y sacó su espada y con mucho coraje se le enfrentó. Mientras luchaba se encomendó a Dios ofreciéndole aquella bestia del mal a cambio de la victoria.
En su armadura el símbolo de la cruz en blanco lucía sobre su pecho y mientras el enfrentamiento, Jorge seguía abogándose al todo poderoso.
Una vez que pudo controlar al animal, Jorge pidió a la princesa que atara al cuello del dragón su cinturón y así lo hizo la joven.
Los villanos (la gente del pueblo) que siguieron el combate desde las murallas salieron a ver muerto al dragón. Cargaron en carro a la bestia mitológica todavía viva, adormecida, a causa del impacto del caballero cristiano con su espada.
Una vez en la ciudad, ante toda la población y del rey, San Jorge les dijo:
“El monstruo está dormido, no despertará, pero Dios quiere que le honréis recibiendo el sacramento del bautismo. Dejad vuestras creencias y entregaros al dios de los cristianos y a cambio yo mataré al dragón con mi espada”.
Enseguida que el dragón parecía que iba despertando la gente se horrorizó y se dejaron bautizar por el santo.
En cuando el dragón despertó, Jorge montó en su caballo y con un su espada atravesó al dragón, cayendo éste desplomado al suelo. Su sangre se escampó por todo y de rodillas. Jorge entregó a Dios su victoria.
Dice incluso su leyenda que San Jorge quiso hablar con el rey y enseñarle cuatro nuevas aptitudes: Crear y honrar una iglesia al Dios cristiano, ayudar a sus sacerdotes, asistir regularmente a misa y proteger a los pobres y necesitados.
Al principio, cuenta la leyenda, San Jorge ocultó su religión hasta que un tiempo después decidió hacer pública su condición de cristiano. Cuando el emperador conoció este dato, no dudó muy enfadado, ordenar ejecutar al joven tribuno. San Jorge protestó y criticó la política persecutoria del emperador.
Días después de su tortura por parte del ejército romano, San Jorge fue decapitado, muriendo así el 23 de abril del 303.
Su tortura tuvo como escena las murallas de Nicomedia (Turquía), donde estaba destinado.
Los testigos de sus torturas y posterior muerte acudieron a la emperatriz Alejandra de Bizancio para contarle aquel momento. Los mismos convencieron a la monarca de que se convirtiera al cristianismo.
Su cuerpo fue sepultado en la población de su madre: Lydda, también conocida como “Hagio Georgiopolis”. Su tumba todavía es venerada por los cristianos, principalmente por los cristianos ortodoxos griegos.
En la inscripción de su tumba se lee: "San Jorge, portador del estandarte” en griego.
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