Melero, avezado militar retirado de mil contiendas, se disfraza de dragón, incluido un artilugio casero para lanzar bocanadas de fuego, para apoderarse de las aguas del río.
Sirviéndose de cuantas tretas había utilizado en las escaramuzas bélicas en las que había participado, amedrenta a sus linderos de Valjondo para que le dejen el camino expedito para llevar a su huerto, el más alejado de la toma, las escasas aguas disponibles.
Así puede darle a su lino el último riego y sacar adelante una cosecha de la que dependía su supervivencia.
Su ingenio no tiene límites a la hora de desembarazarse de dos jovenzuelos pendencieros, que sospechan de él y le desafían, a los que, además de dejarlos en ridículo y humillarlos, les hace poner pies en polvorosa.
Ayuntamiento de Mogarraz
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