martes, 3 de febrero de 2009

LOS GEMELOS SOL Y LUNA



El texto que se transcribe puede ser considerado como el mito central de la chinantla y fue recopilado en al año de 1972, entre los chinatecos que habitan el municipio de Ojitlán, Distrito de Tuxtepec, en el norte del Estado de Oaxaca; sector de la etnia que antiguamente integraba el señorío de la llamada Chinantla Pichinche.

La Chinantla esta constituía una unidad cultural prehispánica, políticamente estructurada en torno a señoríos o a estados locales.

Si bien fueron una de las provincias tributarias de los aztecas, su primera ruptura significativa se debió a la invasión española, generándose un proceso de fragmentación política y cultural que se agravó durante el periodo colonial y especialmente después de la independencia.

En la actualidad los chinantecos viven en comunidades diferenciadas, tanto a nivel político como por el hecho de hablar distintas variantes dialectales del rico idioma común. Sin embargo, a pesar de esta diversificación las comunidades de la etnia están aún unidas por lazos ideológicos y sociales, ya que comparten un código simbólico específico así como el desempeño de similares prácticas culturales.


Cada vez que la gente pasaba cerca de un árbol de Pochota, se escuchaba un ruido que brotaba del interior del tronco. Un día la gente se quedo mirando para ver de donde salía el ruido, ya que parecía que alguien hablaba o golpeaba en el interior del árbol.

Fueron entonces a buscar al Cometa para que rajara el árbol, pero Cometa no pudo partir la madera.

Fueron entonces a buscar a Rayo (Ñi), pero Rayo tampoco pudo partir la madera.
Llamaron entonces a Pájaro Carpintero (Mi’ne’mo) y le pidieron que picara la madera, que todos habían fallado en el intento pero que tenían confianza en él, ya que siempre triunfaba en sus empresas.

El Carpintero acepto, voló y se posó sobre la parte del árbol de donde brotaba el ruido.

Comenzó el pájaro a picar y pronto el sonido de sus golpes se hizo mas profundo.

Al poco tiempo la madera se quebró y aparecieron dos huevos en el interior del tronco.

La gente le pregunto que había encontrado y el Carpintero les narró su hallazgo, les dijo que había encontrado dos huevos en el interior del tronco.

Entonces una anciana le pidió que se los diera, que ella los iba a guardar hasta ver que clase de animal salía de allí.

Carpintero le dio los huevos y la anciana lo envolvió en su pañuelo y se los llevo a su casa cargándolos sobre sus hombros. Al llegar a su casa puso los huevos en un cesto, en un chical que se usa para guardar las tortillas.

Allí los dejÓ y todos los días los miraba para ver si ya se habían quebrado, pero los huevos seguían intactos aunque pasó mucho tiempo.

Todos los días la Anciana salía de la casa, para buscar la comida de sus esposo Venado (A’kua’nay).

Uno de los días que regreso a su casa encontró que todo estaba desordenado, sus madejas de algodón estaban revueltas.

Así comenzó a pasar todos los días, cada vez que llegaba a su casa encontraba todo desordenado, pero nunca podía hallar al culpable. Sospechó entonces de los huevos, pero arrimaba su oreja a ellos y escuchaba nada. Así paso hasta que un día se dio cuenta que el Colibrí (Tan’chi) cantaba en el camino, justo antes de que ella entrara en la casa. Entonces la Anciana volvió al otro día por un camino distinto al que acostumbraba tomar.

Cuando llegó a su casa entro de golpe y vio a un niño y a una niña. Cuando escucharon a la Anciana los niños corrieron a meterse dentro de los cascarones de los huevos, pero la niña llego tarde y no pudo esconderse y así fue como la Anciana los descubrió.

La Anciana los perdonó y dijo que los iba a adoptar como sus hijos. Los niños eran Sol (Y’e) y Luna (Cy). Sol y Luna estaban furiosos porque Colibrí no les había avisado de la llegada de la Anciana y se fueron a buscarlo para castigarlo. En aquella época el Colibrí era grande como una gallina, pero quedo pequeñito porque Sol y Luna lo apretaron como castigo por no haberles avisado.

Quedaron entonces Sol y Luna como hijos de la Anciana.

Ella salía todos los días para conseguir la comida de su marido Venado.

Un día los hermanos le dijeron que no saliera más, que ellos iban a traer la comida, y entonces salieron todos los días con sus arcos y sus flechas a cazar animales y a buscar hierbas. Pero la Anciana les había dicho que no fueran a cierto lugar del bosque y sin embargo Sol y Luna le desobedecieron. Fueron a ese lugar y allí un pájaro les habló, el pájaro les dijo que no debían andar por allí matando pájaros para alimentar a una mujer que no era la verdadera madre de ellos.

Cuando escucharon estas palabras Sol sopló a los pájaros que había matado y estos revivieron. Volvieron a la casa de la Anciana y decidieron matar a su esposo Venado. Se pusieron de acuerdo para matarlo mientras la Anciana no estaba en la casa. Fueron, lo mataron y se comieron la carne de su padre. Después trataron de que la Anciana no se diera cuenta de lo que habían hecho.

Cogieron una gran olla de barro y la llenaron de avispas. Pusieron avispas dentro de la olla, para que pareciera que una persona estaba roncando. Cuando llegó la Anciana y preguntó por su esposo, Sol le dijo que estaba dormido y que el ruido de las avispas era su ronquido. Pero Luna no se acordó de la trampa y dijo que Venado había salido a pescar, así se contradijeron y así descubrió la Anciana la muerte de su esposo Venado.

Se enojo entonces la Anciana y comenzó a perseguir entonces a los dos hermanos. Corrieron durante mucho tiempo y ya la Anciana los estaba por alcanzar. Cuando ya los estaba por alcanzar Sol le pidió a Luna su pasador del cabello, Luna se lo dio y Sol puso el pasador en el camino y de allí mismo nació un cerro. Los hermanos continuaron corriendo y la Anciana tardó mucho en pasar el cerro.

Cada vez que la Anciana los estaba por alanzar Sol hacia un cerro para que se demorara, y así fue que el suelo quedó cubierto de montañas, por eso hasta hoy están las montañas.

Llegaron entonces hasta un río, un río muy crecido y al llegar los hermanos comenzaron a nadar para pasar al otro lado. La Anciana también se tiró al río, pero cuando estaba por la mitad, los hermanos le arrojaron una bola de acuyo y la Anciana cayó muerta y se hizo Tepezcuintle (acuti).

De su sangre nacieron muchos animales, miles de animales nacieron de su sangre, y ella misma se hizo Tepezcuintle, por eso hasta hoy el Tepezcuintle anda cerca de los ríos.

Se fueron por su camino por el Oriente los hermanos. Caminaron a un lugar donde había dos grandes peñascos que aplastaban a la gente cuando pasaba en medio de ellos.

Entonces Sol y Luna hicieron cerbatanas, cada uno de ellos tuvo su cerbatana (ma’ti) y con ellas le dispararon a las peñas. Cuando los proyectiles golpearon las piedras, éstas se abrieron y de su interior brotaron las mariposas, por eso las mariposas tienen círculos en las alas, son las huellas de los disparos de las cerbatanas de Sol y Luna.

Siguieron caminando los hermanos, hasta llegar cerca de una enorme montaña, allí un hombre les dijo que se fueran, porque en la montaña viva un águila de siete cabezas que arrebataba a la gente y la llevaba a la cumbre. Entonces luna propuso que hicieran una jaula de madera y se metiera adentro, para que el águila no pudiera tomarlos por separado, para que pudieran defenderse los dos juntos.

Así lo hicieron, cortaron palos y con ellos hicieron una jaulita y se metieron dentro. Apenas habían entrado cuando llegó el águila, cogió la jaula y la llevó volando hasta la cumbre de la montaña. En la cumbre de la montaña estaban muchas personas y la mayoría de ellas estaban heridas o enfermas.

Sol preguntó que hacia el águila con la gente que se robaba y le contestaron que se las comía. Por turno se iba comiendo a la gente, por eso tardaría bastante en comerse a los hermanos, porque había mucha gente allí.

Entonces Luna preguntó a que hora se dormía el águila, le contestaron que a mediodía, pero que seis cabezas se dormían y una se quedaba vigilando.

Cuando el águila se durmió Sol le preguntó a Luna si traía algo con que amarrar la cabeza del águila. Luna contestó que no traía nada. Sol se enojó y le dijo que ella nunca pensaba en nada, pero que él sí traía con que amarrar la cabeza del águila.

Después de decir esto, se sacó su cinturón de cuero de borrego, lo rajó en dos partes y le hizo un lazo en el medio. Echaron ese lazo alrededor de la cabeza del águila y comenzaron a tirar uno de cada lado, ayudados por las personas que no estaban tan enfermas.

Hicieron tanta fuerza y el animal se movió tanto que comenzó a temblar la tierra, la tierra temblaba como en un terremoto. Entonces los hermanos se acercaron al águila cuando ya estaba muerto, lo miraron y vieron que había hecho tanta fuerza que sus ojos se habían salido de sus órbitas. Los ojos brillaban intensamente, pero el derecho brillaba más intensamente que el izquierdo.

Sol quiso apoderarse del ojo derecho pero Luna fue más rápida y los recogió primero, así quedaron cada uno con un ojo del águila, pero el de Luna era más brillante. Después quisieron bajar de la montaña donde estaban, pero era tan alta que no se podía bajar a pie.

Pensaron como bajar y entonces llamaron al zopilote para que los bajara.

El zopilote los recogió sobre su lomo y trató de llevarlos abajo, pero no podía aguantar el peso de los dos hermanos, sólo daba vueltas en el aire sin poder bajar al valle. Se enojaron los hermanos, se bajaron del zopilote y le dijeron que no servia para nada, y que por eso de ahora en adelante solo iba a comer carne podrida.

Entonces los hermanos llamaron al Tucano, le dieron de comer semilla de una fruta y le dijeron que defecara al pie del cerro. Así lo hizo el Tucano y de sus excrementos brotaron ramas largas que treparon por la ladera, pero no tuvieron suficiente fuerza para llegar arriba del cerro.

Entonces llamaron al murciélago y fue a defecar abajo del cerro.
De sus excrementos brotó un gran árbol de amate que creció tan alto que sus ramas llegaron hasta la cumbre de la montaña.

Por esas ramas bajaron los dos hermanos y todos los prisioneros del águila, enfermos y heridos, bajaron atrás de ellos.

Siguieron entonces los hermanos su camino hacia Oriente, caminaron tanto que comenzaron a sentir mucha sed. Luna se quejaba y sufría mucho por la sed.

Cuando vio eso Sol le dijo que si cambiaban los ojos del águila, él encontraría agua para que calmar su sed. Aceptó el trato Luna y es así que Sol quedó con el ojo más brillante, por eso es que Sol brilla más que Luna.

En esa época no había manantiales, se escuchaba el rumor del agua que corría bajo la tierra, pero no se veía el agua por ninguna parte.

Entonces Sol arranco un poco de zacate y de ahí comenzó a brotar un hermoso manantial, por eso hasta ahora hay manantiales; Sol fue quien creó los manantiales.

Cuando apareció el agua, Sol le dijo a Luna que no la tomara, que primero debía buscar un sacerdote, para que bendijera el manantial. Se fue Sol a buscar el sacerdote, pero Luna no pudo aguantar la sed y bebió el agua que no estaba bendita.

Cuando Sol regresó con el sacerdote se dio cuenta que Luna había bebido, porque el agua estaba alrededor de su cara, igual que ahora cuando Luna tiene agua se ve el halo alrededor suyo.

Luna tiene el halo y un hoyito arriba del labio superior. Desde entonces es que existe ese hoyito sobre el labio superior de la gente.

Sol se puso furioso cuando vio que su hermana lo había desobedecido, se puso tan furioso que cogió al sacerdote y lo arrojó contra la cara de Luna.

El sacerdote pegó con tanta fuerza contra Luna que la dejó marcada para siempre, es por eso que hasta hoy Luna tiene muchas manchas en su cara.

Se fueron después de eso los hermanos y llegaron al cielo.

Allí los estaba esperando juna’ri que era Dios.

Allí juna’ri les puso nombre a los dos, el nombre de Sol fue Juan y el de Luna Lupe.

Entonces juna’ri les dio el encargo de que Juan iba a trabajar de Sol y Lupe de Luna.

Luna protestó y pidió que ella quería ser Sol, quería ser Sol para alumbrar más.

Pero Sol tenía el ojo más brillante, el ojo de Luna no tenía suficiente luz para alumbrar. Por eso es que la luz de Luna alumbra menos que la del Sol, así que fue que Sol quedó con el cargo de iluminar todo el mundo.


Relator: Nicolás Zaragoza
Municipio de Ojitlán, Tuxpetec, Oaxaca, México

No hay comentarios: