miércoles, 9 de abril de 2008

EL CORAZÓN DEL CIELO




Cuentan los indígenas kekchíes de Cobán que el Tzultak’a es el Dios del Maíz, es el Dios de las alturas, de las profundidades, de la abundancia, de los animales.

También es el Señor del Cerro, el Dueño del Mundo. Los indígenas pocomchíes de la región también le llaman Kajal Yuk Quixcab, que tiene el mismo significado.

El Tzultak’a siempre ha vivido en una cueva y continúa viviendo en las cuevas y en los cerros de la Alta Verapaz. Tenía una hija llamada Cana Po que se dedicaba a los oficios domésticos y como una buena muchacha también le gustaba tejer y bordaba en sus tejidos todos los acontecimientos del día.

La hija del Tzultak’a era la Luna y todos los días pasaba cerca de su casa Xbalamk’e que era el Sol y quien trataba de impresionarla porque se había enamorado de ella. Para que se diera cuenta de que era un hombre muy importante, pasaba todos los días cerca de la casa llevando como presa un venado. Cada vez que la señorita Luna veía pasar a Xbalamk’e se sentía impresionada y comentaba que ese hombre era un buen cazador.

Un día le dijo a su papá, el Tzultak’a que para ella aquel hombre era muy atractivo y que estaba segura que él también le correspondía con el mismo atractivo que ella sentía por él.

El padre le respondió a su hija:

-“Hay que tener mucho cuidado con ese hombre, puede ser engañoso; pero debemos analizarlo en alguna forma, hasta que estemos seguros si su actitud es sincera.

En seguida dijo a su hija que el agua del nixtamal donde se cuece el maíz, tirara en el camino por donde acostumbraba pasar Xbalamk’e.

Así lo hizo y cuando aquel pasó muy entretenido viendo a la muchacha Luna, no se dio cuenta de que el terreno que iba pisando estaba muy resbaloso por el agua de nixtamal que había sido tirada, y se resbaló y cayó.

Al momento de caer llevaba nada más un cuero de venado que era el mismo que le había estado sirviendo para engañar a la señorita Luna, que por estar pensando en ella ya no cazaba nada.

Cuando cayó se descubrió que era simplemente un engañador y la Luna se rió mucho de él y su padre volvió a confirmarle que siempre debe tener cuidado con los hombres.

Desde ese momento Xbalamk’e tenía vergüenza de pasar por ahí, por haber fallado en sus intenciones. Desde entonces, siempre rondaba la casa de la luna, sin encontrar la oportunidad de volver a acercarse a ella para manifestarle su amor.

Cuando Xbalamk’e cayó al suelo también cayó una semilla de tabaco y esta semilla germinó, naciendo una planta que creció y a la que llegaban muchos colibríes para saborear el néctar de sus flores. Al ver esto Xbalamk’e aprovechó la oportunidad para hablar con el colibrí y le pidió le prestara su plumaje para utilizarlo y así poder acercarse hasta la casa de la señorita Luna.

El colibrí al principio no quiso acceder, pero después de tantos ruegos de Xbalamk’e lo convenció, ofreciéndole envolverse en unas hojas de ceiba y sólo así le prestó su plumaje. Xbalamk’e se puso el plumaje y se convirtió en un colibrí y se fue a parar sobre la planta de tabaco donde la señorita Luna lo vió. Lo estuvo viendo durante todo el día y ese día fue cuando apareció el Xakche’ en los tejidos que la Luna hacía, representando la planta del tabaco.

Cuando había pasado bastante tiempo, y ella había bordado ese motivo en su tejido, llamó a su padre y le dijo que le gustaba mucho ese pajarito que estaba sobre aquella planta y que lo quería.

El Tzultak’a dijo a su hija que lo iría a cazar con su cerbatana (llamada Pubche’) con la cual hizo un disparo al Tz’unum (colibrí) con suavidad y solamente se desmayó.

El pajarito cayó al suelo y él lo recogió y lo trajo a su hija, quien lo introdujo en la jícara donde guardaba los hilos que le servían para tejer.

Cuando el pajarito volvió en sí dentro de la jícara, se sentía muy incómodo y empezó a piar. Ella lo tomó entre sus manos y cuando terminó de tejer, se lo puso sobre su güipil.

Entró la noche y la Luna se fue a dormir. A la media noche el Tz’unum se convirtió nuevamente en Xbalamk’e, tomando su forma natural. Al ver esto la Luna se asustó, pero estaba muy contenta de ver nuevamente a Xbalamk’e.

Él le dijo a ella que llegaba a robársela, pero ella no estaba de acuerdo con eso porque su padre fácilmente los encontraría por medio de su espejo (lem). Xbalamk’e le dijo que esto lo había previsto y que trajera pom y copal, así como el espejo de su padre. Quemó las resinas y con el humo ahumó completamente el espejo para que el Tzultak’a no pudiera verlos a través del mismo y pudiera encontrarlos.

Entonces ella le dijo nuevamente:

-“También hay otro obstáculo que es su cerbatana (pubche’) y que es muy poderosa...-

El le pidió que fuera a traerla y que además trajera chile y lo moliera.

Después echó suficiente chile molido dentro de la cerbatana y la fueron a dejar al mismo lugar donde el Tzultak’a la guardaba.

Después de esto Xbalamk’e y la Luna huyeron a media noche.

Al amanecer del siguiente día el Tzultak’a llamó a su hija, pero ella no respondió porque ya se encontraba muy lejos, huyendo con su amado.

Dispuso cerciorarse del motivo por el cual no aparecía su hija y se dio cuenta que en casa no había nadie.

Se imaginó inmediatamente que Xbalamk’e se la había llevado y se enfureció tanto que inmediatamente fue a buscar su espejo (lem), pero se encontró con que estaba completamente ahumado por el humo del pom y del copal, por lo que no podía ver nada.

Pero Xbalamk’e cometió un error cuando sostenía el espejo ahumándolo, sus dedos quedaron marcados en el mismo, no permitiendo que esa parte se cubriera de humo y así fue como el Tzultak’a pudo observar por donde huían los jóvenes.

Muy enojado por la burla, el Tzultak’a dijo:

“Con mi poderosa arma yo les voy a dar alcance”

Y agarrando su cerbatana (pubche) aspiró primero bastante aire para soplar con más fuerza y en el momento que hizo esa aspiración, se tragó todo el polvo del chile y cayó al suelo desmayado, porque se estaba ahogando y tosía desesperadamente.

Desde entonces apareció la tos en las zonas kekchíes y pocomchíes.

Cuando el Tzultak’a se repuso y se dio cuenta que no podía alcanzar a los jóvenes con sus propias fuerzas, llamó a su amigo el Cagua Kak, que es el rayo y le explicó la razón de su llamado, pidiéndole que persiguiera a aquellos que se habían burlado de él. El Cagua Kak estuvo de acuerdo en colaborar con su amigo y fue así se apareció en los güipiles de Tactic, de Cobán y de Tamahú y todavía se le conoce como Palic.

Cuando el Tzultak’a pidió al Cagua Kuk que persiguiera a Xbalamk’e (el novio) y a Cana Po, que así se llamaba la hija que era la Luna, estos ya se encontraban cerca del gran lago de Izabal, huyendo de la persecución. Cagua Kak pudo controlarlos y fue en ese momento cuando precisamente encontraron donde esconderse, y la Luna se escondió en la caparazón de una tortura. En ese momento cayó con fuerza el hacha del rayo y partió en mil pedazos el caparazón de la tortuga donde se ocultaba la Cana Po, y con los fuertes vientos y la lluvia los pedazos fueron cayendo dentro del agua.

Entró la noche y al día siguiente, cuando Xbalamk’e se repuso y salió de la concha, se dio cuenta que su amada Luna estaba hecha pedazos, hecha trizas.

Entonces llamó a las libélulas y a los brujos, para que con sus guacales reunieran aquellas partículas y las fueran depositando hasta llenar trece tinajas (las trece tinajas también aparecen en los tejidos de Cobán, Tactic, Tamahú y San Pedro Carchá). Estas tinajas se llenaron con las partículas de la Caná Po y las cubrieron. Xbalamk’e pidió a una anciana que vivía cerca del lago que le guardara las 13 tinajas y que no fuera a abrirlas, porque él volvería dentro de 13 días.

Durante todo este tiempo la anciana estuvo muy inquieta, no podía dormir ni tenía tranquilidad a consecuencia de que se oía una serie de ruidos, chillidos y cosas muy raras que procedían de dentro de las tinajas, pero no se acercó a curiosear para ver lo que había adentro.

Cuando regresó Xbalamk’e, al décimo tercer día, la anciana se puso muy contenta y le dijo que se llevara inmediatamente aquellas cosas que le causaban mucho espanto.

Xbalamk’e empezó entonces a destapar una por una las tinajas.

Cuando levantó la tapa de la primera tinaja vio sólo serpientes de toda clase; en la segunda había solo animales repugnantes como lagartijas y otros reptiles, la tercera tenía solo animales ponzoñosos; en la cuarta, quinta y todas las demás había avispas, tábanos, alacranes, arañas, vampiros y otros diferentes animales.

Cuando llegó a la penúltima tinaja Xbalamk’e pidió a un hombre que se llevara las tinajas que faltaba revisar y su contenido lo echara dentro del agua del lago.

Pero este hombre tenía curiosidad por ver el contenido de las tinajas y en el camino abrió una de las tinajas de donde salió una nauyaca (serpiente grande, venenosa y con aspecto de tener cuatro fosas nasales) que lo asustó y del susto salió corriendo y el contenido de las tinajas se fue regando sobre la superficie de la tierra, hasta que se regaron todos los animales que iban a ser lanzados al gran lago.

Cuando la Luna retornó a la vida le faltaba su atributo de feminidad por lo que Xbalamk’e llamó a un cabro para que le diera la forma de una mujer y después a un venado, para que completara esta obra.

La Luna dio al venado la fragancia de las flores y esto molestó mucho a Xbalamk’e porque sentía celos de él y entonces tomó el almizcle (sustancia odorífera) del ratón para untárselo al venado.

Después, complacido por lo que había hecho, tomó de la mano a su amada Luna y se la llevó al cielo como esposa. Ahora, allá en el cielo vive Xbalamk’e que el mismo Sol que alumbra de día, con la Cana Po, que es la misma Luna que alumbra de noche.

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