sábado, 24 de mayo de 2008

CHAQUEN CASTIGA A TINTOA Y A SUNUBA

Chaquén y en segundo plano Nencatacoa.
Detalle del mural "Teogonía de los dioses chibchas".
Hotel Tequendama. Bogotá.
Obra del pintor, escultor e historiador colombiano Luis Alberto Acuña Tapias (1904 -1994).


Chaquen, el dios encargado de cuidar los términos o linderos de las sementeras, es también quien se encarga de castigas a los fugitivos del delito de adulterio, como ocurrió a Tintoa y Sunuba.

Joven y valiente guerrero era Tintoa; se enamoró de la bella Sunuba, esposa principal de un príncipe.

Cuando el marido de Sunuba marchó a la guerra, el nombró a su amante como guardián. El pueblo se enteró y expresó su disgusto por tan reprochable conducta. El príncipe se enteró a su regreso y decidió castigarlos. Los amantes huyeron para escapar al castigo, burlándose así de su señor y de las leyes.

Ya el dios Chaquen sabía donde estaban. Los castigó entonces convirtiéndolos a ella en una especie de junco llamado “fijiza” y a él en carrizo o “sune”; ambos como vegetales.

Ella, condenada a vivir cerca del agua en los pantanos; él, condenado a vivir en tierra seca. De esta forma el dios Chaquen los separó hasta el final de los tiempos.

viernes, 23 de mayo de 2008

EL CAZADOR VANIDOSO


Ya sabemos que el Curupí es torpe y desmañado para moverse.

Cosa rara en un duende de la selva: pero es así porque no tiene coyunturas como nosotros, y le cuesta inclinarse, por ejemplo, para revisarse la planta de los pies, que además los tiene al revés, con el talón para adelante.

Un día, el Curupí estaba echado en el suelo, quejándose y tratando de quitarse una dolorosa espina que tenía hincada en un pie (el Curupí, claro, anda siempre descalzo).

Tan absorto estaba, que ni oyó al cazador.

- ¿Qué es eso? ¿Una espina? ¡Yo te la saco! Sin terminar de decirlo, ya el ágil cazador se agachaba y el dolor del Curupí desaparecía.

-Gracias, ch`amigo -suspiró el enano-. Y para que no diga que el Curupí es desagradecido, te haré un regalo: esta flecha que jamás yerra un tiro. Eso sí –le previno-: Sólo deberás usarla para alimentar a tu familia. Si intentas matar por gusto, el Curupí te castigará.

¡Una flecha del Curupí!, pensaba el hombre mientras seguía su camino por la selva. Con esa flecha seré el mejor cazador... ¡todos me envidiarán!

Al cruzar uno de los arroyos que debía atravesar, un gran dorado se le escapó de entre las piernas, casi a flor de agua. No era fácil (bien lo sabía) pescar con flecha. Pero, confiado en el poder del Curupí, pensó que el dorado sería una buena cena. Tiró sin apuntar, y en un instante el gran pez flotaba muerto, con la flecha clavada en el corazón.

Orgulloso, llegó a su casa cargando el gran dorado, y esa noche… todos comieron muy bien.
Y ese día siguiente, y al otro, y al otro también. Todas las tardes, el cazador volvía de sus excursiones con grandes mborebíes, sabrosos taitetúes (esos feroces jabalíes americanos que los criollos llamaban chanchos del monte); con pequeños pero exquisitos tatúes, esos armadillos que son deliciosos cuando se los asa en su propio caparazón.

Pronto en toda la tekoá, en la aldea del cazador, no hubo mejor tirador que él.

Pero el payé de la comunidad, el curandero capaz de adivinar el futuro y comunicarse con el mundo sobrenatural, desconfiaba.

¿Habría hecho el cazador algún pacto con Añá, con el mismísimo Diablo? ¿O se habría hecho amigo del Curupí? Para probarlo (y como buen conocedor del alma de los hombres, sabedor de la vanidad que siempre traiciona a quienes han ganado larga fama) lo desafió:

-Has demostrado ser el mejor cazador de la tekoá –le dijo-; pero, ¿Podrías herir en el corazón, en pleno vuelo, a un diminuto minumbí, el pájaro- mosca que salta de flor en flor, más ágil que un camuatí?

Claro, ustedes imaginarán lo que sigue: picado en su vanidad, el cazador aceptó.

Y acompañado por el payé y seguido por los otros cazadores de la aldea, se internó en la selva en busca de un delicioso e indefenso picaflor. Lo encontró libando las flores de un enorme lapacho, muy alto en la copa del gran árbol, y casi sin apuntar –como hacía siempre- disparó la flecha, que describió un gran círculo para clavarse justo, cumpliendo la ley del Curupí, en el mismísimo corazón del vanidoso cazador.

jueves, 22 de mayo de 2008

LAS PIEDRAS DE PANDI

Petroglifos de la piedra de Pandi

Un día el diablo se dirigía a Coyaima Indiana y al llegar al Valle de los Sutagaos tropezó con dos piedras gigantescas que se opusieron en su camino. Encolerizado, la emprendió contra ellas a patadas y las echó a rodar.

La primera se detuvo en medio de dos farallones que encajonaron el río Sumapaz y formaron el puente natural que hoy se llama Cabeza de Diablo.

La segunda se quedó unos metros más arriba y se le conoce con el nombre de El Helechal, en donde los panches plasmaron su destreza artística por medio de jeroglíficos dibujados con tinta indeleble, jamás utilizada por tribu alguna en la América aborigen.

miércoles, 21 de mayo de 2008

EL ARCO IRIS Cap. 9

En la cosmovisión precolombina se concibieron cuatro formas de ver una misma deidad.
Por ejemplo, la deidad Inti y sus tres formas principales, cada una acorde con los cuatro rumbos del cosmos; o Illapa y sus tres formas diferentes, cada una de ellas relacionadas con una calidad diferente que marca tanto la vida de la entidad o astro, como la esencia que posee en el ciclo de metamorfosis.

Éstas responden a los niveles del cosmos: joven-maduro-viejo-inframundano.

De esta manera se entiende que cada una de las regiones que formaban el Tahuantinsuyu es una entidad viva y cambiante, que a su vez se mezcla con su vecina, y que posee un origen unigénito.
Es decir, las formas elementales del cosmos permiten describir éste desde un panorama complejo, cambiante, dotado de esencias que fluyen por éste y se fusionan.

Así, hemos concebido la idea de que estas esencias, ordenadas por el Hacedor (Viracocha) en las diferentes regiones del cosmos, se mezclaban en un eje sagrado multicolor, el Arco Iris, juntando las calidades de los colores del universo; en un lugar preciso y en un momento no-determinado. De esta manera cuando las energías se mezclan, el fluido frió y el calido que comparten el cosmos, y nacen del inframundo, se produce un fenómeno sobrenatural que es el Arco Iris. Éste posee todos los colores fríos y los colores cálidos, puede enfermar, o beneficiar.

Aparece en un momento no- preciso y en un lugar concreto, sagrado, un manantial, por ejemplo, lugares que se asocian al fenómeno extraordinario.

Al respecto el investigador Galinier, para los otomíes, observó que en los extremos del cosmos se hallaban las esencias en estado puro, así, "el universo era coextensivo al conjunto de los colores del arco iris, los cuales son atraídos por un solo punto del espacio, el 'centro'" (Galinier 1990: 524, en Espinosa Pineda).

Gracias a una cita de Bernabé Cobo sabemos que los colores estaban unidos a los rumbos, por lo tanto, a una coordenada espacio-temporal: "ofrecíanle conchas de todos los colores, conforme a los tiempos" (Cobo 1956: 175).

Las ofrendas responden a una metodología determinada y pensada para obtener unos resultados óptimos, en un periodo temporal concreto.

El escrito nos ha hecho pensar, al igual, que las ofrendas de un color determinado respondían a los sacrificios que el calendario imponía.

El espacio-tiempo se pensaba caracterizado por un color determinado.

Teniendo en cuenta que el Arco Iris posee todos los colores del universo, o bien posee tres, o dos, o uno, etc.

Es posible que cada cultura utilizase unos colores diferentes para caracterizar la entidad; pero todos ellos asociaban el fenómeno multicolor al espacio-tiempo.

Este fenómeno natural es un factor extraordinario que alberga en sí la indeterminación, no se pude establecer la secuencia de su aparición, y, además, alberga todos los colores de los rumbos del cosmos; formando, consecuentemente, un solo eje multicolor.

El eje se formaría por aquellos colores que son portadores de "esencia buena" y los que son portadores de "esencia mala".

Según Chevalier y Gheerbrant, un eje se establece con la unión de dos fuerzas contrarias, que se unen formando un gran vértice.

Opinamos que al caracterizar al Arco del Cielo como un eje estamos mostrando, consecuentemente, la unión de las fuerzas que emanan de los diferentes rumbos del cosmos.

Este aglutinamiento de poderes sobrenaturales dotaría a la entidad multicolor de unos poderes extraordinarios, excepcionales.

Para comprender con mayor claridad la propuesta planteada sobre el Arco Iris hemos elegido el presente texto: "era un lago de aguas negras, mal oliente y profundas, en cuyas angostas riberas de hombres vivían pobres, mal alimentados y en permanente zozobra..los hombres sufrían mucho y decidieron invocar la memoria de Wiracocha.

El señor supremo del Fuego, la Tierra y el Agua ordenó al dios Tulumaya que fuera en su ayuda. Tulumaya posó sus piernas de 7 colores en los extremos del lago y produciendo un gran ruido, como el de rocas que se abrían, hizo nacer de su pecho un macho de Gran Serpiente alada llamada Amalu.

El Amalu tenía junto a la cabeza un par de alas membranosas y puntiagudas como las del murciélago, el pico achatado similar al de lagunas aves del lago. El resto de su cuerpo era de serpiente" (Granda Paz 1998: 44).

En el texto se observa, claramente, el concepto "enredado" de poderes sobrenaturales relacionados con el Arco Iris.

La narración continúa explicando que la gran serpiente luchó con los monstruos del lago y que los venció.

Pero ésta poseía una gran voracidad que los hombres no podían saciar. Además, habían nacido pequeños amalus que devoraban a los hombres.

El dios Arco Iris, Tulumaya, parió un nuevo monstruo. Los hombres atemorizados imploraron de nuevo a Viracocha, y creó dos nuevos dioses para que se enfrentasen a estos monstruos: Aulit, el rayo, y Waywa, el viento, que vencieron a los amalus.

Tulumanya hijo, desde entonces adopta la forma de una serpiente de granizo blanca y alada (Granda Paz 1998). El texto alude a esta manifestación multicolor, de la suma de las regiones cósmicas, y a la gran culebra que representa la voracidad insaciable de la Madre Tierra en la estación seca, en el tiempo de su gestación. Pero, un dato muy importante es la oscuridad que precede a la intervención de Tulumaya, el Arco Iris.

El fenómeno se presenta, como veremos, como una manifestación mas del Creador, en este caso Viracocha, que instaura un muevo periodo de luz, tras la oscuridad.

Así, los colores, a su vez, representan el orden primigenio que el Hacedor estableció cuando creo el mundo; pero en el caso del Arco Iris se manifiestan en un solo acto, es decir, posee todas las tonalidades de la segmentación del cosmos.

El papel del Hacedor se propone en los textos, opinamos, como el ordenador de lo establecido, los seres son de la manera que él los ordenó, así, por ejemplo, éste formó de barro en Tiahuanacu a los hombres.

Al igual, como hemos mencionado, los colores marcan la diferencia de las naciones, dispuestas éstas por la deidad en cada una de las regiones del plano terrestre.

El color es la muestra material de la supremacía de los poderes celestes, frete a los inframundanos.

Pero, la complejidad que porta la deidad Arco Iris se halla en su papel como mediador de los cataclismos por agua.

martes, 20 de mayo de 2008

MAYUMAMA




LA MADRE DEL RÍO, MAYUMAMA.


Esta leyenda que corre por las poblaciones costeras del Dulce, es parecida a la teogonía, quichua o diaguita de Yacumaman, que creía en una diosa menor, madre del agua, que guardaba en tinajas la lluvia del cielo.

El mito santiagueño de la madre del río o mayumaman, como también se llama en quichua, está representado por una hermosa mujer rubia que aparece sentada sobre la “primera ola” de la creciente, lo cual, en los momentos de calma peina sus cabellos con una “najcha” de pescado o, a veces, con un gajo de “ulúa”.

Afirman algunos haberla visto en su verdadera forma: mitad mujer y mitad pez, saliendo del agua en las noches de luna, para dejar su rastro en una “sola güella” sobre la arena, rastro que han de seguir las aguas del río en sus desbordes siempre cambiantes.

En Manogasta, Dpto. Silípica, la Madre del Río anuncia la llegada de las crecidas y la formación de bañados.

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/05/mayumama-poema.html

lunes, 19 de mayo de 2008

MAYUMAMA, POEMA



MAYUMAMA, MADRE DEL RÍO,
por costas dulces contemplada
sigue llenando tinajas
para que mojes las almas.

Cuentan que la “primera ola”
de la creciente es tu barca
y que con najchas te peinas
en los momentos de calma.

Afirman haberte visto
con hermosura templanza
mitad mujer, mitad pez
cuando salías del agua,
a dejar solo una “güella”
en noche de lunas blancas...
sobre la arena indicando
“pa” donde han de “dir” las aguas.

En Manogasta, Silípica
te han visto cuando anunciabas
llegada de las crecientes
y así bañados formabas.
Pa que la tierra florezca
y de fruto la alborada
y los canastos y redes
rebalcen con la esperanza.

MAYUMAMA, tu misterio
por los siglos acompaña
y este Santiago ancestral
te acuna siempre en sus aguas.


ADAPTACIÓN POÉTICA DE LA LEYENDA.
Sobre escritos de la Prof. Georgina Palmeyro,
realizado por Ramona Díaz de Caro (Negri).
Santiago del Estero, 18-02-07.

1 Nota Prof. Georgina Palmeyro: No sabemos si se la presenta rubia por influencia hispánica o si simboliza la luz del sol.?
2 Nota Prof. Georgina Palmeyro se piensa que la cola de pez es una influencia hispánica.

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/05/mayumama.html

domingo, 18 de mayo de 2008

EL ARCO IRIS Cap. 8


Una de las características más notables del Arco Iris es su colorido.

No tenemos noticias sobre los colores que eran asignados al arco iris durante el periodo prehispánico.

En general, se podría afirmar que los colores no llamaron la atención a los cronistas, y en la mayoría de los casos las noticias son fortuitas. Por ejemplo, J. Vega y P. Guzmán comprenden que los siete días de la semana estaban repartidos de acuerdo con los colores del arco iris: nayruru, wasuru, jichhuru, qharuru, jurpuru y qhepuru (Vega y Guzmán 2005: 37-71).

Así, los días se percibían bajo los colores.

Al igual, existen dos tipos de días: días móviles y días estáticos.

Los "días móviles" son: nayruru: otro día; waluru: anteayer; wasuru: ayer; jichhuru: hoy; qharuru: mañana; jurpuru: pasado; qhepuru: después.

Y los días estáticos, añaden los investigadores, son: chupuru: sábado; wanturu: domingo; q'elluru: lunes; ch'oxñuru: martes; laqpuru: miércoles; larmuru: jueves; kulluru: viernes (Vega y Guzmán 2005: 37-71).

Además, como hemos explicado, existían días "buenos" y días "malos", por lo que se concibe la idea de que los días malos estarían asociados a colores relacionados con las regiones del hurin pacha; mientras que los días buenos, estarían relacionados con tonalidades claras.

Desgraciadamente no tenemos mayor información al respecto.

En el trabajo de campo realizado en Tuysuri, Tinquipaya, Potosí, los informantes respondieron diversas opiniones sobre el color del Arco Iris.

La partera Delia Mendohuanca explicó que el cuyurumi posee cuatro colores: el azul, el rojo, el amarillo y el verde.

Por otro lado, el informante Óscar Huarachi Belén nos mostró una información muy interesante, por ejemplo, concebía que el arco iris cuando se ubica junto a un río posee cinco colores, en cambio cuando se halla en el interior, en el campo, éste posee siete colores.

Denota, consecuentemente, una metamorfosis del fenómeno multicolor originada por el lugar por el cual brota; o junto al ser al cual se adjunta.

Gregoria Vargas Mamami e Ignacia Collque, explicaban que el arco iris, cuyurumi, "tiene tres colores: amarillo, rojo y verde.

Aparece de los puquios". En las informaciones obtenidas hemos apreciado que el color rojo, el amarillo y el verde son tonalidades afirmadas en todas ellas, pero, al igual que el color del Arco Iris, éstas varían según la informante, y la región.

Consecuentemente, se podría especular con la idea de que durante el periodo precolombino el Arco Iris poseyese rasgos identificatorios relacionados con la región y la comunidad inscrita a ésta.