En la cosmovisión precolombina se concibieron cuatro formas de ver una misma deidad.
Por ejemplo, la deidad Inti y sus tres formas principales, cada una acorde con los cuatro rumbos del cosmos; o Illapa y sus tres formas diferentes, cada una de ellas relacionadas con una calidad diferente que marca tanto la vida de la entidad o astro, como la esencia que posee en el ciclo de metamorfosis.
Éstas responden a los niveles del cosmos: joven-maduro-viejo-inframundano.
De esta manera se entiende que cada una de las regiones que formaban el Tahuantinsuyu es una entidad viva y cambiante, que a su vez se mezcla con su vecina, y que posee un origen unigénito.
Es decir, las formas elementales del cosmos permiten describir éste desde un panorama complejo, cambiante, dotado de esencias que fluyen por éste y se fusionan.
Así, hemos concebido la idea de que estas esencias, ordenadas por el Hacedor (Viracocha) en las diferentes regiones del cosmos, se mezclaban en un eje sagrado multicolor, el Arco Iris, juntando las calidades de los colores del universo; en un lugar preciso y en un momento no-determinado. De esta manera cuando las energías se mezclan, el fluido frió y el calido que comparten el cosmos, y nacen del inframundo, se produce un fenómeno sobrenatural que es el Arco Iris. Éste posee todos los colores fríos y los colores cálidos, puede enfermar, o beneficiar.
Aparece en un momento no- preciso y en un lugar concreto, sagrado, un manantial, por ejemplo, lugares que se asocian al fenómeno extraordinario.
Al respecto el investigador Galinier, para los otomíes, observó que en los extremos del cosmos se hallaban las esencias en estado puro, así, "el universo era coextensivo al conjunto de los colores del arco iris, los cuales son atraídos por un solo punto del espacio, el 'centro'" (Galinier 1990: 524, en Espinosa Pineda).
Gracias a una cita de Bernabé Cobo sabemos que los colores estaban unidos a los rumbos, por lo tanto, a una coordenada espacio-temporal: "ofrecíanle conchas de todos los colores, conforme a los tiempos" (Cobo 1956: 175).
Las ofrendas responden a una metodología determinada y pensada para obtener unos resultados óptimos, en un periodo temporal concreto.
El escrito nos ha hecho pensar, al igual, que las ofrendas de un color determinado respondían a los sacrificios que el calendario imponía.
El espacio-tiempo se pensaba caracterizado por un color determinado.
Teniendo en cuenta que el Arco Iris posee todos los colores del universo, o bien posee tres, o dos, o uno, etc.
Es posible que cada cultura utilizase unos colores diferentes para caracterizar la entidad; pero todos ellos asociaban el fenómeno multicolor al espacio-tiempo.
Este fenómeno natural es un factor extraordinario que alberga en sí la indeterminación, no se pude establecer la secuencia de su aparición, y, además, alberga todos los colores de los rumbos del cosmos; formando, consecuentemente, un solo eje multicolor.
El eje se formaría por aquellos colores que son portadores de "esencia buena" y los que son portadores de "esencia mala".
Según Chevalier y Gheerbrant, un eje se establece con la unión de dos fuerzas contrarias, que se unen formando un gran vértice.
Opinamos que al caracterizar al Arco del Cielo como un eje estamos mostrando, consecuentemente, la unión de las fuerzas que emanan de los diferentes rumbos del cosmos.
Este aglutinamiento de poderes sobrenaturales dotaría a la entidad multicolor de unos poderes extraordinarios, excepcionales.
Para comprender con mayor claridad la propuesta planteada sobre el Arco Iris hemos elegido el presente texto: "era un lago de aguas negras, mal oliente y profundas, en cuyas angostas riberas de hombres vivían pobres, mal alimentados y en permanente zozobra..los hombres sufrían mucho y decidieron invocar la memoria de Wiracocha.
El señor supremo del Fuego, la Tierra y el Agua ordenó al dios Tulumaya que fuera en su ayuda. Tulumaya posó sus piernas de 7 colores en los extremos del lago y produciendo un gran ruido, como el de rocas que se abrían, hizo nacer de su pecho un macho de Gran Serpiente alada llamada Amalu.
El Amalu tenía junto a la cabeza un par de alas membranosas y puntiagudas como las del murciélago, el pico achatado similar al de lagunas aves del lago. El resto de su cuerpo era de serpiente" (Granda Paz 1998: 44).
En el texto se observa, claramente, el concepto "enredado" de poderes sobrenaturales relacionados con el Arco Iris.
La narración continúa explicando que la gran serpiente luchó con los monstruos del lago y que los venció.
Pero ésta poseía una gran voracidad que los hombres no podían saciar. Además, habían nacido pequeños amalus que devoraban a los hombres.
El dios Arco Iris, Tulumaya, parió un nuevo monstruo. Los hombres atemorizados imploraron de nuevo a Viracocha, y creó dos nuevos dioses para que se enfrentasen a estos monstruos: Aulit, el rayo, y Waywa, el viento, que vencieron a los amalus.
Tulumanya hijo, desde entonces adopta la forma de una serpiente de granizo blanca y alada (Granda Paz 1998). El texto alude a esta manifestación multicolor, de la suma de las regiones cósmicas, y a la gran culebra que representa la voracidad insaciable de la Madre Tierra en la estación seca, en el tiempo de su gestación. Pero, un dato muy importante es la oscuridad que precede a la intervención de Tulumaya, el Arco Iris.
El fenómeno se presenta, como veremos, como una manifestación mas del Creador, en este caso Viracocha, que instaura un muevo periodo de luz, tras la oscuridad.
Así, los colores, a su vez, representan el orden primigenio que el Hacedor estableció cuando creo el mundo; pero en el caso del Arco Iris se manifiestan en un solo acto, es decir, posee todas las tonalidades de la segmentación del cosmos.
El papel del Hacedor se propone en los textos, opinamos, como el ordenador de lo establecido, los seres son de la manera que él los ordenó, así, por ejemplo, éste formó de barro en Tiahuanacu a los hombres.
Al igual, como hemos mencionado, los colores marcan la diferencia de las naciones, dispuestas éstas por la deidad en cada una de las regiones del plano terrestre.
El color es la muestra material de la supremacía de los poderes celestes, frete a los inframundanos.
Pero, la complejidad que porta la deidad Arco Iris se halla en su papel como mediador de los cataclismos por agua.