Cuenta la historia que en El Plato, vivía un hombre al que le gustaba espiar a las mujeres cuando se bañaban desnudas.
El deseo de tenerlas cerca sin que lo vieran lo llevó a pedirle a un brujo que le preparara una pócima que lo convirtiera en caimán, para poder navegar por el río sin ser visto.
El brujo le hizo dos bebidas, una roja para volverse caimán y otra para ser nuevamente hombre.
La leyenda dice que un amigo lo acompañó y cuando lo vio convertido en caimán, dejó caer la botella que contenía la poción para volver a ser hombre. Sin embargo, unas gotas cayeron en su cabeza y por esa razón terminó siendo mitad hombre mitad animal.
Según algunos los pescadores aún se aparece en el río asustando a las mujeres hermosas y a las lavanderas.
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