Posee un frondoso cuerpo de árbol, musgoso y entrelazado de bejucos y coronado de flores silvestres.
Se entretiene cambiando de lugar en el monte para desorientar y hacer perder a los leñadores y cazadores que se internan en la espesura y que una vez perdidas en la maraña vegetal deben invocar al Hojarasquín para dar con el camino; así se le atribuye también el rescate de los perdidos por auxiliar a estas personas.
El Hojarasquín tiene pezuñas como corresponde a su condición de protector de todos los animales ungulados como: venado, danta tatabro, etc. Por eso él mismo deja rastros o huellas de su pezuña pero los coloca en sentido inverso para despistar a los cazadores y proteger así a los animales que él tutela.
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