Se alimenta de flores y de bayas doradas de los bosques.
Tiene tronco de guayacán con cabeza de hombre cubierta de chamizos y salvajina, se ocupa de cuidar el bosque y los animales selváticos.
Atento al chillido de las golondrinas en los farallones del río, sabe cuando se acerca el depredador de la flora y cuando debe auxiliar al sabanero, anhelante víctima de los perros del cazador. Amante de los vuelos, el Hojarasquín algunas veces se cansa de ser árbol y entonces disputa con los loros, intenta saltar con los venados en las tardes de sol.
Los campesinos saben de estos movimientos por la algarabía de los arrendajos y pájaros tijeras, por la inmensa batahola de los samanes con el viento.
Amo de las hojas y el rumor de las aves en las montañas, el Hojarasquín muere cuando hay talas o destrucción de los montes.
En forma de tronco seco, permanece oculto hasta cuando resurge la floresta.
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