En las primeras décadas del 1500, tras el derrumbe del Imperio Incaico, se produjo la inmigración de esa raza rumbo al sur.
Los europeos enviaron una expedición al mando de Jaime de Aragón hacia la zona de nuevos asentamientos para arrebatarles los tesoros que se llevaron consigo.
Los indígenas que poblaron la zona de la actual Cosquín se enteraron en 1526 que desde el Alto Perú llegarían hombres de otro continente. Implantaron un sistema de vigilancia que duró nueve años.
Con el arribo de los blancos, los nativos soportaron maltratos.
Camín Cosquín, el jefe, era esposo de Cosco-Ina, una hermosa mujer que fue cortejada por un oficial español. Al enterarse, el cacique se enfrentó con el europeo en un duelo y lo mató.
Los españoles lo persiguieron durante días y lo acorralaron en el cerro Supaj Ñuñu.
Tomó la determinación más extrema: se arrojó al vacío y encontró la muerte.
Cosco-Ina permaneció expectante durante días. Finalmente se encaminó hacia las montañas con la esperanza de reencontrarse con su amado.
El tercer día se dirigió hacia la cumbre del Supaj Ñuñu.
Mientras ascendía, una bandada de buitres que planeaban en círculo sobre un punto fijo la estremeció. Allí pudo ver que el cuerpo de su marido yacía en el fondo de la quebrada.
Se aferró a la idea de morir junto a él.
Observó por última vez su terruño y exclamó: "¡Camin!”. Luego saltó al vacío.
El eco de las montañas repitió aquel grito y dos cóndores circundaron el cerro hasta perderse en el cielo cordobés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario