Chaquén y en segundo plano Nencatacoa.
Detalle del mural "Teogonía de los dioses chibchas".
Hotel Tequendama. Bogotá.
Obra del pintor, escultor e historiador colombiano Luis Alberto Acuña Tapias (1904 -1994).
Detalle del mural "Teogonía de los dioses chibchas".
Hotel Tequendama. Bogotá.
Obra del pintor, escultor e historiador colombiano Luis Alberto Acuña Tapias (1904 -1994).
Chaquen, el dios encargado de cuidar los términos o linderos de las sementeras, es también quien se encarga de castigas a los fugitivos del delito de adulterio, como ocurrió a Tintoa y Sunuba.
Joven y valiente guerrero era Tintoa; se enamoró de la bella Sunuba, esposa principal de un príncipe.
Cuando el marido de Sunuba marchó a la guerra, el nombró a su amante como guardián. El pueblo se enteró y expresó su disgusto por tan reprochable conducta. El príncipe se enteró a su regreso y decidió castigarlos. Los amantes huyeron para escapar al castigo, burlándose así de su señor y de las leyes.
Ya el dios Chaquen sabía donde estaban. Los castigó entonces convirtiéndolos a ella en una especie de junco llamado “fijiza” y a él en carrizo o “sune”; ambos como vegetales.
Ella, condenada a vivir cerca del agua en los pantanos; él, condenado a vivir en tierra seca. De esta forma el dios Chaquen los separó hasta el final de los tiempos.
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