Esta leyenda araucana se refiere al pehuén o pino cordillerano cuyo nombre científico es araucaria imbricata, que forma densos bosques en los Andes patagónicos y tiene una semilla grande o piñón, que se recoge en marzo (piñoneada) y que constituye desde tiempos inmemoriales parte importante de la alimentación de los indígenas que habitan esa zona, los mapuches: cuyo nombre significa mapu: Tierra, patria y che: Gente, lo que se traduce como gente de la tierra, autóctona.
Cuenta la leyenda que cierta vez una ñiuke (madre india) viendo que el invierno llegaba y su esposo Kalfü-Kir cuya traducción es lagarto azul, no retornaba al calor de su hogar o ruca (choza araucana), rogó a su hijo le buscara en todo el valle y más allá de las montañas.
El koná o joven provisto por su madre de alimentos y abrigos inició la marcha en ese frío ambiente. Un día por fin vio un pehuén, y como no podía seguir de largo sin hacerle una ofrenda colgó de unas de sus ramas los zapatos. Prosiguió su marcha y se encontró con una tribu desconocida que, después de recibirle cordialmente, le robaron y lo ataron de pies y manos para que no pudiese moverse, y quedar expuesto a la furia de Nahuel (el tigre).
Su madre que presentía la desgracia, salió a buscarlo, y en el camino encontró los restos de su esposo Kalfü-Kir, por cuya razón se cortó los cabellos que cubrían su frente.
Luego prosiguió la búsqueda del muchacho. Mientras tanto éste estando a punto de expirar, vio en la lejanía un pehuén y exclamó dolorosamente ¨!Oh, si tú fueras mi madre!, tú bueno y verde árbol de dilatado ramaje! Ñiuke, Ñiuke, ¡ven, ven!...
Fue entonces que el pehuén desgarró sus raíces de la tierra y se acercó al indio. Le cubrió con sus ramas, le defendió de las fieras con sus espinas y alejó la nieve que caía sobre su cuerpo. Mientras, llegó la abnegada mujer y le desató las ligaduras haciéndolo revivir con sus caricias maternales. Agradeció ella al árbol su bondad y no sólo le dejó los zapatos que ya le había ofrendado su hijo, sino que le puso los suyos. Entonces emprendieron el viaje de regreso, acompañados por el pino sagrado hasta dónde fue necesaria su protección. Cuando se detuvo, dieron al lugar el nombre de Ñiuke, porque el hijo así había llamado al árbol en su agonía, y según se cuenta hombres que no conocieron esto cambiaron el nombre y llamaron al lugar Neuquén, algunos nativos le llamaron Ñudque, pero siempre significa madre.
De las semillas desprendidas, los sabrosos piñones, crecieron árboles que como eran descendientes del árbol sagrado, se multiplicaron tan rápidamente que originaron densos bosques, todos nacidos del árbol madre, que recorrió todo el mundo o Mapu para buscar el otro árbol el pehuén macho con el que se sentía emparentado.-
Fuente http://www.oni.escuelas.edu.ar
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/08/el-pehuen.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/03/el-pino-cordillerano.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/08/nquilli.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/08/el-pehuen.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/03/el-pino-cordillerano.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2008/08/nquilli.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario