En las lejanas tierras nevadas de Canadá, tuvo lugar la historia de cómo un lobo se convirtió en el mejor amigo del ser humano.
Cuenta la leyenda que en aquellas montañas vivía Skan (el cielo), el gran lobo gris plata junto a su manada de lobos árticos.
En aquellas tierras el viento soplaba con un cálido aroma de libertad, la luz dorada del sol bañaba un paisaje donde el equilibrio natural hacía que todas y cada una de las especies convivieran en paz y armonía.
Pero un día, con la llegada del hombre, la hermosura de aquellas tierras vírgenes y la pureza de sus aguas cristalinas empezó a desvanecerse, mientras el hombre avanzaba haciendo suyo todo lugar por el que pasaba.
Una mañana temprano, Skan se hallaba buscando una presa para poder llevar a su familia como desayuno, cayó mal herido en una de las trampas que los humanos habían colocado en el bosque.
Y cuando pensó que ya no tendría salida, alguien le agarró de cuello y lo montó en su mustang negro y lo salvó.
Sí, un humano lo había salvado, pero aquel,…aquel era diferente, se trataba de un joven indio de la tribu de los Lakota, de piel rojiza y cabellos largos y color negro azabache. Aquel muchacho lo rescató de una muerte segura en manos del depredador más temible de todos, el ser humano, el cual odiaba a los lobos.
Skan quedó completamente agradecido con aquel joven por su hospitalidad y cuidados... Al fin y al cabo, no era tan diferente a él, ambos luchaban por la libertad de los suyos y cruelmente eran rechazados y perseguidos.
Skan sentía de corazón que algún día no muy lejano podría devolverle el favor…
Así que por la noche, aulló a la luna en llamada a la Diosa Nokomi, (hija de la luna), para que le concediera el deseo de poder devolver el favor a aquel muchacho.
Ella le dijo que para protegerle debería aprender a sonreír… sólo así podría convivir en una comunidad humana sin que le tuvieran miedo… Skan aceptó y al día siguiente despertó diferente… su mirada de ojos pardos había retomado un brillo dulce color miel que emanaba ternura y sus dientes, ya no eran los de un lobo fiero y salvaje. Ahora en su rostro se dibujaba una hermosa sonrisa que desprendía simpatía y confianza…
Así pues, Skan se encaminó hacia la aldea de los Lakota y una vez allí algo mágico ocurrió…
La gente lo trataba como a un Dios, ¡Es nuestro salvador! Gritaban llenos de júbilo y alegría, era curioso porque todas aquellas gentes le sonreían! El hermano lobo gris que sonríe ha venido al fin para proteger a nuestro pueblo, es Nordic, el legendario lobo gris que según la profecía vendría para salvarnos…
Y así fue, Skan se convirtió en el fiel compañero y protector de la tribu de los Lakota, pasó de ser un lobo gris a un perro con una bonita sonrisa, siendo así el pionero de las generaciones de nuestros actuales nórdicos.
A partir de entonces, se dice que los perros nórdicos son poseedores de la más hermosa y sencilla de las sonrisas,… la sonrisa nórdica!