Los hombres que vivían en aquellos tiempos no hacían otra cosa que guerrear y luchar entre sí, y reconocían como sus Curacas (gobernantes) sólo a los más valientes y a los ricos. A estos llamaron, los purum runa.
En aquella época, Pariacaca nació de cinco huevos en el cerro Condorcoto (un cerro ubicado entre Huarochirí y San José de Los Chorrillos, provincia de Huarochirí, departamento de Lima).
Un solo hombre, un pobre que se llamaba Huatiacuri, quien era, según se dice, hijo de Pariacaca, fue el primero en ver y saber de este nacimiento.
Según se dice, la gente de ese tiempo lo llamaba Huatiacuri, porque siendo muy pobre, se alimentaba solo con papas huatiadas.
Había un hombre llamado Tamtañamca, que era un poderoso y gran señor. Su casa estaba cubierta de alas de pájaro de plumas rojas y amarillas. Poseía llamas de todas las especies imaginables: amarillas, rojas, azules. Cuando la gente supo de su poder y virtud, llegaron de todas las comunidades para honrarlo y venerarlo. Y él, fingiendo ser un gran sabio (a pesar de sus conocimientos limitados), vivía engañando a mucha gente.
Fue así que Tamtañamca, que se fingía adivino y dios, contrajo una enfermedad muy grave. Mucho tiempo pasó y la gente se preguntaba cómo era posible que un sabio tan capaz estuviese enfermo.
Así como los Huiracochas recurren a los adivinos, o a los doctores, Tamtañamca, que deseaba curarse, llamó a todos los sabios. Sin embargo, ninguno supo dar con la enfermedad que lo aquejaba. Huatiacuri venía desde el mar, y se quedo a dormir en un cerro llamado Latausaco.
Mientras tanto, un zorro que subía se encontró con otro que bajaba y le pregunto así: "Hermano, ¿cómo está la situación arriba?, -"lo que está bien, está bien"- le contestó el otro, y prosiguió: "aunque un Señor, un Huillca de Anchicocha, que finge ser un dios y gran sabio, está enfermo, por ello todos los adivinos tratan de dar con el origen de tan extraño mal".
El zorro que subía volvió a preguntar: "y ¿cómo fue que se contagió con ese mal?", y el que bajaba le respondió: "mientras su esposa tostaba maíz, salto un grano de muchos colores, pero antes de tocar el piso tocó las vergüenzas de ella, sin embargo, lo recogió y se lo dio a comer a otro hombre. Por eso ahora se le considera adúltera. Por esa culpa hay una serpiente que vive sobre la casa y se los está comiendo. Hay también un sapo de dos cabezas que vive bajo su batán. Y nadie sospecha que son estos quienes enferman a Tamtañamca".
Este gran Señor que estaba enfermo por haber fingido ser dios, tenía dos hijas. La mayor se había casado con un hombre muy rico de su Ayllu.
Entonces, Huatiacuri llegó donde se encontraba el Señor enfermo. Cuando estaba cerca les preguntó a todos si hubiese alguien en la comunidad que estuviese enfermo.
La hija menor de Tamtañamca le respondió que su padre.
Huatiacuri le dijo: -"Cásate conmigo y yo sanaré a tu padre-
Pero ella no respondió enseguida la propuesta, fue y le contó a su padre que un pobre le había dicho que lo iba a sanar.
Los sabios que estaban allí, cuando escucharon sus palabras, se echaron a reír y dijeron: -"Estaríamos nosotros aquí curándolo, si un pobre como éste fuese capaz de hacerlo?-
Tamtañamca, sin embargo, deseaba ante toco sanar, he hizo llamar a Huatiacuri:
-"Que venga cualquiera que sea capaz de sanarme"-
Huatiacuri entró y le dijo:
-"Si deseas voy a curarte, pero me tienes que dar a tu hija"-
El otro, muy contento, aceptó. El esposo de la hija mayor de Tamtañamca, al oír eso, se puso furioso:
-"¿Cómo podré aceptar que la cuñada de un hombre tan poderoso como yo se case con semejante pobre?-.
Sin hacer caso a esos reclamos, Huatiacuri empezó con su labor:
-"Señor, tu mujer es adúltera, su culpa te ha hecho enfermar. En el techo de tu casa hay dos serpientes que te están comiendo, y también hay un sapo de dos cabezas debajo de tu batán. Tenemos que matarlos a todos para que te cures. En cuanto a ti, tu no eres un auténtico dios, porque si lo fueras no te habrías enfermado de esta manera"
- Al oír esto, Tamtañamca se asustó.
En cambio su mujer gritó furiosa:
-"Este miserable me insultó sin motivo, yo no soy una adúltera".
Pero como el enfermo tenía muchas ganas de curarse, mando que Huatiacuri haga lo que sea necesario.
Entonces sacaron a las dos serpientes y las mataron.
En aquel momento Tamtañamca supo que Huatiacuri decía la verdad, y a la mujer no le quedó más que confesar su culpa.
Luego levantaron el batán y el sapo de dos cabezas salió volando con rumbo a la quebrada de Anchicocha.
Se cree que aún permanece ahí, escondido en un manantial, y cuando los hombres pasan por ese lugar, a veces desaparecen y otras veces enloquecen.
Luego de todo esto, Huatiacuri dijo haber cumplido con su labor, y el enfermó sanó.
El día señalado Huatiacuri viajó a Condorcoto, y ahí estaba Pariacaca, en forma de cinco huevos. Entonces el viento comenzó a soplar por primera vez, pues en tiempos anteriores, el viento nunca había soplado.
El mismo día del viaje, Tamtañamca - ya sano- le entregó a su hija - conforme lo acordado -, luego emprendieron viaje.
Mientras caminaban solos por un paraje cerca al cerro Condorcoto, se unieron.
Cuando el esposo de la hija mayor de Tamtañamca se enteró de esto, desafió a Huatiacuri para vencerlo y cubrirlo de vergüenza.
Lo retó de la siguiente manera:
-"Vamos a competir en distintas pruebas, ¿cómo un miserable como tú te atreviste a casarte con la cuñada de un hombre tan poderoso como yo?
Huatiacuri aceptó el reto, y fue a contarle a su padre Pariacaca (quien aún no nacía y seguía en forma de cinco huevos), todo lo sucedido.
-"Muy bien"- dijo Pariacaca -"cualquier cosa que te proponga, ven enseguida y cuéntamela, yo te aconsejaré"-.
He aquí la primera prueba:
El hombre poderoso le propuso a Huatiacuri medir su resistencia bailando y bebiendo.
Y por supuesto éste fue donde su padre (Pariacaca) a contárselo.
-"Anda a la otra montaña - le dijo Pariacaca - y transfórmate en un huanaco, échate fingiendo estar muerto.
Muy temprano de mañana un zorro y su esposa irán a verte, ella traerá chicha en un poronguito y el traerá su tambor y su antara. Cuando te encuentre, creyendo que estás muerto te comerán.
Pero antes que hagan esto, conviértete de nuevo en hombre y grita con todas tus fuerzas, ellos se asustarán tanto que saldrán huyendo olvidando sus cosas. Con ellas tu asistirás a la competencia".
Huatiacuri hizo todo lo que su padre le dijo. Al comenzar la competencia, el hombre rico fue el primero en bailar. Aproximadamente doscientas mujeres bailaron para él.
Cuando le toco el turno a Huatiacuri, él entró solo con su esposa a bailar, los dos solitos.
Tocaron el tambor que le habían robado al zorro. Pero apenas empezaron, la tierra empezó a temblar. Así ganó en baile.
Ahora tocaba beber. Huatiacuri y su esposa se sentaron en el lugar de honor, y todos los hombres presentes se fueron acercando, sirviéndole chicha, uno tras otro sin dejarlos respirar.
Cuando le tocó a él servirles chicha a todos los presentes, Huatiacurí sacó el poronguito (el de la zorrina).
Todos los presentes se echaron a reír y se burlaban diciendo que era muy pequeño para saciar a tanta gente. Pero apenas les fue sirviendo, uno a uno fueron cayeron sin sentido.
Como había vencido en esta prueba, al día siguiente, el hombre poderoso lo desafió nuevamente.
Esta vez el reto consistía en vestirse con las más finas ropas.
Nuevamente Huatiacuri fue a consultar con su padre.
Pariacaca le dio un traje de nieve. Así venció a su rival deslumbrándolos a todos.
Derrotado por segunda vez, ahora el desafío era atraer pumas.
Huatiacuri pensó en atraerlos con poesía. Según las instrucciones de su padre, fue muy temprano a un manantial y trajo a un puma rojo.
Cuando se puso a bailar con el puma rojo, en el cielo apareció el arco iris, y este es su origen.
Ahora el hombre rico y poderoso quiso competir construyendo una casa grande.
Huatiacuri colocó solo los cimientos y pasó el resto del día paseando con su mujer.
Pero, durante la noche, todas las aves y las serpientes, todas las que había en el mundo, fueron y construyeron la casa. A la mañana siguiente la casa estaba terminada, y el hombre rico y poderoso se asustó mucho.
Desafió a Huatiacuri a una nueva competición: esta vez habían de techar las casas. Todos los huanacos y todas las vicuñas traían paja para el techo del hombre rico.
Huatiacuri contrató un gato montes, que las asustó.
De este modo ganó nuevamente.
Siguiendo el consejo de su padre, Huatiacuri le dijo al hombre rico:
-"Yo he aceptado todos tus desafíos y en todos te he vencido, ahora te toca a ti aceptar los desafíos que te proponga yo".
El hombre rico aceptó. -"Ahora vamos a bailar vestidos con una cusma azul y huara de algodón blanco".
El hombre rico empezó a bailar, como siempre acostumbraba a hacer.
Mientras tanto, Huatiacuri entró corriendo y gritando. El hombre rico se convirtió en venado y salió corriendo.
Su esposa corrió detrás de él. Huatiacuri los persiguió, y alcanzó a la mujer en el camino de Anchicocha. La clavó de cabeza en la tierra y la convirtió en piedra. El hombre rico, que lo habían convertido en venado, subió al cerro y desapareció.
Desde ese momento los venados son cazados para comer su carne.
Solo después de todo esto, Pariacaca y sus hermanos salieron de los cinco huevos, convertidos en cinco halcones. Al tocar tierra tomaron forma de hombres y empezaron a caminar.
Al enterarse de cómo se había portado la gente de esa época y cómo Tamtañamca, fingiendo ser un dios, se había hecho adorar, se enojaron mucho.
Se convirtieron en lluvia, arrasando con todas las casas y las llamas hasta el mar, sin dejar que nadie se salve.
Después de cumplir con su castigo, Pariacaca subió al cerro que hoy lleva su nombre.