Para observar algunos detalles de la cosmovisión centro-andina, y apreciar el lugar que cuychi asumía en dicho mapa conceptual, hemos añadido en el presente artículo el dibujo que realizó Juan de Santa Cruz Yupamqui, obtenido del manuscrito que se halla en la Biblioteca Nacional de Madrid.
El Arco Iris está ubicado, en ese dibujo, en la región derecha del cosmograma. Lo que más nos llamo la atención es que la derecha, como ejemplifica el ser ubicado en ese lado, se asocia a lo masculino. Junto al Arco Iris aparece el rayo, y el río.
Entendemos que el cosmograma hace alusión a tres tipos de fenómenos relacionados con la serpiente, con el agua, y caracterizados como instrumentos de comunicación entre la Madre Tierra y el Cielo inmediato.
En definitiva, todos ellos forman parte del ciclo hidrológico que se percibía mantenido en el cosmos andino antes de la colonia.
Fray Juan San Pedro observó lo siguiente sobre el Arco Iris y su relación con los incas:
"y dizen que el ingá tenya dos culebras por armas y así las he / yo visto en muchos tambos especialmente en el Cuzco y en guamachuco / dizen Estos indios que antiguamente En tiempo de chalcochima que hera capitán /del ingá q. tenya toda la tierra...vino el demonyo hecho serpiente a manera de culebra la queal hera según / lo que la vieron tan gorda como un muslo y tenya pelos y la cabeça no podían ver la cola Estando / En tirra llana a esta culebra o serpiente llamaban uscayguay (uscaiguai, uscayguay) a esta mocharon / los indios para ser ricos porque traya unas petaquillas de oro en la cola y después...otra vez se les apareció diciendo que quería subir a el çielo lo queal vieron todas aqullas/naciones q. allí se hallaron començo subir haziendo bueltas por el ayre" (fray Juan San Pedro 1992: 199).
En el presente texto se observa una estrecha relación entre el Arco Iris, personificado en una serpiente, Supay y la riqueza; al igual que nos mostraron los informantes de Tuysuri.
La huaca de Huanacauri representaba los orígenes del poder, y se relacionaba junto al llauto, y otras formas del culto que recibió la serpiente, amaru, con los cimientos de la cosmovisión inca.
Pensamos que éstas podrían estar íntimamente relacionadas con conceptos derivados de los andes orientales, de la zona del Perú amazónico. Por lo tanto, la serpiente estaría relacionada con la boa-anaconda, madre de los seres que habitan el plano terrestre, que a su vez posee una forma análoga en el plano celestial, el Arco Iris o la Vía Láctea. En los dos casos ambas formas se relacionan con la lluvia, con los ciclos hidrológicos.
El cuchavira, cocha huira, arco iris en Chibcha, se concibe como el producto del lago.
Al igual, en quechua cuichi se traduce, escribió José Toribio, por cu-inti-churi. Cu, agua; inti, sol y churi, hijo, sería, por lo tanto, el hijo del agua y del sol (Toribio 1900: 30).
El criterio desarrollado por el investigador podría haber sido una de las bases por las cuales los incas, hijos del Sol, tomaron la deidad multicolor como emblema.
Además, esta interpretación reafirma nuestra hipótesis, sobre el aspecto bipolar de la deidad.
Bernabé Cobo, y anteriormente Polo de Ondegardo, observaron la ambivalencia del fenómeno, que lo caracteriza como una entidad con cualidades multiformales: "tenían por mal agüero y que era para morir o para algún otro daño grave, cuando vían el arco del cielo, y a veces por buen pronóstico" (Cobo 1956: 233).
Esta información es una de las pocas que existen sobre las cualidades benefactoras del fenómeno multicolor.
Así, el Arco Iris se manifiesta como un fenómeno ambiguo, con características bipolares; el fenómeno multicolor es "bueno-malo".
Para el investigador M. Eliade el arco iris es un puente, pero un puente que comunica la tierra con el cielo; es el puente de los dioses.
Si bien, el fenómeno multicolor se asocia a las aguas celestiales, a la lluvia, entendemos que en los andes centrales era observado como un atentado de los poderes infra-mundanos contra los celestiales. Pero, los conceptos del fenómeno sagrado adquieren diferencias, matices, según las regiones que se indaguen.
Por ejemplo, para los chibcha de Colombia el arco iris era una entidad divina protectora de las mujeres en cinta (3), mientras que para el pensamiento centro andino fue, y sigue siendo, una entidad que provoca enfermedades, y que es necesario evitar.
Uno de los padecimientos que provocaba era la enfermedad de la lluvia con sol, chirapa uncuy (Poma de Ayala 1987: 244).
Consecuentemente, opinamos que la deidad multicolor fue muy temida ya que albergaba potentes cualidades sobre-naturales, que ejercían un gran dominio sobre la población.
Al respecto el cronista Pedro Cieza de León escribió lo siguiente: "Si lo miraban, no se atrevían a señalarlo con el dedo, entendiendo que se morirían o que se les entraría en la barriga y tomaban tierra y untábanse con ella la cara y la parte y lugar donde les parecía que caía el pie del arco" (Cieza de León 2000: 425-426).
Al igual, en una narración sobre el origen del Arco Iris se halla la siguiente información sobre el temor que despertaba en las poblaciones: "recogida por los hombres cuando no era más que un gusanillo, a fuerza de comer tomó proporciones gigantescas. Los hombres se vieron obligados a matarla porque exigía corazones humanos para su alimentación Las aves se bañaron en su sangre y su plumaje se tiñó de los vivos colores del arco iris" (Chevalier y Gheerbrant 2003: 136).
El Arco Iris es un fenómeno complejo, pues se insinúa como una deidad bipolar, relacionada con las dos fuerzas que dominan el cosmos.
Así, el complejo sistema clasificatorio de los fenómenos naturales fue interpretado, entendemos, como una formación bipolar cuyo equilibrio dependía de su esencia intrínseca. Éstos se formaban, básicamente, de dos sustancias.
Dentro de esta pugna cósmica, el Arco Iris surge de las fauces de la madre tierra en ocasiones excepcionales, por lo tanto no es un acontecimiento cíclico, augurado, no se puede observar el movimiento de los astros para anteponer su posible ascensión.
Esta particularidad, la de su repentino nacimiento, aturdía en demasía a las poblaciones que lo observaban, descubierto ante los ojos como una infracción del hurin pacha hacia las capas celestiales.
Entendían que las dos fuerzas que gobernaban el universo se enfrentaban. Por una parte la fuerza celeste, el orden que el Ordenador (Viracocha) ejecutó en su creación, temporalizada por el Sol; y por otro lado, la fuerza del caos primigenio, que finalizaría con el orden establecido, ubicada en el hurin pacha.