sábado, 11 de julio de 2009

ENLIL

Ekur de Enlil en Nippur

ENLIL: dios supremo del panteón sumerio-acadio, es el creador de la humanidad. Sus poderes y competencias específicos cambiaron mucho con el tiempo. Sustituyó a Anu, dios del cielo, como deidad suprema, al ser un dios más "cercano" para la gente. Pese a ser su creador, es él quien ordena un diluvio para acabar con la humanidad.

Astronómicamente era asociado con el "Camino de Enlil", región del cielo al norte del ecuador celeste, a veces coincidente con el Trópico de Cáncer. También se le relacionó con las Pléyades (Mul-mul, en sumerio) y con el planeta Júpiter. En algunos lugares era conocido como Ellil. Posteriormente sería asimilado por el dios de Babilonia, Marduk. Era representado mediante una corona sobre un altar o por siete estrellas (las Pléyades). Su número era el 50. Tradicionalmente, el centro de su culto era Nippur, donde estaba el E-kur, el principal templo a él dedicado.

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historiaantigua.es

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viernes, 10 de julio de 2009

EL FANTASMA DE LA ESQUINA DE LAS MONJAS

En aquella época colonial en la que, según opinión de un reconocido autor, el diablo andaba suelto y los fantasmas proliferaban por todas partes, generalmente había detrás de cada uno de ellos una historia o una leyenda como la que se suscitó en nuestra ciudad alrededor de la llamada "Esquina de las Monjas".

Tan pronto anochecía nadie se atrevía a pasar por la Esquina de las Monjas ubicada en ese entonces en la intersección de las calles Bernardo Valdivieso y 10 de Agosto, debido al terror que inspiraba una tétrica figura que allí se aparecía; y si la noche era obscura se destacaba más la figura de una masa informe que se movía en todas direcciones, mientras que si la noche era clara el fantasma brillaba a la luz de la luna como un bulto espectral al que nunca pudo vérsele la forma de su cara, ni sus brazos, ni sus pies…, nada que no fuere un enorme bulto blanco que inspiraba un indescriptible terror.

¿Qué misterio encerraba el fantasma de la Esquina de las Monjas?
Nadie se atrevía a encararlo. Todos huían despavoridos apenas escuchaban el rumor que escapaba del choque del viento con sus vestiduras y peor aún cuando su blanca figura se erguía imponente ante los desorbitados ojos del atrevido que osaba acercarse un poco más.

Así transcurrieron algunos meses y la ciudad estaba sobrecogida de temor. Pero un anoche en la que un grupo de jóvenes bebía y bromeaba alrededor de la mesa de una cantina, uno de ellos se levantó y dijo:

¡Vamos a pelear con el fantasma de la Esquina de las Monjas!

La mujer del cantinero se santiguó al escuchar semejante desacato, pero los otros jóvenes se pusieron de pie y llenos de euforia exclamaron:

¡Vamos!

No tardaron mucho tiempo en llegar al sitio elegido pues se encontraban cerca y para entonces la ciudad apenas tenía unas cuatro cuadras de ancho por el doble de largo. Mas cuando vieron de frente la blanca y espectral figura, retrocedieron amedrentados y pretendieron huir. Pero entonces escucharon la voz de su cabecilla que cerrando los ojos y tomando aliento gritó.

¡Alma de la otra vida!: ¿qué busacas en este mundo…?

Un silencio profundo fue la única respuesta cuando el viento empezó a agitar las vestiduras del fantasma, el joven abrió los ojos y se encontró con una sábana blanca que había sido estratégicamente colocada en lo alto de la Esquina de las Monjas para ahuyentar a los transeúntes. Al mismo tiempo un hombre salió furtivamente por una de las ojivas del campanario que quedaba justamente en dicha esquina y se dio a la fuga…

Una imprecación grosera salió entonces de los labios del valeroso joven que gritó a sus compañeros:

¡A él, amigos síganlo, que allí va el fantasma de la Esquina de las Monjas!

Y mientras ellos marchaban atrás del fugitivo, el joven cabecilla se introdujo al campanario por la misma ojiva por donde había visto salir al fantasma y allí se encontró con un bulto grácil y ligero que se apretujaba contra la pared como si quisiera desaparecer. Pensó proceder con el desprecio y la dureza de las circunstancias lo ameritaban, pero en ese instante una nube desgarrada dejó penetrar la luz de la luna por una de las ojivas del campanario e iluminó una faz pálida, hermosa y cubierta de lágrimas, lo cual lo hizo detenerse y su actitud hostil casi se troncó en reverencia.

Sin embargo, recordando al punto que esa mujer estuvo allí minutos antes con un hombre, volvió a sentir coraje y la obligó a descifrarle el enigma del fantasma.

Don Lucas Samaniego era entonces uno de los hombres más acaudalados de Loja. Heredó una gran fortuna y como en su hogar había un solo heredero, su hijo Santiago, no tuvo reparos en invertir gran parte de esa fortuna en educarlo de la mejor manera. Después de que terminó la educación primaria lo envió a la capital para que continuase los estudios secundarios y de allí paso nada menos que a París para seguir la carrera de medicina que había elegido.

Cuando regresó a Loja graduado de Médico todas las jovencitas suspiraban por él, pues a su profesión, a su fortuna y a su aire de elegancia que había adquirido en Francia, se sumaban sus cualidades morales y físicas que eran excelentes, todo lo cual hacía de él, definitivamente, el soltero más codiciado de la ciudad.

La familia de Santiago, por supuesto, ya le había elegido una novia entre las más distinguidas, bellas y acaudaladas damas de la alta sociedad lojana. Pero ello no impidió soñar con su amor a tantas lindas jovencitas que se hallaban en la flor de la edad, entre quienes se encontraba Amparito Espinosa, de familia decente pero pobre y que se enamoró perdidamente de Santiago desde el primer instante que lo conoció.

María Amparo no abrigaba ninguna esperanza de matrimonio con Santiago y simplemente lo amaba como se ama al amor, a la primavera, al sol y a la lluvia. Por eso se pasaba largas horas soñando con él ya sea en las noches que su amor le robaba el sueño o cuando se situaba en el balcón de su modesta casa sólo para verlo pasar. Al principio él ni siquiera se dignaba mirarla, pero cuando aquello ocurrió después de varios meses de constante espera se produjo el milagro de amor y comenzó un mudo idilio que jamás conoció de palabras bonitas, de promesas ni de nada… Sólo amor en la mirada de los dos que se atraían poderosamente en todos los sitios donde se encontraban y que más tarde el comenzó a buscar en sus ojos pasando repetidas veces frente al balconcito de su casa.

Al verla como se arreglaba y se ponía esplendorosa con el amor que el joven médico le inspiraba, su madre le repetía frecuentemente:

No te ilusiones, hija. Él nunca se casará contigo…

En medio de estas circunstancias un día tocó a la puerta uno de los jóvenes más apreciados de la ciudad y con todo respeto pidió hablar con los padres de María Amparo a quienes solicitó la mano de la joven. Nunca habían sido novios ni tampoco ella había sido consultada previamente, pero el joven creyó que su actuación era la más correcta para llegar a convertirse primero en el novio oficial y luego en el esposo serio y circunspecto que anhelaba ser.

Un violento rechazo fue el primer impulso que brotó del corazón de María profundamente enamorada de Santiago. Mas…, pensándolo bien, creyó que había llegado la oportunidad de saber si realmente era amada. Por eso no les dio una inmediata negativa a sus padres cuando fueron a comunicarle acerca de las buenas intenciones de ese improvisado pretendiente, sólo prometió pensarlo.
Largo se le hizo el tiempo que tuvo que esperar para tener la oportunidad de hablar con Santiago. Al fin se encontraron en una fiesta en casa de amigos comunes y cuando él la invitó a bailar, ingenuamente le contó que alguien había ido a pedirla en matrimonio.

Estaba segura que él habría de retenerla si es que verdaderamente la amaba.

Pero… cuán equivocada estuvo, él era un hombre maduro y de mucho mundo; ella una pobre muchacha sencilla e ingenua a quien él muy cortésmente dejó que se fuera.

Cuánto lloró y lamentó su error la enamorada joven, él también sintió esa despedida como un latigazo en su orgullo de dios herido. Pero no hubo vuelta. El formalizó su matrimonio con la elegante dama que sus padres le eligieron y a María Amparo no hubo quien la convenza de que acepte como esposo al que la pidió primero ni a ninguno de los que le propusieron después.

¡Me haré monja! dijo al fin un día la hermosa joven que apenas había cumplido los 18 años de edad y efectivamente entró en un convento de clausura que había en la ciudad.

Prematuras canas pintaban la cabeza del correcto cuando un día fue llamado de urgencia porque se moría una monja del convento de clausura. Tomó su maletín y acudió presuroso a la cabecera de la moribunda. Aquella aventura de su juventud y aquel platónico amor por una jovencita tonta e insignificante habían quedado tan hondamente sepultados en sus recuerdos que jamás pudo imaginarse que podrían revivir ante la presencia de esa religiosa que agonizaba y que, al mirarla con detenimiento, lo dejó paralizado por la sorpresa e involuntariamente pronunció su nombre:

¡María Amparo!

Y como ni siquiera él mismo se había dado cuenta de cuán fuerte fue ese sentimiento que una vez sintió en lo profundo de su alma, al volver a verla después de tantos años pudo reconocer que verdaderamente la había amado. En un instante pasaron por su mente todos esos imborrables momentos de amor purísimo y cristalino que vivió junto a la jovencita que amó con el más noble de los sentimientos humanos y sintió nostalgia por esa hermosa etapa de la juventud.

Pero todo eso no duró más que un instante e inmediatamente comenzó el médico a ejercer su noble profesión y aunque las manos le temblaban imperceptiblemente, examinó con cuidado a la religiosa y le prodigó las atenciones que fueron necesarias para salvarla del inminente peligro.

Antes de retirarse prometió volver cuantas veces fuesen necesarias y así lo hizo y continuó haciéndolo inclusive cuando la paciente había superado ampliamente el peligro de su enfermedad.

Por eso prudentemente un día la Madre Abadesa le agradeció sus servicios y el médico ya no pudo entrar en el convento.

Pero el recuerdo de María Amparo ahora convertida en una hermosa y dulce religiosa se clavó como una espina en el corazón de Santiago.

Ya no cabía duda de que el demonio andaba trabajando con habilidad en el alma de ambos, pues ella también no volvió a conocer la paz después de aquellas largas visitas del médico durante su penosa enfermedad. Y al fin él logró ingeniarse para citarla a las once de la noche en la torre del campanario de la iglesia, dónde siguieron viéndose por algún tiempo.

Y allí estaba ahora también, pero ya no en los brazos de su amante y protegida por el fantasma que él había inventado para ahuyentar a la gente, sino acosada por el enemigo que le exigía confesar la verdad, y la verdad fue dicha tal como acabamos de conocerla.

Esta es la historia del fantasma de la esquina de las monjas: una blanca sábana puesta allí por dos amantes para ocultar su prohibido amor.

Y cuenta la leyenda que el joven que logró descifrar el enigma, bajó del campanario asombrado de cuanto había escuchado, y cuando sus amigos le contaron que se había escapado el hombre al que persiguieron, no les reveló el nombre del respetable profesional que había andado enredado en esa aventura ni tampoco les dijo una palabra acerca de la enamorada religiosa que encontró en lo alto de la torre.

Esto se supo después de muchos años, cuando el médico se había convertido en un venerable anciano y la Religiosa murió como una santa dedicó el resto de su vida a expiar ese pecado de amor.

Fuente:
Loja de Ayer; Relatos, Cuentos y Tradiciones de Teresa Mora de Valdivieso
Loja, Ecuador
http://www.vivaloja.com/content/view/244/54/

jueves, 9 de julio de 2009

GILGAMESH


Gilgamesh o Gilgamés, también conocido como Istubar, es un personaje legendario de la mitología sumeria.

Según el documento llamado lista Real Sumeria, fue el quinto rey de Uruk hacia el año 2650 a. C. y protagonista del Poema de Gilgamesh, también llamada La Epopeya de Gilgamesh en la que se cuentan sus aventuras y búsqueda de la inmortalidad junto a su amigo Enkidu (Enkidu fue creado por Aruru por petición de Anu que oía las quejas de la gente sobre Gilgamesh y ésta le dijo a Aruru que creara un ser tan fuerte como Gilgamesh, hijo de la diosa Ninsun y un sacerdote llamado Lillah. Gilgamesh, al enterarse de la existencia de Enkidu, envió a una prostituta sagrada llamada Shamhat, que pasó seis días y siete noches haciendo el amor con Enkidu para convencerle de que era mejor una vida sabia y social que una vida de soledad y brutalidad en el bosque).

La mitología cuenta que Gilgamesh fue un rey déspota que reinó en Babilonia en la ciudad de Uruk (actual Warqa, en Irak).

En la Biblia se hace referencia a esta ciudad con el nombre de Erech. Fonéticamente, su evolución puede haber dado el nombre a Iraq.

Según la lista de reyes de sumeria, el padre de Gilgamesh y predecesor en el trono fue Lugalbanda.

La leyenda decía, además, que su madre era la diosa Ninsun.

A Gilgamesh le sucedió en el trono su hijo Ur-Nungal, que gobernó durante 30 años.

Imagen
clt.astate.edu

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miércoles, 8 de julio de 2009

MAORÍ

Maui taming the sun
The Marae
Te Papa Museum of N.Z.

MITOLOGIA MAORÍ (2ª parte)

Tane y sus hermanos componían el Ira Atua (el Principio Divino) buscaban el mundo natural para el Ira Tangata (el Principio Humano).

En una búsqueda incesante, Tane el creador ejerció sus poderes de procreación sobre varios elementos de la naturaleza, dando así origen a los árboles, los pájaros y los insectos. De estos resultados, los dioses concluyeron que el Ira Tangata no podía derivar a partir del Ira Atua, así que se necesitaba un diferente acto de creación para los humanos. Para conseguirlo, Tane creó a Hineahuone, la doncella formada de la tierra e influyó en ella la fuerza vital en su boca y sus fosas nasales. Entonces Tane se unió a Hineahuone y de la pareja nació Hinetiitama, la doncella del amanecer. Posteriormente el propio dios se unió a Hinetiitama en relación incestuosa para producir otros hijos.

Un dia, Hinetiitama le preguntó a Tane por su padre. El dios le dio toda clase de evasivas, lo que le condujo a la inevitable conclusión de que su padre era su propio marido. El descubrimiento afectó tanto a Hinetiitama que huyó en dirección al submundo de Rarohenga. Mientras atravesaba el portal al inframundo, se volvió hacia Tane, que la había seguido hasta allí y despidiéndose le dijo: “Tane, regresa con nuestra familia. He tenido una fuerte conexión con el mundo de la luz y ahora deseo yacer en el mundo de la noche”. Tras decir esas palabras, descendió hacia Rarohenga, donde se convirtió en Hinenuitepo, la diosa de la muerte.

En un mito de creación donde sólo hay una pareja, el incesto es inevitable para poder establecer descendencia. Pero ese hecho no absolvía al hecho del juicio moral, de hecho la evasiva respuesta de Tane a Hinetiitama y su reacción al descubrimiento de que su relación era incestuosa, sugiere que existía un natural rechazo hacia el tema. La historia servía para establecer y promulgar el tabú del incesto entre el pueblo Maorí.

Entre los descendientes de Tane y Hineahuone surgió Maui, el más importante héroe de la mitología Maorí.

La importancia de Maui deriva tanto de las circunstancias de su nacimiento como de sus muchos logros. El era el último de 5 hijos, lo que se conoce como un “potiki”. En una sociedad basada en los derechos de sucesión por orden de nacimiento, ser el menor de sus hermanos lo colocaba en un status jerárquico inferior. Pero también tuvo la desventaja de nacer prematuro, muy débil y prácticamente muerto, por lo que fue considerado como aborto.

Taranga, su madre, cortó el moño de su pelo, envolvió al recién nacido en él y lo abandonó en el mar. Afortunadamente para Maui, unas suaves brisas enviadas en su ayuda por los espíritus del mar lo condujeron de Nuevo hacia la costa, donde quedó varado en un macizo de algas que lo salvaron de ahogarse, siendo rescatado de allí por Tama-nui-ki-te-Rangi. De esta circunstancia tan poco afortunada en su nacimiento deriva su nombre Maui-tikitiki-a-Taranga (Maui el del moño de Taranga).

Los potiki en la sociedad maorí eran niños especiales y tendían a la precocidad. Así fue con Maui. Era rápido, inteligente, resistente, superdotado y carecía de temor. Como figura heroica representaba todos los ideales valorados en la sociedad maorí, y servía de modelo para los teina (niños). Todo aquel que fuese capaz de mostrar las cualidades y determinación asociadas a Maui lograría éxito en la vida.

Cuando Rangi lo rescató de las aguas, fue revivido mediante el humo y el fuego y cuidado por el propio dios hasta que alcanzó la adolescencia. Por esa razón se considera que Maui había estado en el reino celestial y regresado entre los vivos. Cuando creció buscó a su familia encontrando primero a sus cuatro hermanos, quienes dudaron de su identidad. Entonces Maui comenzó a realizar prodigios como fue el de convertirse en diferentes pájaros, maravillando a sus hermanos y reconociéndole estos como de la familia. Después se presentó ante su madre con el sobrenombre de “Maui, el del moño de Taranga”. Ella le reconoció ante la revelación del secreto de su nacimiento y le invitó a habitar en la casa de su ancestro Hinenuitepo.

Pero una noche Taranga desapareció, comenzando a partir de entonces Maui la legendaria búsqueda de sus padres. Este mito representa la importancia del linaje dentro de la sociedad maorí.

Maui descubrió la entrada al submundo donde habitaba su padre, allí encontró a Taranga, pero como ella estaba fuera de su mundo natural no pudo reconocerle. Debido a que las complicadas normas de conducta impedían que ella preguntase de forma directa, comenzó a hacerle una serie de preguntas para comprobar que era quien decía ser.

Taranga le preguntó a Maui si venía del norte, respondiendo éste que no. Sucesivamente le fue preguntando por los otros tres puntos cardinales obteniendo igualmente respuesta negativa. Ella entonces supo que Maui procedía de la dirección de donde sopla la brisa que acariciaba su piel, identificando su hogar y reconociendo a Maui, por lo que le acogió como su hijo y le presentó a su padre. Estas normas de comportamiento se reflejan en la sociedad maorí en lo que respecta al tratamiento con extraños, no es correcto interrogar directamente a una persona sobre quién es sino averiguar su procedencia mediante preguntas.

El padre de Maui, Makeatutara, realizó sobre él un ritual (tohi) de purificación con el fin de limpiarle del tapu impuro que tenía debido a las desdichadas circunstancias de su nacimiento, al tiempo que servía como ceremonia de legitimación sobre su hijo. Desafortunadamente cometió un error en el ritual, lo que trajo una terrible consecuencia:

Maui sería la primera persona en tener una vida mortal y con él la humanidad perdía su inmortalidad. Este mito representa tanto la comprensión del ciclo natural de la vida como una enseñanza de la importancia que tenía para los maoríes la correcta realización de sus ritos. Cualquier error durante la realización de un ritual era ofensiva para los dioses y podía acarrear desgracias y muerte.

Maui representa muchas cualidades vitales para los maoríes. Buscó permanentemente distintos encuentros con sus ancestros para obtener conocimientos, personalizando y definiendo las eternas relaciones de tensión e indulgencia, respeto y audacia, entre jóvenes y mayores.

Las kuia, sus ancestros femeninos descendientes de los dioses, representaban el conocimiento acumulado de toda existencia divina y humana y Maui quería obtener dicho conocimiento para él y para la humanidad, quien carecía del propio autoconocimiento de sí mismos.

Pero las kuia controlaban fuerzas primigenias que podían destruirle si él agotaba su paciencia o buscaba de forma indebida, así que Maui tuvo que recurrir a su ingenio, paciencia, persistencia y respeto para poder obtener el conocimiento que buscaba.

Una bonita leyenda que enseña a los jóvenes maoríes no sólo la importancia del aprendizaje sino la dificultad del camino.

Maui comenzó su larga misión venciendo a su antepasada ciega Murirangawhenua. Primero la provocó escondiendo su comida y cuando su ira amenazaba con devorarle, consiguió calmarla y convencerla de que se trataba de su descendiente. La mezcla de astucia y paciencia convenció a Murirangawhenua, quien le regaló a Maui su hueso de mandíbula encantado. Maui utilizó el hueso mágico para capturar al sol y hacerle prometer que ralentizaría su movimiento en el cielo y de esa forma dar a los humanos suficiente luz diurna como para poder emprender sus trabajos diarios, ya que hasta entonces los días eran demasiado cortos. Posteriormente fabricó un anzuelo con el hueso y con él sacó del fondo del mar la tierra conocida como Te Ika a Maui, la isla norte de la actual Nueva Zelanda.

En otro de sus encuentros con sus ancestros, Maui obtuvo el secreto del fuego de las uñas de Mahuika, a quien convenció para que se las diera. Usó el poder para encender fuego en algunos árboles del bosque, pero su presunción y exceso de confianza hizo que el fuego se descontrolara debido a la furia de Mahuika, costándole casi la vida.

Por fortuna Maui levantó rápidamente plegarias a Tawhirimatea, quien vino en su ayuda enviando una lluvia torrencial que aplacó el fuego.

Esta leyenda trae muchas enseñanzas importantes, principalmente el peligro que tiene la mala utilización de energía primigenias, capaces de destruir el mundo si no se utilizan como es debido y de forma respetuosa. Esta leyenda también muestra el origen del conocimiento secreto del fuego por los humanos, mediante la fricción de dos maderas de los tipos de árbol que Maui seleccionó para encender el primer fuego. Los nombres que dan los maoríes a estos tipos de árboles son: mahoe, taraire y kaikomako.

Maui también inventó lazos, cuerdas y sogas que utilizó para ralentizar el sol y pescar la tierra del fondo del mar.

Un día que sus hermanos salían de pesca, él solicitó ir con ellos pero le rechazaron, así que se escondió en el barco hasta que llegaron al lugar de pesca. Una vez allí les solicitó carnaza, pero ellos se la negaron, así que Maui se golpeó la nariz hasta que sangró y mojó con su sangre el anzuelo, pescando con él un pez tan inmenso que tuvo que lanzar un encantamiento para poder subirlo a la barca. Sus hermanos, devorados por la avaricia, comenzaron a discutir sobre el reparto y a despedazar el pez mientras Maui estaba concentrado en sus rituales de agradecer la pesca a los dioses.

Esta leyenda entronca con la firme creencia maorí de agradecer a la naturaleza sus regalos antes de disponer de ellos, ya que hacer lo contrario trae fatales consecuencias. El sacrilegio cometido por los hermanos de Maui, enfrentándose entre ellos y despedazando el pez antes de agradecer a los dioses la pesca, fue, según la tradición maorí, uno de los grandes pecados del ser humano y causa de que el mal entrase en el mundo.

Tras volver de otra expedición de pesca en compañía de su cuñado Irawaru, Maui estaba algo molesto porque su cuñado había pescado en cantidad mientras que él no había conseguido nada, echándole la culpa de haber saboteado sus redes enredándolas a propósito.

Cuando estaban arrastrando la barca hacia la orilla Maui persuadió a Irawaru de que se pusiese a cuatro patas estirando de la soga mientras él empujaba la canoa por detrás. Cuando Irawaru adoptó la posición, Maui lo convirtió en perro.

Este mito intenta explicar la especial relación que ha habido siempre entre perros y seres humanos, aunque algunos expertos creen ver también en este pasaje una advertencia sobre las difíciles y a menudo peligrosas relaciones entre cuñados. En fin, lo que sí es cierto es que los expertos son como los cuñados: hay de todo.

La última tarea que emprendió Maui fue intentar vencer a la diosa de la muerte, Hinenuitepo, con el fin de revertir el proceso de mortalidad para él y para la humanidad. Maui intentó entrar en Hinenuitepo a través de su vagina y alcanzar su corazón para arrancárselo y posteriormente salir del cuerpo por la boca de la diosa. La tarea era muy peligrosa pues la diosa contaba con peligrosos dientes de obsidiana en torno a su vagina. Cuando Maui había conseguido introducir la mitad de su cuerpo dentro de ella, uno de los pájaros que acompañaban a Maui hizo ruido involuntariamente, provocando que la diosa despertara y aplastara al héroe, perdiendo éste su vida,

Este fracaso en la última hazaña de Maui significó también la pérdida de la última posibilidad de alcanzar la ansiada inmortalidad perdida para la raza humana. Desde entonces el ser humano está destinado a enfrentarse a la muerte de forma inevitable.

Pero no todos los mitos maoríes acaban con la muerte de Maui, muy al contrario hay gran cantidad de pasajes y leyendas de otro héroes humanos en su relación con los dioses. Todas estas historias tienen una gran importancia en la sociedad maorí ya que explican tanto el origen de muchas de sus costumbres como la necesidad de orientar a los descendientes en cuanto a valores básicos y normas de comportamiento. Podemos decir que hasta el más mínimo aspecto, la ley más simple y la costumbre más cotidiana, tienen su reflejo en los mitos a través de una historia legendaria. Es una buena forma de educar y enseñar, eso es innegable.

De la concepción, el crecimiento
Del crecimiento, el pensamiento
Del pensamiento, el recuerdo
Del recuerdo, la conciencia
De la conciencia, el deseo.

(Canto maorí de la creación)

Fuente
http://www.pleiads.com/index.php?option=com_content&view=article&id=89:mitolmaori1&catid=52:oceania&Itemid=75
Imagen
newmiddle-earth.blogspot.com

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/01/maui-de-las-mil-estratagemas.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/07/maori.html

martes, 7 de julio de 2009

MAORÍ

RANGI y PAPA


MITOLOGIA (1ª parte)


Los orígenes mitológicos del pueblo Maorí se basan en tres ciclos principales.

Comienzan con la creación de Ranginui, el padre cielo y Papatunuku, la madre Tierra.

El segundo ciclo de mitos se basa en la vida del semi-diós Maui, que enriqueció la tierra y trajo grandes beneficios para la humanidad. El tercer ciclo se centra en la historia de Tawhaki, una figura heroica y aristocrática.

Estos mitos transcurren en el remoto pasado de una tierra mítica, Hawaiki, situada en algún lugar ignoto del Océano Pacífico. Los protagonistas de estas historias son los dioses, su progenie y sus descendientes humanos. Están narradas en prosa, transmitidas mediante tradición oral por el clásico método de la recitación ritual de las genealogías.

Los Maoríes dividían el mundo en tres estados de existencia:

- Te Kore (El Vacío) - Un estado potencial, contiene en su vastedad las semillas del Universo.

- Te Po (La Oscuridad) - Reino celestial y dominio de los dioses. Fuente del maná y el tapu.

- Te Aomarama (El Mundo de La Luz) - El mundo de la realidad, el lugar de nacimiento de los humanos.

El mito de la creación comienza con la relación de los diferentes nombres que definían el primer estado de existencia. En el principio sólo existía Te Kore, el gran vacío en el espacio. De allí surgieron diferentes sub-estados definidos en los que se iba transformando:

- Te Kore Whiwhia: El mundo en el que nada podía ser obtenido.
- Te Kore te Rawea: El vacío en donde nada podía sentirse.
- Te Kore i Ai: El vacío donde nada se unía.
- Te Kore te Wiwia: El espacio sin fronteras.

La cantidad de estos nombres descriptivos del estado original variaban de tribu a tribu. Cualquiera que sea el número y calificación de estos distintos sub-estados, implicaban eones de tiempo durante el cual la materia primigenia del universo se iba uniendo para formar el cielo y la tierra.

Te Po, el Segundo estado de existencia, también tenía diferentes niveles:
- Te Po Nui: La gran noche
- Te Po Roa: La larga noche
- Te Po te Kitea: La noche en la que nada podía verse
- Te Po Uriuri: La noche oscura
- Te Po Kerekere: La noche intensa
- Te Po Tangotango: La noche intensamente oscura

Los periodos siguieron tras estos primeros sub-estados, definiéndolos como la décima, la centésima y la milésima noche. Durante todos estos periodos, también transcurridos en eones, nació la Tierra.

Te Kore y Te Po indican también el vacío y la oscuridad de la mente.

Como no había luz, tampoco existía el conocimiento. La causa para esto fue la auto generación durante Te Kore de la primera pareja primigenia: Ranganui y Papatuanuku (Rangi y Papa).

Ellos significaron la primera causa que impidió que la luz entrase al mundo debido a su mutuo abrazo.

De la pareja surgieron sus primeros hijos: Tanemahuta, Tangaroa, Tawhirimatea, Tumatauenga, Haumiatiketike y Rongomatane. Los hijos vivían en un mundo de oscuridad situado entre los cuerpos fuertemente entrelazados de Rangi y Papa. Resolvieron que la única forma de aliviar ese mundo de oscuridad e ignorancia y dejar que la luz se esparciese por el mundo sería separando a sus padres.

Así, Ranginui se convertiría en el padre cielo sobre ellos y Papatuanuku permanecería con ellos como la madre Tierra.

La tarea de separarlos fue realizada por Tanemahuta, quien lo consiguió poniendo sus hombros en tierra y elevando sus piés al cielo. Desde ese momento recibió el nombre de Tane-te-toko-o-te-rangi (Tane el sustentador de los cielos).

La separación del cielo y la Tierra permitió la existencia del Te Aomarama, el Mundo de la Luz.

El tercer estado de existencia es el de los seres humanos. Pero este hecho de la separación supuso también el primer punto de confrontación del proceso de creación. Dejar que la luz entrase en el mundo trajo consigo el conocimiento del bien y del mal, toda una analogía con el mito bíblico del árbol del conocimiento y su fruta prohibida. La dualidad en oposición entre bien y mal es uno de los temas centrales subyacentes de la mitología Maorí. Los dioses mostraron sus desacuerdos con respecto a la separación de sus padres, y tuvo lugar una guerra entre ellos.

Tawhirimatea, el dios del viento que era uno de los opositores, devastó los bosques de Tane con grandes huracanes. Después envió grandes olas sobre los dominios de Tangaroa, forzando a los descendientes de esa deidad a buscar refugio. La huida de los hijos de Tangaroa para escapar de la ira de Tawhirimatea, trajo consigo la separación de las especies.

Ikatere huyó a las profundidades del océano y se convirtió en el progenitor de los peces, mientras que Tu-te-wehiwehi marchó tierra adentro para crear a los reptiles.

Tawhirimatea no pudo dirigir su ira hacia Rongomatene y Haumiatiketike ya que su madre Papatuanuku los escondió en su pecho.

Al no haberse curtido en la Guerra, estos dioses fueron asignados a tareas pasivas. Haumiatiketike se convirtió en la deidad asociada a las raíces comestibles y otras plantas salvajes. Rongomatane se convirtió en el custodio del kumara y el dios de la agricultura y las artes.

Entonces Tawhirimatea's dirigió su furia contra Tumatauenga, el cual se enfrentó en solitario a su furioso hermano ya que el resto de los dioses estaban huidos o escondidos. Aun así, Tumatauenga no pudo ser vencido, pero se enfadó mucho con sus hermanos por no haberle ayudado. Por esta razón es conocido por los nombres de Tu-ka-riri (Tu el del temperamento violento), Tu-ka-nguhu (Tu el de la ira desatada) y Tu-whakaheke-tangata-ki-te-po (Tu el que condena a los hombres al infierno). Tu, dios de la guerra y ancestro de los hombres fieros que adoptaron alguno de sus nombres, representa a las características agresivas de la naturaleza guerrera de los seres humanos.

Tumatauenga planificó venganza contra sus hermanos por haberle dejado solo contra Tawhirimatea. Primeramente atacó a los hijos de Tane y fabricó utensilios con ellos; de los árboles y arbustos fabricó lanzas y trampas para atrapar a los pájaros. También fabricó redes y canoas para pescar a los hijos de Tangaroa. Mediante sus acciones utilizando a los hijos de sus hermanos como utensilios y comida, Tumatauenga anuló su “tapu”, convirtiéndolos en “noa”. De esta forma surgió la dicotomía básica en las creencias Maoríes entre lo sagrado y lo profano. La reafirmación de poder sobre sus hermanos fue la motivación que condujo a los seres humanos a su superior posición en el orden natural.

La personificación de los fenómenos naturales en el panteón Maorí es fundamental en su visión holística del mundo. Papatuanuku fué adorada como madre, ya que la sustancia que brotó de su pecho nutrió y alimentó a sus hijos. Los humanos fueron concebidos como parte de la tierra; tangata whenua (gente de la tierra). Esto significaba que no se encontraban por encima de la naturaleza, sino que formaban parte integral de ella. El ser humano debía relacionarse con la naturaleza de forma significativa y respetuosa. Si por ejemplo se necesitaba cortar un árbol para obtener madera, debían realizarse antes rituales en honor a Tane solicitando su permiso. De forma similar, los pescadores debían regresar al mar al primer pez que pescaran en honor a Tangaroa y los primeros frutos recogidos en la cosecha debían ser ofrecidos a Rongo Se creía que estas ofrendas y ritos asegurarían la abundancia permanente de los regalos de la naturaleza.

En la mitología Maorí existe también el recuerdo de un gran diluvio. El proceso de inundación del mundo sigue un sistema similar a la personificación de otros fenómenos naturales, siéndoles asignados nombres como en las genealogías de Te Kore y Te Po.

Primero fué Ua-nui (la gran lluvia), seguida de Ua-roa (la larga lluvia), Ua-whatu (intensas tormentas de granizo) finalizando con Ua-Nganga (lluvia suave) y su numerosa progenie, como la niebla y el rocío. Estas formas de precipitaciones eran la manifestación del dolor de Ranginui por haber sido separado de Papatuanuku.

Por su parte, el más pequeño de los hermanos, Ruaumoko, el cual seguía siendo un niño, permaneció con su madre como diós de los volcanes para así calentarla y confortarla.

Fuente
http://www.pleiads.com/index.php?option=com_content&view=article&id=89:mitolmaori1&catid=52:oceania&Itemid=75

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2011/01/maui-de-las-mil-estratagemas.html

lunes, 6 de julio de 2009

LA PALOMA TORCAZ



Había una vez un guerrero valiente y apuesto. Amaba la caza y así, con frecuencia, iba por los bosques persiguiendo animales. En una de sus cacerías llegó junto a un lago y, lleno de asombro, contempló a una mujer bellísima que bogaba en una canoa. El guerrero quedó tan enamorado que, muchas veces, volvió al lugar con el ánimo de verla; pero fue inútil, pues, ante sus ojos, sólo brillaron las aguas del lago. Entonces pidió consejo a una hechicera, la cual le dijo:

—No la verás nunca más, a menos que aceptes convertirte en palomo.

— ¡Sólo quiero verla otra vez!

—Si te vuelves palomo jamás recuperarás tu forma humana.
— ¡Sólo quiero volverla a ver!

—Si así lo deseas, hágase tu voluntad.

Y la hechicera le clavó en el cuello una espina y en el acto el joven se convirtió en palomo. Este levantó el vuelo y fue al lago y se posó en una rama y al poco rato vio a la mujer y, sin poderse contener, se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos. Entonces la mujer lo tomó entre sus manos y, al acariciarlo, le quitó la espina que tenía clavada en el cuello.

¡Nunca lo hubiera hecho, pues el palomo inclinó la cabeza y cayó muerto! Al ver esto, la mujer, desesperada, se hundió en el cuello la misma espina y se convirtió en paloma. Y desde aquel día llora la muerte de su palomo.

Fuente:
http://leyendasdeamerica.blogspot.com
Imagen
conciencia-animal.cl

domingo, 5 de julio de 2009

EL HUEVO CÓSMICO



MITO POLINESIO

Al principio, el Universo tenía la forma de un huevo que contenía solo dos elementos: Te Tumu, un macho, y Te Papa, una hembra.

Pero no seguiría así por siempre. Durante la primera aurora, el Universo estalló y produjo tres capas superpuestas. Te Tumu y Te Papa, quienes permanecieron en la capa más baja, crearon a todos los seres vivientes que hoy conocemos: los hombres, las plantas y los animales.

Pero Te Tumu y Te Papa no eran infalibles. Primero crearon a Matata, un hombre sin brazos que murió al poco tiempo de ser creado. Después idearon a Aitu, quien carecía de piernas; también murió. El tercer hombre era perfecto. Lo llamaron Hoatea que significa “espacio del cielo”.

Hoatea recibió de manos de sus creadores todo el Universo. No tardó en darse cuenta de que en esa inmensidad no existía otro ser como él. Entonces le enviaron a una mujer. Se llamaba Hoatu que significa “fructuosidad de la tierra”.

Hoatu se convirtió en la mujer de Hoatea y de ellos descendió la raza humana.

Cuando la capa más baja de la Tierra se llenó de creación, algunas personas hicieron una abertura en medio de la capa superior para poder subir. Allí se establecieron y llevaron con ellos las plantas y los animales.

La vida se multiplicaba vertiginosamente. Tampoco quedaba espacio en la segunda capa. Entonces levantaron la tercera capa de modo que formara un techo a la segunda y se establecieron allí también. Así los seres humanos pudieron disponer de tres superficies.

Por encima de la Tierra estaban los cielos, también superpuestos. Llegaban hasta abajo y estaban sostenidos por sus respectivos horizontes. Algunos de ellos se mezclaban con las capas de la Tierra, por lo que la vida de los hombres era confusa e incómoda. Por eso la gente siguió trabajando, expandiendo un cielo por encima del otro, hasta que todo estuvo en orden.


Cosmologías y paladines. Antología de mitos universales

Fuente:
http://sapiens.ya.com

Imagen
biblion-thekes.blogspot.com

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/10/el-enorme-huevo-cosmico.html