Yucan Hace muchísimo tiempo -cuentan los matacos del Chaco- había un yuchán más alto y más panzón que cualquiera. Es que ese yuchán estaba lleno hasta el tope de agua y de peces.
Chiláj, el dueño y protector de todos los peces, les permitía a los indios que pescaran adentro del yuchán (algo tenían que comer). Pero se ponía de lo más furioso cuando algún gracioso pescaba por pescar y dejaba a los pobrecitos pescados tirados por ahí, boqueando.
Entre todos los peces que había en el árbol, el más lindo era un dorado grandote. A ése no había que molestarlo.
-¡Miren que de un solo coletazo es capaz de romper todo, y después qué hacemos! -decía Chiláj.
Pero un día llegó uno que se llamaba Tokwaj.
Chiláj lo miró de reojo:
-¡Cuidadito con tocar el dorado grandote! ¿Me escuchaste bien vos?
-¡Eh, no tanto grito! ¿Por quién me toma? -dijo Tokwaj haciéndose el ofendido.
Entonces preparó el arco y la flecha (ellos pescaban así) y se puso a pescar.
Pescó uno, más bien chico. Después otro, grande y gordo. La verdad que ya era suficiente.
Pero él no estaba tranquilo y los ojos se le iban detrás del dorado grandote.
Hasta que, de repente, no aguantó más y ¡zás! le clavó una flecha ¡Para qué! Loco de dolor, el dorado grandote empezó a dar coletazos para aquí y para allá. Hasta que, en una de ésas, lo partió al árbol por la mitad. Entonces el agua empezó a salir y a salir del yuchán. Y se vino la inundación. Se vino, nomás.
Con los ojos salidos para afuera de la rabia, Chiláj lo encaró a Tokwaj, a grito pelado.
-¿Te lo dije o no te lo dije, cabezón? ¡Ahora me arreglás este lío, rapidito y sin chistar! ¡ooooh, también!
Pero Tokwaj se quedó duro, sin saber para dónde agarrar. Y eso que el agua ya estaba llegándole al cuello.
Cuando Chilaj vio que el otro no se daba ninguna maña, pensó "este encima se nos va a ahogar ¡Y va a haber que pagarlo por bueno! No voy a tener más remedio que darle el palo mágico..."
Entonces con su peor voz, le dijo:
-Mirá, Tokwaj; te me vas de acá... ¡y te me llevás toda esta agua! (Tokwaj puso cara de no tener la menor idea de lo que tenía que hacer).
Entonces Chilaj agregó:
-Tomá este palo. Vos caminá nomás, y el agua te va a seguir. Cuando estés muy cansado, clavás el palo y el agua se va a quedar quietita... ¡Y ahora, chau! ¡Si te he visto, no me acuerdo!
Tokwaj, que estaba bastante llovido, obedeció sin decir ni mu. Caminó y caminó. Cuando las piernas no le dieron más, clavó el palo (y por su cuenta agregó algunas palabras mágicas). El agua paró y Tokwaj pudo echarse un sueñito (pero soñó que hacía papelones).
A la mañana siguiente, desclavó el palo y siguió caminando. Atrás de él iban las aguas, mansitas como ovejas. Para no aburrirse, Tokwaj, ya más tranquilo, empezó a caminar en zigzag, a pegar saltitos, a correr...
Y siguió y siguió. Con el agua, atrás. Y en el agua, los peces.
Fue así nomás, aunque ustedes no lo crean, como nacieron los ríos, todos los ríos.
Ah, me olvidaba: si alguno va a pescar... ¡ni se le ocurra sacar pescaditos por gusto y dejarlos tirados por ahí, boqueando! Nunca se sabe si Chilaj anda cerca, disfrazado de viejito pescador.
Nota
Yuchán: Palo borracho
Chilaj o Ilaj: señor de agua y de los peces entre los matacos, a quiénes enseñó a pescar con arco y flecha.
Tokwaj: uno de los héroes míticos de los matacos. Difundió muchas enseñanzas sobre agricultura, pesca, caza. Sin embargo, tiene un lado negativo: haber desobedecido a Chilaj cuando éste le prohibió pescar el dorado.
Cuento y Glosario de Graciela Beatriz Cabal.
Fuente e Imagen
http://tejiendocuentos.blogspot.com/2010/01/la-leyenda-del-yuchan-chaco-argentina.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/06/el-gran-yuchan-palo-borracho-blanco.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/08/el-algodon.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/11/el-palo-borracho.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/el-camalote.html