sábado, 17 de enero de 2009

BRIAN Y LA LUZ DE LUNA



Brian había salido a vigilar las cercanías de la fortificación donde vivía con los suyos, porque en los últimos meses habían sufrido algunos ataques de una de las tribus vecinas. Durante las últimas horas, se había alejado del poblado divagando por el bosque. Podríamos decir que todo empezó allí, aunque tal vez todo había comenzado mucho tiempo antes.

En la zona en la que ahora se encontraba, la espesura del bosque era tal que permitía un grupo no demasiado numeroso aparecer y desaparecer en cuestión de segundos y si además la niebla hacía notar su presencia, la situación se tornaba aún más peligrosa.

Pero Brian y su familia estaban allí desde… desde que el padre de su abuelo llegó procedente del norte en busca de buenos pastos y bosques en los que subsistir. Aquel robledal salpicado de hayas se había convertido en lugar sagrado, los druidas se internaban en la espesura del bosque donde tenían sus altares, a los que nadie excepto ellos osaban acercarse.

Aquella noche de fina bruma, Brian, un joven guerrero, estaba dispuesto a vengar las afrentas recibidas por los suyos en los últimos días. Se separó del grupo para buscar un sitio que le permitiera tener mejor visibilidad sobre esa parte del bosque. Luego de haber caminado unos metros, reparó en una gran piedra granítica que se elevaba justo debajo de las copas de algunos árboles, y pensó que ese era el lugar ideal para observar los movimientos en el bosque.

Se dispuso a escalarla para poder comprobar la bondad de aquel punto de vista, dejando todas sus armas en el suelo, a excepción del puñal corto que siempre guardaba en su cintura. La piedra apenas presentaba fisuras a las que agarrarse, su base estaba sembrada de pequeñas rocas puntiagudas que hacían más peligrosa la escalada en caso de caída, pero las dificultades, lejos de limitar a Brian, le infundían valor.

Una vez en la cima, se dio cuenta de que aquella roca extraña y difícil de escalar estaba justo en aquel momento orientada en dirección a la luna. Calculó por la posición de la luna respecto al bosque que debía ser medianoche. Soplaba una suave brisa que no era demasiado fría pues la primavera ya había llegado y se había prendido fuego a las hogueras como ofrenda a los dioses para que el resultado de las cosechas fuera bueno y para que sus almas se purificaran de malos espíritus.

De pronto, nuestro valiente guerrero quedó cegado por una luz cuyo origen ignoraba. Se agachó sobre al apéndice puntiagudo en el que terminaba la roca, y esforzándose por no perder el equilibrio debido a la falta de visión, pasaron algunos segundos y un sudor frío empezó a resbalar por su frente. Su primera idea fue que se encontraba frente a la manifestación de alguna divinidad del bosque que moraba en las cercanías de esa piedra, y él había osado molestar entrando en sus dominios. Había roto la única regla que por generaciones su familia había obedecido y temido.

Comprendió entonces, que ante esa situación su fin estaba cercano, aunque sus ansias juveniles de vivir le obligaron a seguir pensando, él había sido buen seguidor de las enseñanzas de los druidas, siempre había sido respetuoso al extremo en los sacrificios a los dioses, y ahora se preguntaba porque había caído en su desagrado.

Mientras tanto la luz había ido disminuyendo en intensidad sin que el céltico guerrero lo hubiera notado, pues mantenía sus ojos sellados de temor. Escucho un susurro seguido de una brisa de aire que le dio suavemente en la cara como devolviéndole el aliento a su espíritu, se reanimo de tal forma que abrió los ojos. Poco a poco fue teniendo una visión clara de lo que frente a él se encontraba.

Desde la misma luna una intensa luz iluminaba un cuerpo de mujer joven, Brian tímidamente la miró. Vestía blanca túnica, su pelo era como el de Brian, del color de los campos sembrados de espigas, del color del sol y su gesto dulce, lo tranquilizó.

Vio también que la mujer que se encontraba frente a él no se apoyaba sobre ningún elemento, y sin embargo estaba a la misma altura que él sobre la cima de la roca. Su temor volvió a aflorar, era el miedo a lo sobrenatural, a lo divino.

Pensó que la única alternativa era saltar de esa roca y salir corriendo a encontrar al resto de su grupo antes de que ese espíritu decidiese mostrar su poder. Tensó sus músculos y se dispuso a saltar al suelo, la altura de la roca era como de unas diez veces la longitud del cuerpo de Brian, pero eso no le importaba, solo quería correr y seguir viviendo. Cuando estaba a punto de saltar, la mujer que estaba frente a él callada, sonrío con dulzura, y Brian que seguía teniendo un miedo atroz, se quedó paralizado por unos segundos, perplejo ante la belleza de la imagen que frente a él se encontraba, como si fuese teniendo menos miedo por instantes.

Transcurrieron algunos segundos más, durante los cuales el joven no se atrevió ni a pestañear, pero de pronto la luz fue perdiendo intensidad hasta que desapareció del todo.

El aire volvió a soplar de nuevo y el guerrero se encontró de pronto de nuevo en la conciencia de su situación anterior, los demás del grupo seguro que debían andar buscándole y él no podía saber que tiempo había transcurrido desde que se separó de ellos, para él había sido como una eternidad.

Destrepó los pasos de roca hasta llegar a la base de la piedra, recuperó el resto de sus armas y empezó a correr en la dirección en la que había abandonado el grupo, tras avanzar unos metros se volvió a mirar hacia la roca y la zona del bosque más iluminada que ahora se encontraban detrás de él, la luna seguía clareando esa parte del denso hayedo como si fuese pleno día.

Brian mientras corría al encuentro de sus compañeros, pensó que esa noche se había encontrado frente al espíritu de la mismísima luna en el bosque, y estaba seguro de que él y los suyos esa noche iban a vencer a sus enemigos de la tribu vecina, porque esa noche iban a contar con una ayuda inestimable.

Esa noche tenían como aliada a la LUNA


Versión: Mirta Rodriguez

viernes, 16 de enero de 2009

ORIGEN DEL MAÍZ

Arte Huichol
Elementos
Olla llena de tortillas.
Jícara de atole.
Madre del Maíz
Joven huichol.
Los colores de los granos de maíz
Las hijas de la Madre del Maíz.

...la Madre del Maíz cambió su forma de paloma y adoptó la humana; le presento al muchacho sus cinco hijas, que simbolizan los cinco colores sagrados del maíz: blanco, rojo, amarillo, moteado y azul. Como el joven tenía hambre, la Madre del Maíz le dio una olla llena de tortillas y una jícara llena de atole; él no creía que eso pudiera saciar su hambre, pero las tortillas y el atole se renovaban mágicamente, de manera que no podía acabárselos. La Madre del Maíz le pidió que escogiera a una de sus hijas y él tomó a la Muchacha del Maíz Azul, la más bella y sagrada de todas...

Cultura HUICHOL, MÉXICO

jueves, 15 de enero de 2009

EL CAMAHUETO


Este ser de la mitología chilota, también llamado "Chivato Marino", es un ternero parecido al unicornio por el único cuerno en la frente, que brilla en las noches de luna.

Quienes dicen haberlo visto, cuentan que es muy ágil, vigoroso, y de gran hermosura. Se dice que nace y se desarrolla donde hay caídas de agua o terrenos pantanosos, su vida aquí dura hasta haber alcanzado los 25 años (edad adulta) para luego, emigrar hacia el mar.

En su viaje destruye los sembrados y la naturaleza que esté en su camino.

Cuando se llega a saber sobre la existencia de un Camahueto en los terrenos de alguna persona, esta busca a un brujo, el cual laceará al Camahueto con una soga de sargazo y lo llevará al mar tratando de no causar daño en el camino.

El Camahueto no se deja atrapar por los "limpios", sólo aquel que conozca el "arte" podrá atraparlo y siempre y cuando se encuentren en la tierra y en el plenilunio, para así cortarle el cuerno sin el cual se convertirá en un débil y manso cordero.

A su cacho se le atribuyen poderes curativos, por lo que se lo raspa para sanar enfermedades tales como reumatismo, anemia, etc. Sus efectos son tan fuertes que si alguien ingiere una sobredosis puede quedar "encahuetado" (esquizofrénico, loco). Y si se mezclan con miel y chicha de manzana devuelve el vigor y la fuerza gastada, quedando como "Potro de Primavera".

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/05/el-camahueto.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/09/la-huenchur.html

miércoles, 14 de enero de 2009

EL ORIFLAMA


Caían las primeras sobras del 23 de Junio de 1770 cuando en las cercanías del puerto de Valparaíso, fue divisado el bizarro velero español Oriflama, que al mando del Capitán don José Antonio Alzaga y del piloto don Manuel de Buenechea, había zarpado a principios del mismo año, desde el puerto de Cádiz.

El gallardo bergantín Oriflama, bellísima nave española, ingresó al Océano Pacífico impulsada por recios vientos que presagiaron malos momentos a casi 300 pasajeros y tripulantes.

Sucedió que, a poco de navegar, una misteriosa epidemia provocó una horrenda mortandad entre la tripulación, la que se acentuó pronto con una escasez de alimentos que produjo una desesperada hambruna. El Capitán don Juan Esteban de Ezpeleta, que comandaba el velero “Gallardo”, ordenó disparar una salva de cañonazos en homenaje a su amigo el Capitán Alzaga, sin embargo, desde la nave de igual matrícula, nadie respondió el saludo. Ezpeleta ordenó alcanzar al silencioso velero, presintiendo que algo grave ocurría a bordo, pero la noche impidió su empeño.

Tan solo al otro día un bote, perteneciente al “Gallardo”, logró abordar al Oriflama...

El espectáculo era sobrecogedor, aterrante, macabro; 149 pasajeros y tripulantes yacían muertos diseminados entre los 106 sobrevivientes, casi todos moribundos.

Los marineros del “Gallardo” no lograron imponerse sobre los verdaderos motivos que produjeron tales efectos, porque los que aún daban señales de vida no podían hablar, ni siquiera moverse. Cuando volvieron al barco del Capitán Ezpeleta, contaron las verdaderas razones del silencio recibimiento por parte de la Oriflama y porqué la nave mantenía solamente una vela izada.

El Capitán visiblemente conmovido, ordenó el rápido transporte de víveres y medicamentos, eligiendo de inmediato 40 hombres para socorrer a las víctimas de tan brutal epidemia. Cuando la orden comenzaba a cumplirse y los botes estaban prestos a ser descolgados, un violento temporal comenzó a desencadenarse en la bahía y las naves hermanas empezaron a separarse cada vez más.

Todo el día el temporal se ensañó con el “Oriflama” y el mar tempestuoso lo convirtió en un frágil juguete de las olas.

Las primeras sombras de la tarde mostraron de él tan solo un destartalado velero a punto de zozobrar que apenas mostraba su arboladura en lontananza.

Pronto sobrevino la noche, una noche de aguaceros y vientos furibundos. Las jarcias y los mástiles rumoreaban una oración extraña y sobrecogedora. La tripulación del “Gallardo” pensaba que el Oriflama estaba irremediablemente perdido, que a esa hora sus escasos tripulantes y pasajeros habrían expirado gracias al viento frío y al aguacero.

Muchos marineros rezaron por sus compañeros y amigos para que Dios se apiadara de ellos y concediera eterno descanso a sus almas.

De pronto, sucedió un alucinante acontecimiento: el velamen del Oriflama comenzó misteriosamente a ser izado y rápidamente el viento inflamó sus velas. Tanto y tanto se hincharon que en un breve lapso la “Nave de los Agonizantes” zarpó con rumbo desconocido.

Oriflama encendió toda sus luces y, así engalanada, con sus mástiles y palo mayor iluminados, se alejó velozmente noche adentro.

El Capitán Ezpeleta, aferrado al barandal de proa, no podía convencerse de que cuanto estaba sucediendo era realidad...

Así fue como el hermoso velero gaditano: Oriflama, ingresaba al misterioso círculo de los “barcos fantasmas” que de tiempo en tiempo aparecen a los marinos que surcan nuestro litoral.

Oriflama frecuenta los puertos nacionales mostrando sus velas hinchadas, plenamente iluminado y con su macabro cargamento de 300 tripulantes y pasajeros muertos. Esta es la historia del bergantín fantasma llamado también la Nave de los Agonizantes.

martes, 13 de enero de 2009

MUSEO DE ARTE SACRO "SAN FRANCISCO SOLANO"




MUSEO DE ARTE SACRO "SAN FRANCISCO SOLANO"

Avellaneda 716
Tel. 085-211548
De lunes a viernes de 8.30 a 12 y 17.30 de a 20;
sábados de 8.30 a 12
Santiago del Estero, Argentina.


El Museo de Arte Sacro es un bello solar inaugurado en 1969 en el claustro que une la Celda Capilla con la iglesia San Francisco.


En sus 4 salas se encuentran piezas únicas como la celda y la capilla que ocupó San Francisco Solano, reedificada sobre los cimientos de la original en 1769.


Posee una imagen de San Francisco Solano realizada en el Perú que es una réplica de la primera que se hizo cuando se lo canonizó en 1726. Está hecha en madera de ceibo que es un árbol típico de América. También se conserva aquí un fragmento óseo del cráneo de San Francisco que está guardado en una custodia con incrustaciones de piedras preciosas.


Posee imágenes que pertenecieron al primer púlpito de Santiago del Estero y la cruz de hierro forjado que perteneció a la primera capilla de Belén que estaba regenteada por los jesuitas.


Exhibe joyas de arte religioso de los siglos XVII, XVIII y XIX y donaciones de familias tradicionales.


Se aprecian pertenencias de San Francisco Solano y el cordón de chaguar con el que el santo ceñía su vestimenta, un atril de madera y un tirante de quebracho colorado.


Testimonio fiel de la historia religiosa santiagueña.


lunes, 12 de enero de 2009

CU CHULAINN


Son numerosos los mitos y cuentos celtas que hacen referencia a la figura de Cu Chulainn, (se pronuncia, Cu Culén).

El atractivo joven encarna a su vez a un temible guerrero que se enfrenta con las fuerzas del ultramundo dando muestras continuadas de su valor.

En las narraciones sobre Cu Chulainn se describe cómo se le erizaba el vello cuando su ira era incontenible.

El invencible héroe, de mirada amenazadora, era el protagonista de muchos de los sueños de los niños celtas.

Los cuentos servían además de material educativo y moralizante. Los valores que defendía el personaje mitológico se convertían en ejemplo de comportamiento en una sociedad que daba gran importancia al valor, la fuerza y el carácter decidido.

Cuchulainn era hijo de la princesa Dechtire (hermana del rey Conchobar) y el noble Sualtam, cuyo nombre de niño era Setanta.

Ya en sus primeros años demostró su extraordinaria fuerza, ganando en combate a un enorme perro que protegía la casa de Culann, el herrero.

Como compensación por la muerte del animal, se comprometió a criar un nuevo perro guardián para su vecino, y mientras tanto, el mismo niño era quien vigilaba la casa del herrero.
De ahí tomó su nuevo nombre Cu Chulainn, 'el perro de Culann'.

El joven creció y se convirtió en uno de los tres héroes de mayor renombre en el Ulster, junto con Conall Cernach y Loegaire. El trío participó en una fiesta organizada por el sibilino Bricriu. En el transcurso de la velada, les reveló que uno de los tres tenía que ser el campeón de campeones y que éste obtendría grandes riquezas.

Los tres héroes, sus esposas incluidas, pronto empezaron a pelear entre ellos, pero no se llegó a ninguna conclusión. Al final se decidió que Cu Roi, hijo de Daire, solucionaría la disputa y los héroes se dirigieron a su castillo.

Allí, un gigante hirió de gravedad a Conall Cernach y a Loegaire, pero no así a Cu Chulainn, que lo derrotó. A pesar de todo, los otros dos héroes se resistían a reconocer al joven como campeón y tuvo que ser el mismo Cu Roi, bajo la apariencia de un ogro, el que acabó con ellos y nombró a Cu Chulainn campeón de campeones en atención a su valor, lealtad y fortaleza.

domingo, 11 de enero de 2009

AMAUTAS



Los Amautas (hamautta, yachac, yatiri...) son Maestros Andinos (filósofos, sacerdotes, políticos, científicos, ingenieros, artistas, diseñadores...), que durante siglos se han encargado de producir, mantener, desarrollar y transmitir, los valores culturales ancestrales que constituyen una visión armónica del Mundo y un cuerpo de conocimientos de lógica original.

Constituyen una Escuela Milenaria cuyo linaje se denominó la Capaccuna, cuyo Culto a la Naturaleza fue simbolizado en el Orden de Wiracocha.

En la antigüedad, domesticaron la tierra con espíritu ecológico, integrándose a ella sin depredarla.

Construyeron Templos donde guardaron su conocimiento en textos líticos, observatorios astronómicos para el control de los ciclos biológicos así como laboratorios genéticos y otros sistemas e instrumentos tecnológicos de diverso orden.

La informática andina desarrolló tecnologías de memoria y transmisión de datos en base a códigos de anudamientos llamados KIPU.

Como guías culturales, los Amautas instituyeron un discurso social mediante símbolos, en los que depositaron los principios y valores que constituían la base y fundamento de su orden social.

Conocimiento (yachay), comunidad (ayllu), reciprocidad (ayni), respeto (chekkay) fueron sus valores básicos. Comprendieron que hay un orden de complementariedad y diversidad que expresaron en su lógica holista incluyente.

Enseñaron a escribir su conocimiento por doquier en su arte grabado sobre piedra, sobre cerros y pampas, así como en su arquitectura, sus tejidos, ceramios y ornamentos, durante miles de años y a lo largo de todos los Andes.