Un labriego tenía un enorme perro como guardián de sus extensos cultivos. El animal era tan bravo que jamás ladrón alguno se atrevió a escalar la cerca de sus sembrados.
El amo, cuidadoso de su can, lo alimentaba lo mejor que podía, y el perro, para mostrar su agradecimiento, redoblaba el cuidado de los campos.
Cierto día, el buey del establo quiso probar bocado de la alfalfa que su amo le guardaba, pero el perro, poniéndose furioso y enseñándole los dientes, trató de ahuyentarlo.
El buey, reprochando su equivocada conducta, le dijo:
-eres tonto, perro envidioso. Ni comes ni dejas comer.
Y añadió- si el amo destina a cada cual lo que le aprovecha y la alfalfa es mi alimento, no veo que tengas razón para inmiscuirte en negocio ajeno.
Sabes perrito, que agua que no has de beber, amigo… la has de dejar correr.
Resumen y adaptación de la Comedia de Lope de Vega
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