Las arpas dolientes
hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí.
Recuerdas, acaso,
tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí.
Indiecita fea
de la voz tan dulce
como el aguaí.
Anahí.
Tu raza no ha muerto
perduran tus fueros
en la flor del rubí.
Defendiendo altiva
tu indómita tribu
fuiste prisionera.
Condenada a muerte
ya estaba tu cuerpo
envuelto en la hoguera
y cuando las llamas
lo estaban quemando
en roja corola
se fue transformando.
La noche piadosa
cubrió tu dolor
y el alba asombraba
miró su martirio
hecho ceibo en flor.
de Osvaldo Sosa Cordero
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