Agoncillo hace muchísimos años.
En el término de los Balsones, donde hoy se encuentra ubicado el polígono El Sequero, había una finca que, según su dueño, era incalculable el agua que tragaba al regarla.
En la referida hondonada (de un radio de unos cincuenta metros) es donde -verdad o ficción-, según contaban los viejos del lugar, salió la Mora encantada, apareciéndosele a un pastor que por allí andaba con su rebaño.
El pastor se quedó atónito mirándola y ésta le dijo: "si consigues llevarme hasta la iglesia y echarme agua bendita, seré tuya para siempre."
El hombre, asombrado ante tanta belleza, decidió llevarla. Pero, antes de partir, ella le advirtió: "No vuelvas la cabeza porque yo iré detrás de ti convertida en toro de fuego envuelta en llamas".
Ya cerca del pueblo, en un término que se llama La Poya, el pastor no pudo aguantar la curiosidad ante la dantesca situación. Las llamas le llegaban a él y, asustado, volvió la cabeza. Y en ese mismo momento, la Mora desapareció y nunca más se supo de ella.
Milagros Burgos
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arteinformado.com
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