Esta leyenda transcurre en la Edad Media en un pueblo cacereño llamado Granadilla.
En este pueblo vivía la duquesa de Alba, Margarita. Se dice que uno de sus vasallos, Albar, se enamoró cuando era niño de Margarita.
Creció enamorado de ella y sufriendo en silencio.
Cuando llegó a adulto, partió a luchar contra los moros y se hizo respetar en las filas del ejército. Entonces Margarita pidió ayuda a Albar, pues Granadilla estaba sitiada por los moros. Albar salió del pueblo por una puerta secreta a observar el panorama y le comunicó a la duquesa que no había posibilidad alguna de vencer, pues los moros superaban a sus tropas varias veces. Tras esto le confesó su amor, pero no era correspondido por ella. Él quiso salvarla de la invasión sacándola de Granadilla pero ella se negaba, por lo que Albar decidió salvarla por la fuerza.
Mientras intentaba escapar con ella a cuestas por la salida secreta, Margarita le arrebató una daga y se la clavó a Albar en la espalda.
Albar, desangrándose, montó en su caballo que tenía en la salida y fue recogido varios días después por un monje que ya nada pudo hacer por él.
Albar lo único que podía decir es que estaba arrepentido.
Ahora dicen que este caballero sigue vagando por las calles de Granadilla montado en su caballo y atormentando a sus habitantes sin dejar de repetir algo que aún se puede oír en las noches de Granadilla: ¡¡¡Perdón!!!
Nota:
Actualmente, Granadilla es un pueblo abandonado y sólo permanece habitado por un guarda y por monitores y jóvenes que actuarán como habitantes medievales durante unos días, ya que es un campamento de trabajo en los veranos.
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