Imagen del Niño Jesús Alcalde Se cuenta que San Francisco Solano salió un día con la cruz y el violín a recorrer caminos, y encontró en un pajal, una hermosa imagen del Niño Dios, que le sonreía al mirarlo.
Lo levantó y con todo cuidado lo llevó a su casa.
Al poco tiempo le dieron la noticia de que miles de indios, de diferentes tribus, venían hacia la ciudad de La Rioja para destruirla.
Tomó al Niño Dios y al violín y se dirigió a la quebrada de Los Sauces a esperarlos, se sentó, colocó al Niño Dios a su lado, y se puso a tocar una melodía con su violín.
Las notas de la canción atravesaron las laderas de los cerros a través de las solitarias cumbres.
Era una música suave, melancólica, y tan triste..., que se oía a gran distancia.
Hasta los pájaros habían callado ante el embrujo de aquellas notas.
Llegaron los indios, avanzando muy despacio, para no quebrar aquel encanto.
Se detuvieron lejos del Santo y poco apoco se fueron acercando hasta tocarlo.
El Santo siguió con su melodía embelesándolos. Y cuando vio que con su arte había ganado el respeto de los indígenas, dejó de tocar y levantando al Niño Dios sobre sus hombros, les explicó lo que representaba y pidió su nombramiento como alcalde, es decir de gobernador de la ciudad, a quien debían obedecer en sus mandatos, y dicen que desde entonces lleva el nombre de Niño Alcalde.
Se cuenta que San Francisco Solano ese día bautizó a nueve mil indios, y que los restantes volvieron en paz a sus tiendas, con la promesa de no alzarse nunca contra el Niño Dios.
Esta leyenda es del Noroeste argentino (La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy)
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