Petroglifos de la piedra de Pandi
Un día el diablo se dirigía a Coyaima Indiana y al llegar al Valle de los Sutagaos tropezó con dos piedras gigantescas que se opusieron en su camino. Encolerizado, la emprendió contra ellas a patadas y las echó a rodar.
La primera se detuvo en medio de dos farallones que encajonaron el río Sumapaz y formaron el puente natural que hoy se llama Cabeza de Diablo.
La segunda se quedó unos metros más arriba y se le conoce con el nombre de El Helechal, en donde los panches plasmaron su destreza artística por medio de jeroglíficos dibujados con tinta indeleble, jamás utilizada por tribu alguna en la América aborigen.
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