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miércoles, 22 de octubre de 2008

EL SAPO Y EL URUBÚ



En un principio, el vanidoso sapo tenía una espalda lisa y lustrosa.

Ocurrió que el sapo y el urubú fueron invitados a una fiesta que se iba a realizar en el cielo de los animales. Después de hacer sus preparativos, el urubú fue a burlarse del sapo. Lo encontró entre los juncos de un charco croando de la manera más melodiosa posible porque estaba adiestrando la voz.

Se saludaron los animales. El sapo decía que lo habían invitado por su gran habilidad de cantante. El urubú dijo que él también estaba invitado, para que el sapo se dejara de jactancias y se fue convencido de que el animalito verde era un gran farsante.

Al otro día muy de mañana, el urubú se alisaba las negras plumas sentado en un arbusto, preparándose para el viaje, cuando se le acercó el sapo. El instrumento del urubú, la guitarra, estaba en el suelo pues la estuvo templando toda la noche. El sapo le dijo que el se iba ya de camino porque caminaba muy lento; en realidad lo que hizo fue meterse en la guitarra. Cuando el urubú levantó el vuelo estaba tan entusiasmado con lo de la fiesta que no se percató de lo pesado de su guitarra. Pronto dejó atrás las nubes, la luna y las estrellas.

Al llegar, los demás animales le preguntaron por el sapo, a lo que contestó que no creía que fuera posible que viniera pues el sapo apenas si saltaba como para alcanzar el cielo.

¿Y cómo que no lo había traído? Pues porque no le gustaba cargar piedras, contestó. Dejó a un lado la guitarra esperando que llegara el momento de la música.

Entonces el sapo salió de su escondite y apareció de improviso ante la concurrencia, más hinchado y orgulloso que de costumbre. Lo recibieron con gran asombro, entre aplausos y felicitaciones.

Mientras, se reían del urubú.

Entonces comenzó la fiesta, había comida en cantidad y todos se llevaban bien. Estaban dedicados al baile, al canto y a la interpretación de sus instrumentos preferidos pues la fiesta era para que cada uno se luciera en sus habilidades. Entre todo este alboroto, el urubú rasgueaba contento su guitarra y el sapo soltaba sus "do" de pecho. En el momento de más alegría el sapo aprovechó para introducirse de nuevo en la guitarra.

Terminó la fiesta y nadie notó su ausencia a la hora de las despedidas, sólo el urubú, que le tenía rencor por haberlo puesto en ridículo. Echó a volar de regreso; estando receloso esta vez noto el peso de más. Continuó volando hasta distinguir el suelo, pasó bajo la luna y con esa luz pudo ver al sapo acurrucado en el fondo.

¡Sal! le gritó el urubú. El sapo rogó que no le echara. Como el sapo no salía por miedo que lo arrojara, el urubú sacudió la guitarra hasta que el animalito salió por los aires moviendo las patas. Iba muy rápido en la caída pero la distancia era también mucha, así que el sapo tuvo tiempo de pensar en que ojalá pudiera caer sobre agua o sobre arena.

Primero creyó que caería en una laguna pero el viento lo desvió, luego divisó un prado y más adelante un frondoso ombú. Pero continuaba alejándose de estos lugares para dirigirse a unos duros caminos, unos roquedales, el patio de una casa. Al fin dio contra unas rocas, de espalda. Cuando despertó pasaron muchos días para que se recuperara. El golpe había sido tan fuerte que la espalda le quedó para siempre manchada y llena de protuberancias.

Esta es la razón por la que el pobre sapo tiene tan fea presencia. Dicen también que debido al golpe se le malogró la voz, pero esto no se puede asegurar.

Imagen
http://www.almanaquebrasil.com.br/causos-de-rolando-boldrin/lendas-brasileiras/vinganca-de-urubu/

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/04/el-primer-fuego.html

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