En La Rioja y Catamarca se cuenta que La Viuda es un fantasma que sale a medianoche, en el campo, en sitios oscuros y boscosos.
La corporizan como una mujer alta y flaca, vestida de negro y descalza, con la tez muy blanca.
Sale de improviso y se sienta en las ancas de la cabalgadura con un ruido de huesos, como si un saco de osamentas hubieran caído en las ancas del caballo, y desde allí tiende los brazos queriéndolo agarrar al jinete por el cuello. Y el abrazo casi siempre es mortal.
Aquellos que han podido zafarse de este cariño tan singular, dicen que es un fuego que quema la nuca y que al alejarse a todo correr del animal la viuda baja y se oye el llanto de una mujer que estremece la noche.
Félix Coluccio, en el "Diccionario folklórico argentino", dice que es un mito que se conoce en otras partes de América o por lo menos que puede considerarse su equivalente: en Chile se lo conoce con el mismo nombre de "viuda"; en Costa Rica, con el nombre de "cadejo" o "oegus", transformada en un enorme perro negro, de pelo largo que sale de noche para espantar las cabalgaduras y asustar a los viajeros con sus enormes ojos encendidos. En Salvador toma el nombre de "ciguanaba", en Honduras, de "sucia" o "cadejo", en Nueva Méjico, "La malora"...
Rafael Cano, en su libro "Allpamisqui" dice lo mismo y anota tres versiones recogidas en distintos lugares de la provincia de Catamarca.
Sin lugar a duda es un mito importado de Europa y que se ha extendido por muchas regiones de América.
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